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domingo, 30 de agosto de 2015

JP-757. LA PESCA, COMO TERAPIA PARA LA DEPRESIÓN POST-VACACIONAL QUE SE AVECINA Lunes, 17/08/2015

La última semana de las vacaciones nos hace pensar, a algunos, que la botella está medio vacía, y que pronto tendremos que afrontar el síndrome de "depresión post-vacacional". Una buena manera de evadirse de tan tristes pensamientos es ir a pescar, todo y la climatología desfavorable.   

De vuelta a una de las zonas libres sin muerte del Llobregat, el guión de la jornada de pesca anterior no sirvió para esta. Las truchas picaron, si, pero no en los mismos escenarios, ni a las mismas horas.
Agua turbia, pero pescable, y orillas enmarañadas por una auténtica selva de lianas y espinos. Todo esto es moneda de cambio frecuente en las zonas libres del Llobregat, y yo diría que tanto efecto disuasorio contribuye a que las truchas estén poco molestadas, salvo por algún atrevido que no tema pincharse el vadeador.
El colofón del día fue la pesca a mosca seca, sobre truchas bastante selectivas, que se cebeban a una mosca cuya imitación no tenia en mi caja. Todo y así, conseguí alguna captura en superficie, en una jornada en la que la pesca lo más ligera posible no fue precisamente la protagonista




JORNADA DE PESCA Nº 757



El tercer domingo de agosto se encendieron todas las alarmas: a mis tan anheladas y largamente esperadas vacaciones de verano les quedaban solo una semana de existencia. Definitivamente, ahora si, la botella estaba más que medio vacía. Hasta ese momento, las tres semanas de asueto que llevaba disfrutando habían pasado como en un suspiro. Por suerte, aún disponía de una última semana de estar libre de obligaciones laborales, y en el transcurso de la misma aún habría tiempo para ir a pescar dos días; el primero de ellos, precisamente, al día siguiente, o sea el lunes, 17 de agosto.
El fin de semana de la Virgen de Agosto fue tempestuoso en las comarcas del litoral. En la madrugada del lunes, cuando me levanté a eso de las cuatro y media, una potente tromba de agua caía sobre Cubelles, acompañada de truenos y mucho aparato eléctrico. Todo y así, sabedor gracias a la información meteorológica, de que la tempestad estaba muy restringida al litoral y prelitoral, emprendí viaje, a prudente escasa velocidad y con los limpiaparabrisas sin dar abasto a evacuar agua, hacia el Berguedà con el fin de volver a pescar en las zonas libres sin muerte del Llobregat de esa comarca. Las previsiones no fallaron: al llegar a Vilafranca del Penedès apenas si llovía, y ya en las afueras de Igualada simplemente estaba nublado, pero ya no había ni trazas de precipitación.
A diferencia de la jornada anterior, del jueves pasado, en el transcurso de esta que nos ocupa no cayó ninguna fuerte tormenta, pero, por otra parte, tampoco se abrieron claros que permitieran que el sol tratara de imponerse a las nubes . El día fue nublado y ligeramente fresco, como si de un anticipo del otoño se tratase, y a lo largo del mismo se sucedieron episodios esporádicos de llovizna. Terminó lloviendo, un chaparrón y poco más, por la tarde cuando ya estaba merendando en Gironella, pero fue un fenómeno tan local que cuando llegué, durante el viaje de vuelta, a la altura de Balsareny, ya en El Bages, incluso se abrieron claros entre los que se asomó el potente sol del verano, cuyo calor implacable había podido esquivar, aunque fuera por unas horas, yendo a pescar a mi "pequeña patria" (1).
Las tormentas que habían azotado las comarcas costeras, para desesperación de bañistas y desolación de organizadores de eventos de fiesta mayor, no habían llegado tan al norte. Por eso, el Llobregat me recibió, cuando aún no eran ni las nueve de la mañana, con un caudal medio-bajo, quizás con un ligero repunte al alza con respecto a cuatro días antes, y con su habitual turbidez verdosa; o sea, en condiciones óptimas para pescar, por lo menos en este río.
De nuevo, volví a optar por pescar la misma zona libre sin muerte de la semana a anterior, de entre las tres que hay en el Llobregat entre l´Ametlla de Merola y el Pantano de La Baells. Una elección que resultaría productiva, incluso divertida, pero que no me iba a permitir ajustarme, para nada, al exitoso guión de la aventura de pesca que, en las mismas aguas, había vivido unos días antes.
En esto de la pesca, sea en la modalidad que sea, cada día es una película diferente, un libro en blanco pendiente de ser escrito, partido que comienza siempre con el marcador a cero o melón pendiente de cata. Desde las primeras varadas de la jornada, en el mismo sitio, las mismas corrientes, en que empecé y terminé pescando la vez anterior, las truchas no dieron señales de .vida, ni aguas arriba, ni aguas abajo. Pensando en haber empezado a pescar de un modo muy atrevido, para una hora tan temprana de la mañana, con un tándem muy ligero de mosca ahogada y mini-perdigón, pasé a rascar las piedras del lecho del río con  ninfas de más entidad, rindiendo tributo a San Tungsteno Glorioso, pero las pintonas, tan traviesas y alocadas unos días antes, parecían haberse esfumado del río.
Como a eso de las once de la mañana aún no había tocado escama, recurrí a apelar a la humildad, y salí del río para ir andando hasta más o menos doscientos metros más abajo, con el fin de remontarlo, prospectándolo con una par de ninfas (pheasant tail conservadora, abajo, y perdigón brillante, muy de moda, arriba) sin dejar de machacar ni un palmo de lámina de agua. Creo que no era mala opción, máxime cuando no había ninguna eclosión en ese momento, y la actividad de los peces en superficie era nula.
Supongo que la constancia, aunque sea de vez en cuando, tiene su recompensa, y la mía llegó con la captura de tres truchas arco-iris a lo largo del tramo -corrientes rápidas en un pequeño barranco seguido de una larga tabla de poco calado- que estuve pescando, a golpe de ninfa, hasta que llegué al punto en donde había empezado a pescar un par de horas antes.
Es curioso, todo y que más habitual de lo que parece, que en días en que las farios parecen haberse ausentado del río, sean las irisadas las que dan la cara. Unas truchas arco-iris de claro origen repoblado, pero que han tenido que bajar unos buenos kilómetros de río para llegar a estos pagos, habida cuenta de que las sueltan en el coto intensivo del Pedret. Supongo que, si bien los azudes son un estorbo, los canales son una ayuda para la traslocación... y si de vez en cuando, a "golpe de río" desde las compuertas del pantano reciben alguna ayudita, mucho mejor.      
Pasado el mediodía, por lo menos con el bolo evitado, ya no quise insistir mas en el escenario improductivo de primera hora de la mañana, y volví a salir del río para ir a pescar la poza del árbol caído, lugar en el que la semana anterior me había sorprendido la tormenta. Allí, pescando también a ninfa de un modo muy convencional (al hilo, que tan en boga está), la cosa se animó, y conseguí en poco tiempo capturar cuatro truchas fario, muy juguetonas pero no de gran porte. Como en esta jornada todo iba contra pronóstico, para nada se registró el frenesí de picadas aguas abajo, justo cuando las ninfas alcanzaban las ramas sumergidas del aliso abatido, sino que las mismas se dieron en medio de la poza, en el momento en que las imitaciones alcanzaban la mayor profundidad. O sea, todo más en la linea de lo usual y previsible.
Tanta previsibilidad, y sobre todo tanta pesca a ninfa, me estaban realmente aburriendo. El recuerdo de la pesca ligera, del "jogo bonito" de la semana anterior me quemaba tanto como mi deseo de sacar linea del carrete para verla volar. Como ya había tensado la linea con reiteración, ya no tenía "hambre de pesca" que saciar por este día, así que tomé la decisión  de que si la montaña no venía a Mahoma, sería El Profeta quien iría a la montaña. O dicho en otras palabras, que harto de una acción de pesca monótona, iba a irme de paseo por el río, aun a riesgo de enredarme en lianas y rasgarme piel, vader o ambas cosas a la vez en los zarzales, hasta que viese actividad en superficie.
Cerca ya de las tres de la tarde, hubo una eclosión monumental y masiva de un insecto acuático que en su fase de ímago se presentaba como una mosca enorme, de un color pardo claro. No estaba muy seguro de qué podía ser. Por su volumen, un bicho digno de un anzuelo del 10 por lo menos, tenía toda la pinta de ser un heptagénido de los grandes, posiblemente una rhytrogena.
Como por arte de encanterio, la vida brotó en la superficie del río en forma de cebas. En el parado de agua, con apenas alguna escasa veta de corriente, en donde me encontraba, se pusieron a comer estos imagos con glotonería y voracidad una gran cantidad de truchas, muchas de pequeñas, pero también alguna que otra de grande, de esas "truchas-torpedo" o "barras de pan" que te quitan la respiración al verlas...¡cuantos bichos grandes hay en este río, y nosotros pensando que no vale la pena ni pescarlo!, y cuanto saben los muy cabritos, pues son sigilosos y oportunistas, y capaces de no dar señales de vida más que en muy determinados momentos; quizás por eso han llegado a convertirse en los formidables peces que son, independientemente de que sean de origen repoblado, y se hayan asilvestrado con los años, o se trate de los escasos ejemplares de truchas comunes nacidas en un río que, desde hace ya muchos años a esta parte, no está como para echar cohetes en lo que a condiciones para la freza se refiere.
Porca miseria! Ahora que las truchas se ponen a comer, ahora que tengo ya rehecho el bajo, ahora que ya he hecho pis, en previsión de estar un buen rato metido en remojo, va y... no tengo en mi caja de moscas absolutamente nada tan grande como ese imago, que supongo de familia heptagénida. Lo que si está claro es que:

- tocará pescar con la mosca más grande que tenga
- ya puedo ir obviando buscar fases emergentes pues las truchas están tomando el insecto en plena deriva, cuando despliega sus alas como el famoso velero de la botella de Cutty Sark.

No quieren la de CDC  mas grande que tengo, pasan de la imitación de más tamaño de una ignita, ignoran varios bétidos de tamaño exagerado para ser un bétido... Esta claro que las muy putas quieren esa, y solo esa mosca, y si no no hay su tía de que les entre por los ojos otra cosa. Cuando ya comienzo a tener pis de nuevo (¡rayos!, quizás no debí de haberme bebido la lata de Nestea justo después de mear la última vez), me pasa por la cabeza  que podía usar un comodín, un eterno comodín que además tengo en un anzuelo tan aceptable como un 14 y que no es otro que ¡una Royal Coachman!.              
Cuando la indiferencia hacia el "Cochero Real" (2) estaba a punto de igualar a la del resto de las moscas que había hecho desfilar hasta ese momento, me sorprendió mucho que, cuando estaba ya a punto de reiniciar el lance, una trucha la tomara ¡milagro!¡milagro!. Tras una breve pelea, acabé ensalabrando otra trucha arco-iris, un ejemplar más de los muchos que se descuelgan río abajo desde el coto intensivo del Pedret. Todo y así, y a tenor de sus aletas, en absoluto muñonas, esta trucha, y las otras irisadas del día tenían el aspecto de llevar ya un cierto tiempo en el río. En el caso, prueba de ello es que no subía a comer, de buenas a primeras, lo primero que bajaba flotando. Bien sabido es, que una de las "moscas" favoritas de las "gallinas muñonas" no es otra que la bolita de plastilina del señalizador de picada. Con esto, creo que está todo dicho.
Espoleado por la repentina eficacia del "Cochero Real", seguí insistiendo con el sobre las múltiples cebas que a lo largo del bajío. Cuestión de fe, y de tiempo; tras varios claros rechazos por parte de peces situados enfrente mío, terminó picando una preciosa fario, de no muy espectacular porte pero si preciosa librea. Una vez desanzuelada y devuelta al agua, mi vejiga clamó por evacuar, so pena de inundar mi vader por dentro. No fue fácil salir del río para orinar, dado lo tupido de la vegetación urticariante y espinosa de la orilla, y una vez aliviado... se puso a llover. Fue un breve, muy breve chaparrón, pero me obligó, por un momento, a refugiarme debajo de la arboleda. Un parón que para nada desactivó a las truchas a dar por finalizado su banquete, ya que seguía bajando por el río una gran cantidad de imagos de la gran mosca misteriosa, pero que a mi me sirvió para mirar el reloj, ver que eran ya las cuatro y media de la tarde, y darme cuenta de que estaba realmente muy cansado, tras pasar siete horas pateando río arriba y río abajo.
Confieso que de haber estado las truchas menos selectivas, quizás me hubiera quedado pescando una hora más... o dos, pero los esporádicos logros de una de las moscas atractoras más efectivas por autonomasia no podía ocultar la verdad: en esta tarde, y en este rincón del río, las truchas comían una mosca cuya imitación no estaba en mi caja. Al fin y al cabo, esto es una zona libre sin muerte, las truchas están muy hechas al río, y saben bien que menú les gusta. Y al que no le plazca así, siempre puede ir al intensivo, y poner un anzuelo al señalizador de picada.
Tras la merienda, y tras la lluvia de la tarde, llegué por fin a Cubelles, la bella localidad de la Costa Daurada en donde he pasado las vacaciones este año. Tampoco había sido un buen día para ir la playa, según me contaron mi mujer y mi hija, y tampoco lo serían muchos de esa última semana de mis vacaciones, a las que ya les quedaban, ahora si, menos, para concluir. Por suerte, aún me quedaba un día de pesca antes de volver a la rutina, un día que aprovecharía hasta el límite de mis fuerzas, como había aprovechado esta recién terminada jornada, y en el que acabaría pescando mucho pese a circunstancias a priori adversas. Pero eso, amigos míos, es otra historia, y ya os la contaré en el siguiente artículo de este blog.       



(1) Leer el artículo Jornada de Pesca Nº 756, del 13/08/2015 en este blog.
(2) La traducción más adecuada del inglés sería "conductor de la carroza real". 




JORNADA DE PESCA Nº 757



Lunes, 17 de agosto de 2015

Temporada 2014 - 2015 - Nº 38
Temporada de Salmónidos 2015 - Nº 23


Zona libre sin muerte del Llobregat - El Berguedà
Río Llobregat.

Pescador: Ferran RUBINSTEIN

Capturas: 4 truchas fario a ninfa y 1 truchas fario con mosca seca, 3 truchas arco-iris a ninfa y 1 trucha arco-iris a mosca seca .

Equipo de pesca a mosca:
Caña: Vision GT four - 9 pies - línea 5
Línea: Adams 6 WF - flotante
Carrete: Adams

Climatología; nubes y claros con episodios esporádicos de llovizna; temperatura fresca

Caudal: medio-bajo

Condiciones de vadeo: vadeable sin mucha dificultad, siendo recomendable el uso del bastón de vadeo .

Hora de inicio de la jornada: 08,45 h.
Hora de finalización de la jornada: 16,30 h.

La música de hoy:

Viaje de ida:

Sinfonía nº 6
"Una fiesta eslava"
Alexander Glazunov

Concierto para violoncello y orquesta en "DO" mayor
Eugen d´Albert


Viaje de vuelta:

Concierto para piano y orquesta nº 3
Sonatina en "MI" menor
Dos danzas polacas
Xaver Scharwenka

Pieza de Concierto, Op. 113
Anton Rubinstein


Líneas Tensas!

Ferran RUBINSTEIN.







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