JORNADA DE PESCA Nº 638
El año 2012 se despide, en lo que a pesca se refiere, con un enorme fiasco en el coto de Alfarràs, convertido provisionalmente en estricto sin muerte hasta marzo del año que viene. Ha sido el de este último sábado del año un día de pesca realmente duro y aburrido, que nos debe recordar tanto que la pesca también tiene sus días malos en los que las truchas están poco por la labor como que las más de las veces no basta con convertir un tramo de río en un sin muerte por decreto, si no se está dispuesto a ir reponiendo truchas para compensar los estragos de la tanto de la pesca furtiva como de plagas naturales como cormoranes y visones.
Este sábado conté con la compañía de mi amigo Francesc Bernal, con quien he compartido muchas jornadas de pesca a lo largo de los años, y a quien no veía desde el pasado mes de octubre en Oliana. Antes de intercambiar regalos de navidad y ponernos a cambiar de ropa y montar el equipo fuimos a tomar un desayuno de “mesa y mantel” en un conocido bar de Alfarràs. Esa fue la decisión más sabia de todo el día, pues tal y como transcurrió la jornada hubiera sido un sacrificio tan inútil como espartano el haberse puesto a pescar a primerísima hora, con una temperatura glacial y los campos totalmente escarchados.
Fiel a su filosofía, Francesc empezó y terminó la jornada pescando a mosca seca. Yo por mi parte, fui probando de todo y cambiando imitaciones y rehaciendo bajos de línea hasta la saciedad. Comenzamos pescando –el a seca, y yo a tándem de ninfa ligera- zonas de poca profundidad de la parte baja del coto, en la que a lo largo de todo el día apenas si vimos tres pescadores de cucharilla (ya no entro en si la giratoria era con o sin muerte: no soy un agente de la autoridad para inspeccionar los aparejos de los demás) y que nos confesaron no haber tenido ni una picada en todo el día.
Al poco de comenzar una jornada que se presumía soleada, se cerró la niebla, y este meteoro, con la consiguiente bajada de temperatura y aumento de la humedad ambiental nos acompañó hasta casi primera hora de la tarde. Envueltos en la niebla, y sin tener ni una mísera picada en zonas en las que siempre sacamos algún provecho, las horas pasaron lentas y tediosas, amenizadas con algún rato de conversación y algún que otro chiste. En medio de la niebla también, rendimos cuentas a los Agentes Rurales de nuestra presencia legal en el río, mediante la oportuna muestra de credenciales y permisos diarios.
Pasado el mediodía, tras un cambio radical de zona dentro de la parte baja, salió el sol y este hecho para nada sirvió para activar unas truchas que no daban la cara ni por arriba ni por abajo. Es más, todo y lo soleado de la tarde, la sensación era de una engañosa falsa primavera, pues la temperatura siguió siendo muy fría. A esa hora más o menos comenzaron a haber eclosiones, concretamente de una efémera blanquecina: un auténtico desperdicio, pues no había pez alguno que se interesase por darse el atracón, ni tan solo de las que bajaban en spent.
Me cupo a mi el dudoso honor de capturar la única y miserable trucha del día, una arco-iris de repoblación sin más historia, al haber “tungstenizado” el equipo y al salir el pesado combo de ninfas de una corriente para entrar en un blando lateral de mi propia orilla. Pasaba largo de la una de la tarde, y viendo un panorama tan poco alentador aguas abajo del puente, decidimos mudarnos a probar suerte a la parte alta del coto, aguar arriba del puente en la antigua zona de mosquito.
Al llegar a la chopera, nos encontramos nada más ni nada menos que seis coches aparcados. Había overbooking en aquella parte del río, como suele suceder casi siempre que la visito, todo y que ahora hacía desde febrero del año pasado que no lo hacía.
Aquí, la decoración cambió un tanto, pero no radicalmente. Había cebas esporádicas de truchas, pero todas las posturas estaban ya ocupadas no tan sólo por pescadores intentando capturar unas truchas muy selectivas y resabiadas, sino también por otros que hacían de espectadores.
Francesc marchó en busca de un rinconcito para pescar a seca sobre trucha vista, todo un milagro para ese día, y yo me decidí a ir remontando las corrientes pescando a ninfa hasta el principio de la antigua zona de mosquito. Otra vana y tediosa labor que me llevó hora y media de acribillar el río con un par de ninfas, combinando una atractora pura muy pesada con una más realista más ligera, sin obtener picada alguna. Lo único que amenizó ese rato fue el toparme con Moreti, que venía por el camino con un amigo suyo de vuelta hacia la chopera. Aparte de saludarnos y desearnos un feliz año nuevo, me confirmó algo que ya sospechaba: que fuera de cuatro posturas puntuales en donde subía alguna trucha, todo el resto de corrientes era terreno baldío: él mismo –un pescador muy bueno sobre todo con la ninfa, en mi opinión- había conseguido capturar una sola trucha y se le había escapado otra.
Resignado y con la muñeca molida de tanto lanzar lateralmente (esto de pescar sin sacar línea se me hace cada día más un suplicio: me estoy volviendo “anti-polaco”, je, je, je) llegué hasta la tubería que desagua al río desde Andaní y dí media vuelta a ver qué estaba haciendo y cómo le estaba yendo a mi amigo Francesc.
Al llegar a la chopera, me encontré de nuevo a Moreti entre un grupo de espectadores que estaban animando a un pescador que prospectaba una de las pocas posturas en las que había actividad de las truchas por arriba. Entre los espectadores estaba el Sr. Antonio, el guarda del coto, a quien tuve ocasión de felicitar el año nuevo en persona. Ojalá todos los profesionales de la vigilancia fluvial tuvieran el alto grado de compromiso y cumplimiento del deber de este hombre que tanto ha velado a lo largo de años para que Alfarràs fuera una auténtica “Fábrica de Sueños” para los pescadores. La política y el dinero pueden hacer mucho, pero una excelente vigilancia fluvial es indispensable.
Como no, Francesc había encontrado su rinconcito en donde dar batalla a truchas activas por arriba. Pero lejos de verle en su elemento, capturando truchas a mosca seca, me lo encontré realmente fuera de quicio intentando pescar “algo” que lomeaba más que se cebaba esporádicamente y que le había hecho cambiar al menos seis veces de mosca sin conseguir no tan sólo una picada, sino tampoco un mísero rechace.
El análisis de la situación no podía ser más claro y a la vez más desalentador: dos o quizás tres farios enormes estaban lomeando en la salida de una débil corriente pegada a un aliso. Sin dudas: comían emergentes y a saber de qué. Francesc me invitó a tentarlas, tras haberse rendido y sentado a fumar la segunda mitad del puro habano que estuvo fumando por la mañana. Tal y como suponía, el resultado final fue que pasaron de mis imitaciones tanto como habían pasado de las de Francesc, todo y que les pasee por delante varias de mis emergentes con mayor índice de aceptación tanto de farios como de arco-iris y que incluso les deje derivar por los morros algunas de las microninfas sin apenas lastre que me han funcionado con truchas muy selectivas en Anglès, tomando incluso las medidas preventivas de alargar el bajo de línea para impedir cualquier rápido dragado.
Aceptando la derrota, en aletas que no manos de peces tan resabiados, emprendimos camino del coche envueltos de nuevo en medio de una niebla aún más espesa que la de la mañana, y que se había cerrado de golpe, visto y no visto, a eso de las cuatro y cuarto de la tarde.
Mientras Francesc se cambiaba de ropa, yo aún tuve la paciencia de dedicar media hora más a tentar alguna ceba esporádica en la zona de la chopera, ya libre de pescadores y espectadores, y más que nada por el gusto de sacar línea y lanzar largo en una jornada en la que las circunstancias me habían obligado a pescar más corto y pesado de lo que es habitual. Por supuesto, terminé el día tal y como lo empecé ni una picada. Fin del partido y a tomar un rápido “café de descongelación” en un bar del pueblo, mientras que con Francesc analizábamos los pormenores de tan mal día de pesca: para Francesc faltan truchas; para mi, y es mi humilde opinión, quiero pensar que hay más trucha de la que parece, pero hay días, sobre todo en pleno invierno, en que no están muy por la labor.
De vuelta a casa, disfruté de largo viaje conduciendo y escuchando música en medio de una espesa niebla entre Alfarràs y Cervera. Esta vez, no dejaba de sentirme un tanto disgustado, pero no por los malos resultados del día, pues de jornadas de pescas escasas y bolos el currículum de todos está lleno, sino porque a lo largo del próximo mes de enero tengo muchos compromisos familiares y sociales y aún no sé cuándo podré volver al río a pescar, y eso para mí es motivo de enorme desazón e inquietud.
JORNADA DE PESCA Nº 638.
Temporada 2012-2013 - Nº 11
Temporada de Cotos Intensivos de Salmónidos 2012-2013 - Nº 11
Coto de Alfarràs sin muerte - NR12B
Río Noguera-Ribagorçana
Pescadores:
Francsc Bernal
Ferran RUBINSTEIN
Capturas:
Francesc Bernal: 0
Ferran RUBINSTEIN: 1 trucha arco-iris a ninfa.
Climatología: soleado y frío, con niebla al principio y al final de la jornada.
Hora de inicio de la jornada: 10,15 h.
Hora de finalización de la jornada: 16,45 h.
La música de hoy:
Viaje de ida:
Sinfonía nº 3
Anton Rubinstein.
Sinfonía n 3
Leevi Madetoja
"Ein Festes Burg"
Joachim Raff
Viaje de vuelta:
Sinfonía en FA mayor
Concierto para piano y orqueste en RE mayor
Ludwig Thuille
Concierto para piano y orquesta nº 1
Xaver Scharwenka
Líneas Tensas!
Ferran RUBINSTEIN.