"Si, al igual que yo, sois de los que creeis que tenéis poco que enseñar, mucho que aprender y aún más que compartir, éste es vuestro blog".

jueves, 22 de octubre de 2015

JP-767. PESCA LIGERA EN UN RÍO "HUESUDO", EN UN DÍA DE VACACIONES FUERA DEL VERANO. Martes, 20/10/2015.

Siguen capturándose en Magic Anglès pequeñas truchas arco-iris nacidas en el río, que gracias al captura y suelta pueden llegar a convertirse en las "Steelheads de Girona", unos peces bravos y combativos que siempre ponen a prueba la resistencia de los equipos, y la destreza de los pescadores. 

Unas veces farios con solera, otras farios repobladas, y de vez en cuando alguna arco-iris de cisterna... lo importante en un río "huesudo" es la ocasión inmejorable de pescarlas a mosca seca. 
Un día lánguido de otoño y un río con un caudal muy bajo, no son inconvenientes para pescar. Y menos cuando las truchas dan la cara en superficie.   



JORNADA DE PESCA Nº 767


Ya son casi dos, los meses de retraso en el reporte de las jornadas de pesca en este blog. En tiempo real, mientras escribo este artículo, y de paso escucho la Sinfonía nº 3 "Trágica" de Felix Draeseke, estamos a poco más de una semana de la Navidad. Sin embargo, la jornada cuyas vicisitudes os relataré en breve tuvo lugar a finales de octubre, en concreto en el primero de los martes en que, a lo largo del otoño, fui de modo extraordinario a pescar, gastando así días de vacaciones pendientes de disfrutar  de mi calendario laboral.
Por una parte, es gozoso que gran parte de la culpa de este retraso en informar a  los queridos lectores y seguidores de  este, nuestro blog, se deba a haber podido pescar más de lo habitual. Por otro lado, he de admitir que mi ritmo de vida cotidiano, lleno de largas jornadas laborales seguidas de muchas obligaciones familiares, no es el más adecuado para mantener al día un blog que se precie de estar actualizado. Todo y así, tampoco es esto una gran preocupación para mi ni, creo, para los seguidores del mismo, ya que doy por sentado que su finalidad no es otra que entretener y hacer pasar un rato divertido hablando de pesca, y de otras muchas cosas asociadas a la misma, siempre sin intentar aleccionar a nadie, lejos de esa obsesión actual por convertirse en eso que los "modernos" llaman trending topic.
Lo primero que llama la atención, cuando uno va a pescar en un día laborable, es que la vida a tu alrededor fluye de un modo distinto. Acostumbrado a la paz de las madrugadas de los sábados, con sus calles desiertas y sus carreteras casi sin tráfico, uno se encuentra, de camino a su destino de pesca, con un tránsito intenso, al borde del colapso, de coches y autobuses llenos de gente que ese día tiene que ir a trabajar.
Sonríes, afortunado, pensando que ese día vas a poder relajarse saliendo de la aplastante rutina habitual, pero tarde o temprano te das cuenta de lo breve y efímero de tanto gozo: mañana estarás tu, de nuevo,  subido a esa noria imparable, quizás en el mismo atasco que se está empezando a formar en el sentido contrario de la autopista, el de entrada a la urbe. Es más, incluso en estos días de asueto robados a la aplastante, y gris rutina, tengo que medir bien el tiempo, con miras a no quedarme encantado en el río, ya que, a diferencia de los sábados, tengo que volver incluso antes a casa, para no perturbar demasiado la rutina de la cena con la familia y volver al día siguiente a madrugar, pero ésta vez no precisamente para ir a pescar.
Lo más normal, hubiera sido disfrutar de un día de vacaciones para pescar en lunes, empalmando así el mismo con el fin de semana, y de esa manera disponer de tres días seguidos a modo de improvisadas mini vacaciones. Sin embargo, los lunes por la tarde debo atender a otras obligaciones, de un modo sistemático, y no me quedó otra, en esta ocasión y en otras venideras a lo largo del otoño, que emplear el martes para gozar del río.      
Pero no hay mal que por bien no venga. El lunes es, precisamente, el día de descanso de mi coto intensivo sin muerte favorito: "Magic Anglès", y el tener que verme obligado a ir a pescar en martes, al menos, me permitiría pescar en el mismo... siempre y cuando tuviera la suerte de ser uno de los dieciséis afortunados que consiguen el ticket diario. La verdad, es que no tuve problemas, máxime cuando ya tenía prevista esta salida y, con una semana de antelación, ya tenía reservado el tan codiciado permiso.
Como suele suceder en estos días de asueto en laborable, no pude resistir la tentación de desayunar tranquilamente, leyendo sin prisas la prensa (todo un lujo que no me puedo permitir en mi horario de trabajo), así que no me planté en el río, ya cambiado de ropa y con la caña montada, hasta las diez de la mañana.
El Ter, en las cercanías de La Cellera, me recibió en una mañana nublada pero sin amenaza de precipitación, y con una temperatura muy suave (un día de esos típicamente otoñales: lánguidos y anodinos, en los que las nubes son las protagonistas, todo y que el sol intentó romper su velo en varias ocasiones, sobre todo a partir del mediodía), con un caudal realmente bajo, de apenas 5 m3/seg., que le daba un aspecto diríamos "huesudo", si es que consideramos que, perdido el músculo del agua, ese que acelera corrientes, ensancha tablas y llena pozas, verle los huesos a un río no es otra cosa que dejar al descubierto las rocas que habitualmente quedan sumergidas.
Supongo que un río en este estado de caudal, supone la desesperación de la Legión de la Ninfa Tungstenizada, y de todos los adictos a pescar corrientes y pozas en corto, a golpe de muñeca, usando imitaciones tan pesadas como para hacer un chichón a las truchas si es que les caen encima de la cabeza.
Sin embargo, para mi es una auténtica gozada, pues en un río "huesudo" no te queda otra que pescar largo, sacar línea, practicar el "jogo bonito" y pescar lo más ligero posible, siempre guardando la distancia como para no ahuyentar a unos peces que la escasez de agua pone, casi siempre, más al alcance de tus botas de lo que muchos se creen.
Ya metido en el río, y tras saludar al único pescador que vi por la mañana -un señor de avanzada edad, que pescaba con un aparejo de buldó-  la jornada no pudo comenzar mejor. En los primeros lances, ya capturé con el tricóptero de pelo ciervo del tándem una fario de mediano tamaño y claro origen repoblado, y poco después una irisada también de repoblación, que ase interesó por la micro-ninfa. Hay que ver lo bien que sienta siempre el haber salvado el bolo de sobras cuando aún no han transcurrido ni veinte minutos de partido. No tardé mucho en tener una tercera picada a la minúscula imitación subacuática, que resultó ser una pequeña trucha irisada, de esas que han nacido en el mismo río. Espero que, gracias a los beneficios del captura y suelta, esta y otras más de iguales puedan llegar a convertirse en las "Steelheads de Girona", unos peces bravos y combativos que siempre ponen a prueba la resistencia de los equipos, y la destreza de los pescadores.
Había comenzado pescando, largo con el tándem, lo poco que quedaba de unas vigorosas corrientes, ahora convertidas en mansos reguerillos. A continuación tocó enfrentarse a una tabla, mi tipo de escenario favorito (cuando suben a seca, claro está), ahora muy menguada y con escasas vetas de corriente por efecto de la bajada de caudal.
Ante la ausencia de cebas, opté por faenar despacio, lanzando lo más largo posible ora un tándem, ora una ninfa de muy escaso peso sola, pero no tuve ni una picada en el que fue el más largo interludio sin actividad de la jornada, que se prolongó a lo largo de casi una hora y media larga; lo que tardé en repasar bien repasada la tabla.
Pasadas largas las doce y media, me encaminaba a prospectar las corrientes que manan en la tabla que había estado pescando cuando, al mirar hacia atrás, comencé a ver cebas allí por donde había pasado, zurrando el río, hacía tan solo un rato.
Como no había vuelto a ver ningún pescador más, desde casi el inicio de la jornada, opté por salir del río, dar un rodeo por el camino, y volver al inicio de la tabla para, de nuevo, pescarla esta vez directamente a mosca seca. Pero las truchas no estaban lo que se dicen fáciles, de manera que tuve que ir recurriendo a un "cambio de menú" cíclico, consistente en ir alternando básicamente tres patrones de mosca: emergente de CDC, emergente generalista con hackle y exhuvia de polywing e imago de efémera oliva, ya que lo que estaban comiendo, muy francas, eran estadios diversos de bétidos.
Paciencia, mucha paciencia, pues me dio la impresión de que las truchas estaban muy pinchadas. Eso, e insistir  e insistir e ir cambiando el patrón de la imitación me permitió capturar cuatro farios (tres de ellas con solera en el río y otra con pinta de proceder de algún reciente cisternazo) y una irisada, de esas típicas de repoblación que ya llevan algún tiempo en el río.
Si bien por la mañana solo me había cruzado con un pescador, ya avanzada la tarde comenzaron a aparecer más por el tramo del coto en que estaba pescando. Dos pares de ellos, siguieron camino arriba, mientras que, metidos en el río, aguas abajo de mi posición, se me iban acercando dos más, bastante distanciados entre ellos. Sobre las cuatro menos cuarto, cuando ya tenía la tabla más que repescada, le cedí mi postura a uno de ellos, que resultó ser un francés.
Ya me iba a retirar, bastante satisfecho con el hecho de haber podido tensar líneas a mosca seca, cuando de vuelta al coche fui a mirar un poco más abajo de donde me había cruzado con el anciano que pescaba a buldó. Se trata de un blando lateral de corriente, pegado a la orilla, que se pesca desde el centro el río. Suele ser una postura muy querenciosa, y esta vez volvió a confirmarlo: había un auténtico frenesí de cebas.
Por desgracia, ya era muy tarde para explotarla a fondo, pues tenía previsto -si quería merendar y volver a casa a una hora razonable sin tener que perder el culo por la carretera- terminar la jornada a las cuatro y media, lo más estirar, y ya eran las cuatro y cuarto.
De tripas corazón, con la misma mosca que llevaba de los últimos lances en la anterior postura, me puse a tentarlas, y estirando el chicle del tiempo hasta las cinco menos cuarto tuve tiempo de capturar tres truchas farios más, estas claramente de repoblación,  y de perder un par más al querer clavar demasiado rápido.
Merienda rápida y carretera y manta. Había sido un día de pesca divertido, pero... al día siguiente me esperaba la oficina, y un montón de correos electrónicos en mi inbox, la mayoría de ellos con tareas de "las queríamos para anteayer". Por suerte, solo quedaban tres días para volver a pescar.     
    .                
         

JORNADA DE PESCA Nº 767



Martes, 20 de octubre de 2015

Temporada 2015-2016 - Nº2
Temporada  de Cotos Intensivos de Salmónidos 2015-2016 - Nº 2

Coto Intensivo de Anglès - El Pasteral S. M. - TE015
Río Ter

Pescador: Ferran RUBINSTEIN

Capturas: 8 truchas fario a mosca seca, 2 truchas arco iris a ninfa y 1 trucha arco-iris a mosca seca

Equipo de pesca a mosca:

Caña: Vision GT-Four - 9 pies - línea 5
Línea: Adams 6 WF - flotante
Carrete: Adams

Climatología: nublado y templado

Caudal: bajo

Condiciones de vadeo: vadeo sin dificultad, no siendo preciso el uso del bastón de vadeo.

Hora de inicio de la jornada: 10,00 h.
Hora de finalización de la jornada: 16,45 h.

La música dehoy:

Viaje de ida:

"Lo que escuché en la montaña" ("Sinfonía de Montaña")
"Festklänge"

Franz Liszt

Viaje de vuelta:

Doble concierto para violín, violoncello y orquesta
Johannes Brahms

Fantasía para piano y orquesta en "MI" menor
Anton Rubinstein

Líneas Tensas!



Ferran RUBINSTEIN
 
 

2 comentarios:

  1. que gran jornada ;) de esas que te olvidas de la rutina completamente. Un saludo!!!!!!!!!!!

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  2. Es lo bueno que tiene el ir a pescar en laborable. Un abrazo y Líneas Tensas!


    Ferran.

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