Un cielo azul de primavera, un camino embarrado nevado de borra del chopo y por donde transita un antiguo carromato de ruedas de madera del que tira un caballo percherón. Al final del sendero, discurre tumultuoso un rio, todavía turbio por las escorrantías de la lluvia de la noche anterior. Las golondrinas persiguen mosquitos en vuelos vertiginosos. Del campamento de gitanos del otro lado del rio, llega el sonido de un violín...
Profundamente étnico y rural, me encanta evocar este primer movimiento de la Rapsodia para violín y orquesta nº 1 de Béla Bartók, cuando transito por el camino que va paralelo al Segre, bien sea en Ponts, o en el Camí de l´Oliva de Oliana.
http://www.youtube.com/watch?v=c7m2AguY-Vk
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