JORNADA DE PESCA Nº 584
El dia de volver a pescar en el Coto de Alfarràs, tras el largo paréntesis de la temporada oficial de salmónidos, siempre resulta excitante, y más cuando en este inicio de año pesquero he demorado mi vuelta a este escenario hasta bien entrado el mes de octubre. Suele ser en este mes, y debido a las generosas repoblaciones que se hacen de cara a cubrir los masters de mosca y lance ligero que se hacen anualmente a principios de octubre, cuando este coto vuelve a ser, aunque sea por unas pocas semanas, aquella “Fábrica de Sueños” en las que tanto y tan bien se pescaba en aquellos tiempos anteriores al año 2005,cuando gracias a la acertada gestión de la sociedad que se hacía cargo del coto no faltaban nunca truchas, ni buena vigilancia.
Pese a lo engañoso del resultado final de la jornada, este ha sido muy divertida, y aparte de disfrutar de muchas emociones y capturas en el rio, he podido evocar, en este benigno dia de otoño, tantas y tantas aventuras vividas en este coto, al que tanto le debe el progreso de mi afición en el arte de la pesca con mosca, a lo largo de los años.
Como cada dia, y a medida que más mayor me hago, tengo más problemas de sueño, me ha constado muy poco madrugar antes de la hora habitual y ponerme al volante, primero rumbo a La Panadella, y luego, con el gitanillo de nata y el café con leche ya engullidos, continuar rumbo a Alfarràs y al rio, a donde he llegado cuando aún era de noche.
Camino de Alfarràs, en esta noche templada de octubre, en que la luna pugnaba constantemente por abrirse paso entre un velo de nubes, he disfrutado de uno de mis mejores viajes de pesca en solitario de estos últimos tiempos, escuchando el poderoso, vibrante, testosterónico y –si queréis- incluso bombástico Concierto para Piano y Orquesta nº 3 de Xaver Scharwenka, una obra que recomiendo incluso a profanos en esto de la gran música, más que nada por el enorme magnetismo con el que el oyente se ve atraído desde los primeros, rotundos y poderosamente llamativos compases de la obra.
Como decía, llegué de noche cerrada todavía al rio, y esto me permitió, antes de que hubiera luz suficiente para cambiarme y montar el equipo, disfrutar de un rato de relax en la oscuridad, escuchando esa atonal e incluso cacofónica sinfonía de la noche: el ulular de los buhos, los crujidos del follaje al paso de pequeños animales, el alboroto esporádico del paso de algún jabalí a través de la floresta, el graznar esporádico de algunos patos en los cañaverales, el lejano kikirikí de gallos en granjas lejanas, anunciando la inminencia de la aurora, y sobre todo el omnipresnete fragor de las corrientes del rio.
La claridad se fue imponiendo poco a poco, pero no hubo una salida de sol rotunda y fotogénica, pues hasta media mañana unas ligeras nubes altas enturbiaron un tanto el cielo, pese a que los claros terminaron abriéndose, y a partir de media mañana brilló el sol. Con la llegada de la luz diurna, llegó el momento de dejar de jugar a ser un vampiro crepuscular, y ponerse a embutir el vader en el cuerpo y dejar listos los aparejos.
Para mi sorpresa, el rio bajaba un poco más alto de lo que esperaba, pero recordé que muchos dias suelen soltar agua desde la estación de bombeo hasta las nueve y media e incluso a veces hasta bien pasadas las diez de la mañana. Habida cuenta de que empezaba a pescar mucho más pronto de lo habitual, o sea a las nueve menos cuarto, adecué mi aparejo a esta contingencia, y desistí de pescar de incio con tándem de seca y ninfa, para pescar “tungstenizado” y luchar así contra el poderoso tiro de corriente de ese metro cúbico y medio que, a ojo, bajaba de más.
Los primeros lances resultaron infructuosos, pero con paciencia fueron saliendo algunas truchas, aquí y allá, hasta un total de cuatro, tres a la ninfa “pompom” y una más a esa “alfarraseña” de color rosa que es toda una leyenda de este coto. Previo a la última de las capturas de esta serie, se me desclavaron tres seguidas: estaba visto que iba a ser un dia de esos en que se perderían muchas truchas, bien porque “comen mal”, como dicen algunos, o bien por mi falta de diestría en la pelea.
Pasadas las diez, el rio se puso manso, y la bajada del caudal hizo propicia la pesca más ligera. Así pues, cambié de escenario para ir a una zona de tablas y corrientes de poco calado, y ponerme a disfrutar de la polivalente y vistosa pesca con tándem. La entrada al nuevo escenario no pudo ser más fulgurante, ni más improductiva, pues en pocos minutos clavé tres tuchas seguidas que se me desclavaron ¡rayos y truenos ¡ ¡que patoso llega a ser uno! ¡cua, cua, cua, cua, cua!
Conjurado a ser más efectivo, eché mano de concentración y crucé los dedos para tener un poco más de suerte, y comencé a capturar truchas a buen ritmo, todo y la presencia de algún que otro ninfero-ametrallador (especie fluvial que aparenta ser un pescador a mosca, pero que en conducta no se asemeja para nada a un mosquero) pateando rio, y de algún que otro pescador de lance bombardeando posturas a las que esperaba llegar tan pronto “se calmase el gallinero”. Incluso una trucha subió a por mi tricóptero y conseguí clavarla, tras dos intentos anteriores de peces que también se interesaron por mi mosca seca, pero que fallé estrepitosamente al clavar.
Aguas más arriba, me encontré con el espectáculo de ver un auténtico mogollón de truchas repobladas tomando el sol casi en la orilla, con apenas dos palmos de agua, así que tras los consabidos tiros a la corriente, en donde alguna captura hubo, pasé a pescar “al revés”, o sea, desde dentro de la corriente, ya batida, hacia la orilla. Esta estrategia funcionó, e incluso otra trucha se zampó el tricóptero y terminó en mi sacadera. Desgraciadamente, en esta postura capturé la mayor de las truchas de la jornada, una “asilvestrada” con medidas “torpederas” de más de 40 cms., pero que no pude contabilizar como captura, debido a que la mosca, en este caso el tricóptero, se había prendido de su lomo, y ya sabéis que, por lo menos para mi, los peces cogidos “al robo”, jamás deberían contarse como capturados.
A eso de las dos de la tarde, decidí hacer una larga pausa, para descansar, tomar una lata de té con limón, zamparme un par de tortas de aceite de esas típicas de Sevilla, fumar un par de cigarrillos sin stress ni quemarme los labios al tener las manos ocupadas y tomar un rato, ese agradable sol de otoño a torso desnudo. Ya sé que para algunos puede sonar a auténtica gilipollez eso de salir del rio a la hora en que las truchas están más activas; sin embargo, hace ya tiempo que dejó de importarme eso de tensar lineas sin parar: ya tengo bastante stress durante la competitiva y exigente jornada laboral, como para competir en el rio, ni que sea contra mi mismo y mis propios records. ¡Al carajo con la exigencia! De nada me serviría pescar, si esto no me permitiese disfrutar de la libertad en el rio, y del placer que de por si me produce estar cerca del agua que surca la tierra en busca del mar.
El tramo final de la jornada, comenzó con otro cambio de escenario, al que accedí mediante un corto viaje en coche. Pese a la soledad del lugar, y de la tranquilidad del momento, se produjo un largo interludio sin capturas, y de gran inactividad, sólo rota por alguna esporádica ceba de truchas que no se bien lo que comían, pues aparte de muy pocas efémeras de color tostado, también pulularon a lo largo del dia unos pequeños tricópteros de color negro. Finalmente, y tras una captura a ninfa, vino la sorpresa final, tras insistir y machacar sobre cebas vistas, de hacer un doblete de dos truchas a la vez, una capturada con el tricóptero, y la otra con la ninfa, el perdigoncillo naranja al que le fui fiel a lo largo de todo el dia, y con el que dí por concluida esta excitante y divertida jornada.
Hablando de dobletes, he tenido la suerte de hacer unos cuantos y en varios escenarios. Incluso una vez en Pedret llegué ha hacer un “triplete”. Por lo que hace a dobletes en Alfarràs, hacía mucho que no hacía uno, pero recuerdo una jornada de hace ya años, en un dia desapacible, lluvioso y frio de septiembre –creo que fue en el año 2005-, en el que en un rio casi desierto de pescadores, pero muy bien repoblado, llegué ha hacer tres dobletes la misma jornada.
Mientras me cambiaba, tuve ocasión de saludar por segunda vez en la misma jornada a los Graells, Jordi padre y Jordi hijo. Graells senior no había podido pescar, aquejado por una lumbalgia, pero su hijo, o sea Graells júnior, había pescado por los dos, pues el chaval está hecho un auténtico crack y había disfrutado de una épica pescata de escándalo. Un fuerte abrazo para los dos, y muchas gracias por seguir semanalmente mi blog.
Camino de la merienda en La Panadella, y de ver un rato el Real Madrid-Betis (más que nada por ver si perdía el Realísimo), reflexioné acerca de cuán engañosos suelen ser los números: diececiocho truchas capturadas en un rio tan bien repoblado como lo estaba este sábado pueden parecer incluso pocas, pero si añadiésemos la gran cantidad de peces que perdí, quizás pudiera parecer una pescata considerable. De todas maneras, fue para mi un dia divertidísimo, y sobre todo disfruté de una sensación de libertad rayana en la euforia...¡buena música, disfrutar de los misterios de la noche y además mucha actividad en el rio! ¿Qué más se puede pedir?.
Y antes de finalizar, una reflexión acerca de lo engañosos que suelen ser los números, y lo manipulable que suelen ser las estadísticas. A lo largo de las noches electorales, y a tenor de los números, resulta que, oyendo a los portavoces de los partídos políticos, nadie pierde. O sea, que es aquello de la botella medio llena, o medio vacía, o de una gran fiesta de la democracia, todo y que la abstención ha sobrepasado el listón del 40%. Mirado desde el punto de vista empresarial, según los sacrosantos números, el haber obtenido un poco menos de beneficio se traduce inmediantemente en pérdidas, y para enjuagar estos menos-beneficios-considerados-como-pérdidas, hay que tomar urgentes medidas como reducir plantilla, solicitar EREs y externalizar servicios a negrerías sitas en Bulgaria o el Lejano Oriente. Como decía Dostoyevsky “la matemática universal lleva a la esclavitud universal”.
TEMPORADA 2.010 - 2.011 - Nº 4
Sábado, 15 de Octubre de 2011
TEMPORADA COTOS INTENSIVOS DE SALMÓNIDOS 10-11 Nº 4
Coto de Alfarràs
Rio Noguera-Ribagorçana
Capturas: 15 truchas arco-iris a ninfa y 3 truchas atco-iris mosca seca
Pescador: Ferran RUBINSTEIN
Climatología: mañana: nubes y claros, fresco. Tarde: soleado y templado.
Hora de inicio de la jornada: 08,45 h.
Hora finalización jornada: 17,00 h.
La música de hoy:
Viaje de ida:
Sinfonía nº 3
Anton Rubinstein
Concierto para apiano y orquesta nº 3
Sonatina en “MI” menor
“Dos Danzas Polacas”
Xaver Scharwenka
Viaje de vuelta:
Concierto para violín y orquesta nº 2 “en estilo húngaro”
Joseph Joachim
Obertura “Los Husitas”
Anton Dvorák
Rapsodia Ucraniana para piano y orquesta
Sergei M. Liapunov
Cortejo Solemne Op. 91
Alexander Glazunov
Lineas Tensas!
Ferran RUBINSTEIN.