"Si, al igual que yo, sois de los que creeis que tenéis poco que enseñar, mucho que aprender y aún más que compartir, éste es vuestro blog".

martes, 22 de noviembre de 2011

JP-589. COTO DEL PEDRET. Lunes, 21/11/2011







JORNADA DE PESCA Nº 589


Día de pesca inusualmente trasladado a un lunes, para aprovechar uno de esos “días de asuntos propios”, pactados en el convenio colectivo, y así planificado para tomar un respiro tras el ajetreo de la fiesta de cumpleaños de mi hija del sábado, y para reponerse de la resaca electoral de domingo por la noche.
A más de alguno, le puede parecer un auténtica barbaridad, el dilapidar un día de pesca yendo a un coto intensivo de repoblación, máxime un lunes cuando del “cubazo” de truchas de repoblación de mediados de la semana anterior no quedan ni las raspas.
Sin embargo, las cosas cambian cuando se trata de pescar en “Mtystic Pedret”, y especialmente los días más alejado de la repoblación semanal, pues es en estos días, ahuyentada la horda inmisericorde del “captura y fríe”, y cuando el rio está más tranquilo y menos pisado, cuando dan la cara, especialmente por arriba todas las truchas de repoblación viejas y asilvestradas –valerosas gladiadoras fluviales que han resistido al despiadado Circo del Intensivo- y también esas farios misteriosas, que algunos buscan en rincones imposibles, y que aparecen de la nada en lugares de lo más frecuentado y pisado.
Pero antes de seguir relatando estos “misterios del Pedret místico”, debo contaros que ¡por fin! y a base de quitar horas al sueño, e incluso sacrificando parte de mi escaso tiempo dedicado al montaje, pude limpiar y engrasar mis líneas habituales, tanto la sintética WF 4 flotante, como la seda paralela “Phoenix”. Incluso, rehice bajos de línea e instalé nuevos conectores que transitan aún mejor a través de las anillas de la caña.
Para salir airosos del reto de pescar en un coto de repoblación un lunes, y más en un lunes de finales de año, cuando las repoblaciones de la semana anterior han sido de tan sólo 100 kilos para más de cinco kilómetros de río, está claro que de poco nos servirá ponernos a zurrar el rio a ninfazo limpio, como si este estuviera a rebosar de truchas recién liberadas del cautiverio en la cisterna. Es más, de pescar así, en estos “días pobres”, lo único que conseguiremos es estresarnos, cansarnos y desmotivarnos, para luego, cabreados como una mona, repetir aquello tan manido y tan trillado de “es que no habían truchas en el rio”, o ese sonsonete tan socorrido de “han pasado los furtivos y lo han esquilmado todo”.
Seamos sinceros, en el rio siempre quedan truchas, máxime cuando ni los pescadores somos tan buenos pescando, y además teniendo en cuenta de que generalmente los que saben mucho de pescar suelen devolver los peces al agua. Además, es en estos días en que ya se ha producido un enorme descaste del stock de muñonas de cuba, cuando asoman el morro no tan solo las asilvestradas, sino también, y por lo menos en Pedret,
esas farios a las que algunos atribuyen erróneamente paisanaje, pero que en realidad son descendientes de repoblaciones de otros tiempos, y que pese a que no se ven, están allí, y posiblemente son más de las que creemos.
En mi humilde opinión, es en estos días fuera de los fines de semana, y lejanos aún de la siguiente tanda de repoblación, cuando se puede disfrutar, y mucho, de la pesca en Pedret, siempre y cuando aceptemos la idea de pescar muy tranquilos, muy despacio, y estemos dispuestos a andar y observar más que a estar dentro del agua obcecándonos en una acción de pesca generalmente estéril en resultados.
Para la aventura de pesca de este lunes, volví a contar con la inestimable colaboración de mi fiel Daewoo Lanos. El fin de semana pasado le rendí un gran homenaje de despedida. A fecha de hoy todavía está en activo y a mi servicio, creo que por poco tiempo, hasta que me den el coche nuevo. Hecho el homenaje, para él volvió a ser un día de trabajo cualquiera, incluida una vuelta a casa bajo la incesante lluvia, en espera quizá de su jubilación, o quizá de perdurar su vida útil al servicio de otro conductor, tema del cual podría haber posibilidades.
Aunque amaneció nublado, e hizo una mañana de esas grises y frías de las que algunos tanto les inspiran a permanecer en la cama (generalmente aquellos que tienen poca pasión por la pesca), no llegó a llover en ningún momento a lo largo de las horas en que estuve pescando. La temperatura se fue recuperando, pese a la sensación de humedad, y pronto tuve que aligerar prendas a esa combinación de jersey de cuello alto y forro polar con la que empecé mi periplo por el rio.
El rio, pese a estar el agua ligeramente enturbiada, más que nada por días y días de continuas precipitaciones, bajaba bastante contenido de caudal, y confortablemente vadeable. Un factor más para no tener que recurrir a pescas pesadas, tungstenizadas y muy por debajo de la superficie.
Mentalizado ya a pasear más que a entrar en acción de pesca, las casi dos primeras horas de la jornada transcurrieron en una plácida sesión de senderismo por la orilla del rio, siempre ojo avizor a cualquier movimiento en el agua, y de vez en cuando, dando un par de varazos a algún punto “querencioso”, o dejando discurrir seca y ninfa del tándem por ese sitio donde “ni de coña me pueden picar aquí” por si acaso.
Finalmente, una ceba decidida delató la presencia de un trucha. Estaba lejos, pero seguía cebándose y eso me dio tiempo a perfilar una estrategia, cambiar de orilla con distancia suficiente, y dejar discurrir un par de veces el tándem antes de hacer entrar en la sacadera a una buena iris de poderosas aletas, fruto de haber hecho mucha gimnasia en el medio fluvial.
Evitado el bolo, poco tardé, en un blando lateral de la corriente aguas más arriba, en detectar hasta tres cebas seguidas. Esta vez la sorpresa morrocutuda me la llevé yo cuando a la primera una gran trucha fario le arreó un tremendo bocado al tricóptero de pelo de ciervo. Tras una corta pero intensa pelea, la pintona terminó en mi sacadera, y pude constatar que el bicho pasaba largo de los 40 cms., una de las pintonas más grandes que he sacado en Pedret en mucho tiempo, y solo superada por los enormes torpedos del sin muerte de Pedret de otros tiempos tan añorados.
Tanto las corrientes en que me encontraba, como los blandos de la misma, prometían acción, así que no me sorprendió nada el clavar una segunda fario, casi tan grande como la primera, con la ninfa del tándem en el centro mismo de la corriente. Esta vez no tuve tanta suerte, y consiguió desclavarse de un modo limpio, dejándome incluso la ninfa en su sitio para poder seguir usándola.
Probado: este pequeño tramo del rio era una mina, y testimonio de ello, es que varias varadas después, esquivando las ramas de los árboles para poder posar mosca y ninfa en el blando de la corriente de mi lado, una trucha arco-iris se prendió del tricóptero, y terminó en mi sacadera.
Bien batido mi lado y el centro de la corriente, pasé cruzar el rio, mediante un vado encementado que se inauguró apenas hace dos temporadas, para prospectar el lado contrario y otra vez el centro de la corriente pero desde ese lado. Nada más empezar por el centro, el tricóptero que desaparece de vista, tensión en la linea, y otra trucha de repoblación, pero con las aletas bien formadas por una larga estancia en el río, que tras una breve pelea termina en el salabre.
Estaba visto que, tras prospectar esta vez infructuosamente el blando de la corriente del otro lado, tocaba seguir paseando rio arriba, para dejar descansar la postura y a la vuelta, probar de nuevo.
De nuevo, observar más que pescar, y de vez en cuando probar suerte. En las cercanías del puente románico encontré a los únicos pescadores que vi en todo el dia, un par de señores de avanzada edad que remojaban el gusanito, y que me dijeron que apenas si habían tenido picadas en todo lo que llevaban de dia.
Hasta la pasarela junto al puente derruido, lugar en donde habitualmente comienzan o acaban las repoblaciones, aún tuve tiempo de capturar un par de truchas irisadas más con la ninfa del tándem. Al contrario de todas las que llevaba hasta el momento, estas dos eran claramente novatas del rio, a juzgar por los muñones que tenían por aletas: lo dicho anteriormente también: aunque sea lunes, aún quedan truchas, incluso del último cisternazo.
En la pasarela, y pasadas ya las dos de la tarde, dí por finalizado el periplo río arriba. De vuelta, previo breve descanso con ingestión de te con limón a modo de refresco, tocaba darle otro repaso “pos si acaso” a esas corrientes que tantas alegrías me habían dado, y si quedaba tiempo, ir a un rinconcito en el que de subida no había visto actividad, pero que mi sexto sentido de pescador me decía que quizás la hubiese más tarde.
De nuevo en las corrientes del vado inundable, llegar y clavar otra trucha arco iris a seca, pero con tan mala suerte que se me desclavó enseguida. Por si fuera poco, un repetido cebarse sobre la vena central de la corriente me advirtió de que allí seguía habiendo partido, así que repasé bien toda la zona de influencia de la ceba, pero esta vez lo único que conseguí es que el pez cesara en su actividad.
Para ser un lunes, no estaba nada mal el dia en lo que a emociones se refiere.
El colofón a tan entretenida, pero trabajada jornada, llegó en esa balsa en donde las truchas me habían dado julepe hacía tres semanas, cuando mi amigo Antonio “El Pintor” dio todo un recital de lo que es lanzar a doble tracción con tándem, y de pescar y clavar largo.
Mi sexto sentido no me había engañado: había varias truchas cebándose. Aquí se preparaba un buen “mano a aleta”, así que fuera tándem, y a pescar a seca pura y dura previa rectificación del bajo de linea.
Por dos veces seguidas las truchas se interesaron por mi efémera de CDC, pero apenas llegué a rozarles el morro. A una tercera la revolqué pero se me desclavó. Eran ya cerca de las cuatro de la tarde, hora en que tenía previsto terminar de pescar para volver pronto a casa, pues los horarios de los lunes no son para nada los del fin de semana, así que intenté un último cartucho con una efémera de hackle de gallo de mi amigo Francesc de Reus, que tan bien funcionó la semana pasada... y terminó funcionando también esta, todo y que no capturó la trucha a la que, en teoría iba destinada, sino a otra que, apareciendo de repente de la nada, terminó clavada en el anzuelo: la última trucha de este lunes, una buena arco-iris de las veteranas, y que espero que junto con las demás del dia, siga en el rio ajena a gusanitos, y a anzuelos triples de señuelos giratorios y oscilantes, para disfrute de aquellos que gozan pescando sin muerte sobre ceba vista, con picada imprevista o no.
Como decía antes, los lunes son dias laborables para la inmensa mayoría, y a mi me tocaba volver pronto para, relevado el abuelo que me hacía de improvisado canguro, dar de cenar a mi hija, ella viendo “Bob Esponja”, y yo recién duchado para quitarme el olor a truchas y a Brummel, seguir pensando que el mayor engaño al que nos someten las farios del Pedret, es el mismo del que se hace servir el demonio: hacernos creer que no existe.


TEMPORADA 2011 - 2012 - Nº 8

Lunes, 21 de noviembre de 2011

TEMPORADA DE COTOS INTENSIVOS DE SALMÓNIDOS 11-12 – Nº 8

Coto del Pedret

Rio Llobregat

Capturas: 4 truchas arco-iris a ninfa, 2 truchas arco-iris a mosca seca, 1 trucha fario a mosca seca.

Pescador: Ferran RUBINSTEIN



Climatología: nublado y templado.

Hora de inicio de la jornada: 09,45 h.


Hora finalización jornada: 16,00 h.


La música de hoy:

Viaje de ida:

“Marcha triunfal americana”
“Balada”, Op. 78
Obertura sobre temas griegos nº 2
“A la Memoria de un Héroe”
“La Canción del Trovador”

Alexander Glazunov


Viaje de vuelta:

Sinfonía nº 1

Sergei Rachmaninov


Fantasía sinfónica de “La Mujer sin Sombra”
Richard Strauss



Lineas Tensas!



Ferran RUBINSTEIN.

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¿Os imagináis poder contar como guia de pesca a uno de los emjores pescadores de competición de la actualidad?
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domingo, 13 de noviembre de 2011

JP-588. COTO DEL PEDRET. Sábado, 12/11/2011.









JORNADA DE PESCA Nº 588


El viaje de pesca de este sábado hacia Pedret, ha estado cargado de melancolía y sensación de pérdida, debido a que puede haber sido la última gran aventura de pesca en compañía y a bordo de mi actual coche, Daewoo Lanos.
Matriculado en Noviembre de 1998, o sea todavía en el siglo pasado, mi Daewoo Lanos SE 1.0 – 75 CV sedán (esto último quiere decir coche de 4 puertas con maletero), ha sido fiel y abnegado compañero de viaje durante trece años. Juntos, hemos recorrido cerca de 210.000 kms bajo soles abrasadores, lluvias torrenciales, bombardeos de granizo y nevadas siberianas. En este largo periodo de tiempo, mi viejo amigo mecánico no ha tenido ni una sola avería, y la única vez que pisó un taller allende de los mantenimientos oportunos, fue en noviembre de 2004, cuando tuve que dejarlo una semana en Alfarràs, al habérsele enredado un plástico en la correa auxiliar, mientras circulaba por la autovía de Lleida. Realmente, tendré que tener mucha suerte, para que en la lotería que siempre supone cambiar de vehículo, me toque uno tan fiable y tan rentable como el que tengo ahora.
Vehículo robusto, sólido y espartano el mio. Era de la serie básica de su tiempo, y no disponía ni de airbags, ni de frenos ABS, y aún menos de elevalunas eléctricos. Por no tener, no tenía ni CD, pues iba equipado con radio-cassette: la radio-CD se la añadí yo en el año 2004. Sin embargo, y pese a esta sobriedad, me ha dado un rendimiento excelente a nivel mecánico, y jamás ha supuesto un agravio para mi bolsillo.
Juntos, mi Daewoo Lanos y yo hemos recorrido miles de kilómetros, y hemos visto carreteras convertirse en autovías. Mirad si lleva tiempo conmigo este coche, que ha sido testigo de tantas de mis jornadas de pesca como casi todas las que llevo documentadas, pues fue en octubre de 1998, cuando empecé a llevar un registro por escrito de mi vida como pescador. Asimismo, mi coche ha sido mudo testigo de mi evolución de pescador generalista a pescador a mosca, entrando por primera vez en su maletero una caña de látigo a finales de 1999.
Tampoco podré olvidar nunca, que fue a bordo de este coche como llevé a mi hija a casa por primera vez desde el Hospital, meses después de su nacimiento y resueltas en parte las complicaciones más graves de su nacimiento prematuro. Al principio la llevábamos en el cuco, que ocupaba dos de los asientos traseros, y hoy Elisenda tiene su propia silla de niña, en ese coche al que llama “cochepapa, pi, pi, piiiiiiii ”, parafraseando ese gran clásico de los míticos “Payasos de la Tele”, y que ha devenido en uno de los temas más cantados en su etapa de preescolar, junto con “la lluna la pruna” y “en Joan Petit quan balla”, y encima en castellano, para probar que dicha lengua no sufre de discriminación alguna en Catalunya, por más que se empeñen de proclamar lo contrario algunos políticos al servicio de oscuros intereses recentralizadores.
Y además de los viajes de pesca, mi Daewoo ha llevado a mi mujer de paseo y de compras por supermercados urbanos y tiendas rurales, de excursión a mis siempre bulliciosos y simpáticos amigos del Centro Excursionista, a mi sobrino de pesca cuando antes de vivir en el extranjero venía a “cazar soggoths lovecraftianos” conmigo, a mis suegros en picnics y comidas campestres, y a mas de algún lector del blog y común amigo de esa bendita afición llamada pesca a mosca, como Francesc, Riverboy, Chef Ramon, etc.
Han pasado muchos años, y mi Daewoo Lanos y yo hemos visto la C-16 pasar de peligrosa carretera de doble sentido a segura autovía. Ha esperado paciente a que me cambiara de ropa después de pescar en la oscuridad de la noche cerrada, escuchando juntos el ulular de los buhos. Ha traqueteado conmigo a bordo por pistas pedregosas y polvorientas con la misma determinación que rodaría por la mejor pavimentada de las autopistas. Ha soportado estoico el olor de Brummel tras la acción de pesca, de tal manera que ahora es su olor natural, lejano ya el olor a tapicería nueva de su juventud, y que mata incluso al mejor de los ambientadores. Ha escuchado conmigo horas y horas de Música Clásica de compositores conocidos y no tan interpretados, con la salvedad de algún que otro CD de música de discoteca de mi mujer, y recientemente alguno de canciones infantiles de mi hija. Definitivamente ¡cuánta paciencia ha tenido conmigo este coche!.
Sin embargo, hace ya años que su valor de recompra es cero, debido a su completa amortización, y recientemente he recibido ofertas muy tentadoras de vehículos que aportan por precios muy contenidos medidas de seguridad tales como 6 airbags, frenos ABS y control de estabilidad. Este hecho, el de poder dar más seguridad a mi familia en los viajes, y el hecho de que toda inversión que haga en mi coche actual es a fondo perdido, me ha hecho emprender negociaciones para comprar un vehículo nuevo, cuya entrega no creo que se demore más allá de unas semanas.
Por todo lo expuesto hasta ahora, comprenderéis que en este sábado de Veranillo de San Martín, me haya sentido un poco triste por el fin de prestación de servicios de mi amigo de chapa. Quizás lo coloque a un colega del trabajo, para pequeños desplazamientos, o quizás lo entregue para el desguace, cosa que me daría una inmensa pena, pero lo cierto es que, por muy ilusionado que esté con el coche nuevo, no he podido dejar que la melancolía me invadiese incluso antes de cargar bolsas y cañas por enésima vez en el maletero, e incluso se me escapase alguna lágrima.
Para nuestra última gran aventura juntos, he elegido ir a pescar a Pedret, ese Pedret que tanto gusta a mi coche, con esa pista pedregosa, que antaño fuera la via férrea, y que le hace soñar en una resurrección en el cielo de los coches, convertido en un todoterreno de alta gama. Puede que incluso, hubiese una última salida de pesca juntos, según los plazos de entrega del nuevo vehículo, pero ya no sería a ese mágico Pedret que tanto nos gusta a mi Daewoo Lanos y a mi...¿o quizás si?.
Bien, después de la larga parrafada sentimental, voy a empezar a hablar de pesca, no sea que los lectores terminen yéndose a otro blog, a ver muchas fotos y leer poca letra, o a otros foros en donde no se debate, sino se asientan con babeante admiración opiniones con aspiraciones a devenir en dogmas de fe.
Cuesta mucho, incluso a toro pasado, definir como fue esta última jornada de pesca. Sólo los que llevan muchas horas de rio, bien sea pescando, bien sea enredando líneas y moscas en los árboles y cañaverales, saben que hay días en los que con los números en la libreta parece que se ha pescado bien poco, y sin embargo se tiene la sensación de haber pescado mucho, y de haberse uno divertido enormemente. Pues esa sería la descripción más aproximada de esta última salida. Para los que quieran algo más sencillo y entendible, lo diré con un solo palabra: raro.
A diferencia de las dos últimas semanas, de cielos grises e intensa humedad, este sábado, una vez despejadas las brumas matinales, lució el sol y la temperatura fue sumamente agradable, y libre de la sensación de bochorno de los dos últimos fines de semana. Quizás esto activó a las truchas a comer muchas horas en superficie.
En teoría, esta semana sólo tenían que haber repoblado con 100 kgs de trucha arco-iris, pero la verdad es que yo al menos noté muy poco la repoblación. Una de las cosas más curiosas de esta jornada, con un predominio absoluto de capturas a mosca seca (6 de 7), es que todas las truchas que capturé y solté eran no tan solo de buen tamaño, sino que incluso no eran “muñonas” de repoblación, teniendo todas muy bien desarrolladas las aletas, prueba evidente de que llevaban ya un tiempo en el rio, y en ese tiempo habían aprendido a ser más selectivas (a volverse “mas putas”, vaya), y que pasasen olímpicamente de pompones, ninfas de colorines de la Srta. Pepis, marcianitos diversos e incluso de secas impecables y testadas en olimpos Pallarenses a la que estas no bajaban en una perfecta deriva.
Dicen que el que la sigue la consigue. Pues bien, tras dos semanas intentándolo ¡por fin cayó la fario! Ya hace dos sábados atrás, mi amigo Antonio “El Pintor” demostró que pescando fino las farios del Pedret salen de sus escondites. Este sábado, y víctima de uno de mis culipatos, cayó en mi sacadera una fario de 35 cms. con una bellísima librea
de esas de vientre amarillento, una de las truchas más bonitas que he pescado en Pedret a lo largo de los años.
Todo y la ausencia de lluvia, el rio bajaba ligeramente tomado, con un tono verdoso a la hora en que me planté a montar la caña en la parte superior del coto. Curiosamente, y tal como ha observado un contertulio del foro de Catalunya de Conmosca en una entrada reciente, a media mañana el caudal del rio bajó por lo menos medio metro, y el agua fue aclarándose a lo largo del dia, hasta quedar medianamente transparente a primera hora de la tarde.
Mis primeras varadas, en las mismas posturas en las que me divertí tanto la anterior semana, obtuvieron una ausencia total de picadas. Tras una hora y media larga de no ver ni indicios de peces en el rio, llegué a la conclusión de que posiblemente esta semana la repoblación en vez de iniciarse en la palanca del puente derruido y de allí hacia abajo (parte alta del coto), quizás hubiera comenzado de la Tabla de Carburos hacia arriba (parte baja del coto). Así pues, puse mi coche rumbo a la parte media, para ver por donde empezaba a tener picadas, o por lo menos a ver algún indicio de movimiento de peces.
Aún tardé un buen rato en localizar cebas, en una tabla larga en la mitad alta de la parte baja del coto (esto es, justo antes del primer túnel, yendo de Cal Rosal hacia el Puente del Pedret por la pista). El problema es que se cebaban aguas abajo, y al final de la tabla, aunque bastante lejos, había un mosquero pescando, parece ser sobre ceba vista, y poniéndose morado a capturar truchas. Intenté atajar por la orilla, para acceder a las cebas más cercanas a mi pescándolas aguas arriba, pues aguas abajo no responderos debido a la distancia y el dragado de la mosca. Sin embargo, creo que entré mal en el rio, pues no respondieron ni al tándem, y menos aún a la seca que intentaba presentar con el problema añadido de una maraña de vegetación a mi espalda. Finalmente, la necesidad de orinar se impuso a toda otra consideración y salí del rio. El otro pescador, todo y pescar lento, iba ganando metros, y no era mi deseo molestarle, así que decidí probar suerte unos trescientos metros más abajo, en una balsa en donde suelen cebarse las truchas cuando el rio presenta óptimas condiciones.
No me equivoqué demasiado: al llegar a la balsa, se estaban cebando, algunas con gran regularidad y otras esporádicamente. Aquí vino uno de los mayores chascos de la jornada, pues no conseguí ni una miserable picada de ninguna de las truchas que se estaban dando el festín, como mucho un par de rechazos y poca cosa más,
Dispuesto a no entestarme a sacar esas truchas, so pena de acabar con un bolo más grande que el portaaviones “Príncipe de Asturias”, domé mi orgullo y me dispuse a ser práctico y a reflexionar: no me estaba “comiendo un torrao” en las aguas paradas, entonces: vamos a buscar corrientes, y a montar de muevo el tándem.
Otra salida del rio, y otra caminata pista abajo, sudando bajo el sol de “Veranillo de San Martín”, me llevó a una zona de corrientes muy lentas, pero corrientes al fin y al cabo, en donde suele haber actividad en días como estos de buena climatología y poca gente en el rio. Además, sería un placer visitarlo, pues es uno de los parajes más bonitos de este ya de por si bello paraje conocido como El Pedret.
Eran ya la una pasada del mediodía, y el fantasma del ignominioso bolo planeaba sobre mi cabeza. Estaba seguro que por poca repoblación que hubiera, rascando ninfas en las piedras de las corrientes comenzaría a sacar truchas, pero me resistía a esa idea, pues estaba claro que había truchas en toda la parte baja del coto comiendo arriba, bien fueran secas o emergentes, y echarse a pescar “tungstenizado” en un día así sería admitir un fracaso peor que hacer un bolo: el de haberse conformado con el aburrimiento y la relativa seguridad, pudiendo haber pasado un rato divertido.
Por suerte, el fantasma del bolo planeó solo unos minutos más. El tiempo de hacer un cambio de bajo de línea para adaptarlo al tándem, y de hacerle pasar la ninfita por los morros de la primera ceba que vi en la correntita: bolo evitado a la una y veinte ¡uno de los días que más he tenido que sudar tinta de calamar para tocar escama!… y precisamente en un intensivo.
Un análisis visual de la situación, mientras me relajaba fumando un cigarrillo tras la primera captura, reveló que una gran cantidad de truchas cebándose estaban aguas debajo de mi posición, Así pues, crucé el rio y gané la otra orilla, y a través de una zona pantanosa (de la que salí apestando a cieno) para evitar pisar el rio, me plante “de cara” a la corriente.
El principio fue fulgurante: nada más comenzar a pescar, dos truchas se hicieron con la ninfita, lomeando en apenas un palmo de agua. Ambas las perdí tras una corta batalla, cosa que evidenciaba que aparte de con el resabiamiento de las truchas, tendría que batallar también contra mi propia, habitual y gran torpeza. Eso si, a la tercera va la vencida, y por fin ensalabré la segunda trucha de la jornada. Dos truchas al marcador, y ambas no muñonas… de ahí estos resabiamientos con las moscas, seguramente todos peces que estaban activos comiendo eran truchas con un tiempo ya de veteranía en el rio.
Ante mi, en esa tabla de tan poca profundidad, se cebaban incansables unas cuantas truchas. Viendo la dificultad de manejarlas una vez clavadas las anteriores con la ninfa, pasé a pescar a seca, aprovechando tener como aliado ese débil tiro de la corriente, y en poco rato la jornada había cambiado de color, al capturar dos truchas seguidas, merced a la polivalencia de las incombustibles moscas de CDC.
Al final de la tabla, volvía a estar en el punto por donde había vadeado. Hora de parar un momento, bajo ese sol bonancible pero que me estaba haciendo sudar, y tomar un refresco de mi sempiterna bolsa isotérmica. Mientras estaba en ello, y aprovechando para fumar con calma, me di cuenta de un incansable cebarse de “algo” en las aguas paradas de un poco más arriba, muy arimadito a un árbol.
Pese a lo complicado que había sido todo en aguas paradas en ese dia, decidí probar, haciendo la máxima puntería posible, y cual no fue mi sorpresa cuando de repente un relámpago dorado atravesó la oscuridad verdosa del agua, y de repente me vi combatiendo con toda una fario del Pedret, que al final resultó ser un precioso ejemplar de más de 35 cms. de una preciosa librea y vientre amarillo intenso: una de las truchas fario más bonitas que he pescado en Pedret en muchos años.
Celebrado el inesperado éxito con unos gritos de euforia ¡fario!¡fario!, resolví cambiar de postura e ir a ver como estaba la actividad en el parado de agua que hay justo encima del salto de agua de la estación de aforo de Pedret. Subido a una piedra y esquivando ramas de árboles, fui dejando bajar la mosca, buscando la picada de unas cuantas truchas que “patrullaban” comiendo saben las ninfas y ondinas del rio qué. Lo curioso, es que después de varios rechazos y de fallar varias clavadas, en el momento en que sujetaba la caña bajo el sobaco para encender un cigarrillo, y con la mosca dragando como un windsurfista, la misma desapareció de mi vista, y al recuperar la posición de la caña me encontré con que ya tenía clavada un trucha, que me regaló varias cabriolas y acrobacias antes de terminar en mi sacadera.
Viendo que las truchas estaban muy activas, pero aguas debajo de mi posición, y viendo que no las podía abordar cara al rio, decidí pescarlas agua abajo con un par de ahogadas, y aquí viene uno de esos momentos tan hilarantes como desquicientes con que la práctica de la pesca a mosca nos suele regalar a menudo, pues llegué a clavar hasta cuatro truchas, y ninguna llegó a mis manos: dos por mi torperza en la pelea, y otras dos mas porque se fueron con ambas moscas rio abajo, debido a un nudo mal hecho.
Como suele suceder, y seguramente a más de algún lector le habrá acontecido, el tiempo pasa muy rápido cuando uno se lo está pasando bien, y yo había perdido la noción del mismo, y cuando me dí cuenta, la tarde había avanzado más de lo que creía.
De vuelta hacia el coche, en una tarde en la que las sombras avanzaban rápido, pero que se resistía a dejar de ser luminosa, fui observando más que pescando, hasta que al final opté por dar una nueva oportunidad a la postura en la que había visto al otro mosquero cercano un mediodia que ahora se me antojaba como irreal y lejano en el tiempo. Seguramente las truchas que con tanta insistencia moscardeaban entonces, estarían ahora muy “zurradas”, pero estaba seguro de que aquel señor las había soltado, y pasado el susto de la captura, volverían a estar activas.
No me equivoqué en lo más mínimo: alli estaban, pero realmente reesabiadas, tal y como pude comprobar ya en las primeras varadas. Ya no había sol, y la tabla había quedado en la penumbra de una tarde de otoño. Fui pescando despacio hasta media tabla, consciente de que me quedaba como mucho media hora de luz, tiempo allende del cual tendría realmente problemas para salir del rio. También, de paso, fui obteniendo el rechazo sistemático de las múltiples truchas a las secas, ahogadas e incluso una microninfa sin cabeza metálica que les fui presentando. Al llegar a media tabla, decidí dar media vuelta y salir del rio mientras hubiera luz, y fue entonces cuando vi que estaban tan locas por cebarse que incluso había vuelto a hacerlos las que estaban a mi espalda, por donde ya había pasado, y que ahora tenía aguas abajo.
Como mucho, diez minutos para el último cartucho: una efémera de hackle de gallo de mi amigo Francesc Bernal, de las que me regaló ex profeso para pescar en Bonabé la temporada pasada, presentada aguas abajo, y a esperar el milagro antes de que dragase.
Como para compensar mi mal rato con la seca, y cuando ya estaba decidido a salir del rio, ¡zas! tomó la mosca una señora trucha con la que sostuve una buena pelea, otra de esas arco-iris que se han asilvestrado, y presumen de aletas de pez de verdad.
En el último tramo de camino hacia el coche, fuera ya de la lóbrega vaguada en donde había estado pescando a última hora, aún pude disfrutar un poco de la luz del sol justo en el momento de su ocaso.
Como la semana anterior, y como tantas otras en otros otoños y otros inviernos de mi vida como pescador, terminé cambiándome en la penumbra. Tras el habitual embadurnado con “Brummel”, volvió a darme el antojo de comer churros, pero en esta ocasión, la churrería ambulante de la Fira del Bolet de Cal Rosal estaba cerrada, así que me terminé yendo a merendar a Gironella, previa compra del oportuno pastelito en el establecimiento de mi amiga Ramona.
Durante el camino de vuelta a casa, escuché la turbulenta Sinfonía nº 12 de Shostakovich, subtitulada como “El año 1917”, y dedicada a esos aciagos dias de la Revolución de Octubre. Como si fuera la música de una película, dedicada en este caso al fervor revolucionario, uno cree ver, tan solo a la mitad del primer movimiento, al crucero “Aurora” enfilando rumbo y cañones hacia el Palacio de Invierno del Petrogrado de aquel entonces.
Música para tiempos políticos confusos. Hoy en día, tras dar por finiquitada –quizás de un modo demasiado anticipado- la revolución, la tiranía de los mercados, la oligarquía y los lobbies pretender arrebatar a los trabajadores los derechos conseguidos no en urna alguna, sino a base de huelgas, sudor y sangre. Espero que por el bien de todos, que nadie de por enterrada la capacidad de pueblo para cabrearse, y que nose banalice una indignación que creo del todo justa.



TEMPORADA 2011 - 2012 - Nº 7

Sábado, 12 de Noviembre de 2011

TEMPORADA DE COTOS INTENSIVOS DE SALMÓNIDOS 11-12 – Nº 7

Coto del Pedret

Rio Llobregat

Pescador: Ferran RUBINSTEIN

Capturas:

4 truchas arco-iris a mosca seca, 2 truchas arco-iris a ninfa y 1 trucha fario a mosca seca.

Climatología: soleado y templado.

Hora de inicio de la jornada: 10,15 h.


Hora finalización jornada: 17,00 h.


La música de hoy:

Viaje de ida:

Sinfonía nº 6
“Una Fiesta Eslava”
Alexander Glazunov


Viaje de vuelta:

Sinfonía nº 12 “el año 1917”
Dmitri Shostakovich

Obertura Triunfal
Anton Rubinstein


Lineas Tensas!

viernes, 11 de noviembre de 2011

SHOPPING: NINFAS TG - PARA DISFRUTAR DE LA PESCA Y TAMBIÉN PARA COMPETICIÓN.

Hola Kamaradas:

Hoy inauguramos en este blog una Sección de Shopping, para ofrecer a nuestros queridos lectores la posibilidad de comprar articulos de pesca y montajes elaborados, construídos y montados por nuestros propios lectores.
El primero en inaugurar esta Sección, es mi buen amigo Antonio Grados, alias "El Pintor", que os ofrece la posibilidad de obtener a muy buen precio, montajes de inmejorable calidad para la pesca a mosca, tanto a nivel amateur, como de competicion.
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Si tenéis cualquier producto que ofertar, no dudéis en contactar conmigo, pues os haré publicidad gratuiita, y sin ánimo de lucro.
Un abrazo y Líneas Tensas!



Ferran RUBINSTEIN.

lunes, 7 de noviembre de 2011

JP-587. COTO DEL PEDRET. Sábado, 05/11/2011.




















JORNADA DE PESCA Nº 587


Monsieurs et madames, ladies and gentlemen, el Gran Circo de Pedret sigue dando el mayor espectáculo en cada función, por el módico precio de un ticket de pesca… pasen y vean.
Tras una semana de lluvias, inundaciones, cortes de carreteras y salidas de urgencias de los servicios de bomberos a lo largo y a lo ancho de nuestra geografía, ni siquiera el siempre limpio Pedret se ha librado del chapapote de barro en disolución este pasado fin de semana. Pese al aporte permanente de agua limpia desde el pantano de La Baells, la Riera de Metge i otros torrentes secundarios se han encargado de chocolatear el agua, y de paso aportar un caudal extra al rio Llobregat hasta la salida del canal industrial de Berga, justo debajo de la “tabla de Carburos”.
Sin embargo, y como parece ser que “todo es posible en Pedret”, y que truchas haberlas hailas, por esta vez el agua turbia y el caudal extra no me han servido de excusa para no pescar. Además ¿quién dice que no se puede pescar a mosca con el agua turbia? Vamos a ver, las truchas están, y aunque su inactividad se deba a que ya se han hartado de comer, debido al aporte extra de pitanza que ha ido bajando arrastrada rio abajo, o bien a que la bajada de presión atmosférica las ha desactivado, siempre son susceptibles de echarle un buen mordisco a una suculenta San Juan worm o a una excitante y sensual pom-pom, máxime tratándose de pescar truchas arco-iris de repoblación. Para más recochineo, bastó que con el transcurso de las horas se aclarase tan sólo ligeramente el agua, pasando del marrón chocolate al verde, para que las más avezadas de entre las forzadas gladiadoras del rio dieran la cara por arriba, y alguna que otra se diera un festín de plecópteros antes de terminar en mi sacadera, y de allí de nuevo al rio a seguir poniéndose morada, tras reponerse del susto, claro está.
La jornada se dividió en dos mitades completamente diferentes. La primera, durante una mañana en que incluso el sol se atrevió a asomarse entre el grueso manto de nubes, y en la que el rio bajaba completamente amarronado. Pese a que no se veía ni traza de actividad de las truchas, ni en superficie ni debajo de la misma, en uno de los lances repetitivos en una de las muchas posturas que fui prospectando con tanta paciencia como fe, una ligera tensión en la línea me advirtió de que algo ¿tronco, rama, pez? había detenido el discurrir de una de mis dos ninfas ¿cuál sería? ¿pom-pom o lombriz de chenille? Tras una corta pelea “a ciegas” con un pez “misterioso” que peleaba detrás de la opacidad del agua, pude ver que la trucha, de repoblación, se había enganchado en la pom-pom, ninfa esta atractora de mikiis por excelencia.
A eso de las dos de la tarde, tras haber gastado grandes dosis de paciencia, y de permanecer a pie de rio con un estoicismo digno de Zenón de Citio o de Séneca, y cuando más se nublaba el día, el rio comenzó, sin embargo, a clarearse un poco, fruto de las horas sin lluvia, y del aporte permanente de agua limpia desde el pantano de La Baells.
Entonces, comenzó la fiesta. Primero fue una ceba esporádica, después dos, y después varias. Se terminó el pescar “pesado”, y vamos a cambiar de aparejo y de bajo de línea si hace falta, pero…¿qué carallo están comiendo? Por el rio bajaban esporádicamente plecópteros marrones y a veces otros negros, pero las truchas parecían estar lomeando más que boqueado. Freno y punto muerto: toca reflexionar. La apuesta: en caso de duda, y sobre todo no teniendo ni una imitación decente de emergente de plecóptero en mi caja, recurrir a las socorridas y tan denostadas ahogadas de buldó, socorridos y recurrentes comodines donde los haya, pero trabajando en tándem al final de mi bajo de línea.
En previsión de que esas fuesen las únicas truchas que moscardeaban, y por si acaso ya no veía más cebas en todo lo que quedaba de día, tomé incluso precauciones adicionales, como salir del rio y pescar sobre ceba vista, pero aguas abajo, al más puro estilo “ofegada fent el vano”. Tras dos derivas infructuosas, poco tardó una de las truchas en pegarle dentellada a la ahogada naranja, que en este caso hacía de bailarín y semibailarín a la vez. Corta pelea, sin concesiones, y a la sacadera. ¡Anem per feina! Sin pausa para el cigarrillo del éxito –variante del relax post coital pero en versión adaptada a la pesca a mosca- a por la otra que se cebaba en la orilla opuesta. Otras dos pasadas y ¡picadón brutal! en este caso a la morada que hacía el papel de obligado rastro. Esta vez si, trucha al agua y cigarrillo para relajar la tensión, y de paso ver si alguna otra trucha más asoma el morro.
Tras unas cuantas varadas más, sin respuesta por parte de los peces, decidí ir avanzando rio arriba y observar más que pescar, a ver si detectaba más cebas, cosa que no tardó en suceder. En este caso, una repetitiva, constante, machacona, casí rítmica en la siempre difícil postura de “correntita suave” en la orilla contraría juuuuuuusttttoooooo donde caen las ramas de los árboles: la típica trucha de la que pasas si llevas un dia “sobrao” de capturas, pero que dadas las circunstancias no podía desperdiciar.
Los primeros intentos de hacer puntería, se saldaron, como podéis suponer con la pérdida del tándem de ahogadas previo enganchamiento en rama de aliso (casuística nº 3540 del manual del lanzador torpe). Así pues. Aproveche la eventualidad para cambiar a mosca seca, y con un poco más de acierto, meter la socorrida efémera de CDC, que a nada y a todo imita en esa oquedad, recibir una ligera picada, y tras el revolcón recuperar sólo la mosca, pero bien babeada.
No me amedrentó el hecho de que la trucha hubiera “probado hierro”, pues no debió probar mucho a tenor de que volvía a cebarse. Así pues, con esa paciencia rayana en el masoquismo que tenemos algunos pescadores, volví a rehacer el tándem de ahogadas con las mismas (y últimas de mi caja, por cierto) moscas, y ¡esta vez si! Por fin clavar esa codiciada trucha, pelearle, y de repente ¡ver con desesperación como se llevaba mis ahogadas a su refugio, pues mi bajo de línea había sido víctima de algo tan tonto pero tan frecuente como un nudo mal hecho.
La jornada había pasado de ser anodina, a realmente excitante en menos de tres cuartos de hora. Estaba seguro de que me esperaban más emociones esa tarde. Amenazaba lluvia, pero eso frecuentemente excita aún más a las truchas a comer. Venga ¡rio arriba y a mirar con cariño toda la superficie del agua, en busca de esas cebas que son el preludio de la emoción.
Ni diez minutos después, para mi sorpresa y satisfacción, di con una tabla larga en la que se cebaban no una, ni dos, ni tres, ni cuatro sino todo un auténtico mogollón de truchas, que parecían estar poseídas por un tremendo frenesí. A mucha distancia, desde unas rocas, con los pies secos, tentaban a buldó y a cucharilla un par de pescadores de lance. Así pues, me situé al inicio de la tabla, justo donde apretaba la salida de la corriente, para pescarla aguas arriba.
Para no “alterar el gallinero” más de lo necesario, todo y que las truchas más distantes de mi parecían indiferentes al bombardeo de boyas y cucharillas, pasé a centrarme en las que tenía más cerca, y aprovechando el frenesí, no tardé en que tres truchas repobladas de esas que “ya han aprendido a moscardear” terminasen en mi sacadera gracias, como no, a los socorridas “culipatos”.
El auténtico calvario llegó cuando empecé a alargar la distancia, para llegar a la altura de las que estaban cebándose en el centro de la tabla. Otra vez, tuve que pagar una justa penitencia por ser tan vago y desidioso. Veréis, resulta que mi seda paralela esta desengrasada y además sucia como una cueva de trolls. Por tanto, no es de extrañar que con lo empapada de agua que ya estaba tras haber bregado con la pesca con ahogadas, se hundiese y no precisamente con letitud, formando una comba que hacía dragar de buenas a primeras mi mosca, por muchas rectificaciones en el bajo de linea que le hiciera. Todo y así, mira si estaban locas las truchas por comer, y lo inexpertas que debían ser, que aún clavé tres o cuatro, pero tan mal y debilmente, debido a la curvatura bajo el agua de la línea, que las perdí nada mas clavar.
Empezó a llover, una débil llovizna de corta duración, y visto el fracaso de pescar largo en esas condiciones, pase a pescar a tándem de tricóptero y microninfa, con la esperanza de que alguna trucha se interesase por la imitación sumergida. Sin embargo, estaba visto que era el dia de las sorpesas en el Circo del Pedret, pues de un modo inesperado, una buena trucha, quizás la mejor en tamaño de todo el dia, apareció de la nada para clavarse en el tricóptero, pero también estaba visto que la estrella de la pista era el payaso, pues no pude ni retener al pez más que unos segundos hasta que se me desclavó.
Cansado de tantas emociones, y con el fin de aliviar mi vejiga, salí del rio, y tras la micción pasé a ir tanteando posturas, cercana ya la hora de recoger trastos, con un aparejo “al hilo” de seca y ninfa. Este último paseo, pescando pausadamente, aún dio de si lo suficiente como para que una trucha tomase mi ninfa (una que precisamente mereció de mi buen amigo Antonio “El Pintor” el elogio de ser “la ninfa más fea que he visto en mi vida”) antes de acabar en el salabre, y de que tras tres ataques consecutivos, una trucha muy juguetona cerrase la cuenta de capturas del dia al clavarse al fin en el tricóptero de pelo de ciervo de mi aparejo de doble imitación.
Esta vez, no hubo merienda pastelera, sino churrera. Aprovechando que han instalado una churrería en la Feria de Cal Rosal, la ya famosa “Fira del Bolet”, aproveché para satisfacer mi capricho de una merienda con churros, a doble ración, de los tradicionales con azúcar, y también de los de chocolate.
Aprovechando la lenta vuelta a casa bajo la lluvia, que desde Manresa arreció con bastantes ganas, estuve reflexionando sobre la gran cantidad de kilómetros que llevo recorridos con mi fiel Daewoo Lanos, modelo básico del año 1.998. Creo que es cuestión de ir haciendo un pensamiento, y renovar el coche. Os adjunto una foto de un vehículo que me encanta, todo y que de tenerlo, creo que me dejaría el sueldo en gasolina, y sobre todo en repuestos.



TEMPORADA 2011 - 2012 - Nº 6

Sábado, 5 de Noviembre de 2011

TEMPORADA DE COTOS INTENSIVOS DE SALMÓNIDOS 11-12 – Nº 6

Coto del Pedret

Rio Llobregat

Pescadores: Ferran RUBINSTEIN

Capturas:

4 truchas arco-iris a mosca seca, 2 truchas arco-iris a mosca ahogada y 2 truchas arco-iris a ninfa.

Climatología: nublado y templado.

Hora de inicio de la jornada: 10,30 h.


Hora finalización jornada: 17,15 h.


La música de hoy:

Viaje de ida:

Sinfonía nº 2
Vasily S. Kalinnikov

“El Ideal”
Franz Liszt

Viaje de vuelta:

“Ball Suite”
Franz Lachner

“Ein Festes Burg”
Joachim Raff

“Hungaria”
Franz Liszt

Lineas Tensas!



Ferran RUBINSTEIN.