"Si, al igual que yo, sois de los que creeis que tenéis poco que enseñar, mucho que aprender y aún más que compartir, éste es vuestro blog".

sábado, 30 de enero de 2016

JP-780. VIAJE DE INVIERNO AL LLOBREGAT LIBRE DE PAGO. TERCERA PARTE: SALVANDO EL BOLO A ÚLTIMA HORA Y A MOSCA SECA. Sábado, 30/01/2016

Una trucha muy especial:  valió una salvada de bolo, en pleno invierno y a mosca seca.





JORNADA DE PESCA Nº 780




¿Que se supone que debe hacer uno, en el caso de creer haber visto un espejismo? Pues, seguramente frotarse los ojos y volver a enfocar la vista hacia el punto en donde el mismo, supuestamente, ha tenido lugar. Si después de volver a mirar uno lo sigue viendo y si, de nuevo, tras otro frotamiento ocular y posterior enfocado del objetivo, la imagen sigue siendo evidente, podemos comenzar a pensar que quizás no se trate ni de una fata morgana ni tampoco de un fenómeno paranormal, sino que realmente estamos viendo algo real.
Un espejismo, o una imagen creada por alguna jugarreta de mi mente, es lo que creí ver en una amplia tabla del río, en una de las zonas libres del Llobregat de la comarca del Berguedà, a esa hora tan indefinida de una fría tarde de invierno como puede ser entre las dos y media y las tres, o sea ¿primera hora?¿bien entrada la misma?, y tras haber pasado una mañana y un mediodía tediosos, vareando un río que parecía carente de todo rastro de vida íctica. Pero tras varios frotamientos de ojos y posteriores focalizaciones, no me cupo la menor duda de lo que estaba viendo eran una, dos, tres, cuatro...¡cebas!. Si, si, putas y puñeteras cebas, las primeras que veía en todo un día de frío, aburrimiento y desesperanza. Jodidas cebas que aparecían ahora, que ya estaba físicamente agotado y moralmente derrotado, justo en un punto del río muy cercano a donde había comenzado a pescar por la mañana, pintada en esta ocasión de un gris invernal, todo y que en aquella hora prima de la jornada  (la del frío en el rostro, el regusto salado del bacon del desayuno en el paladar, y el apretón intestinal que pide ser resuelto en la confidencialidad que brinda un oportuno arbusto) allí el río estuvo tan mudo e insustancial como durante el resto del día... hasta ese momento.
Sabía bien que se me presentaban las últimas oportunidades de tocar escama por ese día. Esta pequeña alegría, que en los días de invierno se da con cuentagotas, como es la actividad en superficie de los peces, dura poco y nada. Ahora comían algunos peces, que suponía eran truchas, cebándose a una tímida eclosión de bétidos, pero esa actividad, como pasa a menudo en la estación más fría del año, podía terminar súbitamente, como quien acciona un interruptor para quitar la luz .
Ahora, vendría cuando os cuento que, vistas las cebas, me pongo de nuevo a pescar, adaptando mi estrategia, o no, a este, en este caso, tan relevante hecho. Pero de momento, la narración se interrumpe aquí, pues ya veis que he comenzado, y os confieso que expresamente, la casa por el tejado con el fin de llamar vuestra atención y de que sigáis leyendo este relato. Muchas gracias por llegar hasta este punto, pero con vuestro permiso voy a dejar el desenlace del mismo para su lugar cronológicamente natural (o sea, el final), pasando desde el párrafo que viene a contar las cosas desde el principio.
Dado el desfase cronológico entre la fecha de las jornadas de pesca y el día, o días, en que tengo ocasión de ponerme al teclado del ordenador para escribirlas, resulta que a mediados de un soleado y prematuramente caluroso mes de abril estoy todavía escribiendo acerca de una jornada más del Wintereise de este invierno pasado a las zonas libres sin muerte del Llobregat, durante los meses de enero y febrero.
Este, que ya he comenzado a contar, a modo de introducción, desde su casi final, tuvo lugar el último sábado del mes de enero. Un día de esos que invitan poco o nada a estar en el río: anodino, gris y apático, con temperatura fría, aunque no negativa, gran carga de humedad ambiental y ausencia de sol, oculto por una gruesa capa de nubes de las cuales, sin embargo, no se desprendió ni una gota de agua. A partir de primera hora de la tarde la nubosidad se fue disipando e incluso apareció el sol, todo y que ya cercano a su ocaso, pero esto solo sirvió para que incluso bajase la temperatura, que quedó rozando el cero del termómetro tan pronto oscureció.
Habían pasado dos semanas, desde mi última salida de pesca, pues había intercalado entre esa y la presente una excursión a la Sierra de Prades, para hacer un recorrido senderista con mis amigos del centro excursionista del que soy socio, y el río Llobregat, a su paso por las latitudes bajas de la comarca del Berguedà seguía con un caudal de lo más bajo, cosa bastante normal en esta época del año. Eso si, la ausencia de lluvias, que este pasado invierno llegó a ser incluso alarmante, seguía manteniendo el río con el agua tan clara y prístina como hacía muchos años no veía tan abajo de la presa de La Baells.
Tras los relativamente buenos resultados de la jornada anterior, que podéis leer en este, vuestro blog, lo normal en mi, dada mi tendencia nata al poco riesgo y la auto complacencia, hubiera sido volver al mismo sitio y seguir insistiendo en los mismos escenarios y con los mismos señuelos. Sin embargo, por esta vez decidí, incluso sorprendiéndome a mi mismo, romper con el proceder habitual y presentar batalla por sorpresa en otro frente bien distinto.
Así pues, me planté en otra de las tres zonas libres sin muerte de la comarca, en las que la ley permite capturar y soltar truchas todo el año (de hecho están fuera de lo que la Ley considera "aguas trucheras"), para pescar un tramo de la misma en que hacía ¡más de quince años! que no pescaba. Claro que, por aquel entonces, esta zona libre sin muerte formaba parte de un extenso coto, que en ese tiempo era tradicional, con calendario de "temporada truchera", en el que se efectuaban repoblaciones con regularidad.
Todo y lo bajo del caudal del río, dado lo bien que me había ido la jornada anterior con el cambio de estrategia, decidí renunciar de entrada al "jogo bonito", y pasé desde el primer minuto del "partido" a prospectar minuciosamente todo escenario con un par de ninfas de considerable volumen y generoso tungsteno, lo mas "al hilo" que pueda permitir una caña de nueve pies. El hecho de que no eligiese una caña y una linea para pescar "al hilo" (de hecho tengo en mi arsenal una Guideline Fario de 10 pies para línea 4) es que no pierdo la fe en terminar sacando cola de rata, tan pronto las truchas me den ocasión de pescarlas usando ninfas ligeras, tándems o moscas secas.
Al no haber actividad, y al estar los peces totalmente pasivos a lo largo de toda la mañana y el mediodía, no me quedó otra que ir "haciendo río", siempre de subida, e ir probando en diferentes tipos de escenarios, entre los que predominaron, sobre todo, corrientes de poca velocidad y anchas tablas.
Como he dicho algunos párrafos más arriba, la jornada fue de lo más aburrida que cabe imaginar. Por suerte, en las dos semanas transcurridas desde mi anterior cita con el río, había tenido tiempo de reparar el pinchazo del vadeador, y por lo menos estuve confortablemente seco mientas me aburría. Para matar el tedio de ver siempre el combo de ninfas llegar a dragar, aguas abajo, sin haber recibido ni una picada, al menos me quedó el ir quitando verdín y algas de los anzuelos para romper la rutina.
Con tamaña falta de emociones, mi mente reacia siempre a recalentar las neuronas con problemas pragmáticos o existenciales, se fue llenando de fragmentos de música, y así pusieron banda sonora a este monótono batir el río a golpe de ninfas desde el Concierto para Piano y Orquesta de Jozef Wieniawski, una obra que he descubierto recientemente, hasta Octavas y Novenas Sinfonías de Bruckner dirigidas por Baremboim o Mehta, pasando por Terceras de Brahms por Karajan, Novenas de Mahler por Haitink, o la Cuarta de Martinú, dirigida por Fagen, supongo que esta última como anhelo de una primavera que, en ese momento, parecía lejana en el tiempo. Como cerca de cuatro horas y media de andar zurrando el río dan para mucho incluso aparecieron, ya a partir de la tercera hora y pico ¡jugarretas de la mente!, los Boney M bajando en rafting por un Río de Babilonia, la sensual Raffaella Carrá de mis catorce años, embutida en unas estrechísimas mallas de lentejuelas, cantando acerca de un corazón que explotaba, o la tan triste como bella Celine Dion cantando una canción en Fa mayor acerca del hundimiento del buque más grande jamás construido, con una pareja de enamorados dentro.
De hecho, cuando volvía, siempre con un ojo puesto en el río por si se producía "algún milagro", al punto en donde había comenzado a pescar, estaba tarareando la canción favorita de mi hija, Let it go! de la película de dibujos animados "Frozen", cuando... creí ver un espejismo.
Confirmadas las cebas, constaté que las mismas se estaban produciendo aguas abajo de mi posición en una tabla ancha con un mínimo de velocidad de agua. No eran del todo aguas paradas, dado que si que había algunas ligeras vetas de corriente, aunque los anillos no se producían casi siempre sobre dichas vetas.
La eclosión de bétidos era evidente, pero para nada abundante. La forma de los anillos de ceba delataban que los peces, presuntamente truchas, que se decidían a comer lo hacían tanto a estadios emergentes como adultos de las efémeras. Otro tema a calibrar bien, si es que finalmente me decidía a "entrar en combate", o lo mandaba todo "al carallo" y me iba ya para el coche primero, y para el bar después, tarareando la canción de "Frozen".
Como no había visto a nadie pescando, en todo el día, supuse que a esa hora, que es la que en nuestro país la gente suele estar comiendo o, como mucho, iniciando la sobremesa, generalmente televisiva, no me dí ninguna prisa en abordar el reinicio de la acción de pesca, ya que era muy improbable que nadie saliese, de improviso, de en medio del bosque, como por arte de birlibirloque, y se pusiese a tentar esos peces. Así pues, en vez de ponerme a empatar un nuevo bajo de línea, temblando como un flan, debido a los nervios generados por la expectativa de, ¡por fin!, poder salvar el bolo, lo que hice fueron las siguientes tres cosas, por este orden:

1 - Orinar, con cuidado de no salpicar el vadeador, pues es bien sabido que la acción de pesca, y también la estrategia, se aborda mejor con la vejiga vacía.
2 - Beber algo. En este caso, para no variar, uno de mis sempiternos tes con limón, pues incluso en los días fríos del invierno uno acaba teniendo sed, tarde o temprano, e hidratarse es fundamental cuando se hace deporte, y la pesca, entre otras cosas, también es eso.
3 -.Fumar con calma un cigarrillo, y aprovechar esa pequeña pausa para el humo tóxico e insalubre para concentrarse en como iba a intentar salvar el bolo.

La intuición me dijo que no valía la pena intentarlo pescando aguas abajo, ni aun haciendo valer el argumento de que las truchas verían así la mosca antes que el hilo. En contra de esta opción estaba el que si lanzaba desde relativamente lejos, como estaba, sería muy difícil controlar la deriva sin que dragase la mosca, mientras que si me acercaba más terminarían viéndome, desconfiarían y la actividad cesaría.
Armándome de paciencia, sin dejar de mirar si seguían cebándose, dí un rodeo por una orilla totalmente emboscada y repleta de zarzas y espadañas para ganarles la cola a las truchas.
Al volver a entrar en el río, maldiciendo la costra de cieno pestilente adherida a la orilla en la que me quedé literalmente adherido, tenía a mis objetivos a unos diez metros de distancia. Sin embargo, dichos objetivos se habían reducido sensiblemente. En ese momento, solo se veían dos cebas con cadencia: una sobre la veta central de ligera corriente de la taba, y otra muy arrimada a un árbol de la orilla contraria, ligeramente paralela a la más centrada.
Se me iban acabando las oportunidades. La intuición me volvió a decir que el breve festín de las truchas de esa postura en concreto estaba a punto de terminar. Urgía, pues, tomar una decisión rápida, y ejecutarla aún a riesgo de errar.
Diez metros no son una distancia complicada para lanzar, y podía ejecutar el lance cómodamente al no tener obstáculos a mi espalda. El quid de la cuestión iba a ser la mosca. Valiéndome del razonamiento de que si una trucha come imagos, posiblemente también habrá probado los subimagos, empaté al terminal uno de mis comodines más resultones: una imitación generalista de mosca emergente en un anzuelo del 18, en color gris, con hackle, alas y una exhuvia de polywing color ginger.
Evidentemente, no perdí el tiempo, y fuí directo a tentar el pez del medio de la tabla, confiando en que la leve veta de corriente me pudiera servir para enmascarar derivas defectuosas.
Uno , dos, tres lances y derivas y... a la cuarta noté como una burbuja de succión y al clavar noté tensión en la línea. ¡El pez había tomado la emergente cuando empezaba a ahogarse!. Se trataba de una preciosa fario, de buen tamaño. Todo y que tampoco estaba ofreciendo una resistencia extraordinaria, me concentré al máximo para no perder en la batalla a esa pintona que podría significar salvar el bolo, en un día en que el mismo parecía predestinado. Nada más entrar en la sacadera, se me escapó un potente, gutural y simiesco

¡¡Sííííííííííííííííííííí!!

de pura euforia, muy similar (yo creo que incluso más fuerte) que el que gritó Cristiano Ronaldo cuando ganó su último Balón de Oro.      
Devuelta la preciosa pintona, de unos 35 cms., al río (un ejemplar nacido en el mismo, pero de evidentes antepasados de genética atlántica, o sea descendiente de repoblaciones lejanas en el tiempo), tras haberle hecho la preceptiva foto para tener un recuerdo de ella, salí a la orilla, me senté y me puse a fumar "el cigarrillo de la victoria" con toda la parsimonia del mundo. 
Y tras esto...¿ya estaba todo el pescado vendido?. La verdad es que tras terminar de fumar aun estuve un observando el río un rato más,. a ver si volvía la actividad pero, al menos en esa postura, el mismo había quedado tan mudo y carente de señales de vida, como lo había estado antes de que se produjera el pequeño milagro del día.
Quizás, ya era hora de dejarlo estar por ese día. Pero tras tantas horas de cielos grises y humedad, la tarde había quedado despejada. Solo eran un poco más de las cuatro menos cuarto, y algo me decía que "todavía había partido".
Viendo que este episodio de cebas se había producido en una tabla, y sabiendo que río arriba y a menos de cinco minutos a pie se encontraba otro escenario similar, me dispuse a hacer una última tentativa de volver a tocar escama.
¡Mirad por donde! Todo fue llegar y ver al menos dos cebas. Sin embargo, esta vez lo tenía mucho más complicado, pues las mismas se producían sobre los metros finales de la tabla, justo donde un desnivel hace ganar fuerza a la corriente. Dado que no podía entrar en el río aguas arriba, por lo enmarañado de la vegetación y el obstáculo añadido de un árbol cruzado en medio de la tabla, no me quedaba otra que intentar presentar la mosca lanzando desde la misma corriente viva hacia el final de la tabla. Esto implicaba que nada más caer la cola de rata, esta ya arrastraba el bajo de línea y la mosca dragaba nada más posarse en el agua.
Solución: pues alargar el bajo y apilar el máximo de linea, para que cayendo laxa y desmadejada tardase algo mas en arrastrar terminal y mosca. Todo y la teoría, este del de línea apilada no es un lance fácil y además estaba cansado tras una larga jornada pateando por el río. Me apliqué mucho en poder apilar linea, e incluso alargue el bajo un poco más, pero para cuando ya estaba lanzando bien y presentando decentemente... o bien dejaron las truchas de cebarse, o algunos de mis malos lances previos las espantaron. El caso es que la alegría de un "segundo milagro del día" duró menos que un caramelo a la puerta de un colegio.
Game over!, Fin del partido. ¡Que cosas tienen la pesca!. Un día que empieza mal y continúa peor, va y se arregla pescando una única y puñetera trucha (a mosca seca, en invierno y en una zona libre sin muerte, eso si y que conste en acta), y al final volvía al coche con la sensación de haber ganado la Champions League. Claro está que también hay grandes finales en la historia del fútbol que se han ganado por un solo gol,. y encima de penalty, e incluso las hay que han terminado con el triunfo del equipo que más ha aburrido a la concurrencia. Asimismo, en lo que a pesca se refiere, también hay días de abundancia de capturas en los que uno sale del río con una extraña sensación de haber disfrutado poco, y otros en que una sola captura y las circunstancias que la rodean te hacen sentir como flotando en una nube.
Por cierto. Deje de silbar Let It go! cuando llegué al coche.     
    




JORNADA DE PESCA Nº 780



Sábado, 30 de enero de 2016

Temporada 2015 - 2016 - Nº 15


Zona libre sin muerte del Llobregat (ciprínidos) - El Berguedà
Río Llobregat

Pescador: Ferran RUBINSTEIN

Capturas: 1 trucha fario a mosca seca

Equipo de pesca a mosca:

Caña: Vision GT-Four - 9 pies - línea 5
Línea: Adams 6 WF - flotante
Carrete: Sage 4550

Climatología: mañana y mediodía: nubes altas y temperatura fría, pero sin valores negativos; tarde: soleada y fría.

Caudal: bajo

Condiciones de vadeo: vadeo sin dificultad, siendo recomendable el uso del bastón de vadeo.

Hora de inicio de la jornada: 10,15 h.
Hora de finalización de la jornada: 16,30 h.

La música de hoy:

Viaje de ida:

Sinfonía nº 1
Giovanni Sgambati

Fantasía sobre temas de "El Barbero de Sevilla" de Rossini
Sigismond Thalberg

Viaje de vuelta:

Sinfonía nº 2
Ignacy Feliks Dobrzynski

Concierto para piano y orquesta en "SOL" menor
Jozef Wieniawski

"Kol Nidrei"
Max Bruch


Líneas Tensas!





Ferran RUBINSTEIN

lunes, 18 de enero de 2016

JP-779. VIAJE DE INVIERNO AL LLOBREGAT LIBRE DE PAGO. SEGUNDA PARTE: PRODUCTIVIDAD Y CONGELACIÓN. Sábado, 16/01/2016



Truchas del sol, pero también del frío y del aire, de la soledad y de introspección. Justa recompensa para aquellos que deciden emprender el viaje de invierno allí donde incluso en los meses de temperaturas benignas pesca muy poca gente.   
Siempre quedan truchas allí donde las hubo, pero a medida que los cotos se convirtieron en zonas libres sin muerte las truchas que prosperan en las mismas son siempre esquivas y difíciles de engañar.




Todo es llegar la tarde y caer las sombras. Los días son cortos en invierno y las capturas pocas, pero la belleza de estas truchas, de un Llobregat poco conocido, compensa la dureza del viaje invernal a ese río. 

Cada día me gustan menos las fotos con capturas estirando los brazos. Una o dos son soportables. Más son un alarde innecesario. Prefiero que mis lectores me vean así, con una cara de satisfacción pese a estar tiritando de frío. ¿Palo de "selfie"? ¡Que va!. Para hacerse fotos a uno mismo ya hay bastantes troncos caídos en bosques que, desafortunadamente, nadie cuida.




JORNADA DE PESCA Nº 779



Estoy escribiendo este artículo durante los primeros días de abril, todo y que la acción de pesca que se relata en el mismo transcurrió el tercer sábado del pasado mes de enero.
A fecha de hoy, la pesca deportiva en nuestro país está seriamente amenazada por la sentencia del Tribunal Supremo que, a instancias de organizaciones presuntamente ecologistas como son "Ecologistas en Acción" y SEO Birdlife, ha incluido en el catálogo de especies invasoras a erradicar de las aguas de nuestro país (o sea, ha elevado a categoría de auténticas plagas) a especies como la carpa común, la trucha arco-iris o el black-bass, que son las columnas vertebrales de las distintas modalidades de pesca deportiva en España.
Con esta sentencia, contra la cual la Federación Española de Pesca y Casting ya ha interpuesto el oportuno recurso (1), no tan solo se amenaza de muerte a la pesca deportiva, sino que también se condena a la quiebra, con la consiguiente pérdida de puestos de trabajo e ingresos para muchas familias, tanto al sector de la venta de artículos de pesca, como a buena parte del turístico delas comarcas de interior que no tengan la suerte de tener alta montaña en su geografía.
Es por ello que, aprovechando el preámbulo de este nuevo artículo de este, nuestro blog, os insto a aunar esfuerzos para apoyar el recurso contra la sentencia y, de paso, pediros que dejemos las eternas rencillas que dividen, de un modo absurdo, a los pescadores de distintas modalidades, dando todo el apoyo que podamos tanto a la Federación como a la recién creada Plataforma en Defensa de la Pesca.
Amigos pescadores, no se vosotros lo que pensáis hacer, aparte de protestar, como hago yo, en las redes sociales, pero lo que si os puedo decir, es que en las próximas elecciones NO VOTARÉ por ningún partido político que tenga pactos, a la luz o a la sombra, con culqauier organización ecologista radical que pueda atentar contra nuestra afición, la pesca, ni pueda jugar con el pan de tantas familias que viven de sectores económicos relacionados con la misma.
Esto es un primer paso. El siguiente, debería ser el estar unidos y, a la corta o a la larga, promover la creación de un partido político de cazadores, pescadores y otras gentes que piden ejercer su derecho al acceso al medio natural sin restricciones absurdas y prohibicionismos gratuitos, para hacer oír nuestra voz y defender nuestros derechos.
Si no me engaño, creo que, tan solo entre cazadores y pescadores sumamos más de tres millones de licencias en España... ¿Vamos a desperdiciar la ocasión de que se nos respete? ¡Ejerzamos el poder que la Democracia nos otorga!.
Dicho esto, volvamos al Winterreise, o viaje de invierno, que a lo largo de los meses de enero y febrero se prolongó por las zonas libres sin muerte del Llobregat de la comarca del Berguedà, en las que la Ley permite pescar todo el año. 
Dos semanas después de haber pescado las primeras truchas del año natural, volví al río tras un paréntesis de un fin de semana de por medio en el que, cosa habitual en mis otoños e inviernos, me había dedicado al senderismo con los compañeros del centro excursionista del que soy socio.
Todo y a lo poco productivo de la primera jornada del año, cosa muy normal tratándose de pescar en pleno invierno en una zona libre sin ningún tipo de repoblación, me decidí a volver a la misma en la que había estado pescando en esa ocasión, más que nada por no calentarme demasiado la cabeza. Ya sabéis: mi conservadurismo habitual.cón smile
      
Por desgracia, todo y que habían pasado tres semanas desde el incidente de la contusión (2), el golpe en la caja torácica me seguía doliendo, y seguía tratándome con tres dosis diarias de ibuprofeno de 600 mg. Al menos, una visita al traumatólogo me había sacado de dudas: no tenía ninguna costilla fracturada ni fisurada.
En contraposición a la humedad y a la temperatura baja, pero no negativa, de la jornada de pesca anterior, esta segunda del año fue soleada, gélida, de las de fuerte helada matinal y escarcha hasta bien entrada la mañana, y gran parte de la misma, aproximadamente de las diez de la mañana hasta primera hora de la tarde, presidida por un molesto vendaval que dificultó mucho la acción de pesca, llenó el río de materia vegetal en suspensión e hizo muy peligroso el tránsito por el bosque de ribera de las orillas, dado el riesgo de ser alcanzado por ramas que caían de los árboles, algunas de ellas de gran tamaño.
Pero, con diferencia, lo peor de la jornada fue el permanente malestar, de principio a fin de la misma, causado por el empapamiento de las dos mallas térmicas que llevaba debajo del vadeador, ya que el mismo tenía un pinchazo cerca del calcetín de neopreno derecho. Nada más llegar al río, decidí cruzarlo para pescar desde la orilla contraria, y en ese momento ya me entró agua en el pie. A lo largo del día, la pierna derecha se fue llenando de agua, y en los momentos en que me agaché, esta remojó mi entrepierna y pasó a la pierna contraria. Todo y aprovechar para evacuar agua en los momentos de bajarme el vadeador para orinar, las mallas quedaron como para escurrirlas. Como podéis imaginar, en un día de baja temperatura y mucho aire, no había llegado ni a media mañana que ya sufría de tiritones, pero esta incomodidad no me impedió seguir pescando, ya que ¡por fin! la jornada se puso interesante a nivel capturas. Lo más curioso, es que tras pasar un día gélido en remojo, como un garbanzo, ni siquiera me constipé.
Aprendida la lección de la jornada de pesca anterior en el mismo sitio, esta vez renuncié el "jogo bonito" desde el primer minuto del partido,  me fui a la primera corriente que vi que tuviera un poco de calado y escasa velocidad, y me dispuse a bombardearla, de cabo a rabo, con un par de ninfas lo más tungstenizadas posible, con la finalidad de, o bien hacer un chichón a las truchas si les caían encima, o ponérselas tan cerca de las boca como para que no rechazase los suculentos bocados que le ofrecía. Quizás, lo más difícil hubiese sido encontrar un escenario que se ajustase a mis propósitos, dado el bajo caudal del río, pero por suerte la visita a esta zona la semana antes, me sirvió para tener muy presente lo que podrían ser los pocos "puntos calientes" de la misma.
Tuve que armarme de paciencia, para esta pesca lenta y monótona, pero cuando llevaba ya un buen rato pescando esa corriente, a paso de tortuga, recibí la primera picada, y tras una breve batalla metí en la sacadera una hermosa trucha fario plateada de unos 30 cms. Tras la foto de rigor, de esa trucha que tanta alegría da al salvar el bolo, seguí pescando con la misma parsimonia y lentitud, y recibí dos picadas más que se terminaron materializando en capturas, en concreto de dos farios más muy parecidas a la primera y con un tamaño muy similar. Una de ellas, incluso de permitió el lujo de picar en la deriva baja  Hermosos peces, estas farios plateadas del Llobregat "libre de pago".
Lo más curioso de estas capturas, es que llegaron en un intervalo relativamente corto de tiempo, pero fue en esa media hora escasa, a media mañana, cuando más arreció el viento. En teoría, el viento, y más si es frío, suele ser un factor determinante en la desactivación de la actividad de los peces, sobre todo en superficie. Pero en este caso, las tres picadas convertidas en capturas, todo y que por debajo de la superficie, se produjeron cuando estaba aguantando un auténtico vendaval que me dificultaba, y mucho, poner donde quería incluso ninfas de notable peso y volumen.
Otro repaso de ese tramo de corriente, que me ocupó hasta el mediodía, solo dio como resultado un par de picadas que no supe resolver en capturas. Una fue muy tenue, de un pez seguramente desganado. La otra fue brutal, con una gran tirón inicial y larga carrera aguas abajo, en donde perdí a lo que fuera que había picado sin llegar a verlo.
Con cinco picadas y tres truchas en mano, decidí no dar otro oportunidad al mismo escenario, y temblando como estaba de frío aproveché para salir del río y andar por el sendero en dirección ascendetne, para ir entrando un poco en calor. De todas maneras, todo y que era bien pasado el mediodía horario seguía haciendo frío. Prueba de ello es que tuve que cruzar un arroyo que desemboca en la orilla umbría del río, y a esa hora seguía completamente helado.
Pasada la euforia de las capturas, lo que vino después, durante mucho rato, fue mas un deambular sin objetivos claros, probando de aquí y de allí posturas diversas, que no una acción de pesca decidida y concienzuda. Estuve largo rato observando, por si se veían cebas, pero los peces no parecían estar nada interesados en las esporádicas eclosiones de una efémera gris claro, que bien podría tratarse de baetis muticus.
Por suerte, durante este tiempo indefinido y errático, cesó el viento y el sol de primera de la tarde, todo y tratarse del crepuscular "Lorenzo" de la Setmana dels Barbuts (3), aportó algo de confort a una jornada  a la que, dado el aire frío y la ropa mojada, mi siempre escasa cordura aconsejaba ponerle fin lo antes posible.
Por suerte, no hice caso a esa apelación a la sensatez, máxime cuando en una de las pocas pozas de ese tramo de río divisé unas cuantas cebas. Desde luego, no eran ni lo bastante abundantes, ni lo suficientemente cadenciosas, como para ponerse a pescar a mosca seca, pero por lo menos delataban que allí si que habían peces y que algunos de ellos estaban activos.
Todo es caer la tarde, en pleno corazón del invierno, y alargarse las sombras sobre el río. Miré el reloj: eran casi las tres de la tarde, estaba en la orilla umbría y el sol estaba pronto a ocultarse tras la colina. Una micción, previo volver al agua, me hizo ver, al bajarme el vadeador, cuan empapado estaba... ¡hasta los calzoncillos estaban como para escurrirlos!. Me esperaba otro rato de escalofríos, y por eso me conjuré  a que como mucho a las tres y media de la tarde saldría del río con la caña ya plegada.
Pero el veneno de la pesca puede más que la razón... A las pocas varadas...¡picada! y tras la batalla, no excesivamente larga ni complicada, ensalabraba otra de esas preciosas farios plateadas del Llobregat de dimensiones muy similares a las tres anteriores. ¡Eso fue mi perdición! pues seguí pescando y repescando a golpe de ninfas heavys el escenario hasta obtener una picada más. que conseguí transformar en la quinta y última captura del día.    
¿Podéis creer que, tras liberar la última captura y aun temblando de frío. como una hoja de árbol al viento, aun tuve valor de estar un rato mas zurrando el río? Supongo que así de insensatos somos algunos... o así de grande es nuestra pasión por la pesca. En mi caso, inversamente proporcional al tiempo que tengo para practicarla.
Iba a contaros ahora más cosas aún: la vuelta la coche, la merienda, alguna que otra reflexión filosófica gratuita más, pero....¡claro! me he dado cuenta de que hasta ahora no os había dicho las ninfas con las que estuve pescando, y ello os quizás pudiera induciros, mis queridos lectores, a pensar en que quiero que hayan misterios ente nosotros, y eso ya sabéis que no es verdad. Sencillamente, las ninfas usadas en la, evidentemente monótona, acción de pesca de este día fueron simples patrones de pheasant tail hechos en anzuelos del 11 y con bola de tungsteno del 3. Con eso, hubo suficiente para rascar fondo en todos los casos, ya que el caudal del río daba poco de si  dada la maldita sequía de este invierno. Por lo que hace a posiciones dentro del combo y colores, tres de las truchas (primera, tercera y quinta, como si fuese un acorde triada) lo hicieron a la ninfa de arriba, hecha con Uni-Yarn y dubbing  rojos, y las otras dos restantes a la de abajo, hecha con lo mismos materiales en morado.
Ahora si, ya os puedo seguir contando alguna cosa más pero no muchas,  porque creo que todo lo que tenía que deciros, en este artículo, ya os lo he dicho. Como mucho y gracias a Dios, no pillé una neumonía de milagro, todo y que creo que creo que tenté mucho a la suerte. Es más, ni tan solo cogí, a pesar de lo mucho que lo "intenté" un simple resfriado.
Hasta pronto y un abrazo a todos desde el presente de una fresca tarde de abril (¡por fin tras las lluvias!), y a seguir luchando tanto por una naturaleza fuera del alcance de tantos presuntos y falsos ecologistas, como por unos ríos en los que se deje pescar a todo el mundo que observe una Ley justa y sensata, tal como seria la que no obligase a nadie a matar ningún pez.
  


   


(1) Contra esta sentencia no existe recurso ordinario, pero si otros de otra índole, como por ejemplo el de casación
(2) Ver Jornada de Pesca nº 777 en este blog.
(3) En Catalunya se conoce como la Setmana dels Barbuts ( Semana de los Barbudos) a la que coincide con San Antonio, o San Antón. Habitualmente, esta semana suele ser la más fría del invierno.




JORNADA DE PESCA Nº 779



Sábado, 16 de enero de 2016

Temporada 2015 - 2016 - Nº 14

Zona libre sin muerte del Llobregat - El Berguedà
Río Llobregat

Pescador: Ferran RUBINSTEIN

Capturas: 5 truchas fario a ninfa

Equipo de pesca a mosca:

Caña: Vision GT-Four - 9 pies - línea 5
Línea: Adams 6 WF - flotante
Carrete: Sage 4550

Climatología: día soleado y frío, con rachas de viento hasta el mediodía

Caudal: bajo

Condiciones de vadeo: vadeo sin dificultad, siendo recomendable el uso del bastón de vadeo.

Hora de inicio de la jornada: 10,15 h.
Hora de finalización de la jornada: 16,30 h.

La música de hoy:

Viaje de ida:

Sinfonía nº 4
Obertura "Fausto"
Emilie Mayer

Viaje de vuelta:

Sinfonía nº 1
Ernö Dohnanyi

Sinfonía nº 1
Ewald Strässer


Líneas Tensas!







Ferran RUBINSTEIN

lunes, 4 de enero de 2016

JP-778. VIAJE DE INVIERNO AL LLOBREGAT LIBRE DE PAGO - PRIMERA PARTE: NO QUEDÓ OTRA QUE DESPEDIRSE DEL "JOGO BONITO" . Sábado, 02/01/2016



Una preciosa fario de las zonas libres sin muerte del Llobregat fue mi primera captura del año 2016, que no de la Temporada de Salmónidos 2016. Tal día como el segundo del año, aun quedaban casi dos meses y medio para la desveda y apertura de los cotos de aguas trucheras.   





JORNADA DE PESCA Nº 778




No había pasado apenas una semana desde la que fue la última jornada de pesca de 2015, y ya estaba de nuevo metido en el río, con la caña en la mano, dispuesto a intentar capturar mi primer pez del  año 2016.
A pesar del cambio de año, en este primer sábado del recién estrenado 2016 estábamos todavía lejos de la nueva temporada. Tan lejos como en pleno corazón del invierno, la estación más complicada para la pesca por autonomasia, esa en que la inmensa mayoría de pescadores prefiere ocuparse en otras cosas, entre ellas la artesanía del montaje de moscas, antes que meterse en remojo.
Hace tiempo que, dado el mal estado de los cotos intensivos durante la estación invernal, sin repoblaciones y sin vigilancia, decidí no pagar por pescar,  por lo menos hasta que comience la nueva temporada y se desveden los cotos. Por eso, este recién finalizado invierno aproveché para hacer un Winterreise (o viaje de invierno) por las zonas libres sin muerte del Llobregat, en la comarca del Berguedà, en donde la Ley permite pescar todo el año.
Un Winterreise viene ser algo así como un viaje introspectivo, las más de las veces iniciático, que los diletantes aprovechan para encontrarse a si mismos,  En mi caso, ya os lo digo por delante y con todos los respetos por los que viajan en invierno, bien sea por motivos lúdicos o por motivos místicos y existenciales, que lo único que fui a buscar fueron truchas. No es que encontrase muchas, pero alguna que otra si que tensó mi linea; todo un éxito dadas las dificultades añadidas tanto de pescar en la peor estación del año para esa actividad, como por lo esquivo de las que pueblan tramos de río que hace muchos años no reciben ni una repoblación.
A diferencia de la extensa zona libre sin muerte del Ter, en la que la presencia de truchas deviene de la colonización del río por parte de ejemplares descolgados aguas abajo, procedentes la hiper repoblación sistemática de un coto intensivo sin muerte, las truchas de las zonas libres del Llobregat han estado allí desde hace mucho tiempo, ya que estas fueron en su día o bien cotos, o formaron parte de alguno que englobaba su actual extensión.
La ausencia de precipitaciones, que fue una tónica generalizada de este recién finalizado invierno, y el bajo caudal del río, han hecho que, a lo largo de las jornadas de este "viaje de invierno", se pudiese faenar estas zonas libres con una claridad del agua y una seguridad en el vadeo como hacía muchos años no se podía. Por desgracia, la limpieza de lodos que efectuaron en la cuenca media del Llobregat tanto los desembalses del pantano de La Baells de los veranos de 2013 y 2014, como la riada de otoño de 2014, se está echando a perder, ya que la falta de aluviones y el bajo caudal han conllevado, de nuevo, tanto la colmatación de lodos como la proliferación de algas. Con todo, todavía a fecha de hoy están relativamente limpios amplios sectores del río entre Balsareny y Cal Rosal, pero de no producirse ningún "golpe de río" antes del verano, a buen seguro se volverá a la situación de enlodamiento de la mitad de la década pasada.
Tras muchas semanas sin precipitaciones en el Principado, el primer sábado del año amaneció muy nublado en todo el territorio y alguna que otra gota cayó, pero la verdad es que en la parte baja del Berguedà apenas si precipitó una esporádica llovizna a media tarde. El día fue muy desapacible, no frío pero si húmedo, de esos en que realmente invitan poco a estar a la intemperie... salvo que, como yo,  hartos de un día a día en ambientes cerrados y claustrofóbicos, como son tantas oficinas,  estéis locos por respirar un poco de aire puro en libertad..
Lo peor del día, mucho más que la humedad, fue el dolor de costillas,ocasionado por la contusión sufrida en la anterior jornada de pesca (1). Para mayor despropósito, me dejé las dosis de ibuoprofeno de 600 mg. en casa, así que tuve que bregar todo el día con molestias. Por suerte, la ilusión por pescar todo lo puede y resistí largas horas sin medicación, hasta volver a casa por la noche.  
Salvo la capturas de dos truchas fario, ambas de entre 30 y 35 cms. y de una bella librea plateada, que picaron en un intervalo de apenas diez minutos en la misma postura, la tónica del día fue de ausencia de picadas y de actividad apenas testimonial en superficie: solo a partir de media tarde vi, como mucho, cinco o seis cebas, sin ninguna cadencia y todas en puntos del río muy alejados unos de los otros.
El gran error que cometí en esta jornada, no fue otro que no saberme adaptar a otro tipo de escenarios, típicos de un río más pequeño, después de haber pasado gran parte del otoño pescando en un río con una lámina de agua mucho mayor, como es el Ter, y encima habiendo priorizado la pesca lo más ligera posible en el tipo de posturas que más me gustan: largas tablas de escaso calado con corriente entre moderada y lenta. Y lo peor de todo, es que no fui capaz de tomar como ejemplo a seguir la jornada de pesca del Puente de la Inmaculada, de hacía menos de un mes, pescando a escasos kilómetros de donde me encontraba. De hecho, en el mismo río y con escenarios muy parecidos. 
Así pues, la emprendí a largos latigazos con ninfas minimalistas durante muchas horas, y en eso se me fueron la mañana y el mediodía enteros sin recibir ni una picada. A eso de la una de la tarde, comprendí que me estaba estrellando con un muro, y que quizás no era día, ni era el lugar, para el "jogo bonito". Aprovechando que iba a tentar la suerte en una corriente de moderada velocidad, pero con una relativa profundidad, aposté por volver a la realidad del Llobregat en invierno, recordando ¡por fin! mi experiencia en otra parte de esta zona libre que tuve en el pasado Puente de la Inmaculada (2), y cambié todo el aparejo para pescar lo más "al hilo" que fuera posible con una caña corta, usando un combo de ninfas bastante convencional: dos pheasant tails de distintos colores, la de punta morada y la de 20 cms. mas arriba de color rojo.
Vuelta a la pesca poco vistosa y, para que engañaros, bastante aburrida para mi gusto, pero a veces si queremos llegar a tocar escama hay que adaptarse a las circunstancias. Al poco de comenzar a pescar en corto la corriente recibí una picada y...¡caramba, que nervios! todo y que era una de las típicas farios de librea plateada, muy típicas del Llobregat, no pude menos que concentrarme para no perderla en la batalla pues... iba a ser mi primer pez del año en curso. Al igual que en el pasado Puente de la Inmaculada, venia prendida de la ninfa morada, un color muy usado para aguas turbias todo y que el río no bajaba tan tomado como en mi visita de principios del mes anterior.
Tras hacerle una foto al pez, para tenerlo mejor fijado en mis recuerdos, y soltarlo, reemprendí la acción de pesca allí donde la había dejado y... en menos de tres varadas ya tenía otra trucha, muy similar a la anterior, prendida, de nuevo, de la ninfa morada. Captura, suelta y esta vez sin perder el tiempo en fotos. Vuelta a pescar con la máxima concentración posible, pues creía haber encontrado una auténtica mina.
Sin embargo, el filón se agotó tan pronto como lo encontré. A partir de esta segunda captura ya no hubo ni una picada más en las horas que quedaban de jornada. Tenía claro que las truchas estaban muy pegadas a las piedras del lecho del río, así que postergué, muy a mi pesar, el "jogo bonito" en mor de la efectividad de ir raspando piedras, troncos y algas con ninfas tungstenizadas, pero ni así conseguí más tensión de lineas que la muy estéril que proporciona el trabar obstáculos sumergidos.
Las eclosiones de efémeras, bétidos en concreto, fueron esporádicas y poco abundantes a lo largo del día, y solo bien entrada la tarde suscitaron el interés de algún pez, en cebas tan aisladas y carentes de cadencia alguna que para nada justificaron el que siguiera batiendo el río en corto y a golpe de heavy nymph. En concreto, tal y como dije unos párrafos más arriba, apenas si vi cinco o seis cebas y siempre muy lejos de donde estaba en ese momento pescando.
Todo y el desencanto de ver pasar las horas sin picadas, el doble acicate de haber salvado dignamente el bolo y de haber capturado las primeras truchas del año natural, me hizo permanecer en el río hasta una hora tan tardía, tratándose de pleno invierno, como las cinco menos cuarto de la tarde. Aguanté incluso un pequeño episodio de llovizna, bajo un cielo momentáneamente gris pizarra, y terminé volviendo al coche medianamente satisfecho en un atardecer plácido, en el que el sol se ponía por un oeste despejado mientras que, hacia el este, lucía entre las nubes un arco-iris de singular belleza.
Anochece muy pronto en pleno invierno, pero no deja de ser que en enero -poco antes de Reyes- el sol si que ha ganado algunos minutos más de presencia en el firmamento con respecto a la mitad de diciembre. Un pequeño avance de la luz sobre la oscuridad que presagia una primavera que todavía nos parece lejana, máxime cuando uno llega a merendar cuando ya apenas queda, brasa de oro en un horizonte azul cobalto, el resplandor del crepúsculo y las farolas del pueblo se han encendido ya.        



(1) Ver el artículo Jornada de Pesca nº 777 en este blog.
(2) Ver el artículo Jornada de Pesca nº 775 en este blog.




JORNADA DE PESCA Nº 778




Sábado, 2 de enero de 2016

Temporada 2015 - 2016 - Nº 13

Zona libre sin muerte del Llobregat (ciprínidos) - El Berguedà
Río Llobregat

Pescador: Ferran RUBINSTEIN

Capturas: 2 truchas fario a ninfa

Equipo de pesca a mosca:

Caña: Vision GT-Four - 9 pies - línea 5
Línea: Adams 6 WF - flotante
Carrete: Sage 4550

Climatología: mañana nublada y fría; mediodía y primera hora de la tarde con apertura de claros y sol, aunque con baja temperatura; nubosidad compacta y llovizna, sin aumento de temperatura, bien entrada la tarde.

Caudal: medio-bajo

Condiciones de vadeo: vadeo sin dificultad, siendo recomendable el uso del bastón de vadeo.

Hora de inicio de la jornada: 10,00 h.
Hora de finalización de la jornada: 16,45 h.

La música de hoy:

Viaje de ida:

Sinfonía nº 6
Johann W. Kalliwoda

Obertura sobre un tema de marcha militar española
Mily Balakirev

Viaje de vuelta:

Sinfonía nº 2
Robert Volkmann

Sinfonía en "RE" menor
Zygmunt Stojowski


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Ferran RUBINSTEIN



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