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domingo, 5 de julio de 2015

JP-749. SE ROMPIÓ EL MALEFICIO DE ALÓS DE BALAGUER. Sábado, 04/07/2015

Una trucha fario de muy buen tamaño, fue la responsable de acabar, al poco de empezar la jornada, con la "Maldición de Alós de Balaguer". Todo y que más tarde aún pescaría otra pintona más (en este caso "palmera") y cuatro bagras, la tónica dominante del día sería la poca actividad de los peces.
Por contra de lo que esperaba encontrar, el Segre en Alós de Balaguer bajaba relativamente alto, y este fue uno de los dos factores que condicionaron más la pesca en esta jornada; el otro, fue el calor.

La temperatura rondó entre los 35 y 40 º C en las comarcas centrales de Lleida. A primera hora de la tarde, creo que los únicos que en el río no estabamos haceindo la siesta eramos las cantarinas cigarras, las traviesas bagras y un servidor, apelando a su inquebrantable fe en la pesca, para no salir por piernas en busca de un bar con aire acondicionado y cervezas frías




JORNADA DE PESCA Nº 749



¡Se rompió la maldición de Alos de Balaguer! Por fin conseguí pescar una trucha en este coto intensivo sin muerte, tras dos infructuosos intentos anteriores, tan distanciados en el tiempo como el del ya lejano año 2003, y el más reciente de febrero de 2013. Y la maldición se ha roto, precisamente, en un día en que tanto las tórridas temperaturas, de esta inmisericorde ola de calor que hace dos semanas seguidas nos afecta, como un caudal mas alto de lo esperado, en el Segre medio, han hecho que no se diesen las mejores circunstancias para pescar, o por lo menos, eso me ha parecido a mi, que quizás venía mentalizado para otra cosa, y he tenido que adaptarme a las circunstancias.
La verdad es que lo de la maldición de Alós de Balaguer, basada en la incapacidad de sacar de ese coto una trucha, no me ha preocupado en absoluto a lo largo de años. Ni tan solo lo tenía entre mis grandes desafíos pendientes. Todo y que este coto intensivo sin muerte está situado en un paraje de gran belleza natural, siempre me ha quedado un tanto alejado de mis rutas habituales, de esas que me van bien para pescar, merendar y poder volver a casa a una hora razonable. Y mi falta de interés, hasta el momento,  ha sido tal que en doce años, solo lo he pescado un par de veces.
La primera vez que visité este coto, con mi amigo Francesc Bernal, fue en Julio de 2003, y nos encontramos un río bajísimo de caudal, en el que capturamos una cantidad escandalosa de bagras, pero no vimos ni una sola trucha. Por aquel entonces, este coto era muy poco conocido, y me dió la impresión de que no se repoblaba. O por lo menos en verano, con el cauce de estiaje, no lo hacían.
Tardé casi diez años en volver, y cuando lo hice fué en compañía de mi amigo Carles Vivé, un buen  conocedor no ya tan solo de este coto, sino de otros muchos escenarios del Segre medio. En el transcurso de esos años, esta zona de pesca controlada había pasado del más absoluto anonimato a ser un escenario mediático, debido a la repoblación con grandes ejemplares de trucha, tanto común como irisada, que lo habían convertido en una especie de "coto trofeo", que frecuentaba la más fino y exquisito del mosquerío autonómico y nacional, y al que incluso un canal temático de pesca, de televisión por internet, le había dedicado un profuso reportaje. Pues bien, el día de mi segunda experiencia en Alós de Balaguer (1), en un gélido día de febrero, y con el río más bien alto de caudal, todo e ir en compañía de un auténtico experto y buen conocedor del coto, ambos nos llevamos un soberano bolo.
Mirad si me obsesionaba poco el tema de la maldición de los salmónidos de este sitio, que mi retorno al mismo, esta vez solo dos años y unos cuantos meses después de la última mala experiencia, ha venido dado por el interés en los ciprínidos. La semana pasada, concretamente el domingo, mi amigo Manolo Gracia estuvo pescando este intensivo, y todo y no haber visto ni una trucha en todo el día, hizo una buena pescata de carpas, barbos y bagras. Esta vez, la perspectiva de poder pescar ciprínidos en un río con corrientes, y con la ventaja de un caudal bajo (como el que me decía haber encontrado Manolo), fue lo que me animó a hacer volver al escenario en que las truchas se me resistían tanto.
Sin embargo, esta visto que esto de la pesca es una caja de sorpresas, y de unos años a esta parte, por motivos que desconozco pero que afectan de alguna manera al río, no hay nada más imprevisible que el caudal del Segre más abajo de Ponts. Nada más cruzar el puente de Artesa de Segre, camino de Alós de Balaguer, ya me dí cuenta de que el río bajaba con un caudal considerable y además con el agua si no turbia, si de un color verdoso. No es que la cosa pintase mal, pero si que iba a tocar "cambiar el chip", como dicen ahora los modernos.
Una de las más valiosas informaciones que me facilitó Manolo, no fue otra de que tuviera mucho cuidado con la enorme plaga de mosquitos que hay en las orillas del río, plagadas de cañas, aneas y juncos, que pueden convertir la jornada de pesca en un auténtico calvario, terminando el pescador la misma literalmente acribillado de dolorosas picaduras. Gracias a que Manolo me previno, antes incluso de salir del coche me embadurné bien con una loción antimosquitos, que resultó de vital utilidad, pues mi amigo estaba en lo cierto, y tuve todo el día volando a mi alrededor una auténtica nube de mosquitos, pero ninguno terminó picándome.  
A pie de río, pude comprobar que el vadeo y tránsito por el mismo sería muy complicado. No es que bajase desbordado, como la semana pasada en Oliana, pero si que lo hacía con un caudal medio-alto que podríamos considerar "fuerte", de los que exige un vadeo muy cuidadoso, y a poder ser usando un bastón para minimizar riesgos. Dada la extensión de la lámina de agua del río, en algunos tramos era imposible cruzarlo, pues podía llegar a cubrir. Todo y así, tuve la percepción, reforzada por la línea de humedad de las rocas de la orilla, que a lo largo de la mañana el caudal fue menguando muy lentamente, y creo que a primera hora de la tarde había llegado a bajar casi un metro.
Visto lo visto, con el río ancho y la posibilidad de trabar batalla con peces grandes, opté por  "un poco de músculo" a la hora de pescar, y me equipé con mi caña Scott A2 de diez pies par linea 6.
La maldición de las truchas de Alós de Balaguer se deshizo como un azucarillo en el agua al poco de empezar a pescar, pues cuando no llevaba ni diez minutos paseando un par de ninfas pesadas, tuve una brutal picada, y comenzó una batalla que, por su potencia pero ante la ausencia de saltos fuera del agua, me dio a pensar que quizás tenía a un barbo o a una carpa como contendiente. Para mi sorpresa, me encontré con una trucha fario de muy buen tamaño, rayana a los 45 cms. que me costó lo suyo hacer entrar en el salabre.
¡Victoria!¡victoria! Por fin había roto la maldición, y lo había hecho contra pronóstico, como suele suceder tantas veces en esto de la pesca. Sin embargo, poco me iba a imaginar, por muy felices que me las prometiera evitando el bolo antes de las diez de la mañana, que el día iba a terminar siendo bastante pobre en capturas.
Fue precisamente por la mañana, cuando todavía el calor no era aplastante y agotador, cuando si observé cierta actividad en la zona en que había comenzado a pescar, o sea la parte más baja del coto, a tocar con la frontera de la zona de pesca controlada de ciprínidos anexa: cebas de truchas, claras y nítidas todo y que pocas , y carreras nerviosas de algún que otro alburno, que seguramente huía de algún depredador. Sin embargo, lo único que obtuve, en un buen rato insistiendo en la misma zona, fue una picada de "algo" que no pude identificar y que se me desclavó enseguida.
El camino hacia el mediodía horario, que no solar, me pilló prospectando unas corrientes muy querenciosas, esta vez muy crecidas, que afronté con un tándem de seca y ninfa, sin obtener ninguna picada.
Con la primera hora de la tarde, el calor se hizo el protagonista absoluto del día, y las cigarras, en los árboles, parecían enloquecer en una cacofonía atonal, como si una orquesta intentase afinar y no encontrase la nota de ninguna manera. A vista del puente, pude cruzar, por fin, el río por un ancho vado, con miras a faenar en la sombra. Este largo rato, pegado a la orilla y pescando con ninfas, unos ratos corto, "a la polaca", y otros a base de rodados para abarcar más lámina de agua, se me hizo realmente interminable, de tal manera que, pasado el puente, y tras rehidratarme con dos latas de te con limón seguidas, volví a cruzar el río por el vado, con la intención de ir a buscar el coche, aparcado en el pueblo, e irme a probar a otra parte del coto, por si con el cambio de latitud dentro del mismo podía encontrar peces activos.
Sin embargo, la corta caminata bajo el sol, desde el vado hasta el aparcamiento, bajo un sol de auténtica justicia y a una temperatura que superaba de largo los 35 º C, me dejó tan hecho polvo que nada mas llegar al vehículo volvía a beberme dos latas de te con limón de golpe.
Dado que se me habían quitado de golpe las ganas de hacer más esfuerzos, decidí bajar a las inmediaciones de la desembocadura del riachuelo que discurre justo por debajo del mirador y desemboca en el río, ya que Manolo me lo había señalado como punto caliente de ciprínidos.
Me acerqué a la "zona caliente" con todo el sigilo que pude, con el fin de no espantar al "ganado" que pudiera pastar por la misma orilla, y lejos de ver grandes y orondas carpas boqueando lo único que me encontré fue un cardumen de bagras tomando el fresco del ligero rabión de corriente del riachuelo, a su entrada en las aguas, casi paradas en esta postura concreta, del río.
Bueno ¡menos da una piedra!, así que  decidí afrontar el desafío de las bagras, a priori humildes sparrings, pescando aguas abajo mi propia orilla. Como la profundidad del sitio era mínima, opté por tentarlas con un tándem descompensado de un gran tricópetero de pelo de ciervo y una microninfa esquemática: apenas un anzuelo Tiemco del nº 19, decorado con unas cuantas vueltas de hilo Rayón Madeira y una bolita del 0. La estrategia pasaba por lanzar en oblicuo, y dejar que la deriva, muy lenta debido a la imperceptible corriente hiciera entrar el combo en el rabión del riachuelo y ganase la orilla.
La sorpresa llegó, cuando de buenas a primeras, y cuando aun derivaba el tandem rumbo al rabión, tuve un picada, a la microninfa, que me hizo pensar, por la resistencia a la clavada, que podía haber entablado pelea con otra trucha, pero tras una breve pelea pude ver que se trataba de una bagra, todo y que de un tamaño aceptable: unos veinticinco cms.
El "bagra-show" que vino después fue bastante más previsible: otros tres de estos agresivos ciprínidos picaron dentro de lo previsto, o sea, bien pegados a la orilla. Y esto fue todo. No hubo una quinta captura, pues la postura era muy pequeña y se "quemó" enseguida. Demasiado jaleo, demasiado chapoteo, y los peces, que no son tontos, terminaron yéndose a tomar el fresco a otra parte.
Como no sabía bien que hacer, y el calor me tenía agobiado, opté por alejarme de la orilla, y pasar un buen rato bajo la sombra de los árboles, haciendo el mínimo esfuerzo y aprovechando para fumar un par de cigarrillos, todo ello con el fin de volver al cabo de un rato a la "zona caliente" a ver si las bagras habían regresado. Pero como  no fue así, al final volví al coche, pero esta vez sin los planes claros, todo indecisión, ¿dejar la pesca ya por este día, y largarse en busca de un local con aire acondicionado y cervezas frías? o bien ¿seguir pescando, ni que fuera una hora y pico más (eran las tres y cuarto de una de las tardes más calurosas, incluso a pie de río y a la sombra, que recuerdo en años) probando en alguna que otra parte, ni que fuera cerca para no moverme tanto?
Al final, y como suele suceder, se impuso mi escaso sentido común: ¡a seguir pescando!, con un buen par de bemoles, que el tiempo de pesca es siempre un bien escaso. Pese a todo. no quise ni hacer un largo transbordo en coche, así que fui a darme una vuelta en las inmediaciones del pueblo, justo en su salida en dirección Artesa de Segre, en donde hay una zona de recreo con una fuente, en la que -como era de esperar- me remojé profusamente antes de volver a entrar en combate.
Tenía muy poca fe, en pescar algo en esta recta final de la jornada. Nada más pisar el río, salió de debajo de la vegetación, a la carrera, una enorme carpa (¡empezamos bien!). Por lo menos, la zona elegida para el "acto final" es una gran tabla, con una entrada de un brazo de río lateral, de poca profundidad y corriente muy moderado. Es en este brazo de río en donde terminó la presente jornada, pescando un buen rato con el tándem ... y no terminó tan mal del todo: revolqué un pez plateado, que se escapó, y que creo que era una bagra, y la microninfa volvió a darme una nueva alegría al poco rato, en una deriva baja: la captura de un pez pequeño, que resultó ser una trucha, un jaramugo de fario que terminó de certificar, de un modo definitivo y total, el fin de la maldición de las truchas de Alós de Balaguer, que ha pesado sobre mi a lo largo de doce años, y con la que he convivido sin ningún tipo de trauma o complejo, todo sea dicho.
Pese a la relativa victoria, que a más de alguno le parecerá poco menos que "pírrica", la hora del cambio de ropa y recogida de bártulos estuvo exenta de celebraciones. Eso quedó para más tarde, pues bajo el calor africano, en una tarde de siesta o piscina, yo estaba cociéndome en mi jugo (rodajas de merluzO cocinado en su propio vader), y lo único que deseaba era salir pronto de ese horno, gozar por un rato del aire acondicionado del coche, y llegar pronto a un sitio en donde pudiera zamparme un buen helado, a modo de versión veraniega de mi sempiterna merienda pastelera, que no suele perdonarse bien se pesque hasta doler el brazo, haya bolo, o se acabe cualquier maldición.




(1) Ver el artículo Jornada de Pesca Nº 642, del 16/02/2013 en este blog.   



        

JORNADA DE PESCA Nº 749



Sábado, 4 de julio de 2015

Temporada 2014 - 2015 - Nº 30
Temporada de Salmónidos 2015 - Nº 15

Coto Intensivo de Alós de Balaguer S. M. - SE13
Río Segre

Pescador:
Ferran RUBINSTEIN

Capturas: 2 truchas fario a ninfa y 4 bagras a ninfa

Equipo de pesca a mosca:
Caña; Scott A2 - 10 pies - línea 6
Línea: Adams 6 WF - flotante
Carrete: Adams

Climatología: día soleado y muy caluroso, dentro de una ola de calor que afecta a toda la Península Ibérica, que comenzó hace dos semanas y aún no se sabe cuanto tiempo puede durar..

Caudal: medio-alto

Condiciones de vadeo: muy complicado; siendo necesario el uso del bastón de vadeo.

Hora de inicio de la jornada: 09,30 h.
Hora de finalización de la jornada: 16,45 h.

La música de hoy:

Viaje de ida:

Concierto para piano y orquesta en "LA" menor
Obertura, Op. 9
Ignacy Paderewski

Capricho Ruso
Anton Rubinstein

"Les Djinns"
César Franck

Viaje de vuelta:

Sinfonía en "FA" mayor
Ludwig Thuille

"Lo que se escucha en la montaña"
"Festklänge"
Franz Liszt

Líneas Tensas!



Ferran RUBINSTEIN.

2 comentarios:

  1. Buenas

    Bonita fario, si señor. Que alegría que dan cuando las ves!!!.

    A quién se le ocurre ir todavía por allí!!, el rio va muy alto

    Espero que pronto se normalize y se puedan realizar buenas jornadas.

    Saludos

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    Respuestas
    1. Amigo MAN, esta visto que en Alós de Balaguer, la clave del éxito está casi siempre en el caudal. En esto estamos, como en tantos otros sitios, a mercer de "la mano que maneja la compuerta".
      Un abrazo y Líneas Tensas!


      Ferran.

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