"Si, al igual que yo, sois de los que creeis que tenéis poco que enseñar, mucho que aprender y aún más que compartir, éste es vuestro blog".

lunes, 20 de febrero de 2012

JP-597. COTO DE ANGLÈS PASTERAL S. M. Sábado, 18/02/2012














JORNADA DE PESCA Nº 597.

La jornada de pesca de este sábado de Carnaval en "Magic Anglès", respondió a lo que suele sucederme en el mismo en esta época del año, y cuando el rio acusa el "cierre del grifo" desde la Presa del Pasteral, y el caudal queda muy por debajo de un mínimo ecológico, o sea, tocar muy poca escama, pero pasando un dia francamente divertido tentando peces tan grandes como recelosos.
Durante las dos primeras semanas del presente mes de Febrero, hemos sentido en nuestras carnes el aliento gélido del General Invieno, en forma de ola de frío siberiana que conllevó a que se batiesen récords de frio en todo el territorio. Sin embargo, ha bastado que se alejase ni que fuera un poco este gélido tren siberiano, para que el Febrero de los enamorados y los carnavales nos recordase, con sus tardes más largas, y sus temperaturas bonancibles al mediodía, que la primavera está cerca, que los almendros están en flor, que algunas golondrinas atrevidas ya están de vuelta, y que la nueva temporada oficial de pesca de salmónidos está a la vuelta de la esquina.
Quizás fué por esta sensación de proximidad con la primavera, que durante la semana anterior tuve el apremio de escuchar tanto el Concierto para Piano y Orquesta en Do menor de Raff, como el Concierto para Piano y Orquesta nº 2 de Glazunov -ambas piezas parte de mi "repertorio habitual" en mis viajes al Ripollès durante la temporada de pesca- en el transcurso del viaje de este sábado, fuera cual fuera mi destino, y que al final fué a Anglès, tras haber descartado ir a Oliana el mismo viernes por la tarde.
Esta vez no hubo magia. Disfruto siempre de estas dos piezas musicales con fruición, pero la verdad es que por más que durante la semana pasada hubiera un espejismo de llegada de primavera, el viaje hacia Anglès, conduciendo entre la fria niebla en la autopista y viendo los bosques todavía desnudos de hojas, me devolvió a la realidad de que aún estamos en invierno, y que el encanto de llegar a Ripoll en una mañana de primavera aún se hará de rogar por un tiempo.
Al igual que en la última visita, y como suele suceder en mi "temporada particular de Anglès", que suele transcurrir por regla general en invierno, nunca hay mucha prisa por ponerse el "vader de luces" e ir a lidiar morlacos y vitorinos con escamas, pues si algo hay asegurado en este intesivo sin muerte es un buen bolo, y todo lo que te puedas llevar a más a más, siempre será bienvenido. Así pues, desayuno sin prisas, y a cambiarse y montar el equipo con toda la calma del mundo, como no en un parking público de la localidad, para evitar dejar el vehículo en zonas aisladas en donde podría ser presa de cacos: la oleada de robos a vehículos de pescadores del año pasado, nos ha hecho a todos un poco más precavidos.
Al llegar al rio, a la altura de la zona inferior del acotado, pude confirmar la información que había dejado el bueno de Pepe "Pulpo" en Conmosca el dia antes: el cierre de grifo desde el Pateral ha vuelto a ser radical, y se ha pasado en menos de dos semanas de ver bajar el Amazonas por la comarca de la Selva, a convertirse el Ter en un regato con más piedras que agua, y en donde la exhuberante moqueta de algas adheridas a rocas y cantos rodados convierte el vadeo en un deporte de riesgo, aparte de "perfumar" el ambiente de aquellos parados de corriente en donde susodicho vegetal se pudre literalmente en aguas estancadas.
Todo y así, peces haberlos haylos, y ganas de pescarlos, también. Tampoco es que sea un escenario imposible para la ninfa. Sólo se trata de olvidarse de pescas polacas, checas o tungstenizadas, y tirar de esas ninfitas infimas y minimalistas hechas ex-profeso para pescar bien a tándem, o a ninfa ligera a pez visto.
Cuando llevaba aproximadamente un hora, sin tener una picada ni ver indicios de vida íctica, y en el momento de desvestirme para hacer pis (es lo que tiene ir con chaleco y vader), me di cuenta, con auténtico horror, de que no llevaba la sacadera, pues me la había dejado en el coche. ¿Donde va uno sin salabre en un lugar de torpedos con aletas como Anglès? En fin, el que no tiene cabeza tiene que tener pies, y me ví obligado a volver de nuevo al parking a buscar la red de mano, de modo que perdí un tiempo de pesca. No digo que fuera un tiempo valioso, viendo la poca actividad que había, sirva eso de consuelo.
Llegué al coche sudando. La mañana era ya absolutamente primaveral. Visto lo visto, y ya que la parte baja del coto era tierra (o rio, mas bien) baldía, decidí seguir sudando en mi sauna ambulante de gore-tex, para ir a tentar a la suerte en la zona de los polígonos de La Cellera de Ter, a los que llegué tras un buen trote cochinero, mirando de no ser arrollado por el tránsito rodado de la carretera, y sudando la gota gorda, de tal manera que lo primero que hice al llegar a la postura que quería pescar, fué zamparme de un solo trago una lata entera de té con limón.
Oportunamente refrescado por el estimulante brebaje, y ya con las pulsaciones más bajas, me puse enseguida a la labor, y como suele suceder en muchas ocasiones similares, basta un cambio radical de escenario para que comience la acción. Al principio fueron algunos indicios de lomeadas, y alguna que otra ceba aisalada, para finalmente, al entrar la microninfa del tándem en un blando entre dos corrientes, sucumbió al engaño una buena trucha arco-iris, que pese a sobrepasar de largo el medio metro, no tenía nada bien desarrolladas las aletas. Todo y así, ayudada por el itro de la corriente, por poco intenso que fuere dado el magro cauldal del rio, presentó una digna batalla.
Tras quemar la postura, machacando el area de ceba de otro pez sin mucho éxito, me fuí a echar un vistazo a unas aguas paradas, inmediatamente rio arriba, para ver si había actividad en superficie. Fué entonces cuando mi sexto sentido me apercibió de posibilidad de riesgo. Había un grupo de personas de aspecto bastante poco tranquilizador sentadas en uno de esos bancos instalados hace un par de años en los ajardinamientos paralelos a las naves del polígono, que no me hizo nada de gracia. Para evitar posibles problemas, saqué partido a la circunstancia de llevar el váder y crucé el rio hasta la otra orilla, por la que avance a través de un bosque de ribera destrozado por las avenidas y en el que era difícil encontrar el camino, hasta llegar una zona que siempre me ha dado buen rédito en mis jornadas en "Magic Anglès".
No obstante, al poco de llegar, vi que la postura estaba ocupada por un pescador aposentado enmedio del cauce, por lo que tuve que adelantarlo, dejando una distancia generosa para no molestarlo, para cruzar de nuevo el rio. Fué uno de los tres únicos pescadores que ví en todo el dia. Al segundo lo ví nada más cruzar el rio, algo así como cincuenta metros por delante mio, lo que me obligó a seguir andando un buen rato por la orilla, con el fin de adelantarlo, dejarle suficiente rio libre y no molestarlo. Por lo que hace al tercero, forma parte de una pequeña historia que os contaré más adelante.
Una vez tomada distancia con el pescador, vino la segunda captura del día, al apercibirme de que un buen bicho estaba lomeando, o sea tomando emergentes, en una improvisada badina originada por un tronco de árbol cruzado en el río. A la tercera intentona, tomó la microninfa, y pese a la desventaja que tenía por estar pescando con un tronco cruzado justo a mis pies, en donde el pez podía enredarse, conseguí ensalabrar otra hermosa trucha arco-iris de tan generoso tamaño como de pobres aletas. Viendo las parecidas características de las truchas pescadas hasta ese momento, no me cupo duda de que eran procedentes de las últimas repoblaciones que se hicieron, quizás en Noviembre del año pasado, y con motivo de la celebración del Máster de Anglès.
Era ya la una pasada, y el calorcillo apretaba, pese a tener -quizás por primera vez en toda la jornada- las piernas en remojo hasta un poco por debajo de la rodilla. En un momento en que levanté la vista hacia la arboleda, todavía pelada de follaje, vi no una, ni dos, sino un buen montón de golondrinas revoloteando. Si, si, golondrinas, os lo puedo asegurar. Esta es una señal inequívoca de que la primavera está muy cerca. Solemos asociar la llegada de estos pájaros migratorios a nuestro territorio allá por el mes de Marzo, pero se ve que siempre hay avanzadillas que, por motivos que desconozco, emprenden su viaje anual a nuestras latitudes un poco antes.
Como si la señal de buen tiempo que suponen estos pájaros hubiese activado un misterioso resorte oculto, comenzaron las cebas en el pequeño tramo de río en que estaba. Al principio pocas y tímidas, y luego abundantes y descaradas. Momento pues, de pasar a pescar a mosca seca. Sin embargo, esta semana no estuve muy acertado con las presentaciones, pues conseguí un buen montón de rechazos aquí y allá, e incluso dar algún ligero revolcón, hasta que por fin, y -como no- con mi sempiterna y todoterreno efémera de CDC, clavé una hermosa fario, que sin embargo, y teniéndolo todo a mi favor para ensalabrarla, se zafó en una de las poco briosas embestidas de un modo tan limpio que incluso llegó la mosca que había tenido clavada en la boca intacta a mis manos.
Continué intentándolo, sobre diversas cebas, tanto con secas, como con microninfas e incluso una mosca ahogada en modo tándem sustituyendo a la ninfa, pero todo fué en vano, y cuando me dí cuenta de que eran ya pasadas las tres de la tarde, decidí dejar la postura, salir del río a orinar, tomarme otro refresco de té con limón y marchar río abajo a tocar alguna de las posturas que no había tocado en mi forzado viaje por la otra orilla del río unas horas antes.
En el camino de vuelta, me llamó la atención la actividad que había en una zona de aguas tan someras que no llegaban más allá de la altura del tobillo. Pero...¡si se veían y todo los lomos de los peces, y alguno de ellos enormes!. Nada más comenzar la acción de pesca, esta vez con algo tan poco profundizador como puede ser un tándem de un tricóptero y una mosca ahogada, el agua estalló con la respuesta a la clavada con la mosca leonesa de un enorme barbo. ¡Ya me veía haciéndole una foto y poniéndoles los dientes largos a los Kamaradas de la Imperial Tarraco, muy "barberos" ellos. Sin embargo, la realidad se impuso, y en medio de ese pedregal, con dos dedos de agua. y con un pez poderosísimo al otro lado de un tippet del 0,12, la pelea duró lo que quiso el barbo, o sea... bien poco.
Seguí machacando la zona con fe y devoción, pero lo que fuese que estaba comiendo en ese bajío no le hacía ni caso a mis moscas. Al arrimarme un poco hacia la orilla derecha, el río ganó un poco en profundidad, y fué allí en donde me las tuve largo rato, a tándem, con dos peces que se cebaban insolentemente. Mirad si estaba tan enfrascado en la labor, que cuando me dí cuenta tenía a mis espaldas al tercer pescador que ví en toda la jornada. Realmente, si en vez de estar en Anglès pescando hubiera estado en el Vietnam combatiendo, sería hombre muerto, pues este señor llevaba ya rato observándome y ni tan sólo me había percatado de su presencia. Confieso que su sigilo me dejó gratamente sorprendido. Crucé unas cuantas frases amables con él, quizás demasiado pocas, y espero me perdone, debido a que estaba tan cegado con el desafío que tenía delante de mis narices poniéndose morado de vaya usted a saber que, que le hice muy poco caso al hombre. Todo y así, le ví marchar río arriba con una elegancia increíble. Pocas veces he visto un deambular por el río tan discreto e incluso elegante. Quizás algún día yo pueda vadear con esa discreción, en vez de chapotear con estrépito cual pato mareado.
Finalmente, el desafío se saldó en victoria para los peces que se cebaban, y que no me aventuraría a decir que de truchas se tratase. Como en tantas otras ocasiones, un dia de muy pocas capturas se había saldado con muy buenos ratos de diversión. Muy típico de Anglès, muy típico de estas fechas, muy típico de estos días tan engañosos en los que nos sugestionamos pensando que es primavera porque ya han llegado las golondrinas, los mediodías son más cálidos y las tardes un poco más largas, pero que en realidad no deja de ser que estamos en invierno, y no tan sólo en el calendario.
Parada y fonda final para merendar las excelentes cocas de la Pastelería Piferrer, y de vuelta a casa, disfrutando de más música y viendo ocultarse el sol tras el Montseny, unos momentos de reflexión para pensar si un vadeo tan elegante como el que vi al pescador anónimo se aprende, o es un don innato. Me miro al espejo. Me miro los pies...¡Cua, cua!.

JORNADA DE PESCA Nº 597.

TEMPORADA 2011 - 2012 - Nº 16

Sábado, 18 de Febrero de 2012

TEMPORADA DE COTOS INTENSIVOS DE SALMÓNIDOS 2011-2012 - Nº 16

Coto de Anglès-Pasteral S. M.

Río Ter

Pescador: Ferran RUBINSTEIN.

Capturas: 2 truchas arco-iris a ninfa.

Climatología: soleado y templado.

Hora de inicio de la jornada: 10,30 h.

Hora de finalización de la jornada: 16,45 h.

La música de hoy:

Viaje de ida:

Concierto para piano y orquesta en DO menor
Joachim Raff

Salmo nº 83
Alexander Von Zemlinsky

Concierto para piano y orquesta nº 2
Alexander Glazunov

Viaje de vuelta:

Concierto para violoncello y orquesta nº 1
Concierto para violoncello y orquesta nº 2
Joachim Raff

Concierto para violoncello y orquesta en DO mayor
Eugen d´Albert

Líneas Tensas!


Ferran RUBINSTEIN.

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