"Si, al igual que yo, sois de los que creeis que tenéis poco que enseñar, mucho que aprender y aún más que compartir, éste es vuestro blog".

miércoles, 2 de marzo de 2011

GALERÍA DE FOTOS. MÁS FOTOS DE LAS QUE NUNCA VERÉIS EN OTROS BLOGS DE PESCA A MOSCA.





Foto 1 (superior):
Primera hora de la tarde, y tras una mañana de sol radiante y calor africano, se está empezando a cubrir el cielo, y ya se oye retumbar el trueno en la lejanía. Poco después de tomar esta instantánea, el horizonte se coloreó de un morado intenso por el que cruzaban esporádicamente vistosos relámpagos.
¡Menuda se avecina! Fiel a las experiencias y estadísticas de tardes así en el Ripollès, pues como veis estaba pescando en Campdevànol, la voz de la cordura te dice "venga Ferran, recoge ya, que la mañana no ha sido tan mala, que incluso te lo has pasado bien a seca. No seas cenutrio, y no te la juegues atrayendo un rayo con ese pararrayos de caña que llevas en la mano. Que si recoges ahora, incluso puedes hacerlo en seco, y no terminar duchándote vestido como hace un par de semanas atras...".
Sin embargo, como toda respuesta a mi voz interior sólo pude decir "Baaaaaaaahhhhhhhh". Y continué pèscando, como si tal cosa. "Total, si llueve mucho me pondré bajo el puente, y si baja una riada, procuraré pescar cerca de la orilla para salir echando leches".
Contra todo pronóstico, este preámbulo de tormenta terminó en algo parecido al "parto de los montes" y, al final, apenas si cayeron cuatro gotas, acompañadas, eso si, de un retumbar de truenos que parecía el preludio del Apocalipsis, y en un par de horas, volvió a lucir el sol en una bonancible, y también calurosa, tarde de verano. Por no haber, este simulacro de tormenta no había ni refrecado el ambiente.
Ese fué el momento para irse a la pastelería de Can Nasiet, a merendar la consabida "boina", y otro pastel más, pues a la que salió el sol, dió la impresión de que las truchas se habían esfumado del rio, mientras que, por el contrario y un tan sólo un rato antes, parecían haberse vuelto a locas, subiendo a todo bicho que bajase corriente abajo, mientras duró el interludio tormentoso.
Cosas curiosas de la pesca. Por cierto, yo nunca he sido mucho de tapas...

Foto 2 (la de enmedio):
El viejo apeadero lleva tántas décadas abandonado, que hasta han crecido árboles en su interior. Cuesta incluso de creer, que la carretera que hoy discurre por delante, fuera antaño una via de tren, por la que silbaba alegre y traqueteaba vigorosa, remontando la dura pendiente de este paraje de montaña, una locomotora de vapor.
Aún más, y a la vista del estado de ruina y suciedad en que se encuentra a dia de hoy , cuesta creer que bulliera en este sitio la animada vida propia de una estación, aunque en las fotos de color sepia, que vi en un museo comarcal, pude comprobar que era punto frecuente de encuentro de la comunidad de vecinos de estos valles, en un tiempo en que tener un automóvil era privilegio reservado sólo a los más ricos.
Una de las fotos, me llamó poderosamente la atención. Hecha por un fotógrafo anónimo, seguramente un vecino de la comarca, la misma tenía ese encanto de gran obra de arte, que muchos hemos admirado en Miralles, Capa, y otros grandes fotógrafos.
En la imagen, una máquina suelta una nube de vapor, mientras reposta agua en el depósito de la estación. Unas campesinas, se afanan a subir al tren, cargadas con unas jaulas de gallinas. Casi envueltos en la nube de vapor, una pareja, un soldado con un uniforme que sólo he visto en películas de guerra en blanco y negro, y una chica joven, se dan un apasionado beso en la boca. Junto a la pared, debajo del reloj, llama la atención un bulto, de vaga apariencia humanoide, pero que bien mirado bien podría ser una estiba de sacos de patatas. Claro que estos sacos, bien que tienen muchos huecos y muchos bultos, y ya es bien curioso que unos cuantos de ellos recuerden una cara deformada en una horrible mueca.
Muchas tardes, especialmente del soleado verano, paso por delante del viejo apeadero, paseando tranquilamente tras una jornada de pesca a mosca en el rio que discurre por detrás del mismo, justo al fondo de un pequeño barranco. Pese a lo sucio y asqueroso que está el apeadero, sigue lleno de botellas y preservativos usados, testimonio de que su sala de espera sigue siendo punto obligado de celebración de los botellones de la juventud de la comarca.
Sin embargo, siempre que vuelvo de pescar, tras el sereno, a la hora del crepúsculo, o caída ya la noche, procuro evitar pasar por delante del viejo apeadero, aunque para ello tenga que dar un rodeo por el sendero del bosque, linterna en mano. No fuera que, al igual que aquella vez que se cerro la niebla, mi mente fuera perturbada durante largo tiempo por una horrible visión como la que tuve aquel anochecer, en que a maldita hora se me ocurrió girar la cabeza para mirar esas ruinas.
De la niebla, emanaba una luz plateada, y en lo que antaño fuera el andén, una muchacha jóven lloraba sin consuelo, mirando hacia las vias, quizás esperando el tren que le traería a un soldado que partió a una guerra muy lejana. Detrás suyo, la pila de bultos de patatas, devino en un bulto definitivamente marrón y humanoide, con unos ojos rojos de ira de amante despechado, y una boca desmesurada, con unos colmillos que nada tenían de humano. Lo que pretendidamente podía ser su mano, sujetaba un cuchillo de larga hoja serpentiforme, un arma de pesadilla, pronta a segar vidas y arrebatar almas, para llevarlas a un eterno viaje sin retorno, como el del último tren que pasó por esa estación.

Foto nº 3 (la de abajo):
Otra más, para añadir al catálogo de caras de tonto que se te quedan cuando, nuevamente, y por enésima vez, se te escurre de las manos esa preciosa trucha fario, de tan bella y colorida librea, con la que te ibas a fotografiar, y de la que ibas a vacilar a tus amigos de foros y blogs.
Lo peor de todo, es que una vez desanzuelada, tuve la precaución de volver a poner al bicho de nuevo en la sacadera, y a mantener esta dentro del agua, mientras, haciendo equilibrios, molestaba a un señor que pescaba a cucharilla a poca distancia de mi, con el consabido "Oiga señor, ¿le importaría hacerme una fotografía?", y en esta ocasión a voz en grito.
Tras obligar al pobre hombre a dejar de pescar, y a desplazarse hasta mi posición, y tras otra buena sesión de equilibrios para pasarle la cámara, y procurando que esta no cayera al rio (como ha pasado otras veces, tal y como podreis suponer), me dispongo a sacar del salabre a la trucha, cuando...¡voto a brios!, esta se me escurre y tras caer al agua emprende veloz carrera corriente abajo, todo y mientras el señor de la cucharilla, aún estaba ajustando el zoom de la cámara, mientras preguntaba aquello tan repetido de "te saco entero, o sólo por la mitad". Por suerte, evito troncharse de risa en el sitio. Quizás se reservaba la carcajada para más tarde, o quizás no estaba de humor ese dia, bien sea por no haber hecho el amor la noche anterior, o por la mala clasificación de su equipo de fútbol favorito en la tabla.
Todo y así el hombre no pudo reprimir el apretar el botón, y me pilló en esa típica expresión de pardillo feliz, que sabe que ha perdido la ocasión de hacerse una buena "foto trofeo", pero que como la jornada está yendo bien, quizás tenga una segunda oportunidad dentro de un rato.

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