"Si, al igual que yo, sois de los que creeis que tenéis poco que enseñar, mucho que aprender y aún más que compartir, éste es vuestro blog".

sábado, 18 de mayo de 2013

JP-653. COTO DE ANGLÈS - EL PASTERAL INTENSIVO S. M. Sábado, 18/05/2013

Ni mi exilio voluntario en los cotos intensivos más abajo de los grandes pantanos me ha servido esta vez para evitar tener que enfrentarme a un río completamente chocolateado. Era eso, o quedarse sin pescar, y he terminado aceptando, a regañadientes, el desafío. 

Poco motivador y bastante incómodo, pero... ¿pescar en ríos turbios? Si, se puede.  


JORNADA DE PESCA Nº 653.


EXILIO.

Este sábado se ha cumplido, aproximadamente, el primer tercio de la presente temporada de salmónidos, y si hubiera un nombre, que no un adjetivo, que pudiera definir como ha ido este no sería otro que exilio. Como Escipión en Literno, como Aníbal en Bitinia; bueno, evidentemente menos doloroso y dramático que el de los grandes generales de la antigüedad, pero exilio al fin y al cabo. Exilio para adaptarse a las circunstancias, en este caso meteorológicas, y exilio a tiempo parcial, ya que siempre que he podido he vuelto de el para retornar al mismo con el rabo entre las piernas. Exilio en los cotos intensivos más abajo de los grandes embalses, al igual que tuve que hacer en el último tercio de la temporada anterior, aunque en aquella ocasión fue la escasez de agua, que no el exceso de la misma, lo que me obligó a refugiarme en los cuarteles de invierno antes de tiempo.
A estas alturas, y cumplidas diez jornadas de pesca, tan solo en cuatro he pescado en cotos de temporada (dos en Guardiola de Berguedà - La Pobla de Lillet y dos en Ripoll-Campdevànol) y siempre con resultados muy mediocres, predando sobre todo sobre la poca trucha pequeña que se ha dignado a picar. El resto de jornadas las he pasado siempre en Pedret, que mientras no han abierto compuertas del pantano de La Baells me ha permitido, por lo menos, tensar líneas con las arco-iris repobladas y divertirme un rato con las traviesas farios pequeñas recién llegadas desde la piscifctoría. Finalmente, la jornada de este sábado ha sido una edición muy descafeinada de "Magic Anglès", en la por las circunstancias que contaré a continuación ha sido más difícil, por lo menos para mi, tocar escama que barrer una escalera hacia arriba. Con ello se llega a un balance parcial de seis jornadas de intensivo por cuatro de cotos de tradicionales en plena temporada oficial. Seguramente, esto se debe no ya tan solo al estado de nuestros ríos en esta primavera extraordinariamente lluviosa, sino también, para que lo voy a negar, a mi cobardía y conservadurismo endémicos que me hacen ir siempre en busca de un río limpio y perfecto, primar por encima de todo el confort personal y asegurar la presencia de peces importando poco su procedencia.
Sin embargo, los argumentos y las excusas se me están a punto de acabar.  A diferencia de la lluviosa primavera de 2008, cuando debido a lo mucho que tardó en llenarse el pantano de La Baells debido a la larga sequía que arrastrábamos, tuve un refugio seguro en Pedret para pescar cómodamente mientras duró el episodio de borrascas encadenadas, en esta ocasión no voy a tener tabla de salvación a la que agarrarme: La Baells ya suelta agua en cantidad desde hace dos semanas, y este sábado en Anglès, en donde tuve que enfrentarme a un río completamente chocolateado para poder pescar, me enteré a través del agente de Catalana Forestal, que inspeccionó mi ticket y mi documentación, de que la apertura de compuertas del pantano de Susqueda es inminente, y que debido a la continua entrada de agua desde el Pirineo, la misma puede ser de las que enviarán más de alguna trucha despistada a tomar un baño de agua salada en la playa de Pals o ha hacer submarinismo a las Illes Medes.
Lejos de verse un final a este largo período de lluvias diarias y ríos desbordados, la próxima jornada de pesca puede obligarme a echar mano de la imaginación o a tomar el toro por los mismísimos cuernos: de seguir las cosas así me veo en el pantano tentando basses o ciprínidos diversos, siempre y cuando encuentre algún lugar despejado por donde acceder a la orilla, pues a fecha de hoy tanto en La Baells como en Sant Ponç el agua anega incluso el bosque de ribera.      

SI, SE PUEDE.

Tengo todavía mucho que contar en esta segunda parte del artículo, y hace un rato, cuando me disponía a ello me ha entrado un sueño tremendo y me he ido a hacer la siesta (estoy al teclado de mi ordenador en el lunes de Segunda Pascua, día festivo en Barcelona donde resido). Al despertar de la misma y volver a conectarme me he encontrado un comentario de un amable lector anónimo aportando nueva información sobre el tema de caudales del río Ter. Según la de que él dispone, los pantanos de Sau y Susqueda están todavía al 88% y 85% de su capacidad respectivamente, y la temporada de regadíos en la provincia de Girona no ha comenzado todavía debido a lo bien regados que están los campos con las lluvias que a diario caen; es más, con lo empapada que está la tierra a fecha de hoy es de prever que la campaña de regadíos de este año exija un desembalse diario muy inferior al de los últimos años. Aprovecho la ocasión para darle de nuevo las gracias a nuestro amigo e informador.
El viaje a Anglès fue, como la inmensa mayoría de los que he hecho los sábados de madrugada de esta primavera, una auténtica maravilla de la naturaleza y un regalo para los sentidos: ¡que gran espectáculo! lluvia fina, lluvia torrencial, sol intentando partir las nubes, arco-iris esporádicos e inesperados. Toda esta extraordinaria demostración del terrible poder y también de la beldad de la naturaleza, la he podido gozar en esta ocasión con el telón de fondo de la heroica y grandiosa música de Alexander Von Zemlinsky.
Por lo visto, durante la noche anterior había caído sobre Anglès y sus alrededores una tormenta de carácter casi apocalíptico. De hecho, no se hablaba de otra cosa en el bar en donde estuve desayunando; de esa tormenta y de un terrible trueno que a primeras horas de la madrugada despertó a no pocos vecinos de la población. Seguramente fue esta tempestad la que provocó que me encontrase con el río sucio y enlodado cuando, satisfechos mi apetito y mi necesidad de cafeína por partes iguales, fui a echarle un vistazo desde el puente de Sant Julià de Llor y me encontré allí con el agente de Catalana Forestal, con quien tuve la ocasión de charlar un rato.
Amenazaba lluvia de nuevo, pero tuve la suerte de cambiarme de ropa en seco en un aparcamiento público de la localidad. Comenzó a caer un buen chaparrón justo cuando cerraba el coche y emprendía mi camino a pie hacia la zona de los polígonos industriales enfundado en mi impermeable. Andando bajo la lluvia me preguntaba ¿que hago yo aquí, aguantando un sábado más el chaparrón y encaminándome hacia un río color caca de oca?. Pues nada... pescar o intentarlo, pues todo y lo sucio que bajaba el río no estaba para nada desbordado ni fluía fuera de control; como mucho, un apenas metro cúbico o dos más, a añadir a los menos de cinco que ya bajaban, fruto todo ello de la aportación de los torrentes y escorrantías y que eran los responsables de teñir de marrón claro el agua que bajaba limpia desde el pantano del Pasteral.
No había llegado aún a la confluencia de la Riera de Osor cuando cesó el chaparrón, y todo fue llegar a pie de río, ya en la zona de los polígonos, que no tan solo terminó la llovizna, sino que comenzaron a abrirse claros por los que apareció el potente sol de mayo, y mi primera tarea, antes incluso que la sempiterna de orinar fue quitarme el chubasquero y guardarlo plegado en el bolsillo trasero de mi chaleco. A partir de ese momento, la nubosidad fue disminuyendo a lo largo de la mañana, y a mediodía lucía el sol todo y que a partir de ese momento hubo hasta el final de la jornada varios episodios de rachas de viento que mantuvieron las temperaturas mas en la linea de marzo que de mayo e hicieron bastante incómoda la acción de lanzado.
Creo que este sábado, junto con el mío se vendieron los quince pases restantes del coto, pues fueron muchos los pescadores que me encontré faenando, por lo menos desde la zona de los polígonos y hasta casi el final de coto por su parte superior, allí donde confluye el Brugent. Esto, junto con el descarte habitual  de las grandes extensiones de parados de agua, hizo que tuviera que renunciar a muchas de las posturas que quería pescar, tanto al ir como al volver, y me tuve que conformar con ir pescando un poco lo que podía. Sin embargo, la ventaja de ver y observar a los otros pescadores, todo y sin acercarme y siempre procurando no molestar, fue la de constatar que truchas las había y que picar, todo y lo sucio del río, bien que picaban aunque no con la frecuencia ni con las ganas de días mas propicios.
Poco os puedo explicar de acción de pesca, pues de tan solo ver el río se me quitaron muchas de las siempre enormes ganas que tengo de pescar. Durante muchas horas pesqué muy desmotivado, y cada vez más ante la ausencia de picadas. Pasé del tándem de seca y ninfa a pescar con un combo de mosca ahogada y ninfa, y revisé varias veces la ninfa que llevaba para mirar que profundizase bien, todo y que no había mucho en donde profundizar pues el río, como os dije antes, apenas si llevaba un metro cúbico más por segundo de lo habitual. Vi muy pocas y esporádicas cebas, y de nuevo hubo un auténtico desperdicio de eclosiones tanto de bétidos como de los primeros tricopteros que veo esta temporada.
No obstante, mi insistencia y mi perseverancia, que no mi pericia y habilidad pescando y adaptándome a escenarios cambiantes, iban a terminar siendo premiadas casi al filo de la una de la tarde cuando viendo un par de cebas casi seguidas junto a una roca pegada a mi orilla me puse ha hacer bailar una y otra vez la ahogada del aparejo por toda el área cercana al obstáculo hasta obtener la picada brutal de una buena fario que ¡por fin! le dio, tras varias semanas de levantar "sardinillas" en vilo con la puntera de la caña, tensión a mi línea y trabajo a mi carrete. Puesta en la sacadera tras una muy digna batalla, la marrón de librea de origen atlántico dio unos cerca de cuarenta y cinco centímetros de medida. Su perdición: una mosca ahogada de color naranja, en formato para boya: lo simple y clásico siempre funciona.
Cedí mi postura a un pescador muy amable que me preguntó si había terminado con la misma. En la breve tertulia que mantuvimos me contó que había ensalabrado al menos una docena de truchas a ninfa. Comparamos las ninfas de ambos, y la verdad es que no llevaba nada que fuera distinto en un modo radical a la ninfa de mi aparejo: ambas eran, en el fondo dos perdigones pequeños de color oscuro con cabeza plateada, todo y que en su aparejo montaba otro perdigón más, también muy similar al otro, en vez de una seca o una ahogada. La verdad es que no me calenté mucho la cabeza... seguramente, ese señor aparte de saber pescar supo adaptarse a las circunstancias, mientras que yo, al menos en esta ocasión, anduve todo el día pescando desmotivado y tan mal como supe hacerlo.
Todas las mejores posturas de la zona de la chopera estaban ya ocupadas, y al final terminé pescando cerca de la zona de la desembocadura del Brugent. Curiiosamente, en esa parte alta del coto, el agua clareaba y por fin pude pescar un rato con cierta transparencia. Pero estaba visto que este sábado no era mi día, y precisamente en el lugar en donde el agua bajaba en las mejores condiciones fue donde, en una mala entrada  en el río, digna de un elefante cartaginés, ahuyente un buen montón de truchas de gran tamaño que estaban tomando el sol en un bajío. Sirva como pobre excusa que el cansancio de una larga caminata y esas tres de la tarde que suele ser la hora en que mis lumbares comienzan a martirizarme en los días de pesca, pudieron ser las causantes de tamaña falta de concentración.
Inasequible al desaliento, seguí vareando, esta vez un tanto más motivado por la claridad del agua, y  tanta fe tuvo la recompensa de una picada brutal a la ninfa de esas de manual, en un pequeño y alargado blando de corriente  lateral justo en un estrechamiento del cauce que hace correr la misma a más velocidad. En esta ocasión, otra buena fario, también de tipo atlántico, que pese a medir diez centímetros menos que la anterior me puso en jaque al ganar con rapidez tanto el tiro de la corriente como la proximidad de un tronco cruzado en medio de la misma. Aquí tuve el golpe de suerte que no había tenido en toda la jornada, y pude terminar la pelea con la trucha en el salabre.
El día no había dado mucho de si. Por una parte, había demostrado una vez más que pescar en ríos turbios es posbile, que si, se puede, pero que no suele ser estimulante ni divertido. Quizás para un pescador estático de cebo, que esté pendiente de si se hunde el corcho lo sea, pero no para un dinámico pescador a mosca estos días de aguas opacas son francamente aburridos. Aburridos por arriba y aburridos por abajo, pues el gran responsable de la ausencia de cebas y de picadas no suele ser otro que la dura digestión de las truchas, que se han dado un auténtico atracón de terrestres que han bajado arrastrados por la lluvia.
Durante el camino de vuelta, pesqué de un modo mecánico y sin convicción alguna postura que otra que no estuviera ocupada, pero la poca magia del día estaba ya definitvamente agotada. Para evitar volver por la misma carretea, fui a dar un rodeo por la misma orilla del río en la parte baja del coto. Fue de largo la peor de las decisiones del día, pues aparte que a partir del colector de agua residual de la zona de planteles de palmitos el río aún bajaba más sucio si cabe, me encontré con que las lluvias de estos últimos meses han hecho crecer tanto la vegetación en ese tramo de coto, que de por si ya es poco frecuentado, que el pequeño sendero ha quedado engullido por una auténtica selva de sotobosque de zarzas y ortigas. Sólo de milagro conseguí salir de esa floresta salvaje y vadear la Riera de Osor con el vadeador indemne de pinchazos. Mucho cuidado los que se internen por esa zona: más abajo de la riera antes mencionada, pues es tal la maraña de troncos arrastrados por la corriente, árboles caídos y selva en expansión que resulta una auténtica proeza el acceder a la misma orilla del río. Queden los lectores advertidos.
Mientras reponía fuerzas en una de las pastelerías que frecuento, y chinchaba un poco al dueño que es madridista y merengue convencido, se me pasó por la cabeza la idea de etiquetar el artículo del blog correspondiente a esta semana como "jornadas de pesca para olvidar". Sin embargo, esas dos maravillosas truchas que me recordaron lo que es el placer de ver como la caña se dobla y el carrete trabaja, debidamente regulado, a todo rendimiento, me hicieron desistir de esa idea.          


JORNADA DE PESCA Nº 653.

Temporada 2012-2013 - Nº 26
Temporada de Salmónidos 2013 - Nº 10

Coto Intensivo de Anglès - El Pasteral S. M.
Río Ter

Pescador:
Ferran RUBINSTEIN

Capturas:
1 trucha fario con mosca ahogada y 1 trucha fario con ninfa.

Climatología: mañana: lluvia e inmediata apertura de claros, templado; mediodía y tarde: nubes y claros con ráfagas de viento ocasionales, templado.

Hora de inicio de la jornada: 10,15 h.
Hora de finalización de la jornada: 17,00 h.

La música de hoy:

Viaje de ida:

Sinfonía nº 2
"Salmo nº 23"
Alexander Von Zemlinsky

Viaje de vuelta:

Concierto para piano y orquesta nº 3
Concierto para piano y orquesta nº 4
Carl Reinecke

Concierto para violoncello y orquesta nº 1
"Encuentro" (Fantasía para violoncello y piano)
Joachim Raff

Líneas Tensas!


Ferran RUBINSTEIN.

4 comentarios:

  1. Buenas Ferrran

    Soy en Harry de conmosca una cosita mañana si puedo queria escaparme a la zona libre en Anglès pero viendo esta foto con el agua turbia??? que estan soltando agua?? no pinta muy bien no???

    Gracias y sigue así con tus cronicas que con un poco de suerte este año subire a Bonabé con tus partes y fotos no me queda otra.

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  2. Hola Harry, lamento responderte con retraso, pero ayer domingo estuve fuera todo el día con la familia, y no ha sido hasta hoy lunes que me he vuelto a conectar para retomar la tarea de seguir redactando el artículo.
    El río bajaba turibio por la gran tormenta que hubo la madrugada del sábado, pero lo que es soltar agua aún no lo han hecho, pero están a punto ya que el pantano de Susqueda está al 98% de su capacidad. No creo que pase de esta semana que se vean forzados a abrir compuertas.
    Respecto a Bonabé, creo que tendremos que esperar hasta finales de Junio o principios de Julio para pescar allí, pues a fecha de hoy está la Noguera Pallaresa en pleno deshielo, y encima no para de llover un día si y otro también.
    Un abrazo, gracias por seguir mi blog, y Líneas Tensas siempre y en todo lugar!


    Ferran.

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  3. Pues me parece que los datos de agua embalsada a dia de hoy, son 88% Susqueda y 85% Sau. En mi opinión no soltaran hasta que deje de llover y los regantes de la parte baja del Ter pidan agua. Otros años, en la primera o segunda semana de Mayo, ya empezaba la temporada de riego.
    Este año, estan ahorrando agua. Y aunque está entrado a buen ritmo, tienen aún bastante margen y esperaran hasta el último momento si fuera necesario.
    En mi opinión, no se dará el caso de desembalse. Soltaran cuando lo reclamen los regantes y será lo justo para regar y prou.

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  4. Amigo Anónimo: muchas gracias por la puntualización. Ojalá sea así, y mejor para los intereses de los pescadores, todo y que se agradecería un ligero aumento de caudal para limpiar el río. La verdad es que he trasmitido en el artículo lo que me dijo el agente de Catalana Forestal, pero si es así haré también las oportunas rectificaciones como anexo al artículo. De nuevo, muchas gracias y Lineas Tensas!

    Ferran.

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