Definitivamente, octubre no es enero, aunque se trate de pescar en el Coto Intensivo de Malagarriga, como un Ferrari Testarrona no es lo mismo que un SEAT Seiscientos, aunque ambos puedan encuadrarse dentro de la descripción de vehículos automóviles.
El pasado mes de octubre, y en este mismo escenario, con sus mediodias cálidos, el agua a temperatura de auténtico confort para los peces, abundancia de eclosiones a lo largo del dia y el personal más ocupado en buscar setas que en pescar, las truchas nos deleitaron con una actividad, frenética y ocasionalmente incluso hiperactiva, que se prolongaba sin pausa de media mañana hasta el fin de jornada, y las pescatas fueron de auténtico escándalo: aquellos que pescamos sin muerte, y procedemos a devolver las capturas, llegamos a tener en mano la friolera de hasta 80 truchas, entre iris de repoblación y farios, que seguramente se descolgaron de los cotos de salmónidos de temporada que hay río arriba en algún episodio de riada.
Tampoco penséis que en este sábado de enero post-navideño, los románticos, obsesivos, recalcitrantes o simplemente pirados que fuimos a pescar en un coto intensivo con muerte, a sabiendas de que no se había repoblado desde hacía casi tres meses –como por ejemplo mi amigo Francesc y yo-, lo hiciesemos en un río que discurriese por alguna tundra inhóspita y helada: nada de eso, pues para ser enero, el día fue soleado y de incluso benigna temperatura en las horas centrales del día.
Sin embargo, bien sea porque en estos tres meses los furtivos, los visones y los cormoranes han hecho dura mella en la población truchera, o bien porque los peces que quedan en el río están recelosos, gandules o las dos cosas a la vez, Francesc y yo invertimos seis horas largas para capturar una triste trucha arco-iris de repoblación cada uno.
Todo y así, para que veáis cuán fina es la línea que, en materia de pesca deportiva, separa el éxito del fracaso, esta jornada no ya mediocre, sino de las de “rozar el bolo”, hubiera podido ser épica y espectacular si no hubiera perdido en el combate una gran carpa que se tragó mi ninfa “pompom” en una postura tan sobrepescada como es justo en la poza de debajo de la pasarela. Muy poderoso animal es este ciprínido para combatirlo con un terminal del 0,12, y todo y que lo pude dominar cinco minutos largos, casi hasta tenerlo por una vez a tiro de salabre, la bestia terminó buscando escapatoria hacía el único sitio en donde poder multiplicar su fuerza, o sea, hacia el tiro de corriente de la salida de la poza.
Precisamente, la socorrida ninfa “pompom” fue el arma final a la que recurrir para poder tocar escama. Incluso Francesc, el hombre que guarda total fidelidad a la mosca seca, y viendo que ayer por no haber no había ni eclosiones, tuvo que recurrir –eso si, a regañadientes y bajo insistencia por mi parte, a uno de esos ninforros tungstenizados de fantasía, pues estaba claro que las pocas truchas que quedasen en el rio, estarían bien pegadas a las piedras.
No fue extraño pues, que mi amigo y yo obtuviésemos nuestra única captura del dia, en unas corrientes no muy batidas, con la “pompom” rascando piedras y recolectando algas, y a escasa distancia el uno del otro, y con poco tiempo de diferencia: el lugar, cerca de un cómodo bajador no deja de ser de esos en los que los encargados de la repoblación no se olvidan de visitar.
Por si alguien tiene la tentación de pensar que Francesc y yo fuimos los únicos “iluminados” o “idealistas” que este sábado fueron a ver como bajaba el agua río abajo en Malagarriga, les diré que…no. Además de nosotros, que fuimos los más madrugadores, a media mañana se presentó el Comando Catalano-Leonés de mi buen amigo Josep Maria (Trout69 en los foros Conmosqueros), con su hermano Óscar y su inseparable compañero de aventuras de pesca Manuel. Ellos tampoco pudieron resistirse a la tentación de volver a Malagarriga, después de las superlativamente exitosas jornadas del mes de octubre pasado. Esto, y seguramente que siempre los habrá que aunque reconozcan la impecable superioridad estilística y tecnológica del poderoso deportivo italiano, siempre simpatizaran más con el humilde y simpático "seiscientos".
El pasado mes de octubre, y en este mismo escenario, con sus mediodias cálidos, el agua a temperatura de auténtico confort para los peces, abundancia de eclosiones a lo largo del dia y el personal más ocupado en buscar setas que en pescar, las truchas nos deleitaron con una actividad, frenética y ocasionalmente incluso hiperactiva, que se prolongaba sin pausa de media mañana hasta el fin de jornada, y las pescatas fueron de auténtico escándalo: aquellos que pescamos sin muerte, y procedemos a devolver las capturas, llegamos a tener en mano la friolera de hasta 80 truchas, entre iris de repoblación y farios, que seguramente se descolgaron de los cotos de salmónidos de temporada que hay río arriba en algún episodio de riada.
Tampoco penséis que en este sábado de enero post-navideño, los románticos, obsesivos, recalcitrantes o simplemente pirados que fuimos a pescar en un coto intensivo con muerte, a sabiendas de que no se había repoblado desde hacía casi tres meses –como por ejemplo mi amigo Francesc y yo-, lo hiciesemos en un río que discurriese por alguna tundra inhóspita y helada: nada de eso, pues para ser enero, el día fue soleado y de incluso benigna temperatura en las horas centrales del día.
Sin embargo, bien sea porque en estos tres meses los furtivos, los visones y los cormoranes han hecho dura mella en la población truchera, o bien porque los peces que quedan en el río están recelosos, gandules o las dos cosas a la vez, Francesc y yo invertimos seis horas largas para capturar una triste trucha arco-iris de repoblación cada uno.
Todo y así, para que veáis cuán fina es la línea que, en materia de pesca deportiva, separa el éxito del fracaso, esta jornada no ya mediocre, sino de las de “rozar el bolo”, hubiera podido ser épica y espectacular si no hubiera perdido en el combate una gran carpa que se tragó mi ninfa “pompom” en una postura tan sobrepescada como es justo en la poza de debajo de la pasarela. Muy poderoso animal es este ciprínido para combatirlo con un terminal del 0,12, y todo y que lo pude dominar cinco minutos largos, casi hasta tenerlo por una vez a tiro de salabre, la bestia terminó buscando escapatoria hacía el único sitio en donde poder multiplicar su fuerza, o sea, hacia el tiro de corriente de la salida de la poza.
Precisamente, la socorrida ninfa “pompom” fue el arma final a la que recurrir para poder tocar escama. Incluso Francesc, el hombre que guarda total fidelidad a la mosca seca, y viendo que ayer por no haber no había ni eclosiones, tuvo que recurrir –eso si, a regañadientes y bajo insistencia por mi parte, a uno de esos ninforros tungstenizados de fantasía, pues estaba claro que las pocas truchas que quedasen en el rio, estarían bien pegadas a las piedras.
No fue extraño pues, que mi amigo y yo obtuviésemos nuestra única captura del dia, en unas corrientes no muy batidas, con la “pompom” rascando piedras y recolectando algas, y a escasa distancia el uno del otro, y con poco tiempo de diferencia: el lugar, cerca de un cómodo bajador no deja de ser de esos en los que los encargados de la repoblación no se olvidan de visitar.
Por si alguien tiene la tentación de pensar que Francesc y yo fuimos los únicos “iluminados” o “idealistas” que este sábado fueron a ver como bajaba el agua río abajo en Malagarriga, les diré que…no. Además de nosotros, que fuimos los más madrugadores, a media mañana se presentó el Comando Catalano-Leonés de mi buen amigo Josep Maria (Trout69 en los foros Conmosqueros), con su hermano Óscar y su inseparable compañero de aventuras de pesca Manuel. Ellos tampoco pudieron resistirse a la tentación de volver a Malagarriga, después de las superlativamente exitosas jornadas del mes de octubre pasado. Esto, y seguramente que siempre los habrá que aunque reconozcan la impecable superioridad estilística y tecnológica del poderoso deportivo italiano, siempre simpatizaran más con el humilde y simpático "seiscientos".
Nadie negará que ir a pescar en pleno enero a un coto de repoblación que hace casi dos meses que no se repuebla, es como subirse al seiscientos en vez de elegir el Ferrari. Pero el aceptar retos, o simplemente querer pescar lejos del gentío que abarrota otros escenarios en esta época del año, es una opción plenamente legítima, siempre y cuanto aceptemos los riesgos de una pesca magra en capturas, y de que la aventura, generalmente, está más cerca de viajar en "seiscientos", que de hacerlo en un vehículo que tecnológicamente roza la perfección.
Al menos, pudimos charlar un rato, y Josep Maria regaló una “naranjita”, microninfa que tiene pinta de muy pescadora, y que he puesto a buen recaudo en mi caja de moscas, pues pienso usarla en escenarios ucho más selectivos, como Guardiola de Berguedà, o Montagut, o… ¿porque no? Magic Anglès.
Finalmente, el Comando Catalano-Leonés obtuvo su único y también magro botín, casi al fin de jornada, anticipado al nuestro dado a que pararon para hacer una comida de picnic, cuando Josep María capturó su única trucha, viendo una de las poquísimas cebas del dia. Lo hizo con la microninfa del tándem, y eso confiere a esa captura un gran valor, pues al menos una de las tres únicas truchas que se capturaron ayer, al menos de un modo legal, en Malagarriga, lo fué haciendo “jogo bonito”, en vez de recurrir a monstruitos dignos de una novela de ciencia-ficción, montados sobre un anzuelo.
Seguramente, a la hora en que Josep Maria, Óscar y Manuel estaban moviendo mandíbulas, Francesc y yo estábamos enzarzados en el único desafío de tan soporífero día: en un pequeño blando de corriente se paseaban, comiendo a media agua, dos truchas tan enormes que al principio pensamos que no fueran barbos. Mucho latín y mucha física cuántica ha de saber un bicho de esos, cuando ha sobrevivido hasta alcanzar tal tamaño en un entorno tan y tan hostil, y tan sobrepescado, como atestiguaba, el árbol de la orilla de enfrente, decorado con infinidad de aparejos con plomos y flotadores, además de un buen surtido de cucharillas.
Todo y así, lo intentamos, probando todo tipo de derivas lo más naturales de ninfas que profundizasen ni mucho ni poco, sino más bien del modo "en que la trucha quiere", pero no hubo manera, y allí se quedaron nuestras amigas, sobreviviendo un dia más, que no es poca hazaña para cualquier pez en un coto intensivo con muerte con el overbooking de pescadores y otros depredadores como es Malagarriga.
Un rato después, ya en Suria, y mientras Francesc y yo debatíamos sobre si merendar churros, o ir a la pastelería a por “saras” de almendras y cocas de cabello de ángel, nos paramos a observar el rio: Grandes carpas y algún que otro barbo estaban al acecho en la corriente. Algunos peces hociqueaban el fondo del rio , y otros incluso subían a por alguna mosca en superficie. Francesc se lamentó, con ironía: quizás si hubiésemos pescado en el coto de ciprínidos de Suria, incluso hubiesemos clavado alguno de esos poderosos cirpínidos a seca.
Ganó la opción de la pastelería. A la vuelta: Raff y su romántica sinfonía nº 5 “Lenora”, conduciendo ya de noche. Es enero, y por bueno que sea el día, al anochecer siempre hace frío. Sin embargo, aviso para navegantes, el sol tardó ya un poco más en ponerse: el azul intenso del horizonte al atardecer es ya un presagio de que sólo quedan dos meses para que sea marzo, y no mucho más para que demos la bienvenida a la siempre ansiada temporada de salmónidos.
Al menos, pudimos charlar un rato, y Josep Maria regaló una “naranjita”, microninfa que tiene pinta de muy pescadora, y que he puesto a buen recaudo en mi caja de moscas, pues pienso usarla en escenarios ucho más selectivos, como Guardiola de Berguedà, o Montagut, o… ¿porque no? Magic Anglès.
Finalmente, el Comando Catalano-Leonés obtuvo su único y también magro botín, casi al fin de jornada, anticipado al nuestro dado a que pararon para hacer una comida de picnic, cuando Josep María capturó su única trucha, viendo una de las poquísimas cebas del dia. Lo hizo con la microninfa del tándem, y eso confiere a esa captura un gran valor, pues al menos una de las tres únicas truchas que se capturaron ayer, al menos de un modo legal, en Malagarriga, lo fué haciendo “jogo bonito”, en vez de recurrir a monstruitos dignos de una novela de ciencia-ficción, montados sobre un anzuelo.
Seguramente, a la hora en que Josep Maria, Óscar y Manuel estaban moviendo mandíbulas, Francesc y yo estábamos enzarzados en el único desafío de tan soporífero día: en un pequeño blando de corriente se paseaban, comiendo a media agua, dos truchas tan enormes que al principio pensamos que no fueran barbos. Mucho latín y mucha física cuántica ha de saber un bicho de esos, cuando ha sobrevivido hasta alcanzar tal tamaño en un entorno tan y tan hostil, y tan sobrepescado, como atestiguaba, el árbol de la orilla de enfrente, decorado con infinidad de aparejos con plomos y flotadores, además de un buen surtido de cucharillas.
Todo y así, lo intentamos, probando todo tipo de derivas lo más naturales de ninfas que profundizasen ni mucho ni poco, sino más bien del modo "en que la trucha quiere", pero no hubo manera, y allí se quedaron nuestras amigas, sobreviviendo un dia más, que no es poca hazaña para cualquier pez en un coto intensivo con muerte con el overbooking de pescadores y otros depredadores como es Malagarriga.
Un rato después, ya en Suria, y mientras Francesc y yo debatíamos sobre si merendar churros, o ir a la pastelería a por “saras” de almendras y cocas de cabello de ángel, nos paramos a observar el rio: Grandes carpas y algún que otro barbo estaban al acecho en la corriente. Algunos peces hociqueaban el fondo del rio , y otros incluso subían a por alguna mosca en superficie. Francesc se lamentó, con ironía: quizás si hubiésemos pescado en el coto de ciprínidos de Suria, incluso hubiesemos clavado alguno de esos poderosos cirpínidos a seca.
Ganó la opción de la pastelería. A la vuelta: Raff y su romántica sinfonía nº 5 “Lenora”, conduciendo ya de noche. Es enero, y por bueno que sea el día, al anochecer siempre hace frío. Sin embargo, aviso para navegantes, el sol tardó ya un poco más en ponerse: el azul intenso del horizonte al atardecer es ya un presagio de que sólo quedan dos meses para que sea marzo, y no mucho más para que demos la bienvenida a la siempre ansiada temporada de salmónidos.
TEMPORADA 2.010 - 2.011 - Nº 12
Sábado, 8 de Enero de 2.011
TEMPORADA COTOS INTENSIVOS DE SALMÓNIDOS 10-11 Nº 12
Coto de Malagarriga
Rio Cardener
Capturas:
Pescadores:
Francesc Bernal: 1 trucha arco-iris a ninfa.
Ferran RUBINSTEIN: 1 trucha arco-iris a ninfa.
Climatología: soleado y frio.
Hora de inicio de la jornada: 10,00 h.
Hora finalización jornada: 16,30 h.
La música de hoy:
Viaje de ida:
Sinfonía nº 1
De Vasily S. Kalinnikov
“Variaciones sobre un tema rocoó”
Obertura Hamlet
De Piotr I. Tchaikovsky
Viaje de vuelta:
Sinfonía nº 5 “Lenora”
De Joachim Raff
“Marcha Solemne”
De Piotr I. Tchaikovsky
Marcha de la Opereta “La Viuda Alegre”
De Franz Léhar
Lineas Tensas!
Ferran RUBINSTEIN.
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