"Si, al igual que yo, sois de los que creeis que tenéis poco que enseñar, mucho que aprender y aún más que compartir, éste es vuestro blog".

martes, 4 de octubre de 2011

JP-582. COTO CAMÍ DE L´OLIVA - OLIANA. Lunes, 03/10/2011






















La amistad, y más en los tiempos que corren, es uno de los bienes más preciados. El cultivo de la misma, y más cuando los amigos comparten pasiones comunes, conlleva premios frecuentemente de valor intangible, pero siempre de enorme valor emocional.
Para mi, fue un gran premio el poder compartir esta que aquí reporto, la primera jornada de pesca de la nueva temporada 2011-2012 –que no debéis confundir con la temporada de salmónidos de este año, ni la del que está por venir- con mi gran amigo Diego Adam, al que no veía en persona desde hace casi seis largos años, toto y nuestro frecuente contacto via correos electrónicos y el seguimiento que hace de mi, nuestro, vuestro, blog de pesca, y que me ha concedido, todo un privilegio, un dia de su apretada agenda de viaje de bodas (se casó hace apenas dos semanas), para poder compartir conmigo un dia a pie de rio, con la caña en la mano.
Antes de nada, debo poneros en antecedentes de que Diego, a quien conocí durante una una estancia laboral en nuestro pais, suele decir de un modo muy erróneo que yo fui su maestro en esto de la pesca a mosca. Craso error. La verdad es que Diego, incluso cuando aún no pescaba a mosca, ya llevaba desde toda la vida pescando, y para mi fue muy fácil contagiarle el virus de la pesca de sedal pesado, modalidad que él siempre había querido practicar.
Más que un maestro de nada, y menos de la pesca a mosca, y más aún viendo los explosivos aterrizajes de mis artificiales y mi especialidad en hacer bolos incluso en auténticas peceras, prefiero considerarme para con Diego como un animador, O sea, la persona que le animó a pescar a mosca, y que como mucho le enseñó los cuatro rudimentos para manejarse con un mínimo de soltura en un rio y con una caña de látigo en la mano.
La posibilidad de poder compartir jornada de pesca con mi amigo, ha hecho que esta nueva temporada de pesca comenzase en lunes, pues era el único dia en que podíamos vernos, en vez de un sábado. La elección de Oliana como destino de pesca, lugar siempre difícil y que igual te lo da todo, que se cierra en banda y no tocas escama en todo el dia, ha venido motivada por el “fashion patagónico” del lugar, en honor de esa Patagonia en la que él suele pescar en cuanto tiene vacaciones: rio grande y posibilidad de pescar grandes salmónidos.
Asi pues, casi seis años después, volví a reunirme con Diego –ya ahora un hombre casado, y próspero empresario en su país- en el mismo sitio en que lo hacíamos, y otra vez emprendimos viaje en una madrugada fresca, con el cielo tachonado de estrellas y con la Sinfonía nº 3 de Anton Rubinstein como música de fondo a nuestra conversación, hablando primero largo y tendido de las muchas cosas que nos han sucedido a lo largo de estos seis años, y luego soltándonos a hablar de esa bendita pasión que compartimos, que más que llamarse pesca, debería llamarse “tener el privilegio de ir a pescar”.
Pese al frescor de la madrugada, Oliana nos ha recibido con un sol radiante, en un dia diríase de verano más que de otoño: el mercurio ha llegado a rozar los treinta grados en al mediodia solar. El rio, ligeramente más altito que en mi última visita del mes de septiembre, pero perfectamente vadeable, nos ha dado la bienvenida con el el fragor de sus corrientes, el canto de los pájaros y el murmullo de alamedas y choperas mecidas por la brisa. Toda una explosión de vida y una sensación de bienestar increíble: poder tener el privilegio de estar allí, viendo los maizales agostados aún sin recoger, oliendo a campo y montado el equipo mientras un sol todavía estival nos tuesta la piel, en vez de estar metidos en un atasco en la urbe, o atareados en la oficina, viendo tristes y resignados como hay vida y luce el sol más allá de los cristales de las ventanas.
Y una vez metidos en el rio, se hizo el silencio. Cesó toda conversación, se acalló la cháchara. Tanto Diego como yo gozamos simplemente estando en el rio con la caña en la mano. Entonces, sobran las palabras. Silencio, se pesca. Fuera de alguna pequeña indicación relacionada con el vadeo seguro –ayer era yo el “guia nativo”- cada cual metido en su mundo, concentrados tanto en el misterio y la magia de las aguas, como en la liturgia de los que pescan o lo intentan, drogas duras todo y su inócua e intangible apariencia, a las que tanto a ese jóven argentino, como a este no tan jóven español llevan enganchados desde que eran poco más que niños.
Ayer el padre Segre, no fue generoso con nosotros. La verdad es que no pescamos ni una trucha, y vimos bien pocas. Eso no quiere decir que no pescásemos, o que no hubiera peces. El rio, sobre todo oteando desde lo alto del puente de Tragó, bullía de ciprínidos, los menos fondeados en pozas u oxigenándose en las corrientes; los más, tomando el sol descaradamente en los bajíos, hociqueando sin prisa pero sin pausa, y moscardeando de vez en cuando. Había de todo, aparte de los traviesos y siempre incordiosos alburnos, barbos y bagras como auténticos torpedos, rechonchas y simpáticas, a la vez que poderosas, carpas e incluso bermejuelas, también conocidas en Catalunya como gardis o gardones.
La elección de pescar ligeramente “pesado”, al estilo polaco, con ninfa pompom, la atractora olianera y alfarraseña por excelencia, de punta, y con una pheasant tail para nada en tamaño “micro” un palmo y medio más arriba puede que determinara, para bien o para mal, el resultado de la jornada. El renunciar a pescar a tándem de seca-ninfa vino dado primero para evitar el incordio de los alburnos sin dejar en paz tanto seca, como ninfa, y sobre todo para no tener que bregar con un gran pez al otro lado de la linea, con un hilo inferior al 0,14 en el terminal. Ayer optamos por un 0,18 de punta, y todo y así los grandes peces nos ganaros dos de los tres grandes combates singulares a los que fuimos retados.
Puede que también ayer pescásemos demasiado relajados, o faltos de tensión. Diego había hecho un gran esfuerzo para poder venir, pues tan sólo el dia antes estaba en Grecia, volaba a Barcelona y sin apenas dormir se venía para el rio. Por mi parte, y por un dia, estaba tan feliz de poder estar bajo el sol lejos de las tribulaciones laborales de un lunes cualquiera, que con tan sólo poder estar allí ya me parecía fantástico.
Lo cierto es que casi a la una y media, Diego sólo había pescado una bermejuela, pez que le despertó su curiosidad, pues no lo había visto nunca en Argentina, y yo había pescado sólo tres alburnos. Cuando comentábamos que aún quedaban muchas horas por delante, que “aún había partido”, y mientras pescábamos un remolino en donde haraganeaban todo tipo de peces, grandes y pequeños, incluso un gran trucha, recibí una brutal picada de “algo” que comenzó a sacarme linea del carrete a gran velocidad, “algo” que no saltó fuera al verse prendido, “algo” que por los fuertes cabezazos y por su empeño en tirar hacia el fondo me hacía pensar que era un gran ciprínido.
Casi diez minutos de tensión después, pues no es nada fácil manejar uno de esos poderosos peces con una caña para linea 4, por más que sea de 10 pies, pude intuir que era un barbo, pero cuando pasados los veinte, por fin pude arrimar la bestia a la sacadera, gracias a la ayuda de Diego, me llevé la sorpresa de ver que era una enorme bagra, la más grande que he pescado hasta el momento con diferencia, y que pasaba largo del medio metro: un animal de poderosas aletas, un pez fenomenal con una energía casi inagotable, y que no tardó en reanimarse tras el combate, para volver a su merecida libertad en el rio.
Tras la adrenalínica pelea, siempre al límite de romper la linea, y las consabidas fotos previas a soltar la descomunal bagra (para los castellanos, cacho), nos tomamos un merecido descanso y planificamos un tanto lo que quedaba de jornada. Asi pues, tras el receso, Diego siguió zurrando con ahínco las corrientes de frente, remontándolas, en busca de esas soñadas truchas “patagónicas” que tanto renombre han dado a este coto, mientras que yo, acechando desde la misma orilla, probaba de hacer pasar la ninfa pompom por delante de un grupo de barbos y carpas que estoicamente tomaban el sol en los bajíos laterales de la corriente.
Andando con tiento, lanzando bastante aguas arriba, para no espantar a los ciprínidos XL ni con mis pisadas ni con el impacto de las ninfas en aguas casi paradas, por fin conseguí que uno de los barbos tomase la pompom de cola del aparejo, pero esta vez no hubo tanta suerte como con la bagra... la linea del carrete no corrió, debido a un par de vueltas que había formado el hilo en la puntera de la caña, y aprovechando esa resistencia, pude apenas contener al torpedo con aletas tres o cuatro cabezados antes de que se fuera a toda velocidad hacia el centro de las corrientes, con la ninfa a modo de piercing.
Ni cinco minutos después, un raro efecto en la deriva del hilo amarillo flúor que utilizaba ayer como indicador de picada, me advirtió de que otro de los barbos podía haber tomado la ninfa. La clavada en carne así me lo confirmo, pero esta vez el misil fluvial salió directamente disparado hacia la corriente y hacia abajo, directo a los pies de Diego. Sólo tuve tiempo de decirle “Cuidado, Diego, que va para ti”, que el barbo ya se había desclavado.
Ya no hubo más picadas de peces grandes –ni con pijama de pintas, ni con pijama de escamas- a lo largo de lo que quedaba de tarde. Incluso en la siempre productiva “poza del basurero” o “poza de la gravera”, se veían más pequeñas cebas de alburnos, que no grandes círculos de ceba de truchas. Diego capturó un alburno más, y yo otro además de otra bermejuela, hasta que, viendo que bajo ese sol de una tarde de un verano en todo menos en el nombre, Diego se estaba casi quedando dormido por el madrugón tras el largo viaje, y le sugerí que continuasemos las emociones de nuestro dia de pesca, pero esta vez yendo a merendar, previa recogida de bártulos y embadurnada de manos con “Brummel”, claro está, que la tradición, es la tradición, por má que Diego se sigue resistiendo a perfumarse con ese olor, que para unos sugiere el geriátrico, pero que para mi me evoca la libertad de un dia de pesca.
Tras la merienda, de bracitos de gitano de trufa y nata, de una pastelería del pueblo, y de entonarnos con la cafeína, emprendimos el largo e inusual regreso a casa, y digo largo e inusual porque el túnel de El Bruc sigue en obras, y para evitar atascos volvimos por donde habíamos venido, por la ruta más larga de Ponts-Torà-Calaf y Manresa, .
De nuevo, y tras un atardecer en ruta digno de postal enviada desde el país de los mejores recuerdos de los dias de pesca, cayó de nuevo la noche, como en esas noches del otoño y el invierno de hace casi seis años en que volvíamos a Barcelona, feliz Diego de haber pescado de aquella manera que tanta ilusión le había hecho desde pequeño, y feliz yo de poder contagiar este bendito virus de la pesca con mosca, y más si es a alguien que, al igual que yo, piensa que poder ir al rio, se pesque o no, y poder permitirse ver bajar el agua en un atardecer de rosas y azules, mientras otros se afanan en rutinas y convencionalismos, es simplemente un privilegio.De nuevo, una depedida. Pero al igual que hace casi seis años atrás, no ha habido un adios pomposo y ceremonioso. Simplemente, un abrazo y lo que se dicen los amigos de verdad: “hasta pronto”.




TEMPORADA 2.011 - 2.012 - Nº 1


Lunes, 3 de Octubre de 2011


TEMPORADA DE COTOS INTENSIVOS DE SALMÓNIDOS 2.011 - 2.012 - Nº 1


Coto Camí de l´Oliva – Oliana. Intensivo sin muerte.
Rio Segre
Capturas: 1 bagra a ninfa, 2 bermejuelas a ninfa y 5 alburnos a ninfa.


Pescadores : Diego Adam y Ferran RUBINSTEIN

Capturas:

Diego Adam: 1 bermejuela a ninfa y 1 alburno a ninfa.
Ferran RUBINSTEIN: 1 bagra a ninfa, 1 bermejuela a ninfa y 4 alburnos a ninfa.


Climatología:

Soleado y caluroso

Hora de inicio de la jornada: 10,15 h.

Hora finalización jornada: 17,30 h.

La música de hoy:




Debido a la grata asistencia de mi buen amigo de Argentina, Diego Adam, al que no veía en persona desde hace casi seis años, no ha habido audiciones de música clásica en esta jornada, pues –como comprenderéis- teníamos muchas cosas de las que hablar.

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