JORNADA DE PESCA Nº 555
Algo en la madrugada de este sábado, el primero de los de Febrero, parecía presagiar que la Primavera estaba a punto de llegar. Quizás el radiante amanecer, en un cielo sin nubes, visto desde el retrovisor de mi coche, quizás la llegada a La Panadella, parada y fonda, por primera vez con temperatura positiva en lo que va de invierno, o puede que fuera el que los campos de la Segarra no estaban helados, o incluso la seis lechuzas que pude ver, encaramadas majestuosas, tan chulas ellas, sobre el cableado de media tensión, desde Cervera hasta Guissona.
Sin embargo, no es de recibo que los pescadores con un mínimo de experiencia, desconfiamos mucho de estos dias con estética “de postal”, y más si son en invierno, pues tras su cara amable, suelen ocultar la decepción de un bolo a traición.
Todo y que a priori, las condiciones que se daban para pescar eran parecidas o incluso mejores que en mi última visita a Oliana de hace quince dias (dia templado, incluso con calorcillo al mediodia, rio con un amable caudal de apenas 14 m3/seg. y poca gente pisando el cauce), la de este sábado resultó ser la de resultados más miserables e incluso injustos de toda la presente baja temporada en cotos intensivos de salmónidos.
La sombra del bolo planeó sobre nosotros, y esta vez la rifa del mismo le tocó a mi amigo Francesc, quien fue el que menos se lo merecía, pues no dejó de pelear, sin éxito pero con muchísimo interés e insitencia, contra lo poco que asomó el morro fuera del agua.
Sin embargo, y fijáos lo injusta que puede ser a veces la pesca, un servidor evitó el bolo pescando un señor truchón fario en la única, si, si, la única picada que tuve en todo el dia.
Vistos nuestros intereses siempre divergentes en materia de donde buscar las truchas, Francesc se fué con sus moscas secas, y animado por la bonanza del dia, a ver si las veía subir, rio arriba. Yo por mi parte, con mis tungstenos y plumeros de colorines, bajé rio abajo para reseguir luego de subida corrientes que suponía querenciosas.
Quiso la suerte que, al poco de empezar, y en las aguas paradas de la única de las pozas en todo ese océano de aguas someras y correntitas de orilla contraria que es la parte alta del coto (cuando el rio está calmado, claro está), pescase la que iba a ser la única trucha de nuestra jornada.
Fue una historia bien curiosa, que merece ser contada. Había hecho un lance de esos “por probar” dentro de la poza, cuando a poca distancia de mi, y fuera de la misma, estaba hociqueando el fondo una señora carpa, de esas dignas de figurar en un anuncio de venta de boilies en un revista de pesca . Mi reacción institiva fue el meterle mis ninfas a tocar de sus gruesos morros y tener, acto seguido, una batalla digna de las Termópilas, los Campos Cataláunicos y el Puente Milvio, todas ellas juntas y bien revueltas. Si embargo, nada más mover la muñeca, se dobló la caña, y al otro lado de la linea había una buena señora trucha, de esas farios de pintas grandes y tamaño más grande aún. Lo curioso es que la batalla fue muy breve, y no tan sólo por que no tenía ninguna corriente que ganar en su huída. El pobre animal se había hecho un lío con la linea, y encima se le había clavado la ninfa de abajo (había picado al pompom, en este caso la de arriba) en el vientre. La bestia estaba sufriendo, y mucho, pues la linea le tensaba una de las agallas. Así que, ensalabrada rápida, desclavado de ninfas por vía de urgencia y desenrrollado de hilo alrededor de su cabeza a toda prisa, pues es menester asegurar la devolución al agua con vida y ahorrar sufrimientos a la captura. Para otra vez quedarán celebraciones y fotos. Lo primero es lo primero: el compromiso de pescar sin muerte, y asegurarnos de que así sea.
Después de este afortunada, aunque azaroso, lance, más hubiera valido la pena de que me fuera a tomar el espléndido sol primaveral, con untada de bronceador incluída, a leer al coche, o a cualquier otra actividad de “panching”, pues durante las horas no volví a ver una picada, hasta que, casi caída la tarde, recogimos bártulos.
Al finalizar de pescar, o mejor dicho, de zurrar o fustigar las corrientes que me había propuesto prospectar, me encontré a Francesc completamente enfrascado en un combate singular con una única trucha que moscardeaba, a intervalos totalmente irregulares, en una correntita. El hombre llevaba el borrego de su chaleco repleto de moscas del más diverso plumaje y pelaje, pero con esa resabiada no había manera. Bajaba poco insecto por el rio, pero estaba claro que la efemerita gris clara, tan típica del invierno, era un pardón. Sin embargo, hasta a esa le había hecho ascos la trucha selectiva que estaba costándole un dolor de cabeza a mi amigo Francesc. Probó además de moscas, de corregir presentaciones, pero estaba visto que esa trucha, al menos ese dia, no iba a tocar red de salabre.
Visto el (escaso) éxito, nos dimos un paseo por el rio, a ver si veíamos algún tipo de actividad, o tanteando alguna postura con las ninfas de vez en cuando. Pero parecía que las truchas se hubieran ido de vacaciones, tal y como nos corroboraron los pocos pescadores con los que nos encontramos: muchos bolos se repartireron este sábado en Oliana.
Finalmente, decidimos quemar el último cartucho en una de esas posturas en las que “siempre suben por la tarde”, una de esas de recuerdos de serenos históricos y memorables. Fue precisamente al encaminarnos hacia allí, cuando nos encontramos a ese par de cracks de la pesca que son Jordi Babusci y Santi Medina, a los que tuvimos ocasión de saludar y de charlar. A ellos, por supuesto, les había ido mucho mejor que a nosotros, pero todo y así, admitieron que el dia no es que fuera para echar cohetes, ni tan sólo eso. Más bien, un dia de pesca muy pobre, pese a que pareciese que la primavera hubiese llegado ya.
Nuestro último cartucho, resulto ser un petardo de feria con la pólvora mojada. Los dos intentando pescar a seca “al agua” en una superficie baldía, en donde apenas vimos tres cebas en una hora y media.
Por suerte, mi amigo Francesc es de los que valoran las cosas realmente importantes de la vida: poder salir un sábado, pasear por el rio con la caña en la mano, y disfrutar de estar lejos de la vorágine de la vida cotidiana al menos durante unas horas, haciendo lo que tanto le gusta, y sobre todo como a él le gusta, o sea: a seca... aunque sea invierno.
Por mi parte, nunca dejará de sorprenderme cuán injusta puede ser la pesca a veces, como por ejemplo ayer, cuando salvó el bolo, y llegó a tocar escama el que menos se esforzó, y por supuesto, el que menos se lo merecía.
Pero también es verdad que pese a todo, la aventura es la aventura, y casi todos nosostros preferimos el riesgo de una pesca de injusto resultado, a la comodidad de otra actividad más “justa”, pero que estuviera alejada de nuestro querido rio, y de nuestros queridos peces.
Y no nos preocupemos. En cuatro dias, lo más seguro para cuando empiece la nueva temporada, se va ha hinchar de nevar y llover, y con ese tiempo de perros, empapados los anoraks y congelados nosotros cual varita de merluza, seguro que hasta nos hartamos de tanto pescar.
TEMPORADA 2.010 - 2.011 - Nº 14
Algo en la madrugada de este sábado, el primero de los de Febrero, parecía presagiar que la Primavera estaba a punto de llegar. Quizás el radiante amanecer, en un cielo sin nubes, visto desde el retrovisor de mi coche, quizás la llegada a La Panadella, parada y fonda, por primera vez con temperatura positiva en lo que va de invierno, o puede que fuera el que los campos de la Segarra no estaban helados, o incluso la seis lechuzas que pude ver, encaramadas majestuosas, tan chulas ellas, sobre el cableado de media tensión, desde Cervera hasta Guissona.
Sin embargo, no es de recibo que los pescadores con un mínimo de experiencia, desconfiamos mucho de estos dias con estética “de postal”, y más si son en invierno, pues tras su cara amable, suelen ocultar la decepción de un bolo a traición.
Todo y que a priori, las condiciones que se daban para pescar eran parecidas o incluso mejores que en mi última visita a Oliana de hace quince dias (dia templado, incluso con calorcillo al mediodia, rio con un amable caudal de apenas 14 m3/seg. y poca gente pisando el cauce), la de este sábado resultó ser la de resultados más miserables e incluso injustos de toda la presente baja temporada en cotos intensivos de salmónidos.
La sombra del bolo planeó sobre nosotros, y esta vez la rifa del mismo le tocó a mi amigo Francesc, quien fue el que menos se lo merecía, pues no dejó de pelear, sin éxito pero con muchísimo interés e insitencia, contra lo poco que asomó el morro fuera del agua.
Sin embargo, y fijáos lo injusta que puede ser a veces la pesca, un servidor evitó el bolo pescando un señor truchón fario en la única, si, si, la única picada que tuve en todo el dia.
Vistos nuestros intereses siempre divergentes en materia de donde buscar las truchas, Francesc se fué con sus moscas secas, y animado por la bonanza del dia, a ver si las veía subir, rio arriba. Yo por mi parte, con mis tungstenos y plumeros de colorines, bajé rio abajo para reseguir luego de subida corrientes que suponía querenciosas.
Quiso la suerte que, al poco de empezar, y en las aguas paradas de la única de las pozas en todo ese océano de aguas someras y correntitas de orilla contraria que es la parte alta del coto (cuando el rio está calmado, claro está), pescase la que iba a ser la única trucha de nuestra jornada.
Fue una historia bien curiosa, que merece ser contada. Había hecho un lance de esos “por probar” dentro de la poza, cuando a poca distancia de mi, y fuera de la misma, estaba hociqueando el fondo una señora carpa, de esas dignas de figurar en un anuncio de venta de boilies en un revista de pesca . Mi reacción institiva fue el meterle mis ninfas a tocar de sus gruesos morros y tener, acto seguido, una batalla digna de las Termópilas, los Campos Cataláunicos y el Puente Milvio, todas ellas juntas y bien revueltas. Si embargo, nada más mover la muñeca, se dobló la caña, y al otro lado de la linea había una buena señora trucha, de esas farios de pintas grandes y tamaño más grande aún. Lo curioso es que la batalla fue muy breve, y no tan sólo por que no tenía ninguna corriente que ganar en su huída. El pobre animal se había hecho un lío con la linea, y encima se le había clavado la ninfa de abajo (había picado al pompom, en este caso la de arriba) en el vientre. La bestia estaba sufriendo, y mucho, pues la linea le tensaba una de las agallas. Así que, ensalabrada rápida, desclavado de ninfas por vía de urgencia y desenrrollado de hilo alrededor de su cabeza a toda prisa, pues es menester asegurar la devolución al agua con vida y ahorrar sufrimientos a la captura. Para otra vez quedarán celebraciones y fotos. Lo primero es lo primero: el compromiso de pescar sin muerte, y asegurarnos de que así sea.
Después de este afortunada, aunque azaroso, lance, más hubiera valido la pena de que me fuera a tomar el espléndido sol primaveral, con untada de bronceador incluída, a leer al coche, o a cualquier otra actividad de “panching”, pues durante las horas no volví a ver una picada, hasta que, casi caída la tarde, recogimos bártulos.
Al finalizar de pescar, o mejor dicho, de zurrar o fustigar las corrientes que me había propuesto prospectar, me encontré a Francesc completamente enfrascado en un combate singular con una única trucha que moscardeaba, a intervalos totalmente irregulares, en una correntita. El hombre llevaba el borrego de su chaleco repleto de moscas del más diverso plumaje y pelaje, pero con esa resabiada no había manera. Bajaba poco insecto por el rio, pero estaba claro que la efemerita gris clara, tan típica del invierno, era un pardón. Sin embargo, hasta a esa le había hecho ascos la trucha selectiva que estaba costándole un dolor de cabeza a mi amigo Francesc. Probó además de moscas, de corregir presentaciones, pero estaba visto que esa trucha, al menos ese dia, no iba a tocar red de salabre.
Visto el (escaso) éxito, nos dimos un paseo por el rio, a ver si veíamos algún tipo de actividad, o tanteando alguna postura con las ninfas de vez en cuando. Pero parecía que las truchas se hubieran ido de vacaciones, tal y como nos corroboraron los pocos pescadores con los que nos encontramos: muchos bolos se repartireron este sábado en Oliana.
Finalmente, decidimos quemar el último cartucho en una de esas posturas en las que “siempre suben por la tarde”, una de esas de recuerdos de serenos históricos y memorables. Fue precisamente al encaminarnos hacia allí, cuando nos encontramos a ese par de cracks de la pesca que son Jordi Babusci y Santi Medina, a los que tuvimos ocasión de saludar y de charlar. A ellos, por supuesto, les había ido mucho mejor que a nosotros, pero todo y así, admitieron que el dia no es que fuera para echar cohetes, ni tan sólo eso. Más bien, un dia de pesca muy pobre, pese a que pareciese que la primavera hubiese llegado ya.
Nuestro último cartucho, resulto ser un petardo de feria con la pólvora mojada. Los dos intentando pescar a seca “al agua” en una superficie baldía, en donde apenas vimos tres cebas en una hora y media.
Por suerte, mi amigo Francesc es de los que valoran las cosas realmente importantes de la vida: poder salir un sábado, pasear por el rio con la caña en la mano, y disfrutar de estar lejos de la vorágine de la vida cotidiana al menos durante unas horas, haciendo lo que tanto le gusta, y sobre todo como a él le gusta, o sea: a seca... aunque sea invierno.
Por mi parte, nunca dejará de sorprenderme cuán injusta puede ser la pesca a veces, como por ejemplo ayer, cuando salvó el bolo, y llegó a tocar escama el que menos se esforzó, y por supuesto, el que menos se lo merecía.
Pero también es verdad que pese a todo, la aventura es la aventura, y casi todos nosostros preferimos el riesgo de una pesca de injusto resultado, a la comodidad de otra actividad más “justa”, pero que estuviera alejada de nuestro querido rio, y de nuestros queridos peces.
Y no nos preocupemos. En cuatro dias, lo más seguro para cuando empiece la nueva temporada, se va ha hinchar de nevar y llover, y con ese tiempo de perros, empapados los anoraks y congelados nosotros cual varita de merluza, seguro que hasta nos hartamos de tanto pescar.
TEMPORADA 2.010 - 2.011 - Nº 14
Sábado, 5 de Febrero de 2011
TEMPORADA COTOS INTENSIVOS DE SALMÓNIDOS 10-11 Nº14
Coto Camí de l´Oliva – Oliana. Intensivo sin muerte.
Rio Segre
Capturas:
Pescador : Ferran RUBINSTEIN: 1 trucha fario a ninfa.
Francesc Bernal: 0.
Climatología: soleado y templado
Hora de inicio de la jornada: 10,30 h.
Hora finalización jornada: 16,45 h.
La música de hoy:
Viaje de ida:
Sinfonía nº 3
Anton Rubinstein
Concierto para violín y orquesta nº 2 “en estilo húngaro”
Joseph Joachim
Cortejo Solemne, Op. 50
Cortejo Solemne, Op. 91
Alexander Glazunov
Viaje de vuelta:
Sinfonía nº 2
Robert Füchs
Concierto para Violín y Orquesta nº 1
Obertura “MacBeth”
Joachim Raff
Lineas Tensas!
Ferran RUBINSTEIN.
TEMPORADA COTOS INTENSIVOS DE SALMÓNIDOS 10-11 Nº14
Coto Camí de l´Oliva – Oliana. Intensivo sin muerte.
Rio Segre
Capturas:
Pescador : Ferran RUBINSTEIN: 1 trucha fario a ninfa.
Francesc Bernal: 0.
Climatología: soleado y templado
Hora de inicio de la jornada: 10,30 h.
Hora finalización jornada: 16,45 h.
La música de hoy:
Viaje de ida:
Sinfonía nº 3
Anton Rubinstein
Concierto para violín y orquesta nº 2 “en estilo húngaro”
Joseph Joachim
Cortejo Solemne, Op. 50
Cortejo Solemne, Op. 91
Alexander Glazunov
Viaje de vuelta:
Sinfonía nº 2
Robert Füchs
Concierto para Violín y Orquesta nº 1
Obertura “MacBeth”
Joachim Raff
Lineas Tensas!
Ferran RUBINSTEIN.
Hola camarada Ferran.
ResponderEliminarMuy currado tu blog , me encanta sigue con el que es una gran guía para los pescadores noveles y veteranos.
Un abrazo Antonio.