"Si, al igual que yo, sois de los que creeis que tenéis poco que enseñar, mucho que aprender y aún más que compartir, éste es vuestro blog".

sábado, 25 de mayo de 2013

JP-654. COTO DE GUARDIOLA DE BERGUEDÀ - LA POBLA DE LILLET S. M. LL01B. Sábado, 25/05/2013

Así de alegre e impetuoso bajaba el habitualmente humilde Bastareny a su paso por  las afueras de Bagà.

El hecho de que un puente medieval tenga dos ojos hace pensar que , quizás en un pasado lejano, el río  Bastareny que hoy se nos antoja amable y manso, fuera más fiero y amenazante, sobre todo durante el periodo de deshielo 

Tarde de casi verano en un río Llobregat con galas de principio de primavera, pues la de este año es una de las más lluviosas de estos últimos tiempos.  

JORNADA DE PESCA Nº 654.


El mes de mayo termina, en lo que a materia de pesca se refiere y por lo menos para mi, con una jornada de mucha agua y poca historia. Por lo menos no llovió, cosa la cual en esta primavera y en esta temporada es toda una  novedad, y pesca la hubo, aunque poca y de peces de poco porte, como viene siendo habitual en las últimas visitas a esta cabecera de la cuenca del Llobregat.
Tanto el Llobregat como su hermano pequeño el Bastareny bajaban crecidos y alegres. Cosa muy normal, teniendo en cuenta que durante la semana no ha parado de llover e incluso a vuelto a nevar en la alta montaña. Ambos presentaban el color verdoso propio del agua que procede de la nieve, pero en esta ocasión el Llobregat, a diferencia de su afluente,  ofrecía a primeras horas de la mañana un tono ligeramente marrón que posiblemente se debiera a alguna precipitación de madrugada, o de la noche anterior, en la parte superior de su cuenca, limítrofe con la comarca del Ripollès, y posiblemente procedente del Arija, afluente que desemboca en La Pobla de Lillet y que es el principal "ensuciador oficial" del río. Vistas las circunstancias antes del rápido desayuno de café y pasta de pie en la barra del bar, la estrategia del día pasaba por hacer una visita al Bastareny en su tamo suburbano de Bagà, y si la cosa anduviera floja o mediocre, ir sobre el mediodía a probar suerte al otro río.
Como os contaba unos renglones más arriba, una de las pocas novedades del día fue que no llovió, contradiciendo a lo augures de la meteorología. Es más, lució el sol a largo del día, todo y que las ráfagas de viento procedente del norte mantuvieron muy a raya las temperaturas, de tal manera que fue muy útil contar con parte superior de un viejo chándal para llevar bajo el chaleco a primera hora de la mañana, mientras que tanto al mediodía como a primera hora de la tarde no me llegué a arremangar la camisa.
Hasta el mediodía horario (que no solar) estuve intentando pescar, que no pescando en serio, en el tramo suburbano del Bastareny en Bagà. No es nada fácil pescar en un río tan estrecho y arbolado cuando baja un auténtico correntón, y más aún si las pocas posturas buenas ya están ocupadas por otros pescadores, En esta ocasión, y para mi sorpresa, me encontré al menos a cinco pescadores de cebo, armados con cañas largas tentando a las truchas a lombriz, y quejándose de que sólo salían truchas pequeñas. Todo y así, me acomodé en los pocos huecos que pude, y a base de paciencia, insistencia y algo de suerte pude pescar dos truchas y perder otra que picó y se desclavó enseguida.
Tuve que echar mano del tungsteno en bola, y nada menos que en calibre 4, y no por un problema de profundidad, sino para que a la ninfa no se la llevase de corriente sin apenas bajar algo. Pesca muy aburrida esta, a golpe de muñeca y en los espacios ínfimos de un río pequeño súbitamente crecido, en  el que se esfumó toda la magia del "jogo bonito" o pesca lo más ligera posible. Es más, y contradiciendo la opinión cada vez más general, poca magia tiene, en mi humilde opinión, la pesca a mosca en estos escenarios tan minimalistas, pues para mi la esencia misma del fly-fishing no comienza hasta que sacas cola de rata por la punta de la caña y la hacer servir para algo más que estar enrrollada en el carrete. No nos llamemos a engaño: todo lo demás es usar una caña de mosca para pasear un señuelo como bien podría usar una larga caña de cebo para poner en remojo igual una lombriz que un par de ninfas.
A las doce del mediodía, según el reloj (o sea, a las diez de la mañana en hora solar), ya estaba de regreso al coche, que por suerte no tenía muy lejos, y tras plegar la caña y tras un corto viaje de transición apenas un cuarto de hora después estaba de nuevo montando aparejos en el Llobregat, mas o menos a la altura del siempre inquietante y misterioso apeadero abandonado de Santa Cecilia-Gabarrós (1).
Aunque el agua se había aclarado un tanto, pasado el mediodía todavía bajaba bastante turbia, pero pescable al fin y al cabo. Harina de otro costal era el tema de vadear,  pues el caudal majestuoso e imperial exigía serias precauciones aún y llevando bastón de vadeo, por lo que tuve que renunciar a pescar muchos y largos tramos y a centrarme  en todos aquellos en los que estando seguro o a salvo a pie seco en la orilla pudiese prospectar bien blandos de corriente laterales, bien pequeñas pozas ahora menos evidentes al estar bajo casi un metro de altura de agua o corrientes que hubiesen perdido ímpetu al entrar el río en algún ensanchamiento o vado.
La acción de pesca siguió siendo tan monótona y aburrida como durante la sesión previa en el Bastareny, y para minimizar pérdidas de material, que tanto intento evitar dado el enorme déficit de tiempo que tengo para el montaje,  terminé pescando con una sola ninfa, igual de tungstenizada que la que estuve usando por la mañana. Las picadas esporádicas de las truchas, todas realmente farios muy bellas y con las aletas vigorosas, propia de las nativas del río (tanto en un tramo, como en el otro), sirvieron para amenizar un largo paseo bajo un sol casi de verano, pero a la vera de un río en condiciones más propias del principio de la primavera. En esta segunda parte de la jornada, entraron tres en el salabre,  y se me desclavaron dos.  
Lo más positivo de este periplo pesquero de tarde por el Llobregat fue que, a diferencia del Bastareny, no vi absolutamente a nadie: ni un alma. Estuve completamente solo, y encima con el privilegio de estar haciendo una de las cosas que más me gusta: pescar. La soledad, que tanto asusta al hombre moderno (y sobre todo al hombre-rebaño), llega a ser codiciada recompensa no tan solo para mi, sino también para tanta y tanta gente que, al igual que yo, tenemos que aguantar vida social por la fuerza, las más de las veces con la justificación de que para ello te dan un sueldo y mal pagado. Quizás sea por eso que, por mediocre que haya ido un día de pesca, si lo has pasado en buena compañía, o en soledad disfrutando de esa paz que da el hacer a conciencia lo que tanto te gusta, aún no habrás terminado de plegar el váder y guardar la caña, que ya lo estarás echando de menos.


(1)  Este apeadero, de la antigua línea férrea de via estrecha Guardiola de Berguedà - Clot del Moro, y que hoy en día sigue en pie, pero en ruinas, junto a la carretera, me inspiró un pequeño relato corto, el segundo de una serie de tres que se llamaba "Mas fotos de las que nunca veréis en otros blogs de pesca a mosca", y que publiqué en este blog en marzo de 2011. Os lo paso a continuación por si lo queréis leer y para que no tengáis que ir trasteando por el archivo del blog, ahorrándoos así su búsqueda.

El viejo apeadero lleva tantas décadas abandonado, que hasta han crecido árboles en su interior. Cuesta incluso de creer, que la carretera que hoy discurre por delante, fuera antaño una vía de tren, por la que silbaba alegre y traqueteaba vigorosa, remontando la dura pendiente de este paraje de montaña, una locomotora de vapor.
Aún más, y a la vista del estado de ruina y suciedad en que se encuentra a día de hoy , cuesta creer que bulliera en este sitio la animada vida propia de una estación, aunque en las fotos de color sepia, que vi en un museo comarcal, pude comprobar que era punto frecuente de encuentro de la comunidad de vecinos de estos valles, en un tiempo en que tener un automóvil era privilegio reservado sólo a los más ricos.
Una de las fotos, me llamó poderosamente la atención. Hecha por un fotógrafo anónimo, seguramente un vecino de la comarca, la misma tenía ese encanto de gran obra de arte, que muchos hemos admirado en Miralles, Capa, y otros grandes fotógrafos.
En la imagen, una máquina suelta una nube de vapor, mientras reposta agua en el depósito de la estación. Unas campesinas, se afanan a subir al tren, cargadas con unas jaulas de gallinas. Casi envueltos en la nube de vapor, una pareja, un soldado con un uniforme que sólo he visto en películas de guerra en blanco y negro, y una chica joven, se dan un apasionado beso en la boca. Junto a la pared, debajo del reloj, llama la atención un bulto, de vaga apariencia humanoide, pero que bien mirado bien podría ser una estiba de sacos de patatas. Claro que estos sacos, bien que tienen muchos huecos y muchos bultos, y ya es bien curioso que unos cuantos de ellos recuerden una cara deformada en una horrible mueca.
Muchas tardes, especialmente del soleado verano, paso por delante del viejo apeadero, paseando tranquilamente tras una jornada de pesca a mosca en el rio que discurre por detrás del mismo, justo al fondo de un pequeño barranco. Pese a lo sucio y asqueroso que está el apeadero, sigue lleno de botellas y preservativos usados, testimonio de que su sala de espera sigue siendo punto obligado de celebración de los botellones de la juventud de la comarca.
Sin embargo, siempre que vuelvo de pescar, tras el sereno, a la hora del crepúsculo, o caída ya la noche, procuro evitar pasar por delante del viejo apeadero, aunque para ello tenga que dar un rodeo por el sendero del bosque, linterna en mano. No fuera que, al igual que aquella vez que se cerro la niebla, mi mente fuera perturbada durante largo tiempo por una horrible visión como la que tuve aquel anochecer, en que a maldita hora se me ocurrió girar la cabeza para mirar esas ruinas.
De la niebla, emanaba una luz plateada, y en lo que antaño fuera el andén, una muchacha jóven lloraba sin consuelo, mirando hacia las vias, quizás esperando el tren que le traería a un soldado que partió a una guerra muy lejana. Detrás suyo, la pila de bultos de patatas, devino en un bulto definitivamente marrón y humanoide, con unos ojos rojos de ira de amante despechado, y una boca desmesurada, con unos colmillos que nada tenían de humano. Lo que pretendidamente podía ser su mano, sujetaba un cuchillo de larga hoja serpentiforme, un arma de pesadilla, pronta a segar vidas y arrebatar almas, para llevarlas a un eterno viaje sin retorno, como el del último tren que pasó por esa estación.    

                


JORNADA DE PESCA Nº 654

Sábado, 25 de mayo de 2013

Coto de Guardiola de Berguedà - La Pobla de Lillet S. M. . LL01B
Ríos Llobregat, Bastareny y Riera de Saldes
(pesca en el Llobregat y en el Bastareny en esta jornada)

Temporada 2012 - 2013 - Nº  27
Temporada de salmónidos 2013 - Nº 11

Pescador: Ferran RUBINSTEIN

Capturas : 5 truchas fario a ninfa (3 en el Llobregat y 2 en el Bastareny)

Climatología: soleado y fresco.

Hora de inicio de la jornada en el Bastareny: 09,00 h.
Hora de  finalización de la jornada en el Bastareny: 12,00 h.

Hora de inicio de la jornada en el Llobregat: 12,30 h.
Hora de finalización de la jornada en el Llobregat: 16,15 h.

La música de hoy:

Viaje de ida:

Sinfonía nº 1
Sergei Rachmaninov

Fantasía sinfónica sobre temas de la ópera "La Mujer sin Sombra"
Richard Strauss

Viaje de vuelta:

Concierto para piano y orquesta nº 4
Anton Rubinstein

"Danzas de Galánta"
"Danzas de Marosszék"
Zoltan Kodály

Rapsodia para violín y orquesta nº 2
Bela Bartók

Obertura Solemne
Alexander Glazunov

Líneas Tensas!


Ferran RUBINSTEIN.

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