"Si, al igual que yo, sois de los que creeis que tenéis poco que enseñar, mucho que aprender y aún más que compartir, éste es vuestro blog".

martes, 8 de marzo de 2016

JP-783. UNA JORNADA PRÓLOGO DE LA NUEVA TEMPORADA, QUE NO RESPONDIÓ A MIS EXPECTATIVAS. Sábado, 05/03/2016



JORNADA DE PESCA Nº 783



La apertura de la peculiar temporada del coto intensivo de Ponts, en el Río Segre  (que se veda cada año el 1 de noviembre, sin dejar la alternativa de pescarlo sin muerte), suele ser un acontecimiento que muchos pescadores, mayormente los entusiastas de la pesca tradicional con cupos de truchas sacrificables, pero también bastantes pescadores partidarios de la pesca sin muerte,  ven como el prólogo de una nueva temporada que, por regla general, suele comenzar una, o como mucho dos, semanas después.
Como cada año, por estas fechas, hay muchas ganas acumuladas de pesca, sobre todo entre los que plegaron cañas y guardaron bártulos en el armario a finales del verano pasado o, como mucho, a mitad del otoño. Todo y que yo sigo yendo al río, principalmente a pescar truchas, todo el año (allí donde la Ley lo permite), entiendo perfectamente la pasión que se siente por volver a meterse en el río, y veo completamente normal que las aperturas de cotos intensivos y, sobre todo, las inauguraciones de las temporadas, se conviertan en todo un acontecimiento que, superando lo meramente deportivo y recreativo, deviene en todo un evento social que, de hecho es toda una tradición profundamente arraigada en nuestra cultura.
Todo y que soy de los que gustan de pescar con poca o ninguna compañía, la verdad es que me alegra mucho el ver tanta gente faenando en el río. Siempre he pensado que, lejos de ser una competencia no deseada, los demás pescadores son compañeros de afición, y cuantos más seamos practicándola (eso si, dentro de la Ley y con racionalidad) la misma nunca morirá.
Aunque lo que voy a decir ahora puede no gustar, o incluso levantar ampollas, lo voy a manifestar: creo que nunca estaremos, por lo menos en Catalunya, lo suficientemente agradecidos a lo mucho en positivo que han aportado los cotos intensivos a la pesca en nuestra Comunidad Autónoma. Y, sobre todo, los cotos intensivos con muerte.
De paso, y pese a quien pese, deberíamos estar igual o más de agradecidos a la existencia de la trucha arco-iris en nuestras aguas, pues la repoblación de las zonas de pesca intensiva, aparte de otras de pesca controlada en consorcio con ejemplares de esta especie, ha sido un factor clave para convertir, por lo menos hasta hace pocos años, Catalunya en un tan estupendo, como envidiable destino de pesca.
Los cotos intensivos han ofrecido, a lo largo de años, un marco inmejorable para que mucha gente se aficionase a la pesca deportiva de salmónidos sin necesidad de costosos desplazamientos, habida cuenta de que fueron ubicados fuera de las comarcas de alta montaña, esas que alguien ha definido como "trucheras",  en donde se intenta proteger a las "trucha fario autóctona". La existencia de estos escenarios, repoblados generalmente con truchas irisadas, aunque a veces también con farios de genética atlántica, no tan solo ha permitido acercar la pesca de la trucha a las clases populares, sino que también ha servido de revulsivo económico para algunas comarcas poco afortunadas como destinos turísticos, en las cuales la gran afluencia de pescadores ha revitalizado tanto la hostelería, como el comercio de artículos de pesca.
De un modo especial, los intensivos con muerte han servido para que, sobre todo por comodidad, un buen número de recalcitrantes de la pesca con coscorrón incluido se haya ceñido a predar de la cuba periódica, evitando así que hayan esquilmado, todo y contar con el beneplácito de la Ley, escenarios en ríos más sensibles a los efectos de la pesca con muerte, como pueden ser los cotos de temporada de las cabeceras de los ríos.
Además, por si fuera poco, dado la generosidad de las repoblaciones a lo largo de décadas, una gran parte de las truchas de los intensivos comenzó a colonizar tramos bajos de ríos, asilvestrándose y llegando a prosperar en los mismos, por lo que a fecha de hoy tenemos tanto zonas libres sin muerte, como cotos que, en teoría, son de ciprínidos, repletos tanto de truchas fario de tamaño trofeo, como de bravas irisadas que semejan a los míticos "Steelheads" (1), y todo ello sin tener que gastar una fortuna para pescar peces de tan majestuoso porte en destinos tan lejanos como Eslovenia, Patagonia o Khamchatka. Ya es bien curioso que, entre los detractores de la trucha irisada, hasta tal nivel de animadversión como para pedir su exterminio de nuestras aguas, se encuentren ciertos personajes, atrincherados en un ecologismo tan radical como hecho a medida de su conveniencia,  que se atreven a autodefinirse como "pescadores", los cuales van a pescar truchas de repoblación, generalmente arco-iris, fuera de nuestro país, mientras que aquí quieren impedir que los que no nos podemos permitir carísimos viajes podamos pescarlas.
Definitivamente, el declive de la pesca, la desafección de muchos pescadores hacia su afición, y la progesiva ruína de muchas de las actividades económicas que derivaban de ella, comenzó el día en que las autoridades, mal asesoradas por sectores del ecologismo radical, comenzaron a cargar tanto contra los cotos intensivos, como contra las repoblaciones con truchas arco-iris.
Si tenéis memoria, la primera vuelta de tuerca aquí en Catalunya, no ya a los intensivos, sino a todo el colectivo de pescadores, la tuvimos que soportar, tragando sapos y culebras con resignación, el día en que impusieron de un modo unilateral, por "ordeno y mando" (muy de acuerdo con la famosa "tradición democrática" de que tanto alardean nuestro país y sus respectivas Autonomías), la expedición de tickets exclusivamente por Internet, hecho este que motivó que muchos pescadores, sobre todo del colectivo de la "tercera edad", dejasen de pescar, completamente asqueados ante la imposición de tener que depender tanto de disponer de una máquina (ordenador) que posiblemente no tenían ningún interés en ni tan solo aprender a usar, como de depender de un programa informático de solicitud y pago de permisos farragoso, que a día de hoy sigue dando problemas y no pocos, que no entendían... por no hablar de un modo de pago monopolizado por un proveedor concreto de la banca, a través de un medio (tarjeta de  crédito) que despierta recelos por la facilidad con la que puede hacer al usuario, sobre todo a las personas mayores, víctima de pirateos y fraudes.
Envalentonados con el caso que les han hecho las autoridades en estos últimos años (las de Catalunya, desgraciadamente han sido pioneras en hacer caso a pijo-progres y ecologistas de salón), ahora los enemigos de la pesca, por muy travestidos de pescadores que algunos vayan, osan pedir la erradicación de las otras especies que, junto con la trucha arco-iris, forman parte de la columna vertebral de la pesca deportiva de nuestro país: la carpa y el black-bass. Y lo hacen, nada más y nada menos que con la famosa excusa de que son "especies alóctonas e invasoras" (ya veis, sobre todo la carpa, que lleva en nuestras aguas continentales desde los tiempos del Imperio Romano). Veamos, señores listillos, puestos a pedir que se pongan las cosas en su sitio, entonces, y por poner solo unos casos de eliminación de especies animales o vegetales invasoras, ¡démosle escopeta a los osos eslovenos introducidos en el Pirineo, y de paso a los lobos que han traído también de fuera!, ¡arranquemos de cuajo todos los eucaliptus de la Cornisa Cantábrica, pues provienen de Australia!, o ¡renunciemos al cultivo y comercialización del maíz, la patata y el chocolate por su origen Americano!. De seguir así, es probable que incluso la ONU tenga que hacerse cargo de las quejas de los indígenas del Nuevo Mundo, por los daños y perjuicios que los europeos les pudieron causar por introducir el caballo al otro lado del Océano Atlántico.    
Bien, queridos amigos. Finalizada mi indignada filípica inserta en este artículo, creo que ya es hora de ir hablando de pesca, todo y que en esta ocasión no es que tenga mucho de lo que hablaros.
Si de alguna manera tuviese que definir esta "jornada prólogo" de la temporada, esta sería de azarosa y "digna de olvidar". No eran ni las cuatro de la tarde y ya estaba cambiado de ropa y listo para ir a merendar. La jornada terminó, de un modo inesperado, cuando tuve el percance de resbalar en el río y darme un buen chapuzón, de los de gran magnitud: de esos que te mojas toda la ropa, hasta la interior, incluido el chaleco, terminando el mismo con todos sus bolsillos completamente inundados . Por suerte, esta vez (ya sabéis que soy muy proclive a darme chapuzones fluviales no deseados) tenía el coche a menos de cinco minutos de donde estaba ¿pescando?¿bañándome?, y eso me libró de pillar una buena galipandria.
Los muy buenos resultados, cuantificados en una notable pescata de hermosas truchas fario, de la última jornada en que visité el coto intensivo de Ponts, a finales de octubre del año pasado (2), me hicieron concebir muchas esperanzas de repetirlos en esta "apertura". Sin embargo, la cosa quedó en escasas capturas (tres truchas arco-iris de repoblación), repartidas irregularmente a lo largo de un día muy aciago en el que tuve que bregar con factores tan adversos como la masificación de pescadores, el caudal alto y un viento tremendamente molesto, sobre todo para el ejercicio de la pesca a mosca.
Pese a que el día anterior la información de los aforos en río del SAIH-Ebro daban para la salida del canal de Ponts unos escasos 4 m3/seg., nada más llegar de buena mañana y antes de cambiarme de ropa, los señores de la Confederación Hidrográfica abrieron el grifo y el Segre comenzó a subir hasta los 9 m3/seg. Este caudal, muy pescable y con el agua muy limpia, fue el que me encontré nada más comenzar a pescar, pero a lo largo de la mañana el caudal fue subiendo progresivamente hasta situarse en un pico de 18 m3/seg. sobre las dos de la tarde. Supongo que aquellos que comenzaron a pescar bien de mañana se debieron poner las botas a capturar truchas recién repobladas, pero lo que ya empezamos con la subida de caudal lo fuimos teniendo cada vez más complicado.
El día amaneció frío pero apacible. Todo hacía augurar una jornada plácida de sol y temperaturas ya primaverales, pero a eso de las once de la mañana se giró un viento de componente norte muy molesto, con ráfagas entre moderadas  y fuertes, que no cesó hasta bien entrada la tarde. Por añadidura, el viento trajo consigo gruesos nubarrones, que llegaron a cubrir completamente el cielo entre el mediodía y primera hora de la tarde (todo y que no llego a llover ni una gota), para llevárselos después y quedar una tarde soleada aunque todavía con demasiado aire como para pescar a gusto.
Descartado el pescar en la zona central del coto, entre las instalaciones de los kayaks  y la salida del canal, más que nada por la gran cantidad de gente que había pescando, me fui directamente a la desembocadura del Llobregós en el Segre, a ver si allí se gozaba de una relativa soledad. Al principio fue así, pero a medida que avanzaba el día incluso esa parte baja de la zona central del coto se fue llenando de pescadores, seguramente impelidos hacia abajo al estar abarrotado el tramo inmediatamente superior en donde, según comentan las "malas lenguas",  se limita la repoblación semanal.
La acción de pesca fue perdiendo tanto calidad como interés con el paso de las horas,  a medida que aumentaba el caudal e incrementaba el viento. Al principio, gozando de unas primeras horas de la mañana casi primaverales y con río amable, no dudé en pescar lo más ligero posible, lanzando una sola ninfa con la ayuda de la cola de rata, en espera de poder practicar más "jogo bonito" (tándem, mosca seca) hacia el mediodía. Sin embargo, la subida de nivel del agua y el viento me fueron obligando a echar mano de una acción de pesca cada vez más mas pesada y monótona, para terminar pescando lo más "al hilo" posible con dos ninfas ultrapesadas, con el fin de evitar que el viento me impidiera posarlas, o me dejase el bajo de linea hecho unos zorros de tantos enredos y nudos de viento.
El tema de las capturas también fue gris y anodino. Todavía pescaba ligero, nada más iniciar la acción de pesca, cuando ya capturé una irisada de las tan normalitas como muñonas que se suelen meter en la cuba para repoblar el río. A partir de aquí, pasaron casi cinco horas del más  absoluto aburrimiento hasta que, en poco menos de diez minutos picasen dos truchas más de la misma guisa, que acabaron en el salabre. Tras este corto episodio de actividad vino otra vez el mutismo de los habitantes del río, pero esta vez añadiéndose al tedio el tener que aguantar un auténtico vendaval.
Mi torpeza, seguramente fruto de una exceso de confianza , hizo que resbalase sobre una roca del fondo del río, demasiado lisa incluso para mis botas con amplias y gruesas placas metálicas, cuando estaba pescando con el agua casi por la cintura. Así pues, terminé literalmente arrastrado por el río; un accidente que hubiera podido tener no muy buenas consecuencias, de no ser que el mismo reflujo de la corriente me echó hacia la orilla, hacia la que pude escapar, en una tan ridícula como cómica postura entre el chapoteo y el gateo.
Como he dicho anteriormente, tuve la gran suerte de tener en ese momento mi coche a menos de cinco minutos del lugar de la inesperada inmersión. Apenas eran las tres y media de la tarde y dí la jornada por afortunadamente terminada, no sin agradecerme a mi mismo el ser  tan previsor como para llevar siempre en el maletero del coche un kit de ropa de repuesto, calzoncillos incluidos.
Mientras me quedaba casi en cueros en medio de la pista, y me secaba con una toalla vieja (incluida en el kit antes mencionado), reparé en un curioso detalle: colgando de una rama de un aliso se mecían, al fuerte viento de una tarde desapacible, un par de botas de vadeo que alguien debió de lanzar a la arboleda atadas, la una a la otra, por sus respectivos cordones. ¡Vaya! ¡que mal que está la pesca en estos últimos tiempos!. Hasta los hay quienes, asqueados de tantas trabas a nuestra afición, han decidido colgar las botas.    

   


(1) Reos de trucha arco-iris, o sea truchas migratorias de las cuencas del Océano Pacífico.
(2) Ver el artículo JP-766 del 17/10/2015, en este blog.





JORNADA DE PESCA Nº 783



Sábado, 5 de marzo de 2016

Temporada de 2015 - 2016 - Nº 18
Temporada de cotos intensivos de salmónidos  2015 - 2016 - Nº 12

Coto Intensivo de Ponts - Torreblanca S. M. - SE12 A/B
Río Segre
Modalidad del ticket: sin muerte

Pescador: Ferran RUBINSTEIN

Capturas: 3 truchas arco-iris a ninfa

Equipo de pesca a mosca:

Caña: Scott A2 - 10 pies - linea 6
Línea: Adams 6 WF - flotante
Carrete: Adams

Climatología: alternancia de nubes y claros, con ráfagas de viento entre moderado y fuerte; temperatura matinal fría, con aumento progresivo de la misma a partir del mediodía, aunque sin sobrepasar los 15 º C.

Caudal: medio-alto (18 m3/seg.)

Condiciones de vadeo: vadeo complicado, incluso con el uso de bastón..

Hora de inicio de la jornada: 09,45 h.
Hora de finalización de la jornada: 15,30 h.

La música de hoy:

Viaje de ida:

Concierto para piano y orquesta, Op. 3
Moritz Moszkowski

"En Bohemia"
Obertura sobre un tema de marcha militar española
Mily Balakirev

Viaje de vuelta:

Concierto para piano y orquesta en "DO" mayor
Carl Czerny

Concierto para violín y orquesta en "SOL" menor
Carl Reinecke



Ferran RUBINSTEIN



Líneas Tensas!

2 comentarios:

  1. Cuanta razón tienes con lo de pijo-progres, yo soy universitario ahora mismo y pescador desde que me regalaron mi primera caña cuando tenía 6 años, muy fan de la pesca de la trucha a spinning (y sin muerte, obviamente). En mi universidad está lleno de jóvenes que van por el camino de tener titulaciones en biología y ciencias ambientales pero a la vez no saber NADA sobre la ictiofauna y sobre las especies que llevan muchos años ya introducidas aquí. El mejor ejemplo es el descaste del black bass en banyoles. Aún así yo sigo yendo y pescándolo, y soltándolo como he echo siempre. Una cosa lógica en la regulación de especies es por ejemplo trasladar lucios de un coto truchero a un embalse para evitar problemas entre especies, pero otra es coger basses con pesca eléctrica y usarlos para hacer compost. Es un insulto a todos los pescadores y algo sin sentido alguno. Tenemos suerte que aún no la han tomado con la trucha de piscifactoría, capaces son de decir que también es alóctona porque se crió fuera del río... Lamentable lo de las arcoiris... Parece que los ecologistas nos quieran de enemigos. En fin, saludos y buena pesca, suerte con los truchones!

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  2. Hola amigo pescador y universitario, es para mi una gran alegría el tener conocimiento de que entre la gente que ha de dirigir este país en el futuro, o sea los licenciados y doctorados, existe gente con tu sensatez y claridad de ideas.
    En esta época que vivimos, estamos cosechando la nefasta siembra de ideas y actitudes de los desatinos de la “democracia burguesa”. Uno de los peores el “buenismo” excesivo aplicado al ecologismo, presuponiendo que todo lo que se diga por parte de los presuntos ecologistas haya de ser dogma de fe. Lo peor, es que este mensaje ha calado, desgraciadamente, en una gran parte de la izquierda, quizás la misma que ha vendido a los trabajadores a los intereses de los mercados, pero que sigue aparentando una pátina de progresismo, incluido una aceptación de “verdades ecológicas” que, muchas veces, son ideas trasnochadas, fruto de un profundo desconocimiento de la vida práctica en la naturaleza, y de escaso rigor científico…
    Gracias por leer este artículo, y por tu opinión.
    Un abrazo y Líneas Tensas!


    Ferran

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