"Si, al igual que yo, sois de los que creeis que tenéis poco que enseñar, mucho que aprender y aún más que compartir, éste es vuestro blog".

lunes, 31 de agosto de 2015

JP-758. TENSANDO LINEAS EN AGUA TURBIA, PARA ACABAR BIEN LAS VACACIONES DE VERANO. Jueves, 20/08/2015

¡Pobre de mi! ¡Se me acaban las vacaciones de verano! La última de las jornadas de pesca en vacaciones ha supuesto el retorno a Ripoll, en donde, como suele ser habitual, he vuelto a revivir los tiempos gloriosos del antiguo coto sin muerte de Font Viva, en esta ocasión con el agua turbia, pero pescable, y ´los ríos crecidos por las últimas lluvias. 

Ella-la-bagra es bueeenaaaaa con Ferraaaaaaaaaaan

Pese a no mostrar actividad alguna en superficie en todo el día, las truchas, tanto del Ter como del Freser, estuvieron muy por la labor de darle dentellada a la ninfa.
Esta preciosa fario, de la zona libre sin muerte de Ripoll, fue la última captura de mis vacaciones de verano. A partir de la semana que viene, tocará esperar a los sábados para poder reencontrarme con el río y los peces.




JORNADA DE PESCA Nº 758



El jueves, 20 de agosto, la cosa ya fué en serio. Las alarmas, anunciando que mis vacaciones habían entrado en su recta final, ya habían sonado a principios de semana. Cada año, a medida que más mayor me hago, la sensación de depresión, al acabar mis vacaciones estivales, es cada vez más grande y duradera. Hasta los albores de mis cincuenta años, este estado de tristeza me asaltaba nada más volver al trabajo. sin embargo, desde que cumplí la cincuentena, esta sensación de frustración y vacio me alcanza ya en los últimos días de mi periodo vacacional, produciéndome un gran desasosiego. Sin embargo, estaba firmemente decidido a que este malestar psíquico no afectase, en la medida de lo posible, a la que iba a ser la última de mis jornadas de pesca dentro del periodo vacacional.
Esta vez, y ya que iba a ser un poco como "la despedida" de mis vacaciones, por lo menos en lo que a ir a pescar dentro de las mismas se refiere, me até la manta a la cabeza, y emprendí un largo viaje desde Cubelles para ir a Ripoll, la ciudad de los dos ríos, cuna de los Condados Catalanes, y destino frecuente de mis jornadas de pesca, a lo largo de los años, que tan relativamente cerca tengo desde mi domicilo habitual, pero que queda ya a una distancia tan considerable como unos 180 kms. si es que hay que ir desde el límite sur tanto de la comarca del Garraf, como de la provincia de Barcelona.
Todo y lo largo del viaje, a las siete y media de la mañana estaba tomando un café en la entrada de Sant Quirze de Besora, y viendo como el Ter bajaba ligeramente crecido y con el agua chocolateada. ¡Vaya, empezamos bien!. Por lo visto, los tormentas habían sido abundantes y diarias, tanto en El Ripollès, como en el norte de Osona, a lo largo de esa semana.
Inasequible al desaliento, diez minutos antes de las ocho llegaba a Ripoll, y antes de ir a desayunar a  la pastelería (costumbre muy arraigada en mis visitas a esta ciudad) ya tenía hecha la elección más importante del día: me quedaría a pescar, ya que los dos ríos que pasan por Ripoll, tanto el Ter como el Freser, bajaban crecidos y turbios, pero con una tonalidad enrte verdosa y marrón claro: o sea, que adaptándose uno a las circunstancias hasta podía incluso tocar escama.
Mis días de pesca a Ripoll, de unos años a esta parte, vienen siendo casi siempre intentos inconscientes de revivir los tiempos gloriosos del extinto coto sin muerte de Font Viva. En este sentido, esta jornada que nos ocupa no iba a ser menos. Por la mañana, y hasta el mediodía, me bastaron apenas los cien metros escasos que hay de río Freser, entre el puente del paso a nivel y el puente peatonal de la antigua muralla para llevar una acción de pesca, que ya os adelanto fue muy productiva. A partir del mediodía, y hasta mas o menos las dos y cuarto  de la tarde, me salí un tanto del guión para probar algunas posturas de lo que antaño fuera el coto tradicional de Ordina, en la salida de la villa en dirección a Campdevànol y Ribes de Freser, en un interludio de tan pocas emociones como que terminó sin ninguna captura adicional. Finalmente, y en un final de jornada repleto de emociones, la zona libre del Ter me brindó las mejores capturas en tamaño y calidad del día.
Todo y que el día fue soleado e incluso caluroso, las primeras horas de la mañana fueron si no frías, mas bien frescas, en contraste a las madrugadas de bochorno y mosquitos de las comarcas de la costa, en donde, a lo largo de todo el verano, ha sido muy difícil conciliar el sueño. Por suerte, y hasta pasadas las diez de la mañana, con el sol ya alto en el firmamento, pude echar mano de bajar las mangas de mi polivalente camisa de camuflaje. Por la tarde, tras mucha horas de patear por el río, y como ha sido habitual en este largo y extremadamente cálido verano, terminé bañado en mi propio sudor, y eso que el vader es transpirable.
Para intentar pescar con el agua del color del te, opté por iniciar la acción de pesca con un par de ninfas que fueran bastante "de aguas turbias", o sea bien oscuras, y así puse de punta de aparejo un perdigón sobredimensionado de color negro con reflejos verdosos y bola de color naranja, y atado en un codal, medio metro mas arriba, un perdigón más convencional de color rojo chillón.
El éxito fue inmediato. Al primer lance, la primera trucha: una de las habituales farios "mil leches" (1) habituales en el coto de Ripoll-Campdevànol, que suelen oscilar entre los 25 y los 30 centímetros. A partir de aquí, se desencadenó el frenesí, y en un exiguo tramo que no llega ni a cien metros, haciendo trabajar las ninfas a diferentes profundidades acabé capturando, en menos de tres horas, once truchas más -alguna incluso de algo más de 35 cms.- e incluso un simpático barbito colirrojo, de más o menos un palmo.
Concienzudamente repasado el tramo, y viendo que ni habían eclosiones, ni los peces estaban por la labor de comer en superficie, me fui con las ninfas a otra parte, concretamente más arriba del aparcamiento de Ordina, para ver si en esa parte, aguas suburbanas del Freser más arriba, las truchas tenían tantas ganas de darle bocado a las ninfas como en el tramo de en medio de la ciudad.
Cosa curiosa, me pareció que cuando más subía hacia la salida del canal de la hidoeléctrica, mas turbia bajaba el agua. El caso es que prospectando diversas posturas no obtuve ni una picada, y encima comencé a perder material por culpa de enganches en rocas y troncos sumergidos. Aburrido, cabreado y acalorado, decidí no seguir subiendo más río arriba, y tomármelo con calma antes de ir a buscar más emociones, esta vez en el otro río, el Ter, y para ello nada mejor que una pequeña pausa, a medio camino, para combatir el calor con una refrescante "clara", cómodamente instalado en una terraza, y llamando bien la atención de los transeuntes con mi atavío de mosquero, caña de látigo en la mano, mi camisa de camuflaje para acciones bélicas en bosque y mi gorra verde de visera con el emblema metálico de la extinta Unión Soviética.
Más relajado el cuerpo, refrescado el gaznate y despejadas las ideas, evité la tentación de bajar de nuevo al río, por el callejón del Arquet, para insistir en el mismo tramo exitoso de pocas horas antes, y cambié de río dando un paseo bajo un sol de justicia.
Mi objetivo era pescar la entrada de la corriente en una gran balsa, dentro de la zona libre sin muerte. La faena fue mía, y muy ardua, para poder llegar a la orilla, pues la maleza ha crecido con tanta desmesura, que se ha hecho una auténtica e inextricable jungla de ortigas, zarzales, juncos, rosales silvestres y toda clase de arbustos, los más de ellos espinosos, urticariantes y llenos de bichos, tanto voladores como rastreros, e incluso de los que andan a ocho patas.
Tal fue el acaloramiento y la sudada de camisa para llegar a la orilla, no sin varios rasguños de zarzal y ampollas por contacto con ortigas, que lo primero que hice al plantar los pie en el río fue beber uno de mis sempiternos tes con limón, de mi bolso-nevera, en menos de tres tragos.
Hay quien opina que con el río turbio y ligeramente crecido es cuando se mueve la trucha grande. Hasta ese momento, este axioma no se había cumplido, pues las doce truchas pescadas hasta el momento eran de tamaño bastante contenido, y el barbito poco más que "palmero". Sin embargo, a las primeras de cambio (dos o tres pasadasm, como mucho), recibí una picada brutal, y me las vi luchando con un pez muy batallador, que a la que se dejó ver resultó ser una gran trucha fario de esas que incluso sacaría la cola del salabre. Pura tensión, muchos nervios, y... algun mal giro de muñeca durante la batalla hizo que le desclavase la ninfa de la boca. Frustración, si, pero también esperanza: el partido estaba aletargado hacía ya muchas horas, y este picada me recordaba que aún no había terminado.
Seguí confiando en la pheasant tail grande y pesada, de color naranja mate (abdomen de yarn naranja oscuro, torax de dubbing de ardilla ocre y cercos, costera y saco alar de una sola pieza de pluma de faisán), que había provocado la picada del monstruo con pintas, en busca de otra que no tardó en llegar: pero en esta ocasión de una bagra de cerca de 30 cms. que  se rindió tras una no poco obstinada pelea.         
Precisamente, en ese mismo lugar en que estaba pescando, hace muchos años las bagras eran muy abundantes, al igual que en todo el brazo del Ter de lo que era el antiguo coto sin muerte de Font Viva. Pero eso era en otra época, que comienza a quedar muy lejana; un tiempo en donde para llegar a la orilla por donde había entrado al río no tenías que dejarte la ropa y el vader hechos unos zorros, pues incluso se llegaba a la misma por un marcado caminito, hoy en día engullido por la maleza.
Había comenzado a pescar en aguas casi paradas (con menos caudal estarían totalmente paradas), pero poco a poco, siempre arriesgando a enganchar la ninfa, ya que la llevaba a ras de piedras del lecho del río, fuí adentrándme en la corriente, y en el agua movida fue cuando capturé, en poco tiempo, las mejores truchas del día, tres ejemplares de fario tan hibridadas como lo podían ser las pescadas por la mañana, pero de un tamaño mucho más respetable, rondando un poco arriba y un poco abajo los 35 cms.
Lo curioso es que, de las tres picadas dos fueron clónicas: la misma sensación de haber enrocado la ninfa, y al tirar con fuerza, notar las primeras sacudidas. Esto es señal de que los peces estaban bien placados en el lecho del río, y que tomaron la imitación cuando esta literalmente les paso por delante de la boca.
Y a las cuatro y media de la tarde, bien repasada la corriente, y tras perder la ninfa al clavarse en una maraña de ramas sumergidas, terminó la historia de esta última jornada de pesca en vacaciones, que había acabado exitosamente, todo y las pesimistas previsiones iniciales. Solo quedaba plegar la caña y atravesar la jungla, antes de volver al coche a cambiarse de ropa, y de allí a disfrutar de una bien merecida merienda de pastelería, un dulce colofón para la última de las jornadas de pesca en vacaciones, que este año creo que, por lo que a mi respecta, han estado muy bien aprovechadas. 




(1) En los dos ríos que pasan por Ripoll, han convivido muchas variedades de trucha fario, predominando las de genética atlántica, con las que se repoblaba esporádicamente, que coexistían con las nativas del río e incluso con las de las reservas genéticas de las cabeceras de las cuencas del Ter y del Freser, que se descuelgan ocasionalmente río abajo por efecto de alguna riada. Durante años, sobre todo a principios de la década pasada, se llegó a repoblar con trucha arco-iris, todo y que ahora no se captura ningún ejemplar desde hace tiempo. Asimismo, tanto en el Ter como en el Freser, pero sobre todo en el primero de los ríos, ha habido siempre una buena cantidad de bagras, aunque de unos años a esta parte están en regresión.      
Además, en ambas masas de agua se pueden obtener capturas esporádicas tanto de barbo colirrojo (o barbo de montaña), como de barbo común, e incluso de alguna carpa, especialmente en balsas con aguas paradas o con escasa corriente.  



JORNADA DE PESCA Nº 758



Jueves, 20 de agosto de 2015

Temporada 2014 - 2015 - Nº 39
Temporada de Salmónidos 2015 - Nº 24


Coto de Ripoll-Campdavànol S. M. TE09B
Ríos Ter y Freser
(pesca solo en el Freser en esta jornada)
Zona Libre S. M. de Ripoll - ZLLSM-TE09
Río Ter

Pescador: Ferran RUBINSTEIN

Capturas:

En el  Coto de Ripoll-Campdavànol S. M. TE09B:
12 truchas fario a ninfa y 1 barbo (*) a ninfa

En la .Zona Libre S. M. de Ripoll - ZLLSM-TE09:
3 truchas fario a ninfa y 1 bagra a ninfa

Equipo de pesca a mosca:
Caña: Vision GT four - 9 pies - línea 5
Línea: Adams 6 WF - flotante
Carrete: Adams

Climatología; soleado y caluroso

Caudal: medio-alto.

Condiciones de vadeo: ríos vadeables con precaución, debido al aumento de caudal por las lluvias y al enturbiamiento del agua, siendo recomendable el uso del bastón de vadeo .

Hora de inicio de la jornada (en el coto): 09,15 h.
Hora de inicio de la jornada (en la zona libre sin muerte): 14,30 h.

Hora de finalización de la jornada (en el coto): 14,15 h.
Hora de finalización de la jornada (en la zona libre sin muerte): 16,30 h.

La música de hoy:

Viaje de ida:

Sinfonía nº 3
Leevi Madetoja

Concierto para piano y orquesta en "DO" menor
Obertura-Concierto en "FA" mayor
Joachim Raff

Concierto para piano y orquesta nº 2
Alexander Glazunov

Viaje de vuelta:

Sinfonía nº 4
Johannes Brahms

Concierto para piano y orquesta nº 2 "al estilo húngaro"
Joseph Joachim


Líneas Tensas!

Ferran RUBINSTEIN.







domingo, 30 de agosto de 2015

JP-757. LA PESCA, COMO TERAPIA PARA LA DEPRESIÓN POST-VACACIONAL QUE SE AVECINA Lunes, 17/08/2015

La última semana de las vacaciones nos hace pensar, a algunos, que la botella está medio vacía, y que pronto tendremos que afrontar el síndrome de "depresión post-vacacional". Una buena manera de evadirse de tan tristes pensamientos es ir a pescar, todo y la climatología desfavorable.   

De vuelta a una de las zonas libres sin muerte del Llobregat, el guión de la jornada de pesca anterior no sirvió para esta. Las truchas picaron, si, pero no en los mismos escenarios, ni a las mismas horas.
Agua turbia, pero pescable, y orillas enmarañadas por una auténtica selva de lianas y espinos. Todo esto es moneda de cambio frecuente en las zonas libres del Llobregat, y yo diría que tanto efecto disuasorio contribuye a que las truchas estén poco molestadas, salvo por algún atrevido que no tema pincharse el vadeador.
El colofón del día fue la pesca a mosca seca, sobre truchas bastante selectivas, que se cebeban a una mosca cuya imitación no tenia en mi caja. Todo y así, conseguí alguna captura en superficie, en una jornada en la que la pesca lo más ligera posible no fue precisamente la protagonista




JORNADA DE PESCA Nº 757



El tercer domingo de agosto se encendieron todas las alarmas: a mis tan anheladas y largamente esperadas vacaciones de verano les quedaban solo una semana de existencia. Definitivamente, ahora si, la botella estaba más que medio vacía. Hasta ese momento, las tres semanas de asueto que llevaba disfrutando habían pasado como en un suspiro. Por suerte, aún disponía de una última semana de estar libre de obligaciones laborales, y en el transcurso de la misma aún habría tiempo para ir a pescar dos días; el primero de ellos, precisamente, al día siguiente, o sea el lunes, 17 de agosto.
El fin de semana de la Virgen de Agosto fue tempestuoso en las comarcas del litoral. En la madrugada del lunes, cuando me levanté a eso de las cuatro y media, una potente tromba de agua caía sobre Cubelles, acompañada de truenos y mucho aparato eléctrico. Todo y así, sabedor gracias a la información meteorológica, de que la tempestad estaba muy restringida al litoral y prelitoral, emprendí viaje, a prudente escasa velocidad y con los limpiaparabrisas sin dar abasto a evacuar agua, hacia el Berguedà con el fin de volver a pescar en las zonas libres sin muerte del Llobregat de esa comarca. Las previsiones no fallaron: al llegar a Vilafranca del Penedès apenas si llovía, y ya en las afueras de Igualada simplemente estaba nublado, pero ya no había ni trazas de precipitación.
A diferencia de la jornada anterior, del jueves pasado, en el transcurso de esta que nos ocupa no cayó ninguna fuerte tormenta, pero, por otra parte, tampoco se abrieron claros que permitieran que el sol tratara de imponerse a las nubes . El día fue nublado y ligeramente fresco, como si de un anticipo del otoño se tratase, y a lo largo del mismo se sucedieron episodios esporádicos de llovizna. Terminó lloviendo, un chaparrón y poco más, por la tarde cuando ya estaba merendando en Gironella, pero fue un fenómeno tan local que cuando llegué, durante el viaje de vuelta, a la altura de Balsareny, ya en El Bages, incluso se abrieron claros entre los que se asomó el potente sol del verano, cuyo calor implacable había podido esquivar, aunque fuera por unas horas, yendo a pescar a mi "pequeña patria" (1).
Las tormentas que habían azotado las comarcas costeras, para desesperación de bañistas y desolación de organizadores de eventos de fiesta mayor, no habían llegado tan al norte. Por eso, el Llobregat me recibió, cuando aún no eran ni las nueve de la mañana, con un caudal medio-bajo, quizás con un ligero repunte al alza con respecto a cuatro días antes, y con su habitual turbidez verdosa; o sea, en condiciones óptimas para pescar, por lo menos en este río.
De nuevo, volví a optar por pescar la misma zona libre sin muerte de la semana a anterior, de entre las tres que hay en el Llobregat entre l´Ametlla de Merola y el Pantano de La Baells. Una elección que resultaría productiva, incluso divertida, pero que no me iba a permitir ajustarme, para nada, al exitoso guión de la aventura de pesca que, en las mismas aguas, había vivido unos días antes.
En esto de la pesca, sea en la modalidad que sea, cada día es una película diferente, un libro en blanco pendiente de ser escrito, partido que comienza siempre con el marcador a cero o melón pendiente de cata. Desde las primeras varadas de la jornada, en el mismo sitio, las mismas corrientes, en que empecé y terminé pescando la vez anterior, las truchas no dieron señales de .vida, ni aguas arriba, ni aguas abajo. Pensando en haber empezado a pescar de un modo muy atrevido, para una hora tan temprana de la mañana, con un tándem muy ligero de mosca ahogada y mini-perdigón, pasé a rascar las piedras del lecho del río con  ninfas de más entidad, rindiendo tributo a San Tungsteno Glorioso, pero las pintonas, tan traviesas y alocadas unos días antes, parecían haberse esfumado del río.
Como a eso de las once de la mañana aún no había tocado escama, recurrí a apelar a la humildad, y salí del río para ir andando hasta más o menos doscientos metros más abajo, con el fin de remontarlo, prospectándolo con una par de ninfas (pheasant tail conservadora, abajo, y perdigón brillante, muy de moda, arriba) sin dejar de machacar ni un palmo de lámina de agua. Creo que no era mala opción, máxime cuando no había ninguna eclosión en ese momento, y la actividad de los peces en superficie era nula.
Supongo que la constancia, aunque sea de vez en cuando, tiene su recompensa, y la mía llegó con la captura de tres truchas arco-iris a lo largo del tramo -corrientes rápidas en un pequeño barranco seguido de una larga tabla de poco calado- que estuve pescando, a golpe de ninfa, hasta que llegué al punto en donde había empezado a pescar un par de horas antes.
Es curioso, todo y que más habitual de lo que parece, que en días en que las farios parecen haberse ausentado del río, sean las irisadas las que dan la cara. Unas truchas arco-iris de claro origen repoblado, pero que han tenido que bajar unos buenos kilómetros de río para llegar a estos pagos, habida cuenta de que las sueltan en el coto intensivo del Pedret. Supongo que, si bien los azudes son un estorbo, los canales son una ayuda para la traslocación... y si de vez en cuando, a "golpe de río" desde las compuertas del pantano reciben alguna ayudita, mucho mejor.      
Pasado el mediodía, por lo menos con el bolo evitado, ya no quise insistir mas en el escenario improductivo de primera hora de la mañana, y volví a salir del río para ir a pescar la poza del árbol caído, lugar en el que la semana anterior me había sorprendido la tormenta. Allí, pescando también a ninfa de un modo muy convencional (al hilo, que tan en boga está), la cosa se animó, y conseguí en poco tiempo capturar cuatro truchas fario, muy juguetonas pero no de gran porte. Como en esta jornada todo iba contra pronóstico, para nada se registró el frenesí de picadas aguas abajo, justo cuando las ninfas alcanzaban las ramas sumergidas del aliso abatido, sino que las mismas se dieron en medio de la poza, en el momento en que las imitaciones alcanzaban la mayor profundidad. O sea, todo más en la linea de lo usual y previsible.
Tanta previsibilidad, y sobre todo tanta pesca a ninfa, me estaban realmente aburriendo. El recuerdo de la pesca ligera, del "jogo bonito" de la semana anterior me quemaba tanto como mi deseo de sacar linea del carrete para verla volar. Como ya había tensado la linea con reiteración, ya no tenía "hambre de pesca" que saciar por este día, así que tomé la decisión  de que si la montaña no venía a Mahoma, sería El Profeta quien iría a la montaña. O dicho en otras palabras, que harto de una acción de pesca monótona, iba a irme de paseo por el río, aun a riesgo de enredarme en lianas y rasgarme piel, vader o ambas cosas a la vez en los zarzales, hasta que viese actividad en superficie.
Cerca ya de las tres de la tarde, hubo una eclosión monumental y masiva de un insecto acuático que en su fase de ímago se presentaba como una mosca enorme, de un color pardo claro. No estaba muy seguro de qué podía ser. Por su volumen, un bicho digno de un anzuelo del 10 por lo menos, tenía toda la pinta de ser un heptagénido de los grandes, posiblemente una rhytrogena.
Como por arte de encanterio, la vida brotó en la superficie del río en forma de cebas. En el parado de agua, con apenas alguna escasa veta de corriente, en donde me encontraba, se pusieron a comer estos imagos con glotonería y voracidad una gran cantidad de truchas, muchas de pequeñas, pero también alguna que otra de grande, de esas "truchas-torpedo" o "barras de pan" que te quitan la respiración al verlas...¡cuantos bichos grandes hay en este río, y nosotros pensando que no vale la pena ni pescarlo!, y cuanto saben los muy cabritos, pues son sigilosos y oportunistas, y capaces de no dar señales de vida más que en muy determinados momentos; quizás por eso han llegado a convertirse en los formidables peces que son, independientemente de que sean de origen repoblado, y se hayan asilvestrado con los años, o se trate de los escasos ejemplares de truchas comunes nacidas en un río que, desde hace ya muchos años a esta parte, no está como para echar cohetes en lo que a condiciones para la freza se refiere.
Porca miseria! Ahora que las truchas se ponen a comer, ahora que tengo ya rehecho el bajo, ahora que ya he hecho pis, en previsión de estar un buen rato metido en remojo, va y... no tengo en mi caja de moscas absolutamente nada tan grande como ese imago, que supongo de familia heptagénida. Lo que si está claro es que:

- tocará pescar con la mosca más grande que tenga
- ya puedo ir obviando buscar fases emergentes pues las truchas están tomando el insecto en plena deriva, cuando despliega sus alas como el famoso velero de la botella de Cutty Sark.

No quieren la de CDC  mas grande que tengo, pasan de la imitación de más tamaño de una ignita, ignoran varios bétidos de tamaño exagerado para ser un bétido... Esta claro que las muy putas quieren esa, y solo esa mosca, y si no no hay su tía de que les entre por los ojos otra cosa. Cuando ya comienzo a tener pis de nuevo (¡rayos!, quizás no debí de haberme bebido la lata de Nestea justo después de mear la última vez), me pasa por la cabeza  que podía usar un comodín, un eterno comodín que además tengo en un anzuelo tan aceptable como un 14 y que no es otro que ¡una Royal Coachman!.              
Cuando la indiferencia hacia el "Cochero Real" (2) estaba a punto de igualar a la del resto de las moscas que había hecho desfilar hasta ese momento, me sorprendió mucho que, cuando estaba ya a punto de reiniciar el lance, una trucha la tomara ¡milagro!¡milagro!. Tras una breve pelea, acabé ensalabrando otra trucha arco-iris, un ejemplar más de los muchos que se descuelgan río abajo desde el coto intensivo del Pedret. Todo y así, y a tenor de sus aletas, en absoluto muñonas, esta trucha, y las otras irisadas del día tenían el aspecto de llevar ya un cierto tiempo en el río. En el caso, prueba de ello es que no subía a comer, de buenas a primeras, lo primero que bajaba flotando. Bien sabido es, que una de las "moscas" favoritas de las "gallinas muñonas" no es otra que la bolita de plastilina del señalizador de picada. Con esto, creo que está todo dicho.
Espoleado por la repentina eficacia del "Cochero Real", seguí insistiendo con el sobre las múltiples cebas que a lo largo del bajío. Cuestión de fe, y de tiempo; tras varios claros rechazos por parte de peces situados enfrente mío, terminó picando una preciosa fario, de no muy espectacular porte pero si preciosa librea. Una vez desanzuelada y devuelta al agua, mi vejiga clamó por evacuar, so pena de inundar mi vader por dentro. No fue fácil salir del río para orinar, dado lo tupido de la vegetación urticariante y espinosa de la orilla, y una vez aliviado... se puso a llover. Fue un breve, muy breve chaparrón, pero me obligó, por un momento, a refugiarme debajo de la arboleda. Un parón que para nada desactivó a las truchas a dar por finalizado su banquete, ya que seguía bajando por el río una gran cantidad de imagos de la gran mosca misteriosa, pero que a mi me sirvió para mirar el reloj, ver que eran ya las cuatro y media de la tarde, y darme cuenta de que estaba realmente muy cansado, tras pasar siete horas pateando río arriba y río abajo.
Confieso que de haber estado las truchas menos selectivas, quizás me hubiera quedado pescando una hora más... o dos, pero los esporádicos logros de una de las moscas atractoras más efectivas por autonomasia no podía ocultar la verdad: en esta tarde, y en este rincón del río, las truchas comían una mosca cuya imitación no estaba en mi caja. Al fin y al cabo, esto es una zona libre sin muerte, las truchas están muy hechas al río, y saben bien que menú les gusta. Y al que no le plazca así, siempre puede ir al intensivo, y poner un anzuelo al señalizador de picada.
Tras la merienda, y tras la lluvia de la tarde, llegué por fin a Cubelles, la bella localidad de la Costa Daurada en donde he pasado las vacaciones este año. Tampoco había sido un buen día para ir la playa, según me contaron mi mujer y mi hija, y tampoco lo serían muchos de esa última semana de mis vacaciones, a las que ya les quedaban, ahora si, menos, para concluir. Por suerte, aún me quedaba un día de pesca antes de volver a la rutina, un día que aprovecharía hasta el límite de mis fuerzas, como había aprovechado esta recién terminada jornada, y en el que acabaría pescando mucho pese a circunstancias a priori adversas. Pero eso, amigos míos, es otra historia, y ya os la contaré en el siguiente artículo de este blog.       



(1) Leer el artículo Jornada de Pesca Nº 756, del 13/08/2015 en este blog.
(2) La traducción más adecuada del inglés sería "conductor de la carroza real". 




JORNADA DE PESCA Nº 757



Lunes, 17 de agosto de 2015

Temporada 2014 - 2015 - Nº 38
Temporada de Salmónidos 2015 - Nº 23


Zona libre sin muerte del Llobregat - El Berguedà
Río Llobregat.

Pescador: Ferran RUBINSTEIN

Capturas: 4 truchas fario a ninfa y 1 truchas fario con mosca seca, 3 truchas arco-iris a ninfa y 1 trucha arco-iris a mosca seca .

Equipo de pesca a mosca:
Caña: Vision GT four - 9 pies - línea 5
Línea: Adams 6 WF - flotante
Carrete: Adams

Climatología; nubes y claros con episodios esporádicos de llovizna; temperatura fresca

Caudal: medio-bajo

Condiciones de vadeo: vadeable sin mucha dificultad, siendo recomendable el uso del bastón de vadeo .

Hora de inicio de la jornada: 08,45 h.
Hora de finalización de la jornada: 16,30 h.

La música de hoy:

Viaje de ida:

Sinfonía nº 6
"Una fiesta eslava"
Alexander Glazunov

Concierto para violoncello y orquesta en "DO" mayor
Eugen d´Albert


Viaje de vuelta:

Concierto para piano y orquesta nº 3
Sonatina en "MI" menor
Dos danzas polacas
Xaver Scharwenka

Pieza de Concierto, Op. 113
Anton Rubinstein


Líneas Tensas!

Ferran RUBINSTEIN.







sábado, 29 de agosto de 2015

JP-756. DÍA DE PESCA LIGERA, CORRIENTE ABAJO, EN UNA ZONA LIBRE DEL LLOBREGAT. Jueves, 13/08/2015

Estas son las bellas truchas del verano, de un río que tanto quiero, en un país que no existe, salvo en mi imaginación.
Horas de sol y horas de nubes. El retorno a la pesca, tras la semana dedicada al montañismo, ha llegado en un momento de alta inestabilidad atmosférica. Cuando está punto de caer una tormenta, puede ser el momento en que se activen truchas  que quizás no hubieran hecho caso a nuestras moscas bajo un tórrido sol.




JORNADA DE PESCA Nº 756



Después de que el martes de la segunda semana de agosto, el aluvión de agua turbia se llevase la magia de este verano en Oliana río abajo (1), creí llegada la hora de un cambio de aires de cara a mi siguiente jornada de pesca. 
Por otra parte, ya hacía días que venía sintiendo ese nostalgia de mi pequeño país de pesca, esa que siempre siento cuando pasa un tiempo que no voy a pescar al río que lo atraviesa y vertebra; uno de modesto y denostado por los exigentes puristas de la pesca a mosca, pero que ha sido, y sigue siendo, el río de mi vida. 
Este pequeño país no tiene fronteras fijas, ni sale en los mapas como una entidad propia, ni política, ni geográfica. Lo único cierto de él, es que lo atraviesa, de norte  sur, el Llobregat, un río aparentemente cansado y fatigado, constreñido en un rosario de presas y canales. Uno sabe cuando entra en este país porque. independientemente del tiempo que haga, y de la estación del año que sea, siente una extraña sensación en el estómago, algo así como un placentero cosquilleo que te hace notar que acabas de llegar a casa  (olmo que baila, a la luz del alba de una y muchas primaveras, al son de la música de Martinú; brillo plateado de luz de una farola oxidada en el muro de una fábrica abandonada; sombra de trucha entrevista desde un puente que se cae de añejo; aliso ¿o sauce? que murmura al viento los incontables nombres de aquellos que pescaron las aguas que bañan sus raíces, chimenea sin humo, telar polvoriento, camino que un dia fué vía de un ferrocarril que transportaba negro carbón y vidas anónimas...). Generalmente, esa sensación suele comenzar a percibirse muy cerca de los aledaños de Puig-reig, mas o menos a la altura de la Colonia Vidal, y no me abandona hasta que en la entrada del tunel de Berga el Pedret queda a mi espalda, y al salir del mismo ya no habrá río, sino pantano. Curioso país este, que coincide con la sub-comarca del Baix Berguedà. Hacia el norte, la comarca oficial se vuelve escarpada y agreste:  los huesos mismos del planeta rasgan la tela de bosques y praderas; las montañas siempre imponen, despiertan el asombro del urbanita, encogen el alma del timorato y desafían, a veces con mortal engaño, la soberbia del imprudente. Sin embargo, yo que he subido muchas montañas a lo largo de mi vida  -muchas mas que mucha gente que, en esta era de autobombo mediatico de red social, se autotitula montañero o alpinista- , he padecido sus rigores y he derramado copioso sudor e incluso sangre en las mismas, no dejo de sentirme mucho más cómodo y feliz en esa campiña fluvial, de bosques, granjas, huertos y fábricas abandonadas, por la que discurre un río que hizo mover, en tiempos pretéritos, la maquinaria de un pasado industrial, que consituía el pan de mucha gente humilde, hacendosa y trabajadora. 
El incremento de la actividad tormentosa fue notable a partir de la segunda semana de agosto, ecuador de mis vacaciones de verano, y llegó a su punto álgido a lo largo del fin de semana de la Virgen de Agosto, con profusión de precipitaciones, muchas de ella con granizo, que causaron incluso inundaciones en algunos puntos de la geografía del Principado. En mi retorno a mi país imaginario, pero pescando un río real, iba a vérmelas con una buena tormenta a mitad de la jornada, pero ello no fue impedimento para que dsifrutase de un muy buen día de pesca.
Todo y llover con ganas, por toda Catalunya, el dia antes y la noche precedente, este hecho no me hizo desanimar de emprender viaje al pequeño país del río de mi vida, al que llegué de buena mañana, bajo un cielo  encapotado y amenazador, que presagiaba lluvia, en un principio, para muchas horas.
Mi intención inicial, era pescar una de las tres zonas libres sin muerte que hay a lo largo del Llobregat en esta sub-comarca, y ponerme en ello poco después de las ocho de la mañana, lo más tardar. Sin embargo, elegida la zona libre sin muerte en cuestión, que de un modo evidente, y como es costumbre, no diré cual es, no pude salir del coche y cambiarme hasta cerca de las nueve, debido a un episodio de lluvia que se inció mientras me estaba cambiando de ropa.
Por contra de lo que esperaba, el río no bajaba ni sucio, ni alto. El color, de un tono verdoso, era el habitual por estos pagos, y el caudal podía decirse que era medio-bajo. O sea, que las precipitaciones del dia anterior debieron de ser poco importantes, tanto en la parte baja de la comarca como en las montañas, ya que si hubiese llovido con profusión en las altas sierras del Cadí y del Moixeró, el canal industrial de Berga hubiese transportado el agua chocolateada hasta más abajo del pantano de La Baells, donde se ubica su salida.
Las circunstancias aun se pusieron mas favorables para pescar, cuando una vez terminada la lluvia, salió el sol; un sol que se alterno, a lo largo de la mañana con el paso de nubes y breves y esporádicos episodios de llovizna.
Durante las horas de la mañana, y hasta cerca del mediodía, estuve faenando en un escenario de corrientes moderadas. Al poco de comenzar, ya me quedó claro por donde iban a ir los derroteros de la jornada. Pescando con un par de ninfas, no obtuve ni una picada  "de cara", pero tan pronto como las mismas ganaban la deriva baja de la corriente, se sucedieron las picadas de una, dos y hasta tres truchas, a la imitación de cola de aparejo, que no supe resolver al no darme tiempo ni a clavarlas. A la cuarta picada ¡por fin! se rompió el gafe, o estuve menos torpe y más atento, y se evitó el bolo a costa de una preciosa trucha fario, de unos 25 cms., con toda la pinta de ser un ejemplar procedente de repoblaciones en el coto intensivo que hay río arriba, cosa muy habitual en estas zonas libres sin muerte berguedanas.
Visto lo visto, tocaba adaptarse al gusto de las "señoritas", así que rehice el terminal, y lo adapté para pescar derivas corriente abajo, con un tándem compuesto de una ahogada leonesa de color naranja (butano), bailando a ras de superficie, y un pequeño perdigón de color rojo intenso y chillón. Los efectos del cambio surtieron efecto, y así pescando aguas abajo, y de paso aprovechando para practicar el lance snap (siempre es buen momento para sacar linea del carrete, aunque muchos, de tanto pescar al hilo, ya no saben ni de que color es la suya), fui capturando truchas fario, cinco a ninfa y dos con la mosca ahogada, a lo largo de una mañana nublada y casi otoñal, en la que se fueron abriendo claros hasta llegar a un mediodía soleado y veraniego.
Nunca deja de sorprenderme, cuando visito alguna de estas zonas libres sin muerte, la variedad de truchas que llega a haber. Aparte de jaramugos, o ejemplares juveniles, de trucha fario atlántica, también tuve la suerte de pescar algunas de tamaño un tanto mayor, con una librea más plateada y menos pintas, posiblemente descendientes de las autóctonas del río, que pueden haber bajado desde la cabecera, gracias a que el canal industrial les ha traslocado más abajo de esa barrera artificial que supone la presa del pantano de La Baells.
Pasado el mediodía, consideré que tenía ya muy quemada la postura, y que convenía dejarla descansar, así que fui a probar suerte río abajo, a un improvisada poza que ha generado, de medio año a esta parte, un arbol caído y cruzado en medio del cauce. Por el camino, al estar pendiente de algo más que no fueran las truchas, me di cuenta de que unos gruesos nubarrones se acercaban: un gran cumulonimbo como base de una elevada torre blanca, rematada por un capitel en forma de yunque, y una panza de un violeta oscuro: presagio de tormenta en poco rato.
En la improvisada poza del árbol caído, opté por pescar con ninfas más convencionales, dada la relativa profundidad de la misma, pero las picadas llegaron enseguida también aguas abajo, dragando ambas o casi, por parte de truchas que estaban refugiadas bajo el ramaje sumergido del aliso aprendiz de dique. Enseguida, dos farios, de relativo poco porte acabaron en el salabre.
Returmbar de truenos más cerca de lo que pensaba.Comienza a lloviznar. Picada brutal, otra vez bajo la barricada arbórea, y una buena trucha fario, de un poco más de 35 cms. que tras una pelea enconada entra en la red. Comienza a llover con ganas, pero me resisto a irme. Me deslumbran varios relámpagos y un fuerte trueno semeja la rotura de la barrera del sonido por parte de un avión supersónico. Entonces, me doy cuenta de que llevo un auténtico pararrayos, hecho de fibra de carbono, en la mano, en forma de caña de pescar. Arrecia la lluvia. Por fin, soy consciente de que la cosa va en serio, y de que la tormenta me ha alcanzado, así que si no quiero ducharme vestido o terminar mis días electrocutado, no me queda otra que salir del río, e intentar alcanzar el coche, que por suerte no tengo demasiado lejos.
Todo fue meterme en el coche, con la ropa, por suerte, no demasiado mojada, y comenzar a diluviar. Más de media hora larga duró el aguacero, tiempo que tuve que aguantar dentro del vehículo haciendo esfuerzos físicos y mentales por no orinarme encima, dado que había pospuesto la micción antes de pescar la última postura, confiando en no tener problemas de hacerla en la orilla del río.
Tan pronto como remitió el intenso chaparrón, salí a aliviar la vegija. Como sucede a menudo, en estos episodios de tormenta típicamente estivales, todo fue aflojar la lluvia y abrirse rápidamente claros, y en menos de diez minutos volvía a lucir un sol espléndido. A lo largo de las primeras horas de la tarde, irían y vendrían más nubes, unas más densas y grises que otras, pero ya no volvería a llover, cosa que facilitó no tan solo una recta final de jornada con más capturas, sino también acceder al confort de cambiarse de ropa en seco, sin tener que hacer contorsiones dentro del coche.
Cayendo agua como había caído, temía tener que dar la jornada por finiquitada a hora inusualmente temprana, pues imaginaba que el río se habría ensuciado... pero no, esta vez no fué así, prueba de que el alcance de la tormenta fue muy local, y que seguramente el diluvio en la zona donde estaba pescando quizás habría sido poco más que un chaparrón anecdótico unos cuantos kilómetros río arriba.
Para acabar de pasar las últimas horas de la jornada, volví a la postura que había pescado, de modo tan productivo, por la mañana. Una vez allí, en vez de reiterarme en la pesca ligera con el tandem de ahogada y perdigón, probé a pescar "al agua" con un tricóptero, a ver si alguna trucha se animaba a subir a darle un bocado a la mosca veraniega por autonomasia. La verdad es que hasta ese momento apenas había visto eclosión alguna; como mucho, una muy breve de ignitas, que no obtuvo respuesta alguna por parte de los peces, además del vuelo de algún que otro díptero terrestre, que tampoco suscitó ningún entusiasmo gastronómico.
Aguas arriba, aguas abajo, bailando la polka (2), o el baile de San Vito(3), en forma de alocada tarantella (4) en el rizo de la corriente, o intentando rasgar la película superficial del agua, tratando de seguir el rapidísimo Scherzo de Litolff (5) en los blandos laterales, los varios tricópteros que probé no lograron arrancar ninguna picada a las truchas que horas antes se pirraban por la ahogada leonesa y por el diminuto perdigón. Momento, pues, de apearse del burro, y volver a lo seguro, así que ¡media vuelta, ar! y de cara hacia donde la corriente se pierde de vista, para volver a pescar con el mortal combinado de moscas.
Como por arte de encanterio, la respuesta de las truchas a la pesca aguas abajo con ahogada y microninfa no se hizo esperar, y esta última manga de la jornada terminó a las cuatro y media, con la captura de cuatro farios más, dos a ninfa y dos con mosca ahogada. Podría haberme quedado más rato a pescar, pero el dolor de lumbares, y los gruñidos de hambre de mi estómago terminaron por convencerme de salir del río; al fin y al cabo, estaba muy satisfecho del resultado de un día en el que, por cierto, y como suele suceder en algunos
rincones recónditos de las zonas libres sin muerte del Llobregat, no había visto ningún otro pescador.
Las nubes oscuras, preñadas de lluvia quedan lejos en el horizonte. El sol de una calurosa tarde de verano cae a plomo sobre el coche, cuyo interior parece un horno nada más abro la puerta. Me embadurno las manos con Brummel, el "aroma de la victoria", pero me cuesta reconocer su aroma, a medio camino entre el perfume de un ligón casposo y el de un abuelo que  evoca nostalgias en un banco salpicado de cagadas de paloma. Esto es normal en verano, pues con las altas temperaturas todo se desvirtua, y llega un momento que, por lo menos a mi, nada me sabe o huele igual. Me deprime pensar que la siguiente semana será la última de mis vacaciones, pero mi cuerpo y mi mente están ya muy cansados de este largo e interminable estío de sudor e insomnio. Por suerte, el limpio cielo azul que ha quedado tras la tormenta del mediodía me ha evocado el anhelado otoño, estación en que, mientras muchos rastrillarán bosques en pos de setas, otros pescaremos en una época del año muy propicia para la pesca. Cuando llegue, y tarde o temprano lo hará, no faltaré a mi cita de cada otoño en un río Llobregat en su mejor momento para ser pescado, en ese país que tanto quiero, pero que solo está, como tal, en mi imaginación.   
         



(1) Leer el artículo Jornada de Pesca nº 755, de 11 de agosto de 2015, en este blog.
(2) Baile checo con compás ternario (3/4), que frecuentemete es confundido con la polka-schell o el gallop, bailes más rápidos de compás 2/4. 
(3) En este caso, me refiero a la Coreomanía, o manía de bailar, un fenómeno social localizado entre los Siglos XV y XVII, definido como una enfermedad psicogénica colectiva, causada por la ingesta del cornezuelo del centeno.
(4) Baile popular del Sur de Italia, cuyo nombre proviene de tarántula o araña, ya que la coreografía imita los aspavientos que se hacen para ahuyentar a uno de esto bichos.
(5) Segundo movimiento, Scherzo: Presto, del Concierto Sinfónico nº 4 (para piano y orquesta) de Heny Litolff.  




JORNADA DE PESCA Nº 756



Jueves, 13 de agosto de 2015

Temporada 2014 - 2015 - Nº 37
Temporada de Salmónidos 2015 - Nº 22


Zona libre sin muerte del Llobregat - El Berguedà
Río Llobregat.

Pescador: Ferran RUBINSTEIN

Capturas: 9 truchas fario a ninfa y 4 truchas fario con mosca ahogada .

Equipo de pesca a mosca:
Caña: Vision GT four - 9 pies - línea 5
Línea: Adams 6 WF - flotante
Carrete: Adams

Climatología; mañana de nubes y claros con llovizna; episodio de tormenta al mediodía con apertura de claros por la tarde. Temperatura templada hasta el mediodía y calurosa por la tarde.

Caudal: medio-bajo

Condiciones de vadeo: vadeable sin mucha dificultad, siendo recomendable el uso del bastón de vadeo .

Hora de inicio de la jornada: 09,15 h.
Hora de finalización de la jornada: 16,30 h.

La música de hoy:

Viaje de ida:

Sinfonía nº 6
"Una fiesta eslava"
Alexander Glazunov

Concierrto para violoncello y orquesta en "DO" mayor
Eugen d´Albert


Viaje de vuelta:

Concierto para violín y orquesta
Scherzo para orquesta
Hans Pfitzner

Obertura "Dmitriy Donskoy"
Anton Rubinstein


Líneas Tensas!

Ferran RUBINSTEIN.




jueves, 27 de agosto de 2015

JP-755. EL ALUVIÓN DE AGUA TURBIA SE LLEVÓ LA MAGIA DE OLIANA RÍO ABAJO. Martes, 11/08/2015

Bajo un sol realmente abrasador, un aluvión de agua turbia se llevó la magia de Oliana aguas abajo, por lo menos para mi, en este verano.

En esos días en que el río inunda incluso el bosque de la orilla, uno espanta carpas y barbos por doquier en su torpe transitar por la maleza anegada y los caminos sumergidos. En días así, es la candidez de alguna de als truchas de repoblación la que te salva del bolo.




JORNADA DE PESCA Nº 755



Después de un paréntesis de una semana en el Pirineo, subiendo y bajando montañas con mis amigos del centro excursionista del que soy socio, llegó el momento de reunirme, de nuevo, con la familia en la playa, y también de seguir disfrutando de mis días de pesca en vacaciones.
Hay momentos en los que uno entiende que la magia ha terminado. Eso es lo que pasó en mi regreso a Oliana, en donde venía disfrutando, desde incluso antes de comenzar las vacaciones, de jornadas de pesca memorables, gozando del placer de pescar variedad de especies en un río de grandes dimensiones, y sobre todo de trabar batallas, que se me antojaron épicas, con grandes y poderosos ciprínidos. La verdad, es que no me lo esperaba, pero en este caluroso martes de agosto, sobrepasado el ecuador de mis vacaciones estivales (la botella...¿medio vacía, o medio llena?), me encontré con un río Segre crecido, y con el agua del color del chocolate. Mea culpa, mea culpa, pues hubiera debido de consultar con la página web de los caudales del SAIH-Ebro, pero ya sabéis que en vacaciones uno se relaja en sobremanera, y acaba pensando que todo el monte es orégano, y todo el año verano.  
El aluvión de agua turbia inundaba incluso el bosque de ribera. Pintaban bastos, pero como a finales de junio no me había ido mal  con los ciprínidos en el mismo sitio, y en las mismas condiciones, decidí quedarme y probar suerte.
Sin embargo, a las carpas y barbos que llegué a ver, y vi muchos, solo fueron los que huían espantados a mi paso, las veces que tenía chapotear por el bosque de ribera inundado, con el fin de llegar a lo que en circunstancias normales es la orilla, para encontrarme con que allí, las mas de las veces, ya me llegaba el agua por la cintura.      
Todo y así, siempre hay algún sitio propicio para intentar pescar con éxito en estas circunstancias adversas, y uno de ellos es la poza del puente de Tragó, en donde la orilla del río, la del lado de levante, tiene suficiente distancia hasta el bosque. Todo y así, tuve que recurrir, una vez pescadas en corto las cercanías, a echar mano de lances rodados.
Desafortunadamente, ni las carpas, ni los barbos, como tampoco las bagras o las berrmejuelas se dignaron a picar las ninfas que, hasta hacía dos semanas atrás, causaban furor entre todo la parróquia ciprínida de Oliana. Claro está, que hacía dos semanas atrás el caudal era bajo o muy bajo, y el agua bajaba con aceptable transparencia.
Es en estos días, en la que uno no sabe halla totalmente descolocado, a la hora de pescar los peces que son su objetivo principal, cuando las truchas de repoblación, las humildes "galínas irisadas", convertidas en este río en humildes sparrings, le salvan a uno el bolo. Dos de esas truchas, aquí soltadas para ser "carne de sartén", o por lo menos "gladiadoras fluviales", se dignaron a picar esa ninfa atractora "pompom", cuyo empapado plumerito de color salmón parece gustarles tanto.
Por sorpresa, y haciendo bailar las ninfas a ras de agua justo en la orilla, en donde creía haber visto saltar un par de carpas, capturé por sorpresa, una lucioperca pequeña, de unos 25 cms., que le pegó bocado a la contundente pheasant tail naranja -bola del 3, y anzuelo del 11- con la que pretendía tentar a bigotudos y bigotudas.
El calor aplastante, de uno de los días más sofocantes de este verano, ya de por si de temperaturas récord, aun hacía la jornada más aburrida. A primera hora de la tarde, tras salvar el bolo y más que nada por intentar algo distinto, dí un largo rodeo con el coche para ir a pescar a la orilla de poniente.
Sin embargo, allí me encontré con más de lo mismo, o aún peor, pues en ese lado el bosque todavía estaba más inundado. El único sitio relativamente asequible, era una gran tabla, en donde, dada su extensión, se amortiguaba un tanto el ímpetu de la corriente. Sin embargo, estaba ocupada por otro pescador. Esta vez, lejos de marchar, decidí aprovechar la circunstancia positiva de que metido en el bosque inundado por lo menos estaba a la sombra, para esperar, tardase lo que tardase, a que el colega (otro mosquero) que faenaba terminase con la postura.
No debieron de picarle mucho, o no lo debió de ver muy claro el hombre, pues no tardó ni un cuarto de hora en irse. Relativamente fresco a la sombra, a la que salí a la tabla, expuesta plenamente al sol, sentí que me fundía, todo y que el agua me llegaba un poco más arriba de las rodillas. Di cuatro varazos sin ganas con las ninfas, cambié el aparejo, hice volar el tándem de seca y ninfa sacando linea del carrete, pero...¡nada de nada!. El día de pesca parecía sentenciado: fin del partido antes de las tres de la tarde. Mala hora: demasiado tarde para comer, y demasiado pronto para merendar.
Pese al calor, pese al aburrimiento, pese a todo, al mirar la corriente discurrir con ímpetu río abajo me dije Why not?, y empatando un par de ahogadas al bajo de línea me propuse terminar el día, o por lo menos llegar a las cuatro y media de la tarde, machacando esas corrientes, aguas abajo.
Supongo que durante un buen rato debí de quedar algo así como catatónico bajo el sol, con el cigarrillo en la comisura de los labios, apenas lanzando y dejando que las traviesas leonesas bailasen la polka de un lado a otro de la lámina de agua del río. De mi estado de casi siesta me sacó algo que ya ni esperaba...¡una picada!, que se produjo al arrimarse las moscas a mi propia orilla. Poca tensión, corta batalla, y en la mano, que no ya ni en el salabre, una pequeña fario que venía prendida de la mosca de color verdoso (la otra era una morada). Hala, vete y no vuelvas a hacer el tonto. Por lo menos, ya eran casi las cuatro y media: buena hora para merendar, al amor de un buen aire acondicionado, pues en este día de calor sofocante, no se estaba a gusto, ni de dejaba de sudar, ni en las terrazas.
Mientras plegaba la caña, para salir del río y atravesar la selva de un modo más práctico, eché una mirada a las corrientes turbias de ese río crecido, sin rencor pero con realismo, que se llevaban la magia de Oliana. Supongo que tras ese día, han venido otros en que el Segre, entre los dos mastodónticos pantanos, ha bajado en mejores condiciones para pescar, pero para mi había llegado ya el momento de cambiar una magia por otra, y de volver a un pequeño país que considero como el mío, en donde hay un río que no es el "río de la vida" de casi nadie, salvo para mi y unos pocos. Pero esa es otra historia, también de mis días de pesca en vacaciones que, queridos lectores, ya os contaré en otro artículo.            



JORNADA DE PESCA Nº 755


Martes, 11 de agosto de 2015

Temporada 2014 - 2015 - Nº 36
Temporada de Salmónidos 2015 - Nº 21

Coto Intensivo de Oliana S. M. SE08 A/B
(Modalidad del ticket: sin muerte)
Río Segre.

Pescador: Ferran RUBINSTEIN

Capturas: 2 truchas arco-iris a ninfa, 1 trucha fario a mosca ahogada y 1 lucioperca a ninfa.

Equipo de pesca a mosca:
Caña: Scott A2 - 10 pies - línea 6
Línea: Adams 6 WF - flotante
Carrete: Adams

Climatología; soleado y caluroso

Caudal: alto (mas de 50 m3/seg.)

Condiciones de vadeo: altamente arriesgado o imposible, siendo preferible pescar la propia orilla, con la ayuda del bastón de vadeo,  y no adentrarse mucho en el cauce del río.

Hora de inicio de la jornada: 08,45 h.
Hora de finalización de la jornada: 16,30 h.

La música de hoy:

Viaje de ida:

Sinfonía nº 1
William Walton

Obertura de "Rienzi"
Richard Wagner

"Mazeppa"
Franz Liszt


Viaje de vuelta:

Sinfonía nº 1
"Nôtre Dame"
Franz Schmidt

La canción del héroe
Anton Dvorák


Líneas Tensas!



Ferran RUBINSTEIN.