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lunes, 23 de febrero de 2015

JP-733. TAL Y COMO SUELE SUCEDER EN LA VIDA: POCO PREMIO PARA TANTA VOLUNTAD. Sábado, 21/02/2015


Tarde gris tras una mañana y un mediodía de lluvia. Peces que no pican en un río que no se deja leer.  Horas de lances mecánicos y apáticos. Cuatro truchas que, en algún rincón y de un modo esporádico comen algo que no está en tu caja de moscas... Hay días en los que, de poder elegir, mejor dedicarse a otra cosa que a pescar. El problema está para los  que no podemos elegir, y que hemos de aprovechar las escasas ocasiones que se nos presentan para practicar nuestra afición favorita. En días así, una sola trucha ya es recompensa suficiente, pero los más perseverantes continuaremos metidos en el río hasta el final de la jornada, sino con fe, si que por lo menos con la esperanza de que a las cinco de la tarde abran la pastelería del pueblo más cercano para ir a merendar.  




JORNADA DE PESCA Nº 733

Nota preliminar. como en otras ocasiones en que se pescan zonas libres sin muerte, en las que todo y estar fuera de zonas trucheras hay presencia de truchas, se omite en este artículo la localización exacta de los escenarios pescados, con miras tanto a incentivar a los otros pescadores a que exploren las mismas y saquen sus propias conclusiones, como para evitar que una información sensible, en lo que respecta a peces de alto valor deportivo, pueda ser objeto de mal uso por colectivos fuera de la legalidad.


A menudo, ya suele suceder en la vida que hay veces que por más voluntad que pongamos en algo, por más esfuerzos y energías que gastemos en la consecución de un objetivo, las recompensas obtenidas a cambio son escasas o incluso nulas. A veces, no todas pero si con frecuencia, esto se debe a que, obnubilados por la pasión por lo que queremos hacer, no atendemos a razones ni hacemos caso del sentido común que, al fin y a la postre, suele ser el menos común de los sentidos.
Algo así es lo que me sucedió en esta jornada de pesca, en un sábado gris y lluvioso de febrero, en la zona libre del Ter: recibí una muy escasa recompensa, en forma de una sola trucha fario, a cambio de un día lleno de contrariedades e infortunios.    
De hecho, los contratiempos comenzaron bastante antes de llegar al río, e incluso de ponerme de camino al mismo. La tarde del día anterior, o sea viernes, comencé a sentirme indispuesto, presa de un fuerte dolor de cabeza y de calambres musculares. Esa misma noche, tras un buen "chute" de ácido acetilsalicílico, sudé la gota gorda, empapando sábanas y pijamas en lo que parecía ser el combate del cuerpo contra un virus.
Pero sonó el despertador, a la habitual hora temprana, negra noche todavía, a la que los sábados me levanto para ir a pescar, y pese a hallarme cocido en mi propio sudor, y de no haber dormido ni un par de horas de un modo decente (las otras horas fueron un duermevela repleto de pesadillas), mi mente, clamando por su magra ración de pesca semanal, se impuso a un cuerpo derrengado y exhausto, y tras una rapidísima ducha y otra aspirina, me puse rumbo al río. La verdad es que, pese a todo, el madrugón y una buena dosis de cafeína hicieron que, a priori, me encontrase mejor que la noche anterior... o esa sensación me dió.
Gran parte de la energía que saqué de donde  no la había, reconozco que vino de la rabia que sentía porque para mi (siempre mas que deseado, ansiado) día de pesca, la previsión del tiempo era de lluvia, debido al paso de un frente que ¡mirad por donde!, no tenía otro día mejor que pasar, tras una semana de bonanza, que precisamente el sábado.   
De camino a las comarcas centrales gerundenses, ya que mi objetivo era el de pescar la zona libre del Ter, la alborada ya reveló, con su luz cenicienta y su cielo gris, que la previsión del tiempo iba a acertar. Para evitar males mayores, en forma de remojón, opté por enfundarme con el chubasquero a la hora de cambiarme de ropa.    
De nuevo, volví a la "zona cero" de las riadas del pasado mes de Diciembre, cuyo efecto se multiplicó por el desbordamiento de la presa del pantano de Susqueda. En esta ocasión, y a diferencia del tramo del río en que pesqué durante mi última visita, a finales de enero, los efectos del "tsunami fluvial" me parecieron menos graves en el sector en que estuve en esta jornada, o por lo menos vi bastantes me nos árboles derribados y cruzados en el río. Otra cosa, es la fuerte erosión de las orillas, que encontré muy acentuada. 
Pese a lo encapotado del cielo, y al elevado grado de humedad, todavía no llovía cuando un poco antes de las diez de la mañana llegué a pie de río; de un Ter con un caudal bajito, de los que garantizan un cómodo vadeo, y con un agua tan limpia que invita a pescar. 
Por un momento, el día parecía augurar algo bueno, y así fue a lo largo de la primera media hora larga de pesca, cuando pescando a ninfa en unas corrientes clavé la que sería primera y única trucha del día, gracias a un perdigón de color rojo chillón, que estaba haciendo derivar junto con una bolita de señalizador de picada. Y aquí terminaron todas las alegrías, pues mientras la manipulaba para hacerle la foto de rigor, se me escurrió de las manos y cayó al río sin llegar a ser inmortalizada y expuesta en la cabecera de este artículo.
En un principio, no le dí demasiada importancia al incidente, pues estaba seguro, en ese momento, de que ya habría ocasión de pescar algún que otro pez más. Sin embargo, a eso de las diez y media comenzó a llover, y a partir de allí todo cambió. 
Al principio, la lluvia era débil, y salvo algún pequeño repunte al alza, la precipitación no pasó de moderada. Todo y así, viendo que no picaban y que me estaba mojando inútilmente, fui a buscar refugio entre la espesa fronda, en donde apenas se notaban los efectos de la lluvia.
Sobre las doce y media, paró de llover y volví al río caña en ristre. El día había quedado gris y húmedo, pero al menos la ausencia de lluvia hacía el paseo fluvial menos incómodo. 
Ante la ausencia de actividad por arriba, seguí prospectando el río a ninfa, probando perdigones y ninfas clásicas a diferentes profundidades, hasta que la acción de pesca se fue convirtiendo, con el paso de las largas horas sin picadas, en algo mecánico y repetitivo, y finalmente llegó el temido momento en el que el río "se cerró", o sea perdí toda lectura del mismo, al que comencé a ver como una masa informe de agua.
En estas largas horas de inactividad, hasta las dos de la tarde mas o menos, lo único que rompió la monotonía fueron mis desventuras, en forma de dos tropezones con las rocas húmedas de la orilla, gracias a los cuales me dí un par de buenos golpes, uno en las posaderas y otro en la rodilla derecha. Esta visto que cuando se pierde la concentración pescando, se termina perdiendo toda concentración, y esto es peligroso, pues el día menos pensado puedo lesionarme en serio, y encontrarme en serios apuros estando lejos del coche.
A las dos de la tarde, tras una pausa para tomarme uno de mis sempiternos tes con limón y fumarme un par de cigarrillos, me puse a andar río arriba sin pescar, mirando ya de buscar truchas activas en superficie, en aras de no desgastarme más con una acción de pesca a ninfa que se estaba demostrando totalmente infructuosa. 
El paseo conllevó un cambio de zona que surtió resultado, y en unas aguas casi paradas encontré ¡por fin! indicios de actividad, pero de una actividad en superficie de esas que te hacen arrugar la nariz de pura desconfianza... pues se trataba de los tenues circulitos, muy esporádicos, de un grupo reducido de truchas que estaban comiendo emergentes. De hecho, había una eclosión, aparentemente muy escasa, de ignitas, pero no pude determinar bien si es que era escasa en si, o era que las truchas ya las comían en estado emergente y no llegaba a la superficie ni una pequeña parte de la eclosión.
Como estaba totalmente ansioso con el hallazgo, me puse a lanzarles emergentes y adultas como un poseso, con total precipitación y sin rectificar el bajo que llevaba para ninfa, de tal manera que los peces no hicieron ni caso de mis imitaciones.
La verdad es que la caña que llevaba, la Scott A2 de 10 pies para linea 6, tampoco es que sea un dechado perfección para pescar fino a seca, pero reconozco que otras veces bien me ha servido para salir airoso de desafíos incluso más complicados. Sin embargo, en esta ocasión, más que la caña fue el pescador el que no estuvo a la altura de las circunstancias, pues todo y que rehice como pude el tramo final del bajo, las presentaciones siguieron siendo de p... pena. En un par de ocasiones, escuché un extraño chapoteo a mi espalda: era mi mosca, que golpeaba el agua tras una parada trasera infame. Finalmente, la gota que colmó el vaso fue el impacto de la mosca en mi caña, provocado no ya por un brazo extendido en un angulo absurdamente abierto, sino también por un incontrolable temblor de la muñeca, y es que estaba tiritando de frío al llevar tanto rato metido en el agua, a la altura de la cintura. Había entrado en la postura poco después de las dos, y ¡ya eran las tres y cuarto de la tarde!. Además, me estaba casi orinando encima así que ¡tocaba tirar la toalla!.
Vadeando camino de la orilla, noté algo raro, algo así como una pérdida de presión alrededor de la cintura, y es que se me había caído al agua mi vieja faja lumbar, que ya tiene el velcro totalmente desgastado. Así que aguantando el pis como pude, y haciendo de tripas corazón, volví sobre mis pasos para buscarla, pues la casi nula corriente apenas si la había desplazado un metro de donde había estado pescado. Esta vez tuve suerte, y la puede recuperar, pero la alegría por  la no pérdida duró poco: agobiado por las ganas de hacer pis, decidí atajar recto hacia la orilla, y al llegar a otra posición, que no era por donde había entrado, el talud estaba completamente embarrado, así que dí un buen traspiés intentando salir del agua y me empotré de bruces contra el barro...¡Vaya día!.
Satisfechas las necesidades fisiológicas, y fumado un cigarrillo como medida urgente anti-stress, me fui con viento fresco con la intención de dar por acabada una jornada de pesca con tantas desventuras, pero de camino hacia el coche, casi un kilómetro de río más arriba, y en unas corrientes de moderada velocidad, comencé a ver cebas de las que hacen concebir esperanzas, o sea de esas de gran círculo, de las que "se ven bocas", de las que incluso hacen ¡plof!.
Esta vez intenté concentrarme más, rehacer el bajo de linea de un modo más decente, pero ya puesto en acción de pesca todo resultó inútil, pues no hicieron ni caso de mis moscas. Todo y que era evidente de que estaban comiendo rhodanis, ni la imitación de esta mosca, ni la de su estadio emergente surtieron efecto, y acabé realmente desquiciado probando incluso de pescar largo con microninfa, o con un tándem de imtación de rhodani y pequeña ninfa sin apenas peso.
A las cinco y cuarto de la tarde llegaba al coche completamente agotado, tanto física como psicológicamente. Una trucha despistada había salvado el bolo, pero el día había sido realmente de los que son para olvidar. Poco antes de abandonar el río, había echado un vistazo a un enorme parado de agua, cuya imagen me pareció la viva imagen de la apatía. Adiós y hasta la próxima, que espero sea pronto. Marcho del río en una tarde gris, tras una mañana y un mediodía de lluvia. Peces que no pican en un río que no se deja leer. Horas de lances mecánicos y carentes de intención. Cuatro truchas que, en algún rincón. y de un modo esporádico, comen algo cuya imitación no está, ni por asomo, en tu caja de moscas... Hay días en los que, de poder elegir, mejor dedicarse a otra cosa que a pescar. El problema está para los que no podemos elegir, y que hemos de aprovechar las escasas ocasiones que se nos presentan para practicar nuestra afición favorita. En días así, una sola trucha ya es recompensa suficiente, pero los más perseverantes (o los más chiflados, es de justicia reconocerlo) continuaremos metidos en remojo en el río hasta el final de la jornada, por desventuras que nos acontezcan, sino con fe, si que por lo menos con la esperanza de que lleguen las cinco de la tarde y abran la pastelería del pueblo mas cercano, para ir a merendar.                       


JORNADA DE PESCA Nº 733

Temporada 2014 - 2015 - Nº 14

Zona libre del Ter
Río Ter

Pescador:
Ferran RUBINSTEIN

Capturas:
1 trucha fario a ninfa

Climatología: mañana, tiempo nublado y lluvioso con temperatura templada; tarde nublada sin oscilaciones de temperatura.

Caudal: bajo

Condiciones de vadeo: sin dificultad, pero con la ayuda del bastón de vadeo por lo resbaladizo de las rocas, debida la acumulación de algas.

Hora de inicio de la jornada: 09,45 h.
Hora de finalización de la jornada: 17,00 h.

Las música de hoy:

Viaje de ida:

Sinfonía nº 8
Obertura Solemne
Alexander Glazunov

Obertura-Concierto en "FA" mayor
Joachim Raff

Viaje de vuelta:

Concierto para piano y orquesta nº 3
Concierto para piano y orquesta nº 4
Anton Rubinstein

Danzas de Galánta
Zoltan Kodály

Líneas Tensas!



Ferran RUBINSTEIN


  

10 comentarios:

  1. Un triunfo amargo un solo pez,,,aunque una batalla perdida no significa que se pierda una guerra.
    Líneas Tensas.
    Saludos

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  2. Agafar un peix sempre és un éxit. El que importa realment és que vas a pescar, que ets al riu i que finalment et pica una truita i la portes fins a la teva vista que no vol dir al salabret. De vegades només de veure'l ja ajuda quasi com si l'haguesis agafat, doncs l'has vist i el misteri de si era gros o petit o una truita del pais o una truita fario ja és més que suficient. La pesca no és agafar peixos com molts creuen, la pesca a mosca és una modalitat que convida més que cap altre al auténtic esplai al riu d'un auténtic "sportsman".És per aixó que és va inventar la canya de mosca, per disfrutar i per gaudir a la natura amb un artefacte inventat per l'home, com molts d'altres per pescar, però sens dubte el més encisador i meravellós que s'ha inventat mai.

    Carles

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  3. Hola Kamaradas:

    La verdad es que es en estos días en los que un o sale más reforzado, como pescador, que nunca del río, pues es un triunfo de pura voluntad el haber ido a pescar cuando la salud y las malas circunstancias climatológicas aconsejaban hacer todo lo contrario.
    Y es que para mi, el ir a pescar es ilusión pura y sensación de libertad rayana en lo salvaje.
    Por suerte, las emociones de la pesca continúan más allá del río. Seguro que ya os podéis imaginar que disfruto casi tanto yendo a pescar, como escribiendo acerca del día en que estuve haciéndolo.
    Un abrazo y Líneas Tensas!

    Ferran.

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  4. Ferran, no te voy a dar ánimos porque seguro que no los necesitas y el próximo fin de semana no vas a dudarlo ni un momento en volver a meterte en el río y mucho menos dudo que la semana que viene estaré leyendo otra aventura!

    No hay que decaer, siempre buscarle el punto positivo, los que sufrimos de esta enfermedad no tenemos cura, y espero que no la encuentren! hay que salir, disfrutar y aprender siempre que se pueda.

    Un saludo!

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  5. Amigo Sr. Machín,

    Por supuesto que volveré a la carga tan pronto pueda. Este fin de semana tengo que ir a una salida a la nieve, a una casa rural, con mi familia y otros papas y niños del cole, y la que viene... tengo salida de senderismo con el Centro Excursionista del que soy socio, pero tan pronto como pueda, y con un "mono" de pesca terrible, volveré al río a por mi gozosa dosis de masoquismo fluvial.
    Por supuesto, no faltará la crónica, y más sabiendo que en la distinguida concurrencia de seguidores de este blog, tengo uno de tan entusiasta como vd., para el cual es para mi un auténtico placer escribir.
    Gracias por su fidelidad con este blog, y espero no defraudarle.
    Un abrazo y Líneas Tensas!


    Ferran.

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  6. Defraudarme?? con saber que sigue con ilusión ya es más que suficiente, no todo es salir cada fin de semana, no solo de pesca vive el hombre jeje. Es más, un breve letargo hace que vuelvas con más ganas que nunca a la orilla.

    He de confesarle que leo todos sus relatos, aunque aún no soy pescador a mosca (pero eso tendrá solución en breves), soy un apasionado de casi todas las modalidades de pesca desde orilla siempre y cuando se haga con responsabilidad y civismo.

    Un abrazo!

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  7. Esa sola trucha vale más que diez más. Aunque sea muy fácil decirlo después de salir del río, con lo que nos gusta clavar truchas y más truchas. Pero en ciertas zonas, ese pez cobra más importancia. Y más en una jornada en la que uno, como fué tu caso, esté hecho un cromo.... Nunca hay que decaer y sin duda eso es afición. Abrazos!

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  8. Ilmo. Sr. Ferrán. Me uno al grupo de los que egoístamente disfrutamos cómodamente de sus entrañables aventuras que con tanto virtuosismo describe. No desespere ni desfallezca en esas jornadas aciagas ni en las que cumpliendo deberes paternofiliales abandone temporalmente sus queridos ríos. Piense que de esa manera volverá al rio con mayor ilusión si es que aún cabe más todavía. Es una suerte para todos disfrutar de sus vivencias. Dios guarde a V.I. muchos años. Miguel Angel "Casiopea".

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  9. Me llena de "orgullo y satisfacción" poder escribir para un público compuesto de pescadores tan entusiastas, como de personas magníficas. El privilegio es mio de poder contar con vosotros como lectores...:-)

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  10. Hola Ferran,

    Si repases com escribies fa uns anys i ho compares amb avui, t'he de dir que has fet un canvi literari enriquidor i amb molta més capacitat de síntesi. Les frases i les paraules són molt més acurades i els adjectius més buscats. Tot aixó fa que el viscut al riu és transformi amb una exposició de fets dinámics i amb més emoció. Transmetre emocions i descriure persones i encara més cares de persones és molt difícil. És per aquest motiu que ara jo tampoc escric res, doncs fer alguna cosa que a mi personalment em faci el pes, em costa molt i ara encara no disposo del temps suficient. Sincerament, crec que no en sabré mai.

    Carles

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