"Si, al igual que yo, sois de los que creeis que tenéis poco que enseñar, mucho que aprender y aún más que compartir, éste es vuestro blog".

lunes, 27 de febrero de 2012

JP-598. COTO DE ANGLÈS PASTERAL S. M. Sábado, 25/02/2012





JORNADA DE PESCA Nº 598.

Más de lo mismo, nuevamente en "Magic Anglès", aunque con algunas diferencias de matiz con respecto al fin de semana anterior: la mosca seca siempre resuelve, y más si tienes la suerte de darte de morros con ese rinconcito en donde por arte de birlibirloque se están cebando. ¿Estaticismo versus deambulación?¿por arriba o por abajo?. Desmintiendo tópicos, soy de los que creen que pescar a ninfa y hacerlo bien es muchísimo más difícil que hacerlo a seca. El hecho de que haya tantos acólitos de la ninfa es porque un uso excesivo de la peor versión de la pesca estilo "polaco" da pingües réditos en escenarios intensivos, y con trucha repoblado. Otro gallo canta cuando se trata de pescar "por abajo" truchas tan resabiadas como las de "Magic Anglès", y digamos ya cuando nos ponemos a pescar bajo la superficie del agua en rios en donde hay truchas nativas del mismo.
A lo largo de la semana anterior, anduve varios dias realmente fastidiado con uno de esos episodios de gastroenteritis que parecen haber devenido en plaga tras el implacable episodio de frio siberiano de hace dos semanas. Sin embargo, soy muy reacio no tan sólo a interrumpir el ritmo cotidiano de vida, sino también a faltar al trabajo; es más tengo que estar realmente con fiebre muy alta o con alguna articulación rota para quedarme en la cama, Asi pues, ha tocado ponerse el tapón allí donde la espalda pierde su casto nombre, y resistir los apretones buscando la proximidad de la salvadora letrina, hasta que -mas por cansancio que por aplicación de terapia adecuada- el virus se ha ido debilitando, con tanta fortuna que lo ha hecho en vísperas de mi dia habitual de pesca, lo que me ha permitido poder disfrutar de este segundo sábado de climatología primaveral consecutivo a la vera del río, y con la caña en la mano.
Todo y así, y como precaución ante la eventualidad de un retortijón inesperado, fuí a cambiarme de ropa y montar la caña a un lugar aislado y alejado del casco urbano, para evitar pasarlo mal enmedio del parking público en donde habitualmente dejo el vehículo para evitar hurtos. Una vez
vestido y pertrechado, pude volver al caso urbano (con la caña desmomtada en el maletero) para aparcar en lugar seguro, y ponerme en acción.
Esta semana, la jornada de pesca propiamente dicha comenzó con una buena caminata desde el aprcamiento público hasta la zona de los polígonos de La Cellera del Ter, en donde había decidido comenzar a pesca, desestimando la parte baja del Coto a tenor de los tan poco exitosos resultados de la semana pasada.
Todo y ha hacer una temperatura muy benigna, más propia de la primavera que de finales de Febrero, la aparición de nubes altas amortiguo un tanto la implacabilidad del sol, y con una temperatura si un caso más templada que la de la semana anterior, conseguí cubrir el kilómetro y medio de distancia hasta el inicio de la zona de los polígonos industriales sin llegar completamente empapado en sudor y exhausto como fué el caso de la anterior jornada de pesca.
Para cubrir esta zona "poligonera" del rio, fuí pescando despacio a tándem de seca y ninfa sobre todo corrientes y blandos laterales, y evitando parados de agua. Había pasado el tramo de los polígonos y entrado de lleno en la zona de los planteles de chopos sin haber obtenido ni una mísera picada. Sin embargo, algo de actividad había en el río, aunque toda ella muy esporádica y en los siempre complicados de pescar parados de agua, que en esta parte del coto pueden ocupar tablas de casi el centenar de metros.
¡Dios me libre de meterme en estos pantanos a pescar esas truchas! La tentación de una ceba tan evidente e insinuante hasta casi lo sensual en este infierno de aguas quietas de tan rala profundidad es lo que ha condenado a muchos pescadores de ego ilimitado pero escasos recursos a un bolo humillante, y lo que es peor, desquiciante, al haberse enfrascado en pescar a seca y pez visto en este tipo de escenarios. Nada peor que, tras el transcurso de las horas, y con el borrego del chaleco abigarrado de moscas enganchadas, y con varias bobinas de hilo a punto de acabarse tras infinitas rectificaciones del bajo de línea, que acabar recurriendo a un dipterín microscópico montado sobre un anzuelo más allá del 24, y empatado al final de una línea tan fina como para pescar pececillos de acuario, todo para que las truchas de la pantaneta maldita le acaben de dar el rechazo final, o bien acaben picando y presentando una batalla que, de tan precario que es el aparajo, resultará segura derrota del pescador.
Quizás algún dia, cuando sea mayor y sepa mucho más sobre pesca a mosca (tarea inabastable, por lo que me han dicho sabios que saben, pero que prefieren permanecer en el anonimato), gaste el tiempo de algún sereno en tan excitantes desafíos. Mientras, prefiero ser humilde y no perder de vista que a lo que vengo al río es a pasarlo bien, así que si busco actividad por arriba, que por lo menos sea con algo de corriente, para que las truchas, de Anglès o de donde sea que las esté tentando, no vean ni lo toscas que son mis moscas, ni lo muy poco natural que derivan rio abajo.
Las siempre querenciosas posturas del nº 7 del coto, al igual que la semana pasada, estaban ocupadas por dos pescadores, por lo que me tocó adelantarlos un buen tramo, y volver a pescar las mismas corrientes desde la cuales vi las primeras golondrinas del año. Sin embargo, esta semana no había nada de actividad en las mismas. Fué al remontarlas casi por completo, e ir escorándome hacia un blando de corriente de la orilla izquierda, cuando tuve la primera picada a la ninda del dia, y conseguí meter una buena trucha arco-iris en el salabre. Eran pasadas las doce y media, y la primera picada, todo y que se materializó en captura, se había hecho mucho de rogar. Dado lo precario de mi posición, sobre rocas muy resbaladizas, no me arriesgue a hacer equilibrios para ilustrar este blog, por lo que no hubo ni medición del pez, ni fotografía del mismo.
Ante mi tenía un buen tramo de corrientes rápidas, pero como suele suceder muchas veces, tras un breve período de reflexión motivado por lo mucho que costaba que algo con aletas se interesase por la ninfa, decidí dar un giro radical al planteamiento de la jornada, y salid del rio para ir a buscar indicios de actividad en superficie, y siempre y cuando esta estuviese localizada en alguna corriente, por mansa fuese y poco tiro que llevase.
De nuevo, tuve que andar un largo trecho, para saltarme uno de los "lagos" de escasa profundidad con el bajo caudal actual. Se veía alguna ceba esporádica, pero yo, como Ulises, sin hacer caso a los cantos de sirena, raudo hacia mi Itaca del dia, si es que la encontraba. Y la encontré. Esta vez hubo suerte, y la encontré vaya que si.
Justo al final de esa gran masa de agua parada, el rio vuelve a ser de corrientes. Curiosamente, en ese mismo lugar, hace ya muchos años, mi amigo Diego de Argentina, pescó su primera trucha a mosca. Me hizo mucha gracia recordarlo, y espero que lea esta crónica y recuerde gratamente ese dia, en el que coincidimos en el coto, tras un copioso y educativo desayuno en el Bar "El Quer", un buen montón de mosqueros capitaneados ese día por ese gran gurú de este arte de la pesca con mosca que es Francesc X. Mauri, también conocido como "Amoscatotlany".
Tuve poco tiempo para la nostalgia, pues la acción de verdad y con ella la parte más interesante de la jornada de pesca no tardó en llegar. Delante mio, pescando las corrientes como a unos cincuenta metros de distancia, había dos pescadores faenando juntos. Cuando estaba valorando si salir del rio y adelantarlos, o quedarme donde estaba aún a riesgo de que ya hubiesen trillado la zona, empecé a ver cebas, al principio esporádicas, y luego muy repetitivas y cadencionsas.
Seguí pescando un rato con el tándem, pero sin obtener picadas, y cada vez las cebas de las truchas eran más repetitivas. En un momento dado, uno de los pescadores me saludó, saludo al que correspondí, y en breve ambos compañeros siguieron pescando río arriba. Me quedaba solo, y con un montón de truchas cebándose. Momento de quitar el tándem y ponerse a seca pura y dura.
Sin embargo, no todo iba a ser fácil. La postura no era de muy buen pescar, pues la mayor parte de las cebas las tenía o bien en la orilla de enfrente, o bien aguas abajo. Salir del rio, e ir a buscar verticalidad para pescar de cara era labor arduo complicada, pues el vadeo en esa zona es de alto riesgo, dado que el centro del cauce esta ocupado por una poza alargada, y además la roca con tanta alga adherida patina como si fuera hielo o una cáscara de plátano.
Valorando que es mejor evitar un buen chapuzón que a pescar con comodidad, hice de tripas corazón, y pasé a pescar aguas abajo. A la que conseguí que la mosca no bajara demasiado forzada, ni dragase, obtuve la primera picada decidida, y tras una buena batalla, con momentos de ay, ay, ay, huy, huy, huy, conseguí meter en el salabre a otra buena trucha arco-iris, de poco más de 40 cms. y en este caso en concreto con aletas muy bien formadas. Una veterana del río, o por lo menos con unos cuantos tiros pegados.
Tras una pequeña pausa para micción y cigarrillo, volví a la acción. Esta vez empezaron a cebarse también delante mio. Me las prometía muy felices, pero como suele suceder en estos casos, baste con que las truchas se pongan a comer en tus narices para que no quieran comer el meú que les das. Por suerte, hubo un momento en que tenía peces comiendo delante, al lado y detrás mio, y fué en otra intentona de pesca en la deriva baja, cuando pude clavar otra arco-iris veterana, tras una tomada tan lenta y parsimoniosa, que de haberme precipitado ni que fuera lo mínimo, le hubiera sacado la mosca de la boca, y que terminó en el salabre tras una batalla más corta de lo que hubiera esperado, todo y que era ligeramente más grande que la trucha anterior.
Tras una pausa "para calmar el gallinero", que aproveché para hidratarme bebiendo una lata de té con limón, vino un episodio de esos "desesperantes", en los que las truchas comen con desparpajo delante de tus morros, y sin embargo eres incapaz de motivarlas por más que cambies de mosca, y por más que rectifiques el bajo de línea hasta el aburrimiento. Eso si, lo que tienen estos desafíos es que te pasa el tiempo muy rápido, y cuando me quise dar cuenta, ya eran pasadas las tres de la tarde. Viendo que allí las truchas estaban "muy duras", decidí dar otro giro radical a mi actuación, y volver lentamente hacia el coche, pero tocando algunas posturas que no había tocado por la mañana (como por ejemplo las querenciosas del número 7), y gastar la "traca final" allí donde revolqué el pedazo de barbo la semana anterior.
Sin embargo, y pese a esporádicas muestras de actividad, poco dio de si una jornada que entraba en la recta final. La gran esperanza de triunfar en el "rincón del barbo" se frustró cuando no vi apenas lomos moviéndose en el modesto rugir de las ínfimas correntitas, y la única actividad que había era en el parado de agua lateral, en donde unas cuantas truchas resabiadas moscardeaban sólo allí donde el agua estaba completamente parada. Algunas, tan insolentes y atrevidas que se avinieron a hacerlo, con todo descaro, a poco más de tres palmos de mis botas.
Finalmente, como último cartucho para conseguir un cuarto pez en mi marcador particular de este dia, me aposté en la misma salida de corriente a una poza en donde había comenzado a pescar en la ya lejana mañana, y me dije "si se ceba algo, lo intento". Sin embargo, no asomó el morro ni un pez. En ese momento, me saludó un señor muy amable que hacía un momento me estaba observando. Se trataba del contertulio de Conmosca Ray333, un pescador muy amable de una localidad cercana con el que alguna vez había coincidido en "Màgic Anglès". Estuvimos un rato departiendo sobre como se presentaba la nueva Temporada de pesca, que está a punto de empezar, y de mientras aproveché para plegar la caña.
¡Rayos y truenos! ¡La Ley de Murphy existe, no os queda la menor duda!Todo fué tener recogidos los bártulos cuando ¡zas! limpia y nítida una ceba rompió la monotonía del discurrir de la corriente, ni a un metro escaso de donde Ray y yo estábamos hablando. Entonces, Ray me dijo "Yo nunca desmonto la caña hasta que he llegado al coche". Sabio consejo, que pienso seguir a rajatabla.
Y para terminar, previo a la bien merecida merienda pastelera de rigor, buenas noticias. Los Agentes Rurales, en pareja como la Guardia Civil, estaban patrullando el río a la altura de ese parado de aguas del nº 3, en donde se han producido reiterados y repetidamente denunciados casos de furtivismo. Esperemos que su presencia no se haga de rogar, y sea elemento disuasorio para que los facinerosos de turno no sigan esquilmando el coto. De nada sirve clamar al cielo por unos ríos con vida, si por falta de vigilancia la de los peces es exterminada por una pandilla de desalmados que ven en el mismo una despensa, con el agravio añadido de ser financiada con el dinero de los demás.



JORNADA DE PESCA Nº 598.
TEMPORADA 2011 - 2012 - Nº 17
Sábado, 25 de Febrero de 2012
TEMPORADA DE COTOS INTENSIVOS DE SALMÓNIDOS 2011-2012 - Nº 17
Coto de Anglès-Pasteral S. M.
Río Ter
Pescador: Ferran RUBINSTEIN.
Capturas: 2 truchas arco-iris a mosca seca y 1 trucha arco-iris a ninfa
Climatología: sol y nubes altas. Templado.
Hora de inicio de la jornada: 10,15 h.
Hora de finalización de la jornada: 16,30 h.

La música de hoy:

Viaje de ida:

Concierto para violín y orquesta nº 2, "En estilo Húngaro"
Joseph Joachim

"Encuentro". Fantasía para violoncello y piano
Joachim Raff

Viaje de vuelta:

Sinfonía nº 8
"Marcha sobre temas rusos"
"Stanka Razin"
Alexander Glazunov

Concierto para piano y orquesta nº 2
Eugen d´Albert

Líneas Tensas!


Ferran RUBINSTEIN.

lunes, 20 de febrero de 2012

JP-597. COTO DE ANGLÈS PASTERAL S. M. Sábado, 18/02/2012














JORNADA DE PESCA Nº 597.

La jornada de pesca de este sábado de Carnaval en "Magic Anglès", respondió a lo que suele sucederme en el mismo en esta época del año, y cuando el rio acusa el "cierre del grifo" desde la Presa del Pasteral, y el caudal queda muy por debajo de un mínimo ecológico, o sea, tocar muy poca escama, pero pasando un dia francamente divertido tentando peces tan grandes como recelosos.
Durante las dos primeras semanas del presente mes de Febrero, hemos sentido en nuestras carnes el aliento gélido del General Invieno, en forma de ola de frío siberiana que conllevó a que se batiesen récords de frio en todo el territorio. Sin embargo, ha bastado que se alejase ni que fuera un poco este gélido tren siberiano, para que el Febrero de los enamorados y los carnavales nos recordase, con sus tardes más largas, y sus temperaturas bonancibles al mediodía, que la primavera está cerca, que los almendros están en flor, que algunas golondrinas atrevidas ya están de vuelta, y que la nueva temporada oficial de pesca de salmónidos está a la vuelta de la esquina.
Quizás fué por esta sensación de proximidad con la primavera, que durante la semana anterior tuve el apremio de escuchar tanto el Concierto para Piano y Orquesta en Do menor de Raff, como el Concierto para Piano y Orquesta nº 2 de Glazunov -ambas piezas parte de mi "repertorio habitual" en mis viajes al Ripollès durante la temporada de pesca- en el transcurso del viaje de este sábado, fuera cual fuera mi destino, y que al final fué a Anglès, tras haber descartado ir a Oliana el mismo viernes por la tarde.
Esta vez no hubo magia. Disfruto siempre de estas dos piezas musicales con fruición, pero la verdad es que por más que durante la semana pasada hubiera un espejismo de llegada de primavera, el viaje hacia Anglès, conduciendo entre la fria niebla en la autopista y viendo los bosques todavía desnudos de hojas, me devolvió a la realidad de que aún estamos en invierno, y que el encanto de llegar a Ripoll en una mañana de primavera aún se hará de rogar por un tiempo.
Al igual que en la última visita, y como suele suceder en mi "temporada particular de Anglès", que suele transcurrir por regla general en invierno, nunca hay mucha prisa por ponerse el "vader de luces" e ir a lidiar morlacos y vitorinos con escamas, pues si algo hay asegurado en este intesivo sin muerte es un buen bolo, y todo lo que te puedas llevar a más a más, siempre será bienvenido. Así pues, desayuno sin prisas, y a cambiarse y montar el equipo con toda la calma del mundo, como no en un parking público de la localidad, para evitar dejar el vehículo en zonas aisladas en donde podría ser presa de cacos: la oleada de robos a vehículos de pescadores del año pasado, nos ha hecho a todos un poco más precavidos.
Al llegar al rio, a la altura de la zona inferior del acotado, pude confirmar la información que había dejado el bueno de Pepe "Pulpo" en Conmosca el dia antes: el cierre de grifo desde el Pateral ha vuelto a ser radical, y se ha pasado en menos de dos semanas de ver bajar el Amazonas por la comarca de la Selva, a convertirse el Ter en un regato con más piedras que agua, y en donde la exhuberante moqueta de algas adheridas a rocas y cantos rodados convierte el vadeo en un deporte de riesgo, aparte de "perfumar" el ambiente de aquellos parados de corriente en donde susodicho vegetal se pudre literalmente en aguas estancadas.
Todo y así, peces haberlos haylos, y ganas de pescarlos, también. Tampoco es que sea un escenario imposible para la ninfa. Sólo se trata de olvidarse de pescas polacas, checas o tungstenizadas, y tirar de esas ninfitas infimas y minimalistas hechas ex-profeso para pescar bien a tándem, o a ninfa ligera a pez visto.
Cuando llevaba aproximadamente un hora, sin tener una picada ni ver indicios de vida íctica, y en el momento de desvestirme para hacer pis (es lo que tiene ir con chaleco y vader), me di cuenta, con auténtico horror, de que no llevaba la sacadera, pues me la había dejado en el coche. ¿Donde va uno sin salabre en un lugar de torpedos con aletas como Anglès? En fin, el que no tiene cabeza tiene que tener pies, y me ví obligado a volver de nuevo al parking a buscar la red de mano, de modo que perdí un tiempo de pesca. No digo que fuera un tiempo valioso, viendo la poca actividad que había, sirva eso de consuelo.
Llegué al coche sudando. La mañana era ya absolutamente primaveral. Visto lo visto, y ya que la parte baja del coto era tierra (o rio, mas bien) baldía, decidí seguir sudando en mi sauna ambulante de gore-tex, para ir a tentar a la suerte en la zona de los polígonos de La Cellera de Ter, a los que llegué tras un buen trote cochinero, mirando de no ser arrollado por el tránsito rodado de la carretera, y sudando la gota gorda, de tal manera que lo primero que hice al llegar a la postura que quería pescar, fué zamparme de un solo trago una lata entera de té con limón.
Oportunamente refrescado por el estimulante brebaje, y ya con las pulsaciones más bajas, me puse enseguida a la labor, y como suele suceder en muchas ocasiones similares, basta un cambio radical de escenario para que comience la acción. Al principio fueron algunos indicios de lomeadas, y alguna que otra ceba aisalada, para finalmente, al entrar la microninfa del tándem en un blando entre dos corrientes, sucumbió al engaño una buena trucha arco-iris, que pese a sobrepasar de largo el medio metro, no tenía nada bien desarrolladas las aletas. Todo y así, ayudada por el itro de la corriente, por poco intenso que fuere dado el magro cauldal del rio, presentó una digna batalla.
Tras quemar la postura, machacando el area de ceba de otro pez sin mucho éxito, me fuí a echar un vistazo a unas aguas paradas, inmediatamente rio arriba, para ver si había actividad en superficie. Fué entonces cuando mi sexto sentido me apercibió de posibilidad de riesgo. Había un grupo de personas de aspecto bastante poco tranquilizador sentadas en uno de esos bancos instalados hace un par de años en los ajardinamientos paralelos a las naves del polígono, que no me hizo nada de gracia. Para evitar posibles problemas, saqué partido a la circunstancia de llevar el váder y crucé el rio hasta la otra orilla, por la que avance a través de un bosque de ribera destrozado por las avenidas y en el que era difícil encontrar el camino, hasta llegar una zona que siempre me ha dado buen rédito en mis jornadas en "Magic Anglès".
No obstante, al poco de llegar, vi que la postura estaba ocupada por un pescador aposentado enmedio del cauce, por lo que tuve que adelantarlo, dejando una distancia generosa para no molestarlo, para cruzar de nuevo el rio. Fué uno de los tres únicos pescadores que ví en todo el dia. Al segundo lo ví nada más cruzar el rio, algo así como cincuenta metros por delante mio, lo que me obligó a seguir andando un buen rato por la orilla, con el fin de adelantarlo, dejarle suficiente rio libre y no molestarlo. Por lo que hace al tercero, forma parte de una pequeña historia que os contaré más adelante.
Una vez tomada distancia con el pescador, vino la segunda captura del día, al apercibirme de que un buen bicho estaba lomeando, o sea tomando emergentes, en una improvisada badina originada por un tronco de árbol cruzado en el río. A la tercera intentona, tomó la microninfa, y pese a la desventaja que tenía por estar pescando con un tronco cruzado justo a mis pies, en donde el pez podía enredarse, conseguí ensalabrar otra hermosa trucha arco-iris de tan generoso tamaño como de pobres aletas. Viendo las parecidas características de las truchas pescadas hasta ese momento, no me cupo duda de que eran procedentes de las últimas repoblaciones que se hicieron, quizás en Noviembre del año pasado, y con motivo de la celebración del Máster de Anglès.
Era ya la una pasada, y el calorcillo apretaba, pese a tener -quizás por primera vez en toda la jornada- las piernas en remojo hasta un poco por debajo de la rodilla. En un momento en que levanté la vista hacia la arboleda, todavía pelada de follaje, vi no una, ni dos, sino un buen montón de golondrinas revoloteando. Si, si, golondrinas, os lo puedo asegurar. Esta es una señal inequívoca de que la primavera está muy cerca. Solemos asociar la llegada de estos pájaros migratorios a nuestro territorio allá por el mes de Marzo, pero se ve que siempre hay avanzadillas que, por motivos que desconozco, emprenden su viaje anual a nuestras latitudes un poco antes.
Como si la señal de buen tiempo que suponen estos pájaros hubiese activado un misterioso resorte oculto, comenzaron las cebas en el pequeño tramo de río en que estaba. Al principio pocas y tímidas, y luego abundantes y descaradas. Momento pues, de pasar a pescar a mosca seca. Sin embargo, esta semana no estuve muy acertado con las presentaciones, pues conseguí un buen montón de rechazos aquí y allá, e incluso dar algún ligero revolcón, hasta que por fin, y -como no- con mi sempiterna y todoterreno efémera de CDC, clavé una hermosa fario, que sin embargo, y teniéndolo todo a mi favor para ensalabrarla, se zafó en una de las poco briosas embestidas de un modo tan limpio que incluso llegó la mosca que había tenido clavada en la boca intacta a mis manos.
Continué intentándolo, sobre diversas cebas, tanto con secas, como con microninfas e incluso una mosca ahogada en modo tándem sustituyendo a la ninfa, pero todo fué en vano, y cuando me dí cuenta de que eran ya pasadas las tres de la tarde, decidí dejar la postura, salir del río a orinar, tomarme otro refresco de té con limón y marchar río abajo a tocar alguna de las posturas que no había tocado en mi forzado viaje por la otra orilla del río unas horas antes.
En el camino de vuelta, me llamó la atención la actividad que había en una zona de aguas tan someras que no llegaban más allá de la altura del tobillo. Pero...¡si se veían y todo los lomos de los peces, y alguno de ellos enormes!. Nada más comenzar la acción de pesca, esta vez con algo tan poco profundizador como puede ser un tándem de un tricóptero y una mosca ahogada, el agua estalló con la respuesta a la clavada con la mosca leonesa de un enorme barbo. ¡Ya me veía haciéndole una foto y poniéndoles los dientes largos a los Kamaradas de la Imperial Tarraco, muy "barberos" ellos. Sin embargo, la realidad se impuso, y en medio de ese pedregal, con dos dedos de agua. y con un pez poderosísimo al otro lado de un tippet del 0,12, la pelea duró lo que quiso el barbo, o sea... bien poco.
Seguí machacando la zona con fe y devoción, pero lo que fuese que estaba comiendo en ese bajío no le hacía ni caso a mis moscas. Al arrimarme un poco hacia la orilla derecha, el río ganó un poco en profundidad, y fué allí en donde me las tuve largo rato, a tándem, con dos peces que se cebaban insolentemente. Mirad si estaba tan enfrascado en la labor, que cuando me dí cuenta tenía a mis espaldas al tercer pescador que ví en toda la jornada. Realmente, si en vez de estar en Anglès pescando hubiera estado en el Vietnam combatiendo, sería hombre muerto, pues este señor llevaba ya rato observándome y ni tan sólo me había percatado de su presencia. Confieso que su sigilo me dejó gratamente sorprendido. Crucé unas cuantas frases amables con él, quizás demasiado pocas, y espero me perdone, debido a que estaba tan cegado con el desafío que tenía delante de mis narices poniéndose morado de vaya usted a saber que, que le hice muy poco caso al hombre. Todo y así, le ví marchar río arriba con una elegancia increíble. Pocas veces he visto un deambular por el río tan discreto e incluso elegante. Quizás algún día yo pueda vadear con esa discreción, en vez de chapotear con estrépito cual pato mareado.
Finalmente, el desafío se saldó en victoria para los peces que se cebaban, y que no me aventuraría a decir que de truchas se tratase. Como en tantas otras ocasiones, un dia de muy pocas capturas se había saldado con muy buenos ratos de diversión. Muy típico de Anglès, muy típico de estas fechas, muy típico de estos días tan engañosos en los que nos sugestionamos pensando que es primavera porque ya han llegado las golondrinas, los mediodías son más cálidos y las tardes un poco más largas, pero que en realidad no deja de ser que estamos en invierno, y no tan sólo en el calendario.
Parada y fonda final para merendar las excelentes cocas de la Pastelería Piferrer, y de vuelta a casa, disfrutando de más música y viendo ocultarse el sol tras el Montseny, unos momentos de reflexión para pensar si un vadeo tan elegante como el que vi al pescador anónimo se aprende, o es un don innato. Me miro al espejo. Me miro los pies...¡Cua, cua!.

JORNADA DE PESCA Nº 597.

TEMPORADA 2011 - 2012 - Nº 16

Sábado, 18 de Febrero de 2012

TEMPORADA DE COTOS INTENSIVOS DE SALMÓNIDOS 2011-2012 - Nº 16

Coto de Anglès-Pasteral S. M.

Río Ter

Pescador: Ferran RUBINSTEIN.

Capturas: 2 truchas arco-iris a ninfa.

Climatología: soleado y templado.

Hora de inicio de la jornada: 10,30 h.

Hora de finalización de la jornada: 16,45 h.

La música de hoy:

Viaje de ida:

Concierto para piano y orquesta en DO menor
Joachim Raff

Salmo nº 83
Alexander Von Zemlinsky

Concierto para piano y orquesta nº 2
Alexander Glazunov

Viaje de vuelta:

Concierto para violoncello y orquesta nº 1
Concierto para violoncello y orquesta nº 2
Joachim Raff

Concierto para violoncello y orquesta en DO mayor
Eugen d´Albert

Líneas Tensas!


Ferran RUBINSTEIN.

domingo, 5 de febrero de 2012

JP-596. COTO DEL PEDRET. Sábado, 04/02/2012






JORNADA DE PESCA Nº 596



Este pasado sábado, 4 de febrero de 2012, fué estadísticamente el dia más frio en Catalunya desde enero de 1985. ¿Adivináis quién fué a pescar? Ja, ja, ja...

Por supuesto, el bolo estaba más que cantado. Pero ¿que significa esa minucia comparado con poder decir y contar que estuve pescando en un dia de frio récord?.

El hecho de que fuera un dia de frio de Record Guinness en muchas localidades del Principado, no quiere decir que fuera el dia en que he pescado a menos temperatura. Los - 2 ºC de temperatura en Pedret están un poco por encima de los dias que he llegado a pescar a - 5º C en Alfarràs (por ejemplo el dia de Nochebuena de 2004), y encima rodeado por niebla heladora y con todo el paisaje pintado de blanco por la escarcha, que no por la nieve.
Y hablando de pesca e innivación, aún recuerdo la curiosa inauguración de la Temporada de Salmónidos 2010 en Guardiola de Berguedà, tan sólo cinco dias después de la gran nevada que colapso por completo y sembró el caos viario y de suministro eléctrico a toda Catalunya. Ese dia, en compañía de Daniel García "Riverboy", la nieve acumulada en el bosque nos llegaba en ocasiones hasta las rodillas. El agua bajaba ese dia realmente no fria, sino helada, y sin embargo, pescamos. Poco y pasando mucho frio, pero pescamos. Una trucha cada uno, y la de mi compañero realmente grande. La verdad es que ese tipo de desafíos son los que le encantan a "Riverboy", un pescador para el cual no hay barreras que valgan para acercarse al río a echar la caña, y que no le hace ascos a nngún tipo de río, ni a ningún tipo de pez.

Sinceramente, he pescado a más baja temperatura, e incluso alguna de esas veces he tocado escama en dias a priori tan poco propicios para la pesca. El caso del bolo de este sábado, creo que más que nada se debe al viento que hizo, que hizo la estancia en el rio la mar de incómoda y que creo terminó de retraer a los pocos peces que quedan en Pedret.

Como en dias así el bolo está más que cantado, emprendí viaje hacia Gironella mucho más tarde de lo habitual, y ya con la luz del dia. Durante el camino, y aprovechando la prestación de termómetro de temperatura exterior de mi nuevo coche, pude observar este curioso baremo de temperaturas:



Barcelona - Les Corts 2º C / Martorell - 5º C / Manresa - 8º C / Navàs - 7º C / Gironella - 2º C.



Y como suele ser habitual en estos dias de invierno, tocó desayuno reposado leyendo la prensa sin ninguna prisa. A la hora de ir a pagar, y previo salir del lavabo, me encontré en una de las mesas del salón interior del Bar Carmona a Jordi Fontanals, un gran pescador y uno de los mejores montadores de moscas de nuestra Comunidad Autónoma, y dos compañeros más, desayunando de camino a la reunión de montaje en Pesca Bosch de Santa Eugenia de Berga. Fué un placer saludarlos y tener un ratito de agradable tertulia con ellos. Espero que la reunión haya tenido tanto éxito como las precedentes, máxime cuando suelen impartir clases magistrales de montaje figuras del tamaño de Francesc X. Mauri, Joan Navarro, Marc Vande Vliet o Jordi Fontanals.

La pista de accceso al Pedret estaba a tramos helada, y aunque se podía transitar bien, tomando ciertas precauciones eso si, preferí dejar el coche frente a la salida del Canal de Carburos. Allí y a las 11 y media, el mercurio marcaba - 2º C. Desmintiendo las previsiones más catastrofistas, ni el rio estaba helado, ni se podía patinar por encima, y sólo quedaban restos de nieve en las umbrias. O sea, nada de nada del panorama meteorológico apocalíptico del que avisaban desde televisiones, radios y periódicos, con su habitual bombasticismo y exageración. El ciudadano medio ya tiene bastante arraigado un incomprensible miedo a la naturaleza, como para ir fomentando este alarmismo. Luego, pasa lo que pasa, que la gente anula reservas, y el sector turístico pone el grito en el cielo.

En esta ocasión, no me puedo extender mucho hablando de pesca, pues las pocas experanzas que tenía de evitar el bolo se vinieron al traste debido al fuerte aire. Personalmente, y pese a este incómodo meteoro, no pasé nada de frio, pues iba muy bien pertrechado con la ropa adecuada para permanecer largo rato a la intemperie, incluído en esta ocasión, mi viejo vader de neopreno de 4 mm. Además, anduve mucho rato, de aquí para allá, de tal manera que en alguna ocasión, sobre todo entre las dos y las tres de la tarde, bajo el sol y en los escasos momentos que encalmo el aire, llegué a sudar.

Lo probé por abajo, e incluso por arriba, pero no hubo manera de conseguir ni una miserable picada. Podría poner la excusa de que no se repuebla en Pedret desde finales del pasado diciembre, pero esta sería de mal pagador, pues trucha de repoblación siempre queda, y además os puedo asegurar que en Pedret siguen saliendo farios, sobre todo a la que se deja de repoblar y la inmensa mayoría de los pescadores habituales están ausentes ocupados en otras cosas. Es más, como habéis podido leer hasta ahora, tampoco el que hiciera frio o incluso viento es una excusa, o por lo menos quiero que lo sea para mi. El responsable último de este bolo, en absoluto doloroso, dicho sea de paso, soy yo, y si no pesqué fué simplemente porque no lo hice lo suficientemente bien.

Feliz y orgulloso, de haber estado paseando con la caña en ristre, sacudiendo el hielo acumulado de las anillas de la misma y remojando mi viejo váder en un dia de frio para los anales de la historia (por lo menos en el conjunto de Catalunya), dí por finalizada esta peculiar y anecdótica jornada, para ir a zamparme un estupendo plum-cake de la pastelería de mi amiga Ramona en Gironella, y ha ir haciendo algo de tiempo para poder ver fútbol gratis por la tele esa misma noche, tema este del futbol en abierto que va a pasar también al capítulo de anécdotas a partir de la temporada que viene.


En el viaje de vuelta, las temperaturas fueron un tanto más beningnas



Gironella 2 º C / Navàs 1º C / Manresa 2º C / Monistrol de Montserrat 3 º C / Barcelona - Les Corts 4 º C.



todo y eso, se agradeció una buena sesión de Música Clásica con un buen chorro de calefacción. Un digno colofón a un dia que se saldo con el bolo esperado, pero con la satisfacción de haber ido a pescar y a ponerme en remojo en la tan cacareada jornada histórica de frio.




JORNADA DE PESCA Nº 596



TEMPORADA 2011 - 2012



Sábado, 4 de febrero de 2012



TEMPORADA DE COTOS INTENSIVOS DE SALMÓNIDOS 11 - 12 - Nº 15



Coto del Pedret



Rio Llobregat



Capturas: 0



Pescador: Ferran RUBINSTEIN



Climatología: soleado y gélido con aire. Temperatura negativa a lo largo de casi toda la jornada de pesca.



Hora de inicio de la jornada: 12,15 h.



Hora de finalización de la jornada: 16.30 h.



La música de hoy:



Viaje de ida:



Concierto para violoncello y orquesta nº 2

Joachim Raff



Concierto para violoncello y orquesta en "DO" mayor

Eugen d´Albert



Viaje de vuelta:



Concierto para piano y orquesta nº 2

Xaver Scharwenka



Rapsodia Ucraniana para piano y orquesta

Sergei M. Liapunov



Obertura "Los Husitas"

Anton Dvorák




Líneas Tensas!







Ferran RUBINSTEIN.