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sábado, 26 de febrero de 2011

JP-557. COTO DEL PEDRET.





JORNADA DE PESCA Nº 557


Hubo un tiempo, en que la jornada inaugural de la temporada era invariablemente en Pedret. En aquel entonces, y durante muchos años, ese dia era uno de los más esperados de todo el año, casi tanto como la Navidad y los Reyes para los niños. Más aún que la llegada de la tan esperada desveda, era el momento de reencontrarse con el Pedret, tras largos meses de ausencia. En ese dia, el viaje hacia el Berguedà, por más repetido que fuera a lo largo de los tiempos, y por más que se volviera a repetir a lo largo de la temporada, tenía una mística especial, basada más que nada en una condensación de recuerdos y vivencias de tantas aperturas en Pedret, unas veces en dias en que, mintiendo al calendario, parecía haber llegado ya una radiante primavera, y otras bajo oscuros y amenazadores cielos, que afirmaban que aún quedaba mucho duro invierno que soportar.

Ha bastado pues, una semana de bonanza climatológica a finales de este febrero bonancible, de un invierno menos duro que los anteriores, para que me haya invadido ese sentimiento de ausencia, y se me hayan agolpado en la mente recuerdos que siempre surgen cuando la primavera apenas se entrevé en el horizonte, para que me hayan dado unas ganas tremendas, casi compulsivas, de volver a Pedret, todo y que aún quedan dos semanas para la apertura de este año, y todo y que Pedret ya no es, a fecha de hoy, un coto de temporada, sino un coto intensivo de (pocas) truchas de (pobre) repoblación.

De nada a servido apelar a la razón y a la cordura, pues por lo menos en mi, poco pueden contra el sentimiento y el impulso. Pobre argumento han sido, en contra de la decisión arrebatada del romántico “sturm und drang”, las rácanas repoblaciones de este año; había que volver a Pedret, y volver ya, porque te lo ordena ese amancer que se avanza más dia a dia, porque te lo pide ese olmo que hay a la entrada de Cal Rosal que siempre te ha saludado, y ha bailado para ti, al son de la música de Martinú, porque he llevado una semana acordándome de gentes que he conocido en Pedret, y de cientos de esas maravillosas farios de antaño, que han pasado por mis manos y vuelto al agua en ese coto, y sobre todo porque, milagro inexplicable y repetitivo, mi subconsciente ha sabido que, al igual que el salmón regresa siempre al rio que es “su” rio, ya era el momento de volver a Pedret.

De camino a Gironella, escuchando (como no) Glazunov, he seguido la misma ruta de tantas y tantas veces, pero en esta madrugada ha sido otra vez como viajar por el tiempo: la realidad es una, pero siempre podemos viajar a otras apelando a nuestros recuerdos. Realmente, la emoción por la llegada de la desveda, ha sido una de las mayores alegrias de mi vida adulta, siendo más grata aún cuando la he ubicado durante años en un lugar específico, y he dotado ese dia, ese viaje, esa jornada de pesca, repetitiva a lo largo de años, de un misticismo especial, que supongo que muchos de vosostros, queridos lectores y seguidores, podréis comprender; y que otros muchos, para los cuales la pesca es sólo un pasatiempo ocasional, o simple y llanamente un deporte, o algo que se parece vagamente a un deporte de aventura, y a él se han apuntado, no creo lleguen a comprender ni en esta, ni en muchas vidas que vivieran.

Ya en el rio, el ambiente inusual de soledad me ha hecho volver poco a poco a la realidad, a la que hay que regresar siempre que uno se calza el váder y prepara la caña: por más liturgia con que se adorne el dia, la acción de pesca va a comenzar, y eso es lo que toca en ese momento. ¡Cuanta paz! Ni un coche aparcado en el camino a las nueve de la mañana. Esta claro: hoy no es el dia de la apertura, pues en todas las aperturas que he vivido en Pedret hasta que este fue declarado coto intensivo, el ambiente era digno de una fiesta campestre, o de una romería. En esas jornadas inaugurales, se respiraba ambiente de pesca de buena mañana: los pescadores, tan ansiosos e ilusionados como yo, por la llegada de la desveda, abarrotaban los bares de la comarca, prontos a desayunar, comprar el ticket de pesca manual, y tomar por asalto el rio.

Ya con el váder puesto, y hecho el típico pis que te da nada más ponertelo, por más que haga sólo un cuarto de hora que has meado por última vez, toda mística se ha evaporado, y hemos quedado sólo el rio, las truchas y yo.

Como podréis suponer, la jornada ha vuelto a ser engañosa en capturas, seis truchas arco-iris “muñonas” en mano, y tres que se me han escapado, pueden dar una idea equivocada: los magros cien kilos de trucha con los que se ha repoblado (son tan sólo cuatrocientas “gallinitas”, a ojo de buen y generoso cubero) apenas se han notado en el rio, máxime cuando se echaron entre semana, y han estado aún más expuestas a cormoranes de pluma, y a otros cormoranes sin ella.

Poca, poquísima trucha, y encima localizada, acorralada y asustada en cuatro pozas contadas, por lo menos desde la tabla de Carburos, hasta pasado el tercer túnel, y eso es mucho coto recorrido. Igual, en los alrededores del puente han sido más generosos los repobladores, pero hasta allí, no he llegado. A partir de aquí, haciendo de tripas corazón

y aprovechando al menos que el rio va muy bajo de caudal a fecha de hoy, pues nada, un tándem, en los que la ninfa es “de fantasía” o de “colorines” en vez de una buena “pheasant tail”, o una de esas emergentes de oreja de liebre con exhuvia Ice Dub, y a pasársela por los morros de una cuantas truchas que se comportan como ciprínidos, y que tarde o temprano, terminan picando, más por aburrimiento, o por hastio de ver ese engendro que les pasa por delante, que por otra cosa.

Más de un tercio de la jornada, confieso que lo he pasado pateando, y buscando esas farios que de tanto en tanto, sobre todo en otoño, aparecen en Pedret. Esta semana, no las vi. A veces, suelen moscardear, lejos de miradas indiscretas, en puntos muy concretos y solitarios del rio, pero esta semana, ni eso. Es más, ayer puedo seros franco que de no vi ni una, es que ni una, ceba en todo el dia.

Me crucé con muy pocos pescadores ayer, y todos ellos cucharilleros. El que más había pescado tres truchas en toda la mañana. Y digo por la mañana, porque por la tarde volvió a quedar el rio todo para mi, y para seguir paseándo pompones, atractoras y marcianitos diversos delante de las pocas, tristes y aburridas truchas muñonas que tomaban, como yo, el sol de una apacible tarde de anticipada primavera. Una manera como otra de relajarse, evadirse de los calentamientos de cabeza de la vida cotidiana, y de hacer tiempo para que abran la pastelería en Gironella, e ir a merendar.

Satisfecha ya la compulsión mística, sólo me queda recordar que la temporada real se abre en menos de dos semanas. Hubo un tiempo en que apertura y Pedret eran sinónimos. Ahora, me he tenido que adaptar a los tiempos que corren, por más que mi otro yo, ese de los recuerdos, ese que vive el pasado como si fuese hoy, ese que aún no se si viene conmigo a pescar, o a escuchar música clásica en el coche, ya vivió su propia jornada de apertura ayer.

TEMPORADA 2.010 - 2.011 - Nº 16

Sábado, 26 de Febrero de 2010

TEMPORADA COTOS INTENSIVOS DE SALMÓNIDOS 10-11 Nº 16

Coto del Pedret

Rio Llobregat

Capturas: 6 truchas arco-iris a ninfa

Pescador: Ferran RUBINSTEIN

Climatología: nubes altas y sol, templado.

Hora de inicio de la jornada: 10,15 h.

Hora finalización jornada: 17,00 h.

La música de hoy:

Viaje de ida:

Sinfonía nº 6

“Una Fiesta Eslava”

Alexander Glazunov

Viaje de vuelta:

Concierto para violín y orquesta nº 1

Joachim Raff

Sonata para piano nº 3

Anton Rubinstein

Lineas Tensas!


Ferran RUBINSTEIN.


Fotos: tres de los muchos compañeros y amigos que han compartido jornadas de pesca conmigo en Pedret a lo largo de los años: Jobst Rohmel, Daniel García y mi sobrino, Eduardo Oliva.

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