Ella-la-bagra es bueeenaaaaa con Ferraaaaaaaaaaan |
Pese a no mostrar actividad alguna en superficie en todo el día, las truchas, tanto del Ter como del Freser, estuvieron muy por la labor de darle dentellada a la ninfa. |
JORNADA DE PESCA Nº 758
El jueves, 20 de agosto, la cosa ya fué en serio. Las alarmas, anunciando que mis vacaciones habían entrado en su recta final, ya habían sonado a principios de semana. Cada año, a medida que más mayor me hago, la sensación de depresión, al acabar mis vacaciones estivales, es cada vez más grande y duradera. Hasta los albores de mis cincuenta años, este estado de tristeza me asaltaba nada más volver al trabajo. sin embargo, desde que cumplí la cincuentena, esta sensación de frustración y vacio me alcanza ya en los últimos días de mi periodo vacacional, produciéndome un gran desasosiego. Sin embargo, estaba firmemente decidido a que este malestar psíquico no afectase, en la medida de lo posible, a la que iba a ser la última de mis jornadas de pesca dentro del periodo vacacional.
Esta vez, y ya que iba a ser un poco como "la despedida" de mis vacaciones, por lo menos en lo que a ir a pescar dentro de las mismas se refiere, me até la manta a la cabeza, y emprendí un largo viaje desde Cubelles para ir a Ripoll, la ciudad de los dos ríos, cuna de los Condados Catalanes, y destino frecuente de mis jornadas de pesca, a lo largo de los años, que tan relativamente cerca tengo desde mi domicilo habitual, pero que queda ya a una distancia tan considerable como unos 180 kms. si es que hay que ir desde el límite sur tanto de la comarca del Garraf, como de la provincia de Barcelona.
Todo y lo largo del viaje, a las siete y media de la mañana estaba tomando un café en la entrada de Sant Quirze de Besora, y viendo como el Ter bajaba ligeramente crecido y con el agua chocolateada. ¡Vaya, empezamos bien!. Por lo visto, los tormentas habían sido abundantes y diarias, tanto en El Ripollès, como en el norte de Osona, a lo largo de esa semana.
Inasequible al desaliento, diez minutos antes de las ocho llegaba a Ripoll, y antes de ir a desayunar a la pastelería (costumbre muy arraigada en mis visitas a esta ciudad) ya tenía hecha la elección más importante del día: me quedaría a pescar, ya que los dos ríos que pasan por Ripoll, tanto el Ter como el Freser, bajaban crecidos y turbios, pero con una tonalidad enrte verdosa y marrón claro: o sea, que adaptándose uno a las circunstancias hasta podía incluso tocar escama.
Mis días de pesca a Ripoll, de unos años a esta parte, vienen siendo casi siempre intentos inconscientes de revivir los tiempos gloriosos del extinto coto sin muerte de Font Viva. En este sentido, esta jornada que nos ocupa no iba a ser menos. Por la mañana, y hasta el mediodía, me bastaron apenas los cien metros escasos que hay de río Freser, entre el puente del paso a nivel y el puente peatonal de la antigua muralla para llevar una acción de pesca, que ya os adelanto fue muy productiva. A partir del mediodía, y hasta mas o menos las dos y cuarto de la tarde, me salí un tanto del guión para probar algunas posturas de lo que antaño fuera el coto tradicional de Ordina, en la salida de la villa en dirección a Campdevànol y Ribes de Freser, en un interludio de tan pocas emociones como que terminó sin ninguna captura adicional. Finalmente, y en un final de jornada repleto de emociones, la zona libre del Ter me brindó las mejores capturas en tamaño y calidad del día.
Todo y que el día fue soleado e incluso caluroso, las primeras horas de la mañana fueron si no frías, mas bien frescas, en contraste a las madrugadas de bochorno y mosquitos de las comarcas de la costa, en donde, a lo largo de todo el verano, ha sido muy difícil conciliar el sueño. Por suerte, y hasta pasadas las diez de la mañana, con el sol ya alto en el firmamento, pude echar mano de bajar las mangas de mi polivalente camisa de camuflaje. Por la tarde, tras mucha horas de patear por el río, y como ha sido habitual en este largo y extremadamente cálido verano, terminé bañado en mi propio sudor, y eso que el vader es transpirable.
Para intentar pescar con el agua del color del te, opté por iniciar la acción de pesca con un par de ninfas que fueran bastante "de aguas turbias", o sea bien oscuras, y así puse de punta de aparejo un perdigón sobredimensionado de color negro con reflejos verdosos y bola de color naranja, y atado en un codal, medio metro mas arriba, un perdigón más convencional de color rojo chillón.
El éxito fue inmediato. Al primer lance, la primera trucha: una de las habituales farios "mil leches" (1) habituales en el coto de Ripoll-Campdevànol, que suelen oscilar entre los 25 y los 30 centímetros. A partir de aquí, se desencadenó el frenesí, y en un exiguo tramo que no llega ni a cien metros, haciendo trabajar las ninfas a diferentes profundidades acabé capturando, en menos de tres horas, once truchas más -alguna incluso de algo más de 35 cms.- e incluso un simpático barbito colirrojo, de más o menos un palmo.
Concienzudamente repasado el tramo, y viendo que ni habían eclosiones, ni los peces estaban por la labor de comer en superficie, me fui con las ninfas a otra parte, concretamente más arriba del aparcamiento de Ordina, para ver si en esa parte, aguas suburbanas del Freser más arriba, las truchas tenían tantas ganas de darle bocado a las ninfas como en el tramo de en medio de la ciudad.
Cosa curiosa, me pareció que cuando más subía hacia la salida del canal de la hidoeléctrica, mas turbia bajaba el agua. El caso es que prospectando diversas posturas no obtuve ni una picada, y encima comencé a perder material por culpa de enganches en rocas y troncos sumergidos. Aburrido, cabreado y acalorado, decidí no seguir subiendo más río arriba, y tomármelo con calma antes de ir a buscar más emociones, esta vez en el otro río, el Ter, y para ello nada mejor que una pequeña pausa, a medio camino, para combatir el calor con una refrescante "clara", cómodamente instalado en una terraza, y llamando bien la atención de los transeuntes con mi atavío de mosquero, caña de látigo en la mano, mi camisa de camuflaje para acciones bélicas en bosque y mi gorra verde de visera con el emblema metálico de la extinta Unión Soviética.
Más relajado el cuerpo, refrescado el gaznate y despejadas las ideas, evité la tentación de bajar de nuevo al río, por el callejón del Arquet, para insistir en el mismo tramo exitoso de pocas horas antes, y cambié de río dando un paseo bajo un sol de justicia.
Mi objetivo era pescar la entrada de la corriente en una gran balsa, dentro de la zona libre sin muerte. La faena fue mía, y muy ardua, para poder llegar a la orilla, pues la maleza ha crecido con tanta desmesura, que se ha hecho una auténtica e inextricable jungla de ortigas, zarzales, juncos, rosales silvestres y toda clase de arbustos, los más de ellos espinosos, urticariantes y llenos de bichos, tanto voladores como rastreros, e incluso de los que andan a ocho patas.
Tal fue el acaloramiento y la sudada de camisa para llegar a la orilla, no sin varios rasguños de zarzal y ampollas por contacto con ortigas, que lo primero que hice al plantar los pie en el río fue beber uno de mis sempiternos tes con limón, de mi bolso-nevera, en menos de tres tragos.
Hay quien opina que con el río turbio y ligeramente crecido es cuando se mueve la trucha grande. Hasta ese momento, este axioma no se había cumplido, pues las doce truchas pescadas hasta el momento eran de tamaño bastante contenido, y el barbito poco más que "palmero". Sin embargo, a las primeras de cambio (dos o tres pasadasm, como mucho), recibí una picada brutal, y me las vi luchando con un pez muy batallador, que a la que se dejó ver resultó ser una gran trucha fario de esas que incluso sacaría la cola del salabre. Pura tensión, muchos nervios, y... algun mal giro de muñeca durante la batalla hizo que le desclavase la ninfa de la boca. Frustración, si, pero también esperanza: el partido estaba aletargado hacía ya muchas horas, y este picada me recordaba que aún no había terminado.
Seguí confiando en la pheasant tail grande y pesada, de color naranja mate (abdomen de yarn naranja oscuro, torax de dubbing de ardilla ocre y cercos, costera y saco alar de una sola pieza de pluma de faisán), que había provocado la picada del monstruo con pintas, en busca de otra que no tardó en llegar: pero en esta ocasión de una bagra de cerca de 30 cms. que se rindió tras una no poco obstinada pelea.
Precisamente, en ese mismo lugar en que estaba pescando, hace muchos años las bagras eran muy abundantes, al igual que en todo el brazo del Ter de lo que era el antiguo coto sin muerte de Font Viva. Pero eso era en otra época, que comienza a quedar muy lejana; un tiempo en donde para llegar a la orilla por donde había entrado al río no tenías que dejarte la ropa y el vader hechos unos zorros, pues incluso se llegaba a la misma por un marcado caminito, hoy en día engullido por la maleza.
Había comenzado a pescar en aguas casi paradas (con menos caudal estarían totalmente paradas), pero poco a poco, siempre arriesgando a enganchar la ninfa, ya que la llevaba a ras de piedras del lecho del río, fuí adentrándme en la corriente, y en el agua movida fue cuando capturé, en poco tiempo, las mejores truchas del día, tres ejemplares de fario tan hibridadas como lo podían ser las pescadas por la mañana, pero de un tamaño mucho más respetable, rondando un poco arriba y un poco abajo los 35 cms.
Lo curioso es que, de las tres picadas dos fueron clónicas: la misma sensación de haber enrocado la ninfa, y al tirar con fuerza, notar las primeras sacudidas. Esto es señal de que los peces estaban bien placados en el lecho del río, y que tomaron la imitación cuando esta literalmente les paso por delante de la boca.
Y a las cuatro y media de la tarde, bien repasada la corriente, y tras perder la ninfa al clavarse en una maraña de ramas sumergidas, terminó la historia de esta última jornada de pesca en vacaciones, que había acabado exitosamente, todo y las pesimistas previsiones iniciales. Solo quedaba plegar la caña y atravesar la jungla, antes de volver al coche a cambiarse de ropa, y de allí a disfrutar de una bien merecida merienda de pastelería, un dulce colofón para la última de las jornadas de pesca en vacaciones, que este año creo que, por lo que a mi respecta, han estado muy bien aprovechadas.
(1) En los dos ríos que pasan por Ripoll, han convivido muchas variedades de trucha fario, predominando las de genética atlántica, con las que se repoblaba esporádicamente, que coexistían con las nativas del río e incluso con las de las reservas genéticas de las cabeceras de las cuencas del Ter y del Freser, que se descuelgan ocasionalmente río abajo por efecto de alguna riada. Durante años, sobre todo a principios de la década pasada, se llegó a repoblar con trucha arco-iris, todo y que ahora no se captura ningún ejemplar desde hace tiempo. Asimismo, tanto en el Ter como en el Freser, pero sobre todo en el primero de los ríos, ha habido siempre una buena cantidad de bagras, aunque de unos años a esta parte están en regresión.
Además, en ambas masas de agua se pueden obtener capturas esporádicas tanto de barbo colirrojo (o barbo de montaña), como de barbo común, e incluso de alguna carpa, especialmente en balsas con aguas paradas o con escasa corriente.
JORNADA DE PESCA Nº 758
Jueves, 20 de agosto de 2015
Temporada 2014 - 2015 - Nº 39
Temporada de Salmónidos 2015 - Nº 24
Coto de Ripoll-Campdavànol S. M. TE09B
Ríos Ter y Freser
(pesca solo en el Freser en esta jornada)
Zona Libre S. M. de Ripoll - ZLLSM-TE09
Río Ter
Pescador: Ferran RUBINSTEIN
Capturas:
En el Coto de Ripoll-Campdavànol S. M. TE09B:
12 truchas fario a ninfa y 1 barbo (*) a ninfa
En la .Zona Libre S. M. de Ripoll - ZLLSM-TE09:
3 truchas fario a ninfa y 1 bagra a ninfa
Equipo de pesca a mosca:
Caña: Vision GT four - 9 pies - línea 5
Línea: Adams 6 WF - flotante
Carrete: Adams
Climatología; soleado y caluroso
Caudal: medio-alto.
Condiciones de vadeo: ríos vadeables con precaución, debido al aumento de caudal por las lluvias y al enturbiamiento del agua, siendo recomendable el uso del bastón de vadeo .
Hora de inicio de la jornada (en el coto): 09,15 h.
Hora de inicio de la jornada (en la zona libre sin muerte): 14,30 h.
Hora de finalización de la jornada (en la zona libre sin muerte): 16,30 h.
La música de hoy:
Viaje de ida:
Sinfonía nº 3
Leevi Madetoja
Concierto para piano y orquesta en "DO" menor
Obertura-Concierto en "FA" mayor
Joachim Raff
Concierto para piano y orquesta nº 2
Alexander Glazunov
Viaje de vuelta:
Sinfonía nº 4
Johannes Brahms
Concierto para piano y orquesta nº 2 "al estilo húngaro"
Joseph Joachim
Líneas Tensas!
Ferran RUBINSTEIN.