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sábado, 14 de febrero de 2015

JP-732. LAS CARPAS DEL LLOBREGAT CELEBRAN SU RÚA DE CARNAVAL NO MUY LEJOS DE MI CASA. Sábado, 14/02/2015


La relativamente corta jornada de pesca del fin de semana de Carnaval y San Valentín, ha estado exclusivamente dedicada a la pesca de ciprínidos a mosca, en una zona libre sin muerte muy cercana a mi casa. 



JORNADA DE PESCA Nº 732


Nota preliminar: de nuevo, una jornada de pesca discurre en una zona libre sin muerte, en este caso del Llobregat. En el caso que nos ocupa, no hay presencia de salmónidos en latitudes tan bajas de este  río, concretamente entre la desembocadura del mismo y Martorell, pero si que hay abundancia de ciprínidos, y debido a que estos son objeto de pesca ilegal, con muerte y posterior ingesta de los ejemplares sacrificados, por parte de colectivos de pescadores furtivos, sobre todo de aquellos que en sus países de origen esta especie de peces son considerados un auténtico manjar, obviaré entrar demasiado en detalle acerca de los escenarios en los que he estado pescando, con el fin de que la información contenida en este artículo no sea objeto de mal uso..


Los caprichos del calendario han querido que, este año en concreto, coincidiesen San Valentín y el Carnaval. Ambas fechas, la primera fija, y la otra móvil, suelen marcar el inicio de la recta final del invierno, que culminará con la tan ansiada desveda de la trucha poco antes de San José. Todo y que por estas fechas hay días que auguran la primavera que está por venir, no fue este el caso de este sábado, por lo menos en las cercanías de Barcelona capital, en donde un cielo gris y plomizo nos ha recordado que el invierno está todavía bien vivo. Por suerte, no llovió, ni durante la jornada de pesca, ni tampoco durante las rúas de Carnaval, y la temperatura tampoco fue rigurosamente baja, lo que permitió a muchos lucir disfraces ligeros de ropa sin gran riesgo de pillar un catarro.
Como cada año, había prometido a mi hija llevarla a la rúa de Carnaval del distrito, así que en un principio había descartado en mi agenda este sábado como hábil para la pesca. Sin embargo, debido a que susodicho evento no comenzaba hasta las cinco de la tarde, y el punto de inicio del mismo era al lado mismo de mi domicilio, aproveché la circunstancia de tener tiempo libre, hasta las tres y media de la tarde, para retomar otro de mis proyectos que siempre dejo para mejor ocasión: el de ir a pescar ciprínidos a mosca.
Esta premura de tiempo, habida cuenta que tenía que estar de vuelta a casa a una hora inusualmente temprana, me hizo desistir de ir a probar suerte con los ciprínidos de ríos lejanos de los que tenía muy buenas referencias, y finalmente probé suerte en un sitio en donde nunca hasta ahora había intentado este tipo de aventuras de pesca, todo y tenerlo a escasos kilómetros de mi casa, o sea en el tramo bajo del río Llobregat, que desde su desembocadura, en el Prat de Llobregat, y hasta Martorell es considerado zona libre sin muerte.
De un modo inconsciente, y sobre todo apriorístico, muchos pescadores del area metropolitana de Barcelona desdeñan pescar en este tramo bajo del Llobregat, debido a que tiene fama de estar "lleno de mierda" y ser poco menos que una cloaca al aire libre. Quizás esto fue verdad en el pasado, pero hace ya muchos años que gracias a las depuradoras y a un mayor celo medioambiental, las aguas de este río a su paso por el Baix Llobregat están mucho más limpias, y desde mediados de los años 90 la vida de aves, peces y anfibios ha vuelto a lo que había sido un río prácticamente muerto.
Otra cosa, es que el entorno no sea precisamente de "reportaje de National Geographic". Cierto es que aquí, en plena area metropolintana, el río discurre flanqueado por infraestructura viarias de gran envergadura, tales como la autovía A-2, la autopista B-23 o la mismísima vía del AVE, pero no es menos cierto que también aquí el río es de considerables dimensiones, con una gran lámina de agua incluso en los meses de menores precipitaciones, y que además el entorno de las orillas está cada vez más recuperado para el ocio de los ciudadanos, en forma de senderos y pistas para la práctica de actividades deportivas tales como senderismo, footing o bicicleta de montaña. Como pescador preferentemente de truchas, ya os puedo decir que he pescado en cotos urbanos y suburbanos, en muchos pueblos del Pirineo, en que uno tiene más la sensación de estar "pescando en medio de la calle" mucho más que en el suburbano tramo bajo del Llobregat. Además, y aunque suene simplista decirlo "un río es un río", y por poco que uno se concentre en la acción de pesca, verá que pronto se aísla de si pasan coches o pasan trenes... y si los peces pican, bien rápido se le pasan a uno las manías con el entorno.
Además, la ocasión la pintaban calva, pues es precisamente en estos meses de anticiclón invernal cuando, debido a la ausencia de precipitaciones continuadas y torrenciales precisamente el río baja con el agua más clara, y con el caudal más bajo y apto para un vadeo sin riesgos.
Acostumbrado a mis manías y rituales, en esta ocasión tuve que adaptarme a cambios bastante inevitables. Dado la cercanía de mi destino de pesca, me escapé del habitual madrugón, e incluso desayuné en casa. Tampoco hubo tiempo para la música clásica, pues en realidad es más o menos por donde comencé a pescar el punto en donde, cuando salgo de Barcelona por la Diagonal, justo comienzo a escuchar música, tras haber estado pendiente de los partes del tiempo y del tráfico en la radio. Hubiera podido empezar a escuchar alguna sinfonía o algún concierto de mis queridos compositores, pero preferí no dejarla inacabada, pues de hecho el viaje no daba ni para concluir apenas una obertura o un preludio..
Fijado el objetivo de estar a las diez ya a pie de río, ya que en esta época el año es bastante poco productivo ponerse a la faena demasiado temprano, me llamó poderosamente la atención que el cuentakilómetros de mi coche marcase menos de 15 kilómetros, mas de tres cuartas partes de los mismos recorridos por vía rápida,  al llegar a mi destino: el aparcamiento de un centro comercial de una de las populosas localidades ribereñas, en donde dejar el coche en lugar seguro, pagando el precio de dar el "espectáculo", por cierto muy inusual por estos pagos. de cambiarse de ropa en medio de la clientela que accede a hacer sus compras. Por suerte, aún no eran ni las nueve y media de la mañana, y había tardado un poco menos de veinte minutos en llegar desde mi casa.    
Dicho y hecho, a las diez de la mañana ya estaba haciendo la primera varada del día, equipado en esta ocasión, en previsión de peleas con peces muy poderosos, con la caña más potente que tengo, que no es otra que mi último "autoregalo" de Reyes, mi flamante Adams de 9 pies para línea 8, adquirida a mi buen amigo Dani Riverboy; toda una demostración de "artillería pesada" para un día de pesca cuyo objetivo eran peces de gran tamaño y potencia. Aquí he de decir que la susodicha caña, junto con el carrete Adams con freno regulable  y la línea 8 WF de la misma marca se comportaron muy bien, cumpliendo e incluso superando las expectativas que en ese equipo había puesto.
Todo y que la jornada tenía que ser forzosamente corta, y el tiempo no me sobraba, dediqué una buena hora en lanzar streamers de diversos tamaños con la poderosa Adams, y en ningún momento se quedó corta. Lástima que no domine el lance de doble tracción, más que nada porque nunca me he visto en la necesidad de practicarlo, porque estoy seguro de que con este técnica, y la solvencia de la caña moviendo señuelos de considerable volumen y peso, podría alcanzar grandes distancias. Bueno, quizás ahora que ya tengo la herramienta, quizás sea la ocasión de comenzar a practicar.
El ejercicio de mover streamers, y de recogerlos a diferentes velocidades, tuvo la intención de buscar la picada de algún barbo, e incluso de alguno de los siluros que dicen que recientemente han colonizado la zona, pero esa circunstancia no se dio, así que satisfecha mi curiosidad, y consumida la primera de las escasas cuatro horas que pensaba pescar, pasé ya ha actuar más "en serio", atando a la cola de rata un bajo de línea teóricamente "carpero", o sea un solo tramo del mismo largo de la caña de 0,18 mm. al que puse un codal a 25 cms, del final, con el fin de mover dos ninfas: una pheasant tail verde, tan conservadora como lastrada (bola de tungsteno del 3), y una ninfa negra sin bola, de las que dicen sienten pasión por ella las carpas.
Escarmentado por fracasos anteriores en la pesca de ciprínidos, decidí seguir el consejo de algunos que son expertos en esta materia, y más que malgastar mi tiempo ametrallando el río a ninfazos, cual si estuviese pescando un intensivo de truchas repobladas, me dediqué a pasear y observar el río, con miras a localizar carpas a la vista.
El paseo fue mas largo de lo que me esperaba, pero al fin, en una tabla de corriente lenta, un bajío de esos en que tanto me gusta pescar truchas a mosca seca, divisé una, dos, tres, cuatro, cinco ¡muchas! carpas pastando pacífica y parsimoniosamente. Algunas de ellas eran realmente enormes ¡que subidón!.
El problema, es que las había localizado desde un terraplén, y me iba fatal para lanzar, así que retrocedí, bajé unos cuantos metros río abajo, y vadeé con el fin de abordar las carpas por la otra orilla, y a poder ser por detrás. El otro problema ahora, es que el reflejo del agua no me dejaba ver los peces, pero esto lo consideré incluso una ventaja: no iba a estar demasiado pendiente de sus movimientos, sino que lo intentaría al "estilo trucha", o sea dejando derivar las  ninfas con la mayor naturalidad posible y a poder ser rascando fondo, a través de la "zona caliente" y estando solo pendiente de las evoluciones de la bolita de plastilina que llevaba como señalizador de picada.
La verdad es que no las tenía todas conmigo de que el experimento in the trout fishing style funcionase con las carpas,.pero al cabo de apenas cuatro varadas, clavé al ver una pequeña oscilación del señalizador de picada y ¡brutal! ¡menudo tirón!. Linea tensa, carrete trabajando a todo rendimiento, y se me subió el corazón a la boca al ver el pedazo de enorme carpa que había clavado ¡con la pheasant tail!. Pero... mi gozo en un pozo: cuando tenía al pez cerca de mi...¡se desclavó! y me quedé con un palmo de narices.
Bueno, la cosa pintaba bien, así que seguí avanzando, a auténtico paso de tortuga por la "zona caliente", y cuando iba más o menos por la mitad de la tabla tuve la sensación de haber enrocado, cuando de repente la puntera de la caña comenzó a cabecear con violencia. Tras un tira y afloja larguísimo, tuve a vista un ejemplar de carpón que daba auténtico miedo...-¡como voy a meter eso en la sacadera!, pensé- por desgracia, el dilema se resolvió a favor del gran ciprínido, pues se volvió a soltar. Esta vez, examiné la ninfa (otra vez la pheasant tail había sido la que recibió la picada) y... el anzuelo estaba completamente abierto.
Estaba feliz y perplejo a la vez. Estaba pescando carpas, si. Estaba manteniendo peleas épicas con peces de gran tamaño y fuerza, también. Pero el caso es que no conseguía meter ni una en la sacadera. Estos son los momentos en los que uno no debe ponerse nervioso para nada, así que salí del río, dejé a las carpas descansar, y aproveché para el habitual pissing and drinking break, o sea aliviado de vejiga y consiguiente recarga de la misma, a base de uno de mis sempiternos tes con limón. Hora de recapitular, y de paso empatar otra ninfa, lo más parecida posible a la tungstenizada pheasant tail de color verde, y a poder ser con un anzuelo un poco más resistente. Rehecho el aparejo, decidí retroceder por la orilla, para no "espantar el ganado" y volví a empezar a pescar la "zona caliente" desde el principio.
En este da capo, las picadas tardaron en llegar, pero mas o menos entre donde había tenido las dos anteriores, volví a clavar otra carpa... y la volví a perder en una breve pelea, cuando de un modo incomprensible  soltó la ninfa. Algo estaba haciendo mal, y no tenía idea del que. Frustrante, realmente frustrante. 
Hasta el momento, e inconscientemente, estaba pescando al más puro estilo "ninfeo de intensivo", o sea bastante corto y con tendencia a lanzar en diagonal hacia la orilla opuesta. Por un momento, cambié a pescar un poco más largo y de frente, completamente de cara al río, que no a la orilla, y fue entonces cuando vi moverse sospechosamente el indicador de picada, y esta vez no clavé de golpe, sino que conté lentamente hasta tres antes de dar el cachete y ... de nuevo picada brutal, pero esta vez la carpa salió disparada río arriba e incluso subió a la superficie. Paciencia, mucha paciencia, y sobre todo no forzar al pez, dejando trabajar el freno del carrete, que para eso está. Tardé un buen rato en  tener cansado al pez, pero al final ¡entró en la sacadera!.¡Victoria!¡Victoria!. No era desde luego la carpa más grande con la que me había peleado en esas últimas horas, pero no dejaba de ser un musculoso pez, nativo del río, de unos buenos 60 cms, ¡todo un torpedo con aletas!.
Tras la foto de rigor, vi con mucha pena que me quedaba bien poco rato de pesca: las horas habían pasado volando, y yo no había ni levantado apenas la vista del río. Volví a insistir en la "zona caliente" un rato más, pero con tanto jaleo las demás carpas parecían haberse asustado. En un día de pesca más "normal", hubiese sido hora de salir del río, y seguir andando, siempre al acecho de peces que se dejen ver, pero en esta excepcional ocasión, las dos y cuarto de la tarde ya era incluso más que lo que se podía considerar la "hora límite," para volver a casa con el tiempo suficiente de cumplir la promesa que la había hecho a mi hija: ir a ver la rúa del Carnaval del barrio.
La vuelta al coche, fue a auténtico "paso ligero", al puro estilo militar, y agradecí como nunca el que el viaje de regreso a casa fuera de menos de veinte minutos, a esa primera hora de la tarde siempre con tan poco tráfico, ya que es la que los convencionalismos determinan como la de comer. Por supuesto, tal y como os podéis imaginar, esta vez no hubo merienda pastelera.
¿Y el Carnaval? Bien, pues para mi hija divertido, todo y que creo que al final no fue disfrazada, ya que se vistió de Princesa Elsa de Frozen, y eso es como no ir disfrazado, pues gran cantidad de niñas optaron por llevar ese vestido, de princesa de los hielos, que ahora está tan de moda. Por mi parte, poco interés en la rúa de Carnaval. Nada puede sorprenderte, cuando pocas horas antes has visto, creído ver o quizás imaginado, truchas disfrazadas de carpa.       


JORNADA DE PESCA Nº 732


Temporada 2014 - 2015 - Nº 13

Zona libre sin muerte del Llobregat -ZLLSM-LL-32. Del puente de Mercabarna (El Prat de Llobregat) a la Riera del Morral del Molí (Abrera).
Río Llobregat

Pescador: Ferran RUBINSTEIN

Capturas: 1 carpa a ninfa

Climatología: nublado y templado

Caudal: bajo

Condiciones de vadeo: sin dificultad, pero recomendable la ayuda de un bastón de vadeo.

Hora de inicio de la jornada: 10,00 h.
Hora de finalización de la jornada: 14,15 h.

La música de hoy:

Hoy no han habido audiciones de música clásica, debido a que lo corto del viaje desde mi casa a la zona que he pescado, hubiese ocasionado tener que interrumpir obras de mi interés, y dejar la audición incompleta. Por esta vez, he escuchado la radio.

3 comentarios:

  1. Me alegro un montón de que disfrutara con las carpas y es que esta pesca pone los pelos de punta la verdad!

    Un saludo desde la ciudad condal!

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  2. Muchas gracias Sr. Machín. Las carpas me habían dado batallas épicas en mis tiempos de pescador de cebo, pero pescarlas con un equipo de mosca es algo así como un auténtico disparo de adrenalina.
    Un saludo desde Les Corts Borough!

    Ferran.

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  3. El Sr. Machín y V.I. Tienen toda la razón: "pelos de punta....", "disparo de adrenalina...." y con la seca no digamos ¿Qué sienten vdes. cuando, después de estar haciendo la garza acechando a esa "abuela" que está a nuestros piés, ven como chupa nuestra avispa de foam y temblorosos clavan con temor? La explosión que viene a continuación engancha a cualquiera.....Un saludo. Dios guarde a V.I. muchos años. Miguel Angel. "Casiopea"

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