Bueno, pues ¡por fin! ya tengo en mis manos a la primera trucha fario de la Temporada de Salmónidos 2016. |
Suele ser en días nublados, cuando se mueven más las truchas de cierto porte en algunos tramos concretos del cauce medio del Ter. |
JORNADA DE PESCA Nº 785
El verano está pronto a empezar. De hecho, ya hace días que vivimos, por lo menos en Catalunya, un estupendo preludio del estío en forma de días soleados, todo y que todavía con temperaturas bastante suaves, que se alternan con algún que otro episodio puntual de tormentas, las cuales ayudan a mantener un buen caudal en las cabeceras de los ríos y un óptimo volumen de agua embalsada
Cuesta mucho pues, ahora a las puertas del verano, ponerse a hablar de una jornada de pesca que transcurrió en un húmedo, ventoso y desapacible sábado de mediados de marzo. Es lo que tiene el que hayan pasado casi tres meses desde aquel día, pero mi tiempo para poder atender a las actualizaciones de este, nuestro blog, es poco y limitado, Todo y así, la fidelidad de los lectores y seguidores siempre compensa los esfuerzos de robar horas al montaje e incluso al sueño. Además, en esta ocasión, cuento con el aliciente de poder celebrar la capturas de las primeras farios de la Temporada de Salmónidos 2016, inaugurada justo la jornada de pesca de la semana anterior a la que voy a reportar en breve.
Tras dos jornadas previas realmente decepcionantes (1), no estaba muy entusiasmado a la hora de ir a probar suerte a cualquier coto de temporada, más que nada porque las perspectivas meteorológicas tampoco eran precisamente buenas. Dicho sea de paso, el concepto "temporada" es poco significativo para mi, dado que pesco todo el año allí donde la ley lo permite. Así pues, todo y a estar recién desvedada la trucha, elegí para esta segunda salida de pesca de la presente temporada oficial, volver a la zona libre sin muerte del Ter, que no deja de ser uno de mis "cuarteles de invierno".
Dentro del amplio abanico de sectores que ofrece esta zona libre sin muerte del Ter, que creo es la mayor longitud de Catalunya, decidí volver al mismo tramo de mi última visita, que a la vez fue la azarosa última jornada de pesca del pasado año natural; la misma en la que me dí un tremendo golpe en las costillas saliendo del río. Esta contusión, todo y no tener fatales consecuencias, me tuvo dolorido los dos primeros meses del presente año (2).
Como he mencionado, de pasada, unos párrafos más arriba, el día de pesca fue bastante desapacible en lo referente a la meteorología, pero pudo haber sido peor si se hubiesen cumplido las previsiones iniciales, que vaticinaban lluvia desde primera hora de la mañana. Esta vez, los modernos y mediáticos del tiempo se equivocaron, o por lo menos lo hicieron sus previsiones para la provincia de Girona, quedando restringida toda precipitación a un corto episodio de llovizna a primera hora de la tarde. Por todo lo demás, el cielo se coloreó con una amplia gama de grises hasta casi el mediodía, momento en el cual se levantó viento, propiciando tanto una ligera bajada de temperatura, que hasta ese momento se había mantenido suave, como una apertura esporádica de claros, por los que asomó un sol más bien invernal.
Al igual que en mi última visita al tramo medio del Ter, de finales del pasado Diciembre, el caudal el río seguía igual de bajo, tónica esta habitual desde el otoño, y a lo largo de todo el invierno, dadas las escasas precipitaciones acumuladas desde el final del pasado verano.
Como suele ser habitual en mi, sobre todo de unos años a esta parte, a la que voy a pescar a un río con una considerable lámina de agua, la acción de pesca se suele ceñir a un escenario concreto, al que exprimo como un limón, prospectando todas las posturas posibles con paciencia, siempre en espera de que mas pronto o mas tarde se acaben activando los peces. Es lo que de bueno tienen los grandes ríos, como el Ter o como el Segre: dependen poco o nada de que alguien te haya pisado antes el río y, además, la gran cantidad y variedad de peces, unido a la exigencia del dominio del lance para poner las moscas a su alcance, les hace mucho más atractivos para pescar, en mi humilde opinión, que no los pequeños arroyos y regatos de la siempre sobrevalorada alta montaña, en donde algunos se dejan las rodillas y las lumbares en pos de sardinetas con pintas, a las que se le supone una gran pureza genética. No amigos, no. A mi que me den ríos en donde pueda lanzar sacando algo más de medio metro de línea fuera del carrete, que me den pintonas todo lo bastardas que sus mil leches permitan, pero que tensen líneas con convicción. A mi, que me den grandes irisadas asilvetradas, capaces de poner en jaque según que equipos con certificados pomposos de "testado en competición". Que me den barbos trompeteros y carpas ceporronas. Que me den bagras agresivas y gardones con mala leche. Que me den todo eso, aunque tenga que ver, desde el río, la nave industrial de un almacén de embutidos, aunque tenga que oler a granja de cerdo y evitar la dentellada del perro suelto del huerto, o aunque tenga que ver a la juventud descarriada de algún pueblo hacer el botellón y fumar porros debajo de un puente.
La acción de pesca de esta jornada no fue una excepción, dentro de mis hábitos a la hora de pescar ríos grandes. Me bastó y sobró con faenar un tramo concreto, de menos de doscientos metros, para estar ocupado pescando desde las diez menos cuarto de la mañana hasta las cuatro y media de la tarde. No se dió mal la cosa, en esta ocasión: capturé siete estupendas truchas fario de buen porte, seis de ellas de entre 30 y 35 cms., y una que quedó entre los 25 y 30 cms. Lo mejor de todo, no fue tan solo las muy dignas peleas, sino el poder pescarlas lo mas ligero posible: cuatro truchas fueron víctimas de la microninfa proyectada con cola de rata, y tres más dieron cancha a un divertido interludio de pesca a mosca seca en la parte central de la jornada. Adicionalmente, tuve la mala suerte de perder en la batalla, como siempre por una mala gestión en la pelea por mi parte, dos auténticos "torpedos con pintas", de esos que tanta fama han dado a esta zona libre sin muerte en las redes sociales.
El escenario tan profusamente prospectado, consiste en dos posturas que van, seguidas una de otra, río abajo en el siguiente orden. Primero, a la salida de una corta curva, casi en ángulo recto, una fractura en el lecho del río ocasiona un pequeño salto de agua, y la turbulencia provocada por este pequeño desnivel expande la corriente hacia un blando lateral. Esta, sería la primera postura: el pequeño salto de agua, la corriente que forma la turbulencia y el blando lateral de la orilla de enfrente. A continuación la corriente vuelve a tomar la dirección que llevaba el río antes de la curva, entrando en una tabla y perdiendo velocidad enseguida, hasta hacerse lenta e incluso muy lenta cuando mas hacia abajo avanza, todo y que en ningún momento llega a estancarse. Esta otra, sería la segunda postura: la larga tabla, de escasa profundidad, en la que, pescando de abajo a arriba iremos encontrando cada vez más vetas de corriente. Por supuesto, toda esta lectura del río esta supeditada al caudal. Evidentemente, con más metros cúbicos por segundo bajando, la lectura sería otra, así como, a buen seguro, la estrategia a seguir para pescar con éxito.
Dado que la orilla norte (o sea, la del lado derecho según se avanza río arriba) esta repleta de vegetación y árboles, principalmente alisos, que tocan con sus ramas la superficie del agua, lo mejor para pescar ambas posturas contiguas es cruzar el río (en esta ocasión en un vadeo sin dificultad, aunque puede ser de utilidad un bastón de vadeo, por lo resbaladizo de las rocas cubiertas de algas) y ganar la orilla sur, por la que incluso se puede transitar sin problemas, debido a que incluso tiene una pequeña pradera, que suele quedar sumergida cuando el río crece. Finalizado este vadeo, quedaremos situados en una posición muy cómoda para tentar, en lances medios y largos, tanto el salto de agua como la tabla, ya que no tendremos obstáculos a nuestras espaldas.
La acción de pesca estrella del día, que ocupó casi toda la jornada, excepto un moderadamente productivo paréntesis de pesca a mosca seca pasado el mediodía, no fue otra que la ninfa con señalizador de picada aguas arriba, proyectando tanto señuelo como indicador con la cola de rata. En esta ocasión, la facilidad de poder mover todo el conjunto con lances por encima del hombro, dada la ausencia de obstáculos detrás de mi, motivó que tuviera que adaptar un tanto el bajo de línea. Como es obvio, no es lo mismo lanzar y posar una mosca seca que una ninfa, pues por pequeña que esta sea siempre tiene algo de peso. En todo caso, para mover mayormente perdigones en un anzuelo del 15 con una bola de tungsteno del 1 y con una caña de 9 pies para linea 5, basta con un bajo de línea de la longitud de la caña (no más), y no llegar a bajar tanto el tippet como para llegar a un 0,10, so pena de enviar la ninfa a Antofagasta por vía aérea. Con un 0,12 hay terminal de sobras. En mi caso, a la hora de mover ninfas en lances por encima del hombro, siempre cuento con la ayuda adicional de una linea de un número por encima al que indica la caña, o sea trabajo con una linea 6 para conseguir mas potencia. De hecho, ya hace mucho tiempo que incluso pesco a mosca seca con una linea 6, cosa la cual, pese a hacer mucho mas brusca la caída de la línea en el agua, imprime una potencia adicional al lance, muy de agradecer pescando en ríos grandes.
Esperando que, si habían subir a comer en superficie sería allí y mas avanzado el día, dejé la pesca en la tabla para mas tarde, y comencé pescando a ninfa la caida de agua y el remanso adyacente. De hecho, hice tres veces "da capo" la postura, siempre pescando desde el escalón y buscando primero las picada paralelas al mismo, para luego ir abriéndome en abanico hacia la derecha, hasta llegar a pescar de frente la orilla contraria.
Tardaron mucho en producirse las picadas, pero llegaron, y sobre el mediodía horario ya había capturado, con un perdigón rojo chillón, tres preciosas farios, y se me habían escapado dos brutales "barras de pan".
Poco después del mediodía horario, algunas truchas se animaron a comer en superficie, coincidiendo con una eclosión de bétidos de color gris claro. Sin embargo, las cebas no se produjeron allí donde me esperaba (o sea, en la tabla) sino en el blando de la orilla de enfrente del salto de agua, lo que implicaba pescar el río de un modo transversal y ligeramente aguas abajo de mi posición. Quizás de modo un tanto precipitado, sin rectificar el bajo de línea, ni estudiarme demasiado la estrategia a seguir, intenté hacer picar alguna de esas truchas con una emergente generalista, pero el bajo demasiado corto y el inmediato arrastre de la linea impedían presentaciones decentes, así que decidí tomármelo con calma, salir del río, hacer las correccciones que fueran oportunas al bajo de línea y, de paso, aprovechar para hacer pis y moverme un poco río abajo para encarar las cebas.
Ya puestos, aprovechando que estaba con los pies en seco y comodamente instalado en una orilla libre de una auténtica maraña de vegetación, aproveché para cambiar el bajo de chichinabo que llevaba, sustituyéndolo por uno de los que elabora, con gran maestría, mi amigo Alfredo C., de La Rioja, y que son ideales para pescar a mosca seca.
Por suerte, todo y el tiempo que me llevó prepararme para la nueva acción de pesca, las truchas no habían cesado en su actividad de comer en superficie. Incluso, por suerte para mi, lo hacían en una postura en la que el reflujo de la corriente del salto de agua me ofrecía cierta ventaja para enmascarar presentaciones defectuosas, pues en el rato en que había estado ocupado haciendo manualidades, se habían desplazado del blando lateral a la corriente.
Estaba claro, que las truchas seguían cebándose a la misma mosca de antes: la efémera de color gris claro (¿Baetis Muticus?), pero esta vez se veían muchos más lomos que bocas, cosa la cual me hizo pensar en que estaban tomando sus presas antes incluso de poder salir a la superficie a desplegar las alas. Nada, pues a pescar con emergente, que además la mia era gris (con exhuvia beige, eso si).
Costó más de lo que pensaba hacerlas picar. Siempre tengo la impresión de que cuando se ponen a las emergentes la cosa siempre se complica aún más. Cuestión de paciencia, y de fe tanto en la mosca, como en el bien calilbrado bajo de línea de mi amigo riojano. Todo y aguantar un buen rato de llovizna, acabaron picando otras tres farios más. No es un resultado como para echar cohetes, pero hay que tener siempre muy en cuenta de que la pesca en una zona libre sin muerte tiene esto: las truchas están muy hechas al río, la inmensa mayoría nacidas en el mismo, y no se comen lo primero que baja por la corriente.
El encanto y la magia de la pesca a mosca seca, sobre ceba vista, se esfumó tan pronto dejó de llover y comenzó a hacer viento. Un aire frío, de componente norte, que sirvió tanto para desactivar las truchas, como para complicar la vida al lanzador, empeñado en posar un bajo largo.
Como las dos y poco de la tarde es una hora demasiado temprana, para mi gusto, para dar por finalizada una jornada de pesca, preferí apurarla un poco más, antes que volver al coche a una hora más propia de la comida que de la merienda.
Vuelta de nuevo, al bajo corto y a la pesca con microninfa, pero esta vez usando lances rodados cada vez que el viento arreciaba demasiado. De todas maneras, la magia del día parecía haber pasado, y apenas volvió. Las dos últimas horas de esta jornada fueron "de auténtico relleno", paseando perdigones y pequeñas pheasant tails tanto por los dominios del salto de agua, como por las amplitudes de la tabla, sin obtener más resultado que la única captura de la que sería tanto la última trucha del día, como la más pequeña de entre las que consiguí pescar: una fario a la que le faltaba poco para llegar a los 25 cms.
Supongo, que a estas alturas del parte, habrá más de algunos de esos pescadores vagos y oportunistas (por suerte una pequeña minoría del colectivo) y algún que otro "ciber-furtivo", que ya se estarán frotando las manos de pensar en localizar el escenario descrito en el Google-Maps, dada la exhaustiva descripción del mismo en este relato. Lamento decepcionarles: basta con usar la ampliación de la vista por satélite de dicha herramienta, para darse cuenta que el detalle de ligera curva, salto de agua y tabla subsguiente se repite al menos nueve veces, en los cerca de veinte kilometros que van de las ciudad de Girona al puente de Sant Julià de Llor en Anglès... todo esto, presuponiendo que esta jornada de pesca realmente transcurriera emtre esos dos límites pues, al fin y al cabo, esta zona libre sin muerte tiene aproximadamente 60 kms. desde la desembocadura del río en el mar hasta el inicio del coto intensivo de Anglès.
Por suerte, en esta ocasión mi salida del río fue totalmente plácida, en comparación con la de finales de Diciembre pasado. Sin mas incidentes y moderadamente satisfecho, fui a dar buena cuenta de la merienda, en la que no faltaron pasteles, en un pueblo de cuyo nombre no puedo, ahora mismo, acordarme, je, je, je.
(1) Ver los artículos Jornada de Pesca nº 783, de 5 de marzo de 2016, y Jornada de Pesca nº 784, de 12 de marzo de 2016, en este blog.
(2) Ver el artículo Jornada de Pesca nº 777, de 27 de Diciembre de 2015, en este blog
JORNADA DE PESCA Nº 785
Sábado, 19 de marzo de 2016
Temporada 2015 - 2016 - Nº 20
Temporada de Salmónidos 2016 - Nº 2
Zona libre sin muerte del Ter (Gironès-La Selva)
Río Ter
Pescador: Ferran RUBINSTEIN
Capturas: 4 truchas fario a ninfa y 3 truchas fario a mosca seca
Equipo de pesca a mosca:
Caña: Vision GT-Four - 9 pìes . línea 6
Línea: Adams 6 WF - flotante
Carrete: Sage 4550
Climatología: alternancia de nubes y claros, a lo largo de la jornada, con temperatura templada y episodios de viento y un pequeño episodio de llovizna a primera hora de la tarde.
Caudal: bajo
Condiciones de vadeo: sin dificultad y sin ser preciso el bastón de vadeo, todo y que hay que tener cuidado por lo resbaladizo de las rocas.
Hora de inicio de la jornada: 09,45 h.
Hora de finalización de la jornada: 16,30 h..
La música de hoy:
Viaje de ida:
Sinfonía nº 3 "Trágica"
Felix Draeseke
"Oda a la Primavera"
Joachim Raff
Viaje de vuelta:
Sinfonía nº 6
Johann Wenzel Kalliwoda
"En Bohemia"
"Obertura sobre un tema de marcha militar española"
Mily Balakirev
Líneas Tensas!
Ferran RUBINSTEIN
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